Aprecie su servicio sagrado
ALCANZAR cualquier meta que valga la pena exige que estemos dispuestos a hacer algún sacrificio. Ser médico requiere años de estudio, determinación y dinero. El gimnasta que llega a la cumbre ha dedicado la mayor parte de su juventud a efectuar ejercicios cada vez más difíciles en una inexorable busca de la perfección. Al virtuoso del piano también le respaldan años de entrega total.
Existe, sin embargo, una meta que tiene una recompensa muy superior a cualquier sacrificio que haya que hacer. ¿Cuál es? El honor de ser siervo del Altísimo, Jehová Dios. Este privilegio de rendir servicio sagrado al Creador compensa con creces cualquier sacrificio que tengamos que hacer en lo que respecta a tiempo, dinero o energías. Las palabras del apóstol Pablo son verídicas: “La devoción piadosa es provechosa para todas las cosas, puesto que encierra promesa de la vida de ahora y de la que ha de venir”. (1 Timoteo 4:8.) Veamos cómo se cumplen.
Cuando empezamos a aprender acerca de Dios
La mayoría de las personas que aceptan las buenas nuevas y empiezan a estudiar la Biblia probablemente no se percaten de la envergadura de los cambios que se producirán en su vida. En primer lugar, es posible que el nuevo estudiante de la Biblia pierda algunos amigos que no pueden entender por qué ya no participa con ellos en actividades que ahora sabe que deshonran a Dios. (1 Pedro 4:4.) Puede que algunos se enfrenten a oposición familiar y les duela ver que sus seres queridos rechazan a Jehová o incluso lo odian. (Mateo 10:36.) Este puede ser un sacrificio difícil.
También habrá que hacer sacrificios en el trabajo o en la escuela. El nuevo estudiante de la Biblia con el tiempo dejará de tomar parte en las fiestas y en otras celebraciones. Ya no prestará atención al habla vulgar de sus compañeros de trabajo o condiscípulos, y no contará ni escuchará chistes obscenos, a fin de poner en práctica la admonición que se halla en Efesios 5:3, 4: “Que la fornicación y la inmundicia de toda clase, o la avidez, ni siquiera se mencionen entre ustedes, tal como es propio de personas santas; tampoco comportamiento vergonzoso, ni habla necia, ni bromear obsceno, cosas que no son decorosas, sino, más bien, el dar gracias”.
Estos cambios pueden convertir al estudiante de la Biblia en una persona indeseable para algunos. Eso puede resultar difícil, particularmente en el caso de los jóvenes que aún van a la escuela. Los jóvenes cristianos tienen que luchar constantemente por su fe, pues se enfrentan a continuas celebraciones mundanas, a enseñanzas contrarias a Dios, como la evolución, y a una presión constante para que se conformen a la mayoría. Seguir los caminos de Dios los hace diferentes, y es posible que sus condiscípulos y maestros los ridiculicen por ello. Esto es especialmente difícil de aceptar durante los sensibles años de la adolescencia, pero la aprobación de Dios bien vale ese sacrificio.
¿Son realmente sacrificios?
Otras cosas que al principio parecen sacrificios terminan siendo bendiciones. Algunos tienen que abandonar el hábito del tabaco. (2 Corintios 7:1.) Puede ser una lucha, pero qué bendición cuando por fin se vence este vicio nocivo. Lo mismo puede decirse en cuanto a vencer la adicción a otras drogas o al alcohol. La vida sin estos hábitos destructivos es mucho mejor. Otros tienen que arreglar su vida matrimonial. Los que viven juntos sin el beneficio del matrimonio deben casarse o separarse. (Hebreos 13:4.) Los que tienen varias esposas deben quedarse únicamente con la esposa de la juventud. (Proverbios 5:18.) Estos ajustes implican sacrificios, pero traen paz al hogar.
Piense en las recompensas
En realidad, todo aquel que obedece las leyes de Jehová consigue verdaderos beneficios. El estudiante de la Biblia empieza a dirigirse al Creador empleando Su nombre: Jehová. (Salmo 83:18.) Cuando aprende todas las cosas maravillosas que Jehová ha hecho por la humanidad y las que hará en el futuro, se siente impulsado a amarlo. En los países en los que es común el temor a los muertos, pierde este temor supersticioso, sabiendo que los muertos están dormidos a la espera de la resurrección. (Eclesiastés 9:5, 10.) Y qué alivio saber que Jehová no tortura a la gente para siempre en el infierno. Sí, la verdad supone una liberación para él. (Juan 8:32.)
Al conformar el estudiante su vida cada vez más a las normas de Jehová, consigue una conciencia limpia y dignidad. Aprende a vivir como un cristiano verdadero y por ello atiende mejor a su familia, lo que le ocasiona gran satisfacción y gozo. Luego está la asistencia a las reuniones en el Salón del Reino. Esta es una experiencia muy agradable. Allí encuentra a personas que practican de verdad el amor afectuoso que la Biblia dice que identifica al pueblo de Dios. (Salmo 133:1; Juan 13:35.) Su habla es limpia y edificante, pues hablan “las cosas magníficas de Dios”. (Hechos 2:11.) Sí, relacionarse con “toda la asociación de hermanos” es motivo de felicidad. (1 Pedro 2:17.) Este excelente compañerismo ayuda al estudiante de la Biblia a “vestirse de la nueva personalidad que fue creada conforme a la voluntad de Dios en verdadera justicia y lealtad”. (Efesios 4:24.)
El paso de la dedicación
Con el tiempo, cuando la persona progresa en conocimiento, el amor a Jehová la motiva a dedicarle su vida y simbolizar su dedicación mediante el bautismo en agua. (Mateo 28:19, 20.) Jesús aconsejó a sus discípulos que calcularan los gastos antes de dar este paso. (Lucas 14:28.) Recuerde: el cristiano dedicado pone en primer lugar la voluntad de Jehová y repudia los deseos de la carne. Se esfuerza por abandonar “las obras de la carne” y cultivar “el fruto del espíritu”. (Gálatas 5:19-24.) El consejo que se halla en Romanos 12:2 afecta entonces a mayor grado su vida: “Cesen de amoldarse a este sistema de cosas; más bien, transfórmense rehaciendo su mente, para que prueben para ustedes mismos lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios”. Por lo tanto, el cristiano dedicado vive su vida con un renovado sentido de propósito.
Piense, de todos modos, en lo que recibe. Por una parte, consigue una relación personal con el Creador del universo. Se le declara justo y adquiere la perspectiva de ser amigo de Dios. (Santiago 2:23.) La frase “Padre nuestro que estás en los cielos”, con la que se dirige a Dios, adquiere un sentido mucho más profundo. (Mateo 6:9.) Otra bendición para la persona recién dedicada es saber que la vida realmente tiene propósito, y vivir su vida en armonía con ese propósito. (Eclesiastés 12:13.) Al igual que Jesús, puede probar que el Diablo es un mentiroso permaneciendo fiel. ¡Cuánto regocija esto el corazón de Jehová! (Proverbios 27:11.)
Por supuesto, estos no son los únicos sacrificios que hace el cristiano que persevera en la senda de la fidelidad. Toma tiempo estudiar con sentido la Palabra de Dios personalmente y en la congregación. (Salmo 1:1-3; Hebreos 10:25.) Debe comprar tiempo de otras actividades para el ministerio del campo. (Efesios 5:16.) También se requiere tiempo y esfuerzo para asistir a las reuniones de los testigos de Jehová y viajar a las asambleas. Puede requerir abnegación el participar en sufragar los gastos del Salón del Reino y la predicación mundial. Sin embargo, como pueden testificar millones de cristianos, participar de todo corazón en estas empresas ocasiona felicidad. Jesús dijo: “Hay más felicidad en dar que en recibir”. (Hechos 20:35.)
Las recompensas de apoyar la obra de Jehová son muy superiores a los costos. Al crecer en madurez, nuestro ministerio se hace más fructífero y gozoso. En realidad, nada puede producir tanta satisfacción como enseñar a alguien la verdad bíblica y ver a esa persona emprender la adoración de Jehová. Y si el nuevo siervo de Dios es un familiar, como un hijo a quien se haya educado “en la disciplina y regulación mental de Jehová”, el gozo es muy especial. (Efesios 6:4.) Vemos las abundantes bendiciones de Dios sobre nuestros esfuerzos por ser sus “colaboradores”. (1 Corintios 3:9.)
Otras recompensas del servicio fiel
Es verdad que tendremos problemas mientras este sistema dure. Es probable que estos se agraven al acortarse el tiempo que le queda al Diablo. Puede que tengamos que sufrir persecución o resistir tentaciones. Pero saber que Dios está con nosotros nos consuela y nos da la fortaleza para aguantar. (1 Corintios 10:13; 2 Timoteo 3:12.) Algunos cristianos han soportado años de trato cruel, pero siguen perseverando porque aman a Dios. Los que aguantan con éxito pruebas de diferentes tipos sienten lo mismo que los apóstoles cuando se les azotó y luego se les puso en libertad. Hechos 5:41 dice: “Estos, por lo tanto, se fueron de delante del Sanedrín, regocijándose porque se les había considerado dignos de sufrir deshonra a favor del nombre de él”.
La recompensa por aguantar supera con diferencia el costo, incluso ahora. Pero recuerde: la devoción piadosa no solo “encierra promesa de la vida de ahora”, sino también “de la que ha de venir”. (1 Timoteo 4:8.) ¡Qué esperanza más maravillosa para todo aquel que aguanta! Si es fiel, sobrevivirá a la gran tribulación que pondrá fin a este sistema de cosas. Y si muere antes de ese suceso histórico, será resucitado en el nuevo mundo que vendrá después. (Daniel 12:1; Juan 11:23-25.) Piense en el júbilo que sentirá entonces cuando pueda decir: “Lo he conseguido con la ayuda de Jehová”. Qué emocionante será vivir en esta Tierra, que “ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar”. (Isaías 11:9.)
En efecto, cuesta algo servir a Dios. Pero comparado con las recompensas, el costo es mínimo. (Filipenses 3:7, 8.) En vista de todo lo que Dios está haciendo por sus siervos ahora y lo que hará en el futuro, nos preguntamos lo mismo que el salmista: “¿Qué pagaré a Jehová por todos sus beneficios para conmigo?”. (Salmo 116:12.)