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Disciplina que puede dar fruto pacíficoLa Atalaya 1988 | 15 de abril
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5, 6. a) ¿Qué sabio consejo tenemos sobre qué hacer respecto a los que cometen pecados graves y no se arrepienten? (Mateo 18:17.) b) ¿Con qué preguntas nos encaramos?
5 Cuando un hombre de Corinto cometió inmoralidad y no mostró arrepentimiento, Pablo dijo a la congregación: “Cesen de mezclarse en la compañía de cualquiera que, llamándose hermano, sea fornicador, o persona dominada por la avidez, o idólatra, o injuriador, o borracho, o que practique extorsión, y ni siquiera coman con tal hombre”. (1 Corintios 5:11-13.) Lo mismo había de hacerse con los apóstatas, tales como Himeneo: “En cuanto al hombre que promueve una secta, recházalo después de una primera y una segunda admonición; sabiendo que tal hombre ha sido descaminado y está pecando”. (Tito 3:10, 11; 1 Timoteo 1:19, 20.) El evitar el trato sería apropiado, también, respecto a cualquiera que rechazara a la congregación: “Ellos salieron de entre nosotros, pero no eran de nuestra clase; porque si hubieran sido de nuestra clase, habrían permanecido con nosotros. Pero salieron, para que se mostrara a las claras que no todos son de nuestra clase”. (1 Juan 2:18, 19.)
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Disciplina que puede dar fruto pacíficoLa Atalaya 1988 | 15 de abril
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¿Cortados del trato totalmente?
7. ¿Cómo diferiría nuestra conducta para con dos clases de pecadores?
7 Los cristianos no se mantienen alejados de la gente. Tenemos comunicación normal con vecinos, compañeros de trabajo, condiscípulos y otras personas, y les testificamos, aunque algunos sean ‘fornicadores, personas dominadas por la avidez, extorsionistas o idólatras’. Pablo escribió que no podemos evitarlos completamente, ‘de otro modo tendríamos que salirnos del mundo’. Sin embargo, dio instrucciones de que se habría de tratar de manera diferente a un “hermano” que viviera de ese modo: “Cesen de mezclarse en la compañía de cualquiera que, llamándose hermano, [haya vuelto a aquellas costumbres], y ni siquiera coman con tal hombre”. (1 Corintios 5:9-11; Marcos 2:13-17.)
8. ¿Qué consejo dio el apóstol Juan sobre evitar a algunos?
8 En los escritos del apóstol Juan hallamos consejo similar que recalca hasta qué grado hemos de evitar a tales personas: “Todo el que se adelanta y no permanece en la enseñanza del Cristo no tiene a Dios [...] Si alguno viene a ustedes y no trae esta enseñanza, nunca lo reciban en casa ni le digan un saludo. Porque el que le dice un saludo [griego: kjái·ro] es partícipe en sus obras inicuas”a. (2 Juan 9-11.)
9, 10. a) En Israel, ¿qué les pasaba a los que violaban la Ley y no se arrepentían, y por qué? b) ¿Qué debemos pensar del arreglo moderno respecto a los que son expulsados por no arrepentirse de su pecado? (2 Pedro 2:20-22.)
9 ¿Por qué es apropiado adoptar una postura tan firme aun hoy? Pues bien, reflexione sobre el severo cortamiento del trato que se mandaba en la Ley de Dios a Israel. Con relación a varios asuntos serios, los violadores voluntariosos eran ejecutados. (Levítico 20:10; Números 15:30, 31.) Cuando eso sucedía, otras personas, aunque fueran parientes, ya no podían hablar con el violador de la ley, que estaría muerto. (Levítico 19:1-4; Deuteronomio 13:1-5; 17:1-7.) Aunque los israelitas leales de aquel tiempo eran humanos normales con emociones como las nuestras, sabían que Dios es justo y amoroso y que su Ley protegía la limpieza moral y espiritual de ellos. Por eso, podían concordar en que Su arreglo para cortar de la congregación a los malhechores era fundamentalmente bueno y apropiado. (Job 34:10-12.)
10 Podemos tener la misma seguridad de que el arreglo de Dios de que los cristianos rehúsen tener compañerismo con alguien que haya sido expulsado por un pecado del cual no se arrepiente es un paso sabio que nos protege. “Quiten la levadura vieja, para que sean una masa nueva, según estén libres de fermento”. (1 Corintios 5:7.) Al evitar, también, a las personas que deliberadamente se han desasociado, los cristianos se protegen de puntos de vista que posiblemente son de crítica, o faltos de aprecio o hasta apóstatas. (Hebreos 12:15, 16.)
¿Qué hay de parientes?
11, 12. a) ¿Qué efecto tenía en los parientes israelitas el que un malhechor fuera cortado de Israel? b) Ilustre los beneficios de la obediencia.
11 Dios ciertamente está al tanto de que el cumplir con sus justas leyes sobre cortar el trato con los malhechores frecuentemente envuelve y afecta a parientes. Como ya se ha mencionado, cuando se ejecutaba a un malhechor israelita no era posible continuar la asociación familiar. De hecho, si un hijo era borrachón y glotón, sus padres tenían la obligación de llevarlo ante los jueces; y si no se arrepentía, los padres habían de participar en ejecutarlo, ‘para eliminar lo que era malo de en medio de Israel’. (Deuteronomio 21:18-21.) Como usted puede comprender, esto no habría sido fácil para ellos. Además, piense en lo que sentirían los hermanos y hermanas, o hasta los abuelos, del malhechor. Sin embargo, el que pusieran la lealtad a su Dios de justicia por encima del afecto familiar podía salvarles la vida.
12 Recuerde el caso de Coré, caudillo de una rebelión contra la guía de Dios mediante Moisés. Por Su justicia perfecta, Jehová vio que Coré tenía que morir. Pero dio este aviso a todos los leales: “Apártense, por favor, de delante de las tiendas de estos hombres inicuos, y no toquen cosa alguna que pertenezca a ellos para que no sean barridos en todo el pecado de ellos”. Los parientes que no quisieron aceptar la advertencia de Dios murieron con los rebeldes. Pero algunos parientes de Coré desplegaron sabiduría y optaron por ser leales a Jehová, lo que les salvó la vida y los encaminó a bendiciones futuras. (Números 16:16-33; 26:9-11; 2 Crónicas 20:19.)
13. ¿Cómo responderán los cristianos leales si un miembro de su familia inmediata es expulsado o se desasocia?
13 Cortar o separar a alguien de la congregación cristiana no envuelve muerte inmediata, y por eso los vínculos familiares continúan. Así, si se expulsa de la congregación a cierto hombre, o si este se ha desasociado de la congregación, todavía pudiera ser que viviera en su hogar con su esposa cristiana y sus hijos fieles. El respeto a los juicios de Dios y al proceder que ha tomado la congregación hará que la esposa y los hijos reconozcan que ese hombre, por su proceder, ha alterado el vínculo espiritual que existía entre ellos. Sin embargo, puesto que el que él haya sido expulsado no pone fin a sus vínculos consanguíneos ni a su relación matrimonial, los afectos y tratos familiares que son cosa normal pueden continuar.
14. ¿Qué consejo divino debería influir en el trato que demos a un pariente expulsado o desasociado que no sea de nuestro círculo familiar inmediato?
14 La situación es diferente si el expulsado o desasociado es un pariente que vive fuera del círculo familiar y el hogar inmediatos. Pudiera ser posible eliminar casi todo contacto con tal pariente. Aun cuando hubiera ciertos asuntos de familia que exigieran comunicación, ciertamente esto se mantendría al mínimo, en armonía con el principio divino: “Cesen de mezclarse en la compañía de cualquiera que, llamándose hermano, sea fornicador, o persona dominada por la avidez [o culpable de otro pecado craso], [...] ni siquiera coman con tal hombre”. (1 Corintios 5:11.)
15. En tales casos, ¿cómo pueden los parientes dominar la influencia de las emociones? (Salmo 15:1-5; Marcos 10:29, 30.)
15 Se comprende que esto quizás sea difícil debido a las emociones y los vínculos del parentesco, tales como el amor de los abuelos a sus nietos. Sin embargo, esta es una prueba de lealtad a Dios, como lo declara la hermana cuyas palabras se citan en la página 26. Cualquiera que siente la tristeza y el dolor que ha causado así el pariente expulsado puede recibir consuelo y estímulo del ejemplo que dieron algunos parientes de Coréb. (Salmo 84:10-12.)
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