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¿Imitamos a Jehová al interesarnos por los demás?La Atalaya 2007 | 15 de junio
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El tierno cuidado de Jehová se manifiesta en la congregación cristiana. Jesucristo, como Cabeza de la congregación, pide a los ancianos que cuiden de su rebaño (Juan 21:15-17). La palabra griega para superintendente se relaciona con un verbo que significa “vigilar cuidadosamente”. ¿Cómo se hace esto? El apóstol Pedro, dirigiéndose a los ancianos, lo aclara: “Pastoreen el rebaño de Dios bajo su custodia, no como obligados, sino de buena gana; tampoco por amor a ganancia falta de honradez, sino con empeño; tampoco como enseñoreándose de los que son la herencia de Dios, sino haciéndose ejemplos del rebaño” (1 Pedro 5:2, 3).
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¿Imitamos a Jehová al interesarnos por los demás?La Atalaya 2007 | 15 de junio
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Sin embargo, las palabras de Pedro nos advierten de un peligro: que los ancianos se enseñoreen de la congregación. Un paso en esa dirección sería establecer reglas innecesarias. Llevado por un fuerte sentido de responsabilidad, puede que un anciano vaya demasiado lejos en su afán de proteger al rebaño. Por ejemplo, en un país oriental, los ancianos de cierta congregación impusieron algunas reglas para saludarse en el Salón del Reino —como quién debería hablar primero—, convencidos de que eso contribuiría a la paz de la congregación. Y aunque nadie duda de los buenos motivos, ¿estaban esos ancianos en verdad imitando a Jehová? Es interesante notar la actitud que tenía el apóstol Pablo y que plasmó en las siguientes palabras: “No que seamos nosotros amos sobre la fe de ustedes, sino que somos colaboradores para su gozo, porque es por su fe que están firmes” (2 Corintios 1:24). Tengamos presente que Jehová confía en sus siervos.
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