Los jóvenes preguntan...
¿Qué ayuda me ofrece la oración?
“Fue la oración lo que me ayudó a regresar al buen camino.”—Ismael.a
MUCHOS jóvenes oran, tal vez más de los que imaginamos. Una encuesta Gallup realizada a adolescentes estadounidenses de 13 a 17 años de edad reveló que el 56% ora antes de comer. Otra encuesta efectuada entre jóvenes adultos mostró que el 62% lo hace todos los días.
Sin embargo, para una gran cantidad de jóvenes, la oración no es más que un ritual carente de significado o una simple rutina. Pocos son los que cuentan con lo que la Biblia denomina “el conocimiento exacto de Dios” (Colosenses 1:9, 10). Por ello, Dios no ocupa un lugar relevante en su vida. En una encuesta se preguntó a una serie de adolescentes si habían pedido ayuda divina en alguna ocasión para tomar una decisión importante. Cierta muchacha respondió: “Yo siempre le pido que me guíe a fin de elegir el camino correcto en la vida”. No obstante, admitió: “Ahora mismo no recuerdo ningún ejemplo”. No sorprende, pues, que a numerosos jóvenes les falte confianza en el poder de la oración y en lo mucho que esta les puede ayudar.
Sin embargo, al igual que Ismael, mencionado en la introducción, miles de jóvenes han experimentado personalmente el poder de la oración. Y tú también puedes hacerlo. Un artículo anterior indicó por qué podemos confiar en que Dios escucha las oraciones.b Ahora surge otra pregunta: ¿qué ayuda te ofrecen estas? En primer lugar, veamos cómo las contesta Dios.
Cómo responde Dios las oraciones
Las oraciones de algunas personas de fe de tiempos bíblicos recibieron respuestas directas, incluso milagrosas. Por ejemplo, cuando el rey Ezequías se enteró de que padecía una enfermedad terminal, suplicó la ayuda de Dios, quien respondió: “He oído tu oración. He visto tus lágrimas. Aquí estoy sanándote” (2 Reyes 20:1-6). Otros hombres y mujeres temerosos de Dios vieron la intervención divina de forma similar (1 Samuel 1:1-20; Daniel 10:2-12; Hechos 4:24-31; 10:1-7).
Sin embargo, tales acciones divinas no eran lo habitual, ni siquiera en aquellos tiempos. En la mayoría de los casos, Dios contestaba las oraciones de sus siervos, no mediante una intervención milagrosa, sino ayudándolos a estar llenos “del conocimiento exacto de su voluntad en toda sabiduría y comprensión espiritual” (Colosenses 1:9, 10). En efecto, la ayuda divina radicaba en conceder fuerza espiritual y moral a su pueblo, mediante la sabiduría y el conocimiento necesarios para tomar decisiones acertadas. Cuando los cristianos afrontaban situaciones difíciles, Dios no les quitaba las pruebas, sino que les daba “el poder que es más allá de lo normal” para aguantarlas (2 Corintios 4:7; 2 Timoteo 4:17).
De forma similar, tus oraciones tal vez no reciban una respuesta espectacular. Pero como hizo en el pasado, Dios te puede dar su espíritu santo y fortalecerte para superar cualquier situación que afrontes (Gálatas 5:22, 23). Veamos cuatro campos concretos en los que la oración te puede ayudar.
Ayuda para tomar decisiones
Gloria salía con un joven que, al parecer, tenía elevadas metas espirituales. “Siempre me decía que quería ser anciano de congregación”, afirma. Esas palabras parecían bonitas, pero “también hablaba mucho del negocio que estaba iniciando y de todo lo que me compraría. Comencé a dudar de su sinceridad”. Gloria oró sobre el tema. “Rogué a Jehová que me abriera los ojos y me mostrara lo que debía saber acerca de él.”
En ocasiones, el mismo acto de orar ya reporta beneficios, pues puede hacer que veas los asuntos a la manera de Jehová. Pero Gloria también necesitaba consejos prácticos. ¿Recibió una respuesta milagrosa? Veamos un pasaje bíblico tocante al rey David. Cuando se enteró de que Ahitofel, su amigo de confianza, asesoraba a su traicionero hijo, Absalón, David oró: “¡Vuelve, por favor, en tontedad el consejo de Ahitofel, oh Jehová!” (2 Samuel 15:31). Ahora bien, David por su parte actuó en armonía con su oración. Encomendó a su amigo Husai la siguiente misión: “Entonces me tendrás que frustrar el consejo de Ahitofel” (2 Samuel 15:34). De forma similar, Gloria obró en conformidad con su oración hablando con un anciano cristiano que conocía a su novio. Él le confirmó sus sospechas: el progreso espiritual de su novio era prácticamente nulo.
Gloria reconoce: “Aquella experiencia me hizo ver claramente el poder de la oración”. Es triste decirlo, pero aquel joven fue en pos de la riqueza y dejó de servir a Dios. “Si me hubiera casado con él —reconoce—, tal vez asistiría sola a las reuniones cristianas.” La oración la ayudó a tomar una decisión sabia.
Ayuda para controlar tus emociones
“Todo su espíritu es lo que el estúpido deja salir —indica Proverbios 29:11—, pero el que es sabio lo mantiene calmado hasta lo último.” En la actualidad son muchos quienes sufren presión emocional intensa y a menudo pierden los estribos, a veces, con resultados desastrosos. Un joven llamado Andrés recuerda: “Cierto día, un compañero de trabajo con el que tenía problemas sacó un cuchillo”. ¿Qué hubieras hecho tú? Andrés oró. “Jehová me ayudó a no perder la calma y a tranquilizar a mi compañero —añade—. Tiró el cuchillo y se fue.” Andrés controló sus emociones y no dio rienda suelta a la ira, lo que probablemente le salvó la vida.
Tal vez no te veas a menudo ante un cuchillo, pero se darán numerosas situaciones en la vida en las que deberás controlar tus emociones. La oración te puede ayudar a mantener la calma.
Ayuda con las preocupaciones
Julia recuerda haber “atravesado un período de pruebas” unos años atrás. “El trabajo, la familia, los amigos, nada parecía funcionar bien —explica—. No sabía qué hacer.” De forma instintiva, pidió ayuda a Jehová, pero había un problema: “No sabía qué pedir —reconoce—. Finalmente, supliqué paz mental. Por las noches rogaba a Jehová que me ayudara a dejar de preocuparme por todo”.
¿Cómo la ayudó la oración? Ella misma lo explica: “Al cabo de unos días, me di cuenta de que, si bien mis problemas no habían desaparecido, ya no estaba tan preocupada por ellos”. La Biblia promete: “Dense a conocer sus peticiones a Dios; y la paz de Dios que supera a todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales mediante Cristo Jesús” (Filipenses 4:6, 7).
Ayuda para acercarte más a Dios
Veamos el caso de un joven llamado José. “Me acababa de mudar a casa de unos parientes —relata—. Cierta noche me sentí profundamente deprimido. Me acababa de graduar de la escuela secundaria y añoraba a mis amigos. Se me llenaron los ojos de lágrimas al recordar los buenos ratos que habíamos pasado juntos.” ¿Qué podía hacer? Por primera vez, oró fervientemente. “Abrí mi corazón a Jehová —admite— y le pedí fuerzas y paz mental.”
¿Con qué resultado? José recuerda: “A la mañana siguiente, cuando desperté, experimenté un alivio como el que jamás he vuelto a sentir. Pasé de una angustia mental terrible a poseer ‘la paz de Dios que supera a todo pensamiento’”. Ahora, con el corazón en calma, podía ver todo desde una perspectiva menos emocional. No tardó en percibir que los ‘buenos días anteriores’, al fin y al cabo, no habían sido tan buenos (Eclesiastés 7:10). En realidad, los “amigos” que tanto echaba de menos, no habían ejercido una buena influencia sobre él.
Lo más importante fue que sintió personalmente el cuidado de Jehová. Comprobó la veracidad de las palabras de Santiago 4:8: “Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes”. Para José, aquella experiencia fue un punto de viraje en su vida. Se sintió impulsado a poner a Jehová por delante de todo lo demás y a dedicar su vida a Él.
Habla con Dios
Estas experiencias positivas confirman que la oración te puede ayudar. Claro está, solo en el caso de que te tomes en serio la responsabilidad de conocer a Dios y cultivar una amistad con él. Lamentablemente, eso es algo que muchos jóvenes postergan. Carissa se crió en un hogar cristiano, pero admite: “Creo que ha sido solamente en los últimos años cuando he percibido el extraordinario significado de entrar en una relación tan especial con Jehová”. Ismael, mencionado al principio del artículo, recibió una crianza cristiana, pero abandonó la adoración verdadera durante unos años. “Cuando por fin me di cuenta de lo que había perdido —reconoce—, acudí a Jehová. Sé muy bien lo fría y vacía que es la vida sin esa relación.”
Ahora bien, no esperes a pasar dificultades para acercarte a Dios. Comienza a hablarle ahora, de forma regular (Lucas 11:9-13). “Delante de él derramen ustedes su corazón.” (Salmo 62:8.) No tardarás en comprobar que la oración te ofrece una verdadera ayuda.
[Notas]
a Se han cambiado algunos nombres.
b Consulta el artículo “Los jóvenes preguntan... ¿Me escuchará Dios?”, del número del 22 de junio de 2001.
[Ilustraciones y recuadro de la página 15]
La oración te puede ayudar a:
● tomar mejores decisiones
● mantener la calma en momentos de estrés
● disipar las preocupaciones
● acercarte más a Dios