‘Continúen perdonándose liberalmente unos a otros’
“Continúen soportándose unos a otros y perdonándose liberalmente unos a otros.” (COLOSENSES 3:13.)
1. a) ¿Por qué es posible que Pedro pensara que estaba siendo magnánimo cuando dijo que podía perdonarse al prójimo “hasta siete veces”? b) ¿Qué quiso decir Jesús cuando contestó que debíamos perdonar “hasta setenta y siete veces”?
“SEÑOR, ¿cuántas veces ha de pecar contra mí mi hermano y he de perdonarle yo? ¿Hasta siete veces?” (Mateo 18:21.) Es posible que Pedro pensara que estaba siendo magnánimo. En aquel tiempo, la tradición rabínica decía que no debía perdonarse más de tres veces la misma ofensa.a Imagínese, pues, la sorpresa de Pedro cuando Jesús contestó: “No te digo: Hasta siete veces, sino: Hasta setenta y siete veces”. (Mateo 18:22.) La repetición del número siete equivalía a decir “indefinidamente”. A juicio de Jesús, el número de veces que el cristiano debe perdonar a su prójimo no tiene prácticamente límite.
2, 3. a) ¿En qué situaciones parece difícil perdonar? b) ¿Por qué podemos tener la seguridad de que perdonar nos beneficia?
2 Sin embargo, no siempre es fácil seguir este consejo. ¿Quién de nosotros no se ha sentido herido por un agravio injusto? Quizá alguien en quien confiaba traicionó su confianza. (Proverbios 11:13.) Es posible que los comentarios irreflexivos de un amigo íntimo hayan sido como las “estocadas de una espada”. (Proverbios 12:18.) Quizá le ha herido profundamente el trato desconsiderado de alguien a quien ama o en quien confía. Cuando esto sucede, la reacción natural es enfadarse. Puede que dejemos de hablar al ofensor y, si es posible, hasta lo evitemos por completo. Pudiera parecernos que si le perdonamos, permitimos que se salga con la suya. No obstante, si guardamos resentimiento, terminamos lastimándonos nosotros mismos.
3 Por lo tanto, Jesús nos enseña a perdonar “hasta setenta y siete veces”. No cabe duda de que la enseñanza de Jesús nunca puede obrar en perjuicio nuestro. Todo lo que él enseñó procedía de Jehová, ‘Aquel que nos enseña para que nos beneficiemos’. (Isaías 48:17; Juan 7:16, 17.) De ello se desprende que perdonar al prójimo debe redundar en nuestro bienestar. Antes de analizar por qué es necesario perdonar y cómo podemos hacerlo, será útil aclarar primero qué significa y qué no significa el perdón. El concepto que tengamos del perdón puede influir en nuestra capacidad para otorgarlo cuando se nos ofende.
4. ¿Qué no significa perdonar, y cómo se define el perdón?
4 Perdonar una ofensa personal no implica pasarla por alto ni minimizarla; tampoco significa permitir que los demás se aprovechen injustamente de nosotros. Cuando Jehová nos perdona, de ningún modo trivializa nuestros pecados, y nunca permite que los seres humanos pecaminosos ‘huellen’ su misericordia. (Hebreos 10:29.) La obra Perspicacia para comprender las Escrituras, define el perdón como “el acto de disculpar a un ofensor, sin guardarle resentimiento debido a su ofensa y renunciando a todo derecho de recompensa” (vol. 2, pág. 634).b La Biblia ofrece razones sólidas por las que perdonar a nuestro semejante.
¿Por qué perdonar?
5. ¿Qué importante razón para perdonar se indica en Efesios 5:1?
5 Una razón importante para perdonar se indica en Efesios 5:1: “Por lo tanto, háganse imitadores de Dios, como hijos amados”. ¿De qué manera debemos hacernos “imitadores de Dios”? La locución “por lo tanto” conecta esta frase con el versículo precedente, que dice: “Háganse bondadosos unos con otros, tiernamente compasivos, y perdónense liberalmente unos a otros, así como Dios también por Cristo liberalmente los perdonó a ustedes”. (Efesios 4:32.) Sí, en lo que tiene que ver con el perdón, debemos hacernos imitadores de Dios. Al igual que el niño intenta ser como su padre, nosotros, hijos amados de Jehová, debemos querer ser como nuestro perdonador Padre celestial. ¡Cuánto debe complacer el corazón de Jehová mirar desde los cielos y ver que sus hijos terrestres procuran ser como él al perdonarse unos a otros! (Lucas 6:35, 36; compárese con Mateo 5:44-48.)
6. ¿Qué gran diferencia hay entre el perdón que otorga Jehová y el que otorgamos nosotros?
6 Es cierto: no podemos perdonar a la perfección, como lo hace Jehová. Pero este hecho nos da más razón para perdonarnos unos a otros. Veámoslo así: hay una gran diferencia entre el perdón que otorga Jehová y el que otorgamos nosotros. (Isaías 55:7-9.) Cuando perdonamos a quienes pecan contra nosotros, es siempre con el conocimiento de que más tarde o más temprano necesitaremos que nos devuelvan el favor y nos perdonen a nosotros. En el caso de los seres humanos, se trata siempre de pecadores que perdonan a otros pecadores. Sin embargo, en el caso de Jehová, el perdón es invariablemente unilateral. Él nos perdona a nosotros, pero nosotros nunca tendremos que perdonarle a él. Si Jehová, que no peca, puede perdonarnos de manera tan amorosa y completa, ¿no deberíamos nosotros, seres humanos imperfectos, tratar de perdonarnos unos a otros? (Mateo 6:12.)
7. ¿Cómo puede perjudicar nuestra relación con Jehová no perdonar cuando hay base para tener misericordia?
7 Todavía más importante: si no perdonamos al prójimo cuando hay base para tener misericordia, perjudicamos nuestra relación con Dios. Jehová no solo nos pide que nos perdonemos unos a otros; espera que lo hagamos. Según las Escrituras, parte de la motivación que tenemos para perdonar es poder recibir el perdón de Jehová o haberlo recibido ya. (Mateo 6:14; Marcos 11:25; Efesios 4:32; 1 Juan 4:11.) Entonces, si no estamos dispuestos a perdonar al prójimo cuando hay base para hacerlo, ¿podemos en realidad esperar que Jehová nos perdone a nosotros? (Mateo 18:21-35.)
8. ¿Por qué nos beneficia perdonar?
8 Jehová enseña a sus siervos “el buen camino en que deben andar”. (1 Reyes 8:36.) Cuando nos manda que nos perdonemos unos a otros, podemos tener la seguridad de que quiere lo mejor para nosotros. Con buena razón la Biblia nos dice: “Cédanle lugar a la ira”. (Romanos 12:19.) El resentimiento es una carga pesada que llevar en la vida. Cuando lo albergamos, nos consume el pensamiento, nos quita la paz y nos ahoga el gozo. Al igual que los celos, la ira prolongada puede tener un efecto muy negativo en la salud física. (Proverbios 14:30.) Y mientras nosotros pasamos todo este malestar, es posible que el ofensor siga su vida totalmente ajeno a nuestra aflicción. Nuestro Creador amoroso sabe que tenemos que perdonar sin reservas a los demás no solo para su beneficio, sino también para el nuestro propio. El consejo bíblico de perdonar es, en realidad, ‘el buen camino en el que debemos andar’.
“Continúen soportándose unos a otros”
9, 10. a) ¿Qué tipo de situaciones no requieren necesariamente un perdón formal? b) ¿Qué dan a entender las palabras “continúen soportándose unos a otros”?
9 Las lesiones físicas van de pequeños cortes a heridas profundas, y no todas requieren el mismo grado de atención. Lo mismo sucede con los sentimientos lastimados: algunas heridas son más profundas que otras. ¿Es necesario convertir en un conflicto toda leve magulladura que suframos en nuestras relaciones interpersonales? Las irritaciones menores, los desaires y las molestias forman parte de la vida y no requieren necesariamente un perdón formal. Si se nos conoce como personas que rechazamos a los demás por cualquier decepción insignificante e insistimos en que se disculpen antes de volver a tratarlos con cortesía y educación, es posible que los obliguemos a ser muy cautelosos con nosotros o a mantener las distancias.
10 Es mucho mejor que demos “a todos muestras de un espíritu muy comprensivo”. (Filipenses 4:5, La Nueva Biblia Latinoamérica, 1989.) Como somos criaturas imperfectas y trabajamos con nuestros hermanos hombro a hombro, es razonable esperar que de vez en cuando algunos nos irriten, como nosotros podemos irritarlos a ellos. Colosenses 3:13 nos aconseja: “Continúen soportándose unos a otros”. Estas palabras nos exhortan a ser pacientes con los demás y a tolerar lo que nos disgusta e irrita de ellos. Esta paciencia y tolerancia puede ayudarnos a sobrellevar los pequeños rasguños y arañazos que recibimos en nuestras relaciones interpersonales, sin perturbar por ello la paz de la congregación. (1 Corintios 16:14.)
Cuando las heridas son más profundas
11. ¿Qué puede ayudarnos a perdonar cuando alguien peca contra nosotros?
11 Sin embargo, ¿qué debemos hacer si alguien peca contra nosotros y nos causa una herida profunda? Si el pecado no es demasiado grave, no debe sernos difícil poner en práctica el consejo bíblico de ‘perdonarse unos a otros liberalmente’. (Efesios 4:32.) Esta disposición a perdonar armoniza con las palabras inspiradas de Pedro: “Ante todo, tengan amor intenso unos para con otros, porque el amor cubre una multitud de pecados”. (1 Pedro 4:8.) Si recordamos que nosotros también somos pecadores, nos resultará más fácil tolerar las ofensas de los demás. Cuando perdonamos de esta manera, liberamos el resentimiento en vez de alimentarlo. Así, la relación con el ofensor no sufre por mucho tiempo y contribuimos a conservar la valiosa paz de la congregación. (Romanos 14:19.) Con el tiempo, es posible que hasta olvidemos la ofensa de que fuimos objeto.
12. a) ¿Qué iniciativa podemos tomar para perdonar a alguien que nos lastima profundamente? b) ¿Cómo indican las palabras de Efesios 4:26 que debemos zanjar los asuntos sin dilación?
12 Pero ¿y si el pecado es de naturaleza más grave y lo lastima profundamente? Por ejemplo, un amigo de confianza divulga asuntos muy personales que le confió. Usted se siente muy herido, avergonzado y traicionado. Ha intentado olvidarlo, pero no puede. En tal caso, para resolver el problema quizá sea necesario que tome la iniciativa y hable con el ofensor. Es prudente hacerlo antes de que la situación se complique. Pablo nos exhortó: “Estén airados, y, no obstante, no pequen [albergando o manifestando ira]; que no se ponga el sol estando ustedes en estado provocado”. (Efesios 4:26.) Añade significado a las palabras de Pablo el hecho de que en la sociedad judía la puesta de sol señalaba el fin de un día y el principio de otro. Por lo tanto, el consejo es: zanje el asunto sin dilación. (Mateo 5:23, 24.)
13. ¿Cuál debe ser nuestro objetivo cuando hablamos con quien nos ha ofendido, y qué sugerencias nos ayudarán a alcanzarlo?
13 ¿Cómo dirigirse al ofensor? “Busque la paz y siga tras ella”, dice 1 Pedro 3:11. Su objetivo, por tanto, no es expresarle su enfado, sino hacer las paces con su hermano. Para lograrlo, es mejor evitar palabras y gestos duros, que podrían provocar una respuesta similar en la otra persona. (Proverbios 15:18; 29:11.) Además, evite afirmaciones exageradas, como: “¡Tú siempre [...]!” o “¡Tú nunca [...]!”. Estos comentarios desmedidos solo consiguen que nuestro interlocutor se ponga a la defensiva. Por el contrario, permita que su expresión facial y tono de voz revelen su deseo de resolver el asunto que tanto le ha herido. Sea específico al exponer cómo le ha afectado lo sucedido. Dé a la otra persona la oportunidad de explicar su actuación. Escuche lo que le diga. (Santiago 1:19.) ¿Qué bien se logrará así? Proverbios 19:11 explica: “La perspicacia del hombre ciertamente retarda su cólera, y es hermosura de su parte pasar por alto la transgresión”. Entender los sentimientos de la otra persona y las razones de su actuación puede disipar los pensamientos y sentimientos negativos que alberguemos contra ella. Cuando tratamos el problema con la meta de conseguir la paz y mantenerla, es muy probable que se aclaren los malentendidos, se pidan disculpas y se conceda el perdón.
14. ¿En qué sentido debemos olvidar cuando perdonamos?
14 ¿Significa perdonar que debemos olvidar lo sucedido? Recuerde el ejemplo de Jehová, que analizamos en el artículo anterior. Cuando la Biblia dice que Jehová olvida nuestros pecados, no significa que no pueda recordarlos. (Isaías 43:25.) Los olvida en el sentido de que una vez que nos perdona, no tiene en cuenta esos pecados en el futuro. (Ezequiel 33:14-16.) De igual modo, perdonar a los demás no significa necesariamente que no podemos recordar lo que hicieron. Sin embargo, olvidamos en el sentido de que no se lo tenemos en cuenta ni lo sacamos a relucir en el futuro. Cuando zanjamos el asunto, no sería apropiado divulgarlo; tampoco sería amoroso evitar completamente al ofensor, tratándolo como si estuviera expulsado. (Proverbios 17:9.) Es cierto, restablecer la relación puede tomar algún tiempo y es posible que ya no exista la misma intimidad que antes. Pero aún le amamos como nuestro hermano cristiano y estamos dispuestos a hacer todo lo posible con el fin de mantener las buenas relaciones. (Compárese con Lucas 17:3.)
Cuando parece imposible perdonar
15, 16. a) ¿Tienen que perdonar los cristianos a los pecadores impenitentes? b) ¿Cómo podemos seguir el consejo bíblico de Salmo 37:8?
15 ¿Cómo debemos proceder si alguien peca contra nosotros y nos hace el mayor de los daños, pero no reconoce su pecado ni se arrepiente ni se disculpa? (Proverbios 28:13.) Las Escrituras dicen claramente que Jehová no perdona a los pecadores impenitentes y endurecidos. (Hebreos 6:4-6; 10:26, 27.) ¿Y nosotros? La obra Perspicacia para comprender las Escrituras dice: “No se requiere que los cristianos perdonen a los que practican el pecado de manera maliciosa, deliberada e impenitente. Estos se hacen enemigos de Dios” (volumen 2, página 635). Ningún cristiano que ha sido víctima de trato extremadamente injusto, detestable o abyecto debe sentirse obligado a perdonar a un pecador que no se arrepiente. (Salmo 139:21, 22.)
16 Es comprensible que quienes han sido víctimas de trato cruel se sientan heridos y enojados. Sin embargo, recordemos que albergar ira y resentimiento puede sernos muy perjudicial. Esperar un reconocimiento o unas disculpas que nunca llegan solo agravará nuestro disgusto. Si nos obsesionamos con la injusticia, la ira seguirá bullendo en nuestro interior, con consecuencias desastrosas para nuestra salud espiritual, emocional y física. De hecho, es permitir que quien nos ha lastimado siga lastimándonos. La Biblia aconseja sabiamente: “Depón la cólera y deja la furia”. (Salmo 37:8.) Algunos cristianos, por lo tanto, han visto que con el tiempo les ha sido posible perdonar en el sentido de no guardar resentimiento: no han excusado la ofensa, pero tampoco han permitido que la ira los consuma. Al dejar el asunto directamente en manos del Dios de justicia, se han sentido muy aliviados y han seguido adelante en la vida. (Salmo 37:28.)
17. ¿Qué consuelo ofrece la promesa de Jehová recogida en Revelación 21:4?
17 Cuando una herida es muy profunda, es posible que resulte imposible borrarla totalmente de la memoria, al menos no en este sistema de cosas. Pero Jehová promete un nuevo mundo en el que “limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores [habrán] pasado”. (Revelación 21:4.) Sean cuales sean nuestros recuerdos en aquel tiempo, no nos lastimarán ni causarán el profundo dolor que quizá ahora aflige nuestro corazón. (Isaías 65:17, 18.)
18. a) ¿Por qué es necesario perdonar a nuestros hermanos? b) ¿En qué sentido perdonamos y olvidamos cuando alguien peca contra nosotros? c) ¿Cómo nos beneficiamos de este modo?
18 Entretanto, debemos vivir y trabajar juntos como hermanos y recordar que somos seres imperfectos y pecadores. Todos cometemos errores. De vez en cuando nos decepcionamos y perjudicamos unos a otros. Bien sabía Jesús que tendríamos que perdonar ‘no hasta siete veces, sino hasta setenta y siete veces’. (Mateo 18:22.) Es cierto que no podemos perdonarnos completamente, como Jehová lo hace. Sin embargo, en la mayoría de los casos, cuando nuestros hermanos pecan contra nosotros, es posible perdonar en el sentido de superar el resentimiento, y olvidar en el sentido de no tenerles en cuenta en el futuro lo que hicieron. Cuando perdonamos y olvidamos de este modo, contribuimos a conservar, no solo la paz de la congregación, sino también nuestra tranquilidad de ánimo. Y lo que es más importante, disfrutaremos de la paz que solo puede proporcionar nuestro amoroso Dios, Jehová. (Filipenses 4:7.)
[Notas]
a Según el Talmud Babilonio, una tradición rabínica decía: “Si alguien comete una ofensa una vez, lo perdonan, si comete una ofensa por segunda vez, lo perdonan, si comete una ofensa por tercera vez, lo perdonan, si la comete por cuarta vez, no lo perdonan”. (Yoma 86b.) Esta tradición se basaba en parte en una interpretación equivocada de textos como Amós 1:3; 2:6 y Job 33:29.
b Editado por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.
Preguntas de repaso
◻ ¿Por qué debemos estar dispuestos a perdonar?
◻ ¿Qué situaciones hacen necesario que ‘sigamos soportándonos unos a otros’?
◻ ¿Cómo podemos zanjar el problema pacíficamente cuando se nos hiere profundamente?
◻ ¿En qué sentido debemos olvidar cuando perdonamos?
[Ilustración de la página 16]
Cuando albergamos resentimiento, es posible que el ofensor sea ajeno a nuestra aflicción
[Ilustración de la página 17]
Si habla con la otra persona con el fin de hacer las paces, los malentendidos se aclaran fácilmente