El punto de vista bíblico
Cuando la soltería es un don
‘ME ENCUENTRO muy sola —se lamenta una cristiana que lleva viuda varios años—. Aunque me va bien estar ocupada y tener amigos, deseo casarme.’
Es difícil que la soltería le parezca un don a quien no logra realizar su deseo sincero de contraer matrimonio; más bien, se sentirá encerrado en una cárcel de emociones negativas que lo cansan y deprimen. Otro tanto puede decirse de la persona soltera con familia que tiene que atender sola todas las necesidades de sus hijos.
Por otro lado, hay quienes tienen en mucha estima esta condición y optan por permanecer en ella. Por consiguiente, ¿es un don la soltería? De ser así, ¿en qué casos y por qué? ¿Qué dice la Biblia al respecto?
¿Un obstáculo para la felicidad?
El matrimonio puede ser fuente de inmenso placer. (Proverbios 5:18, 19.) Algunos “están convencidos de que el camino al altar es la única vía para alcanzar la felicidad y la realización personal”, comenta Los Angeles Times. ¿Es la licencia matrimonial el único “pasaporte” a la felicidad?
Según el mismo periódico, Ruth Luban, profesional de la salud mental, afirmó: “A las mujeres [y los hombres] les sorprendería el grado de satisfacción que pueden lograr si dejan de vivir a la espera de un hombre [o una mujer] que los rescate de la soltería”. En efecto, la soltería no impide llevar una vida plena y feliz. Muchos divorciados le confesarían que el matrimonio no conduce automáticamente a la felicidad. La verdadera felicidad es el fruto de una buena relación con Dios. Así que el cristiano puede ser feliz tanto soltero como casado. (Salmo 84:12; 119:1, 2.)
Aparte de las barreras autoimpuestas, Marie Edwards y Eleanor Hoover mencionan en su libro The Challenge of Being Single (El reto de estar soltero) otro posible obstáculo para la felicidad, a saber, la presión de la sociedad. Según ellas, “se supone que si uno no está casado es porque padece un trastorno emocional serio y sospechoso. [...] Seguro que algo le ocurre”.
Sin darse cuenta, hasta los amigos bienintencionados pueden ejercer una presión enorme en los solteros importunándolos con preguntas como: ‘¿Cuándo te vas a casar?’, o: ‘¿Cómo es que un muchacho tan guapo como tú no ha encontrado esposa todavía?’. Aunque estos comentarios se hagan en broma, pueden ser como las “estocadas de una espada” y ocasionar dolor e incomodidad. (Proverbios 12:18.)
Don individual
El apóstol Pablo no estaba casado cuando realizó sus viajes misioneros. ¿Acaso se debía a que era contrario al matrimonio? ¡De ningún modo! Había decidido no casarse “por causa de las buenas nuevas”. (1 Corintios 7:7; 9:23.)
Aunque Pablo tenía la fuerza de voluntad necesaria para permanecer soltero, reconoció que no todos podían vivir como él al decir: “Cada uno tiene de Dios su propio don, uno de esta manera, otro de aquella manera”. (1 Corintios 7:7.)
La soltería puede ser un camino a la felicidad aun cuando no sea precisamente el de su elección. Desde luego, el matrimonio figura entre la multitud de dones que hemos recibido de Jehová; pero la Biblia indica que la soltería también puede ser un “don”, si logramos ‘hacer lugar para ella’. (Mateo 19:11, 12; 1 Corintios 7:36-39.) ¿Cuáles son algunas de sus ventajas?
Pablo dijo que el casado se inquieta por ganar “la aprobación” de su cónyuge, en tanto que el soltero “se inquieta por las cosas del Señor”. Esto pone de relieve una de las principales ventajas de la soltería: la oportunidad de servir a Jehová “sin distracción”. (1 Corintios 7:32-35.)
La Biblia no dice que el soltero viva sin ningún tipo de distracción. No obstante, en términos generales, tiene menos que el que cuida de una familia, pues al momento de tomar decisiones, solo debe preocuparse de sí mismo. Por ejemplo, cuando Dios mandó a Abrahán que emigrara de Harán y se dirigiera hacia la tierra de Canaán, la Biblia relata: “Abrán tomó a Sarai su esposa y a Lot el hijo de su hermano y todos los bienes que ellos habían acumulado y las almas que habían adquirido en Harán, y procedieron a salir”. (Génesis 12:5.) Aunque la situación familiar de Abrahán no le impidió acatar la orden divina, organizar su casa para dicha misión debió de consumirle una gran cantidad de tiempo.
Compare ahora el caso de Abrahán con el del apóstol Pablo. Mientras predicaba las buenas nuevas con Silas en Tesalónica, una enfurecida turba se levantó contra ellos. Aquella misma noche los hermanos los enviaron para Berea. En otra ocasión, estando en Troas, Pablo tuvo una visión en la que un hombre le rogó que ‘pasara a Macedonia y los ayudara’. Inmediatamente después de la visión, Pablo se encaminó a ese lugar. Es obvio que, por no tener esposa, Pablo pudo desplazarse con más libertad en poco tiempo, lo cual le hubiera costado más trabajo de haber tenido familia. (Hechos 16:8-10; 17:1-15.)
Otro beneficio que reporta la soltería es una mayor libertad de elección. Por lo general, la persona que vive sola puede decidir más fácilmente dónde vivir, qué comer, la hora de las comidas e incluso la de acostarse. Esta libertad abarca también las actividades espirituales, ya que se cuenta con más tiempo para el estudio personal de la Palabra de Dios y la participación en el ministerio público y para aprovechar las oportunidades de ayudar al prójimo.
Por lo tanto, sea usted soltero por elección propia o debido a las circunstancias, resuélvase a emplear el tiempo sabiamente. Si dedica la soltería a ayudar a los demás, entonces será más feliz. (Hechos 20:35.) Si desea contraer matrimonio, no se encierre en emociones negativas ni viva como si estuviera incompleto porque esa “persona especial” no ha llegado aún. Viva ocupado en el servicio de Dios, y, como dijo Pablo, hallará que la soltería puede ser un don.