Los jóvenes preguntan...
¿Cómo puedo vivir la verdad?
“Me crié como testigo de Jehová, y siempre pensé que si a una la educan así, conoce de verdad a Jehová. ¡Qué equivocada estaba!”—Antoinette.
“¿QUÉ es la verdad?” Poncio Pilato, el hombre que entregó a Jesús para su ejecución, planteó esa célebre pregunta (Juan 18:38). Pero no parece que Pilato pretendiera abrir un diálogo franco con su escéptica pregunta, sino, más bien, cerrarlo. A él no le interesaba realmente “la verdad”. ¿Y a ti? ¿Te interesa?
Los filósofos llevan siglos cavilando sobre qué es la verdad, pero los resultados de tanta reflexión son bochornosamente escasos. No obstante, podemos encontrar la respuesta a la pregunta de Pilato. Jesucristo enseñó que la Palabra de Dios es la verdad. También dijo que él era “la verdad”. Y el apóstol Juan escribió: “La verdad [vino] a ser por medio de Jesucristo” (Juan 1:17; 14:6; 17:17). Por lo tanto, a todo el conjunto de enseñanzas cristianas, que pasaron a formar parte de la Biblia, se les llama también “la verdad” o “la verdad de las buenas nuevas” (Tito 1:14; Gálatas 2:14; 2 Juan 1, 2). Entre tales enseñanzas cristianas se hallan el nombre personal de Dios, la instauración de su Reino, la resurrección y el rescate de Jesús (Salmo 83:18; Mateo 6:9, 10; 20:28; Juan 5:28, 29).
Miles de jóvenes han aprendido la verdad bíblica de sus padres cristianos. ¿Significa eso que están “andando en la verdad”? (3 Juan 3, 4.) No necesariamente. Tomemos el caso de Jennifer, de 20 años, que fue criada como testigo de Jehová. Ella recuerda: “Mi madre me llevaba a las asambleas de los Testigos y me insinuaba que tenía que ir pensando en bautizarme. Pero yo pensaba para mis adentros: ‘Yo no quiero ser Testigo. Lo único que quiero es divertirme’”.
Algunos jóvenes, pese a creer lo que se les ha enseñado, no han alcanzado una comprensión profunda de las enseñanzas bíblicas. ¿A qué peligro se enfrentan? Jesús advirtió que ciertos individuos “no tienen raíz en sí mismos”. Quizá “[continúen] por un tiempo; entonces, luego que surge tribulación o persecución a causa de la palabra, se les hace tropezar” (Marcos 4:17). Otros pueden explicar hasta cierto punto sus creencias basadas en la Biblia, pero no han llegado a conocer a Dios personalmente. Una mujer joven llamada Aneesa dice: “Creo que cuando era adolescente no tenía una verdadera relación con Jehová. Supongo que esta dependía fundamentalmente de la relación de mis padres con él”.
¿En qué situación te encuentras tú? ¿Es Jehová tan solo el Dios de tus padres? ¿O puedes afirmar, como el salmista bíblico: “En ti he cifrado mi confianza, oh Jehová. He dicho: ‘Tú eres mi Dios’”? (Salmo 31:14.) Tal vez necesites valor para enfrentarte a la realidad. Un joven llamado Alexander confiesa: “Lo primero que tuve que hacer fue un examen de conciencia sincero”. Después de analizarte, a lo mejor te das cuenta de que nunca has comprobado por ti mismo la autenticidad de la verdad (el conjunto de enseñanzas cristianas). Es posible que te falte convicción y que te parezca que tu vida no tiene objeto, que no sigue un rumbo.
En las reuniones cristianas de los testigos de Jehová, se canta de vez en cuando un cántico titulado “Vivamos la verdad”.a Quizá necesites seguir esa exhortación. Pero ¿cómo puedes llegar a vivirla? ¿Por dónde puedes empezar?
Comprueba su autenticidad
En Romanos 12:2 encontramos el siguiente consejo del apóstol Pablo: “Prueben para ustedes mismos lo que es la buena y la acepta y la perfecta voluntad de Dios”. ¿Cómo puedes hacerlo? Obteniendo “el conocimiento exacto de la verdad” (Tito 1:1). En la antigüedad, ciertos vecinos de la ciudad de Berea no aceptaron sin más lo que oyeron. Al contrario, “examinaban con cuidado las Escrituras diariamente en cuanto a si estas cosas eran así” (Hechos 17:11).
Una cristiana joven llamada Erin vio la necesidad de hacer lo mismo. Recuerda: “Busqué información. Me pregunté: ‘¿Cómo sé que esta es la religión verdadera? ¿Cómo sé que existe un Dios que se llama Jehová?’”. ¿Por qué no inicias un programa de estudio personal? Pudieras comenzar con el libro basado en la Biblia El conocimiento que lleva a vida eterna.b Léelo con detenimiento. Busca todos los textos bíblicos citados y fíjate en cómo se relacionan con la información. Te sorprenderás al descubrir cómo cambia tu visión de la verdad cuando te conviertes en un “trabajador que no tiene de qué avergonzarse, que maneja la palabra de la verdad correctamente” (2 Timoteo 2:15).
El apóstol Pedro dijo que algunas cosas de la Biblia son “difíciles de entender”, y comprobarás que así es (2 Pedro 3:16). Pero el espíritu de Dios puede ayudarte a entender las cuestiones difíciles (1 Corintios 2:11, 12). Ora a Dios para que te ayude cuando te cueste comprender algo (Salmo 119:10, 11, 27). Prueba a buscar más información en las publicaciones de la Sociedad Watch Tower. Si no estás seguro de cómo hacerlo, pide ayuda. Tus padres u otros miembros maduros de la congregación cristiana pueden prestártela.
Recuerda que el propósito de estudiar no es impresionar a los demás con los conocimientos adquiridos. Un muchacho llamado Collin explica: “Se trata de conocer las cualidades de Jehová”. Dedica un rato a meditar en lo que lees, de modo que te cale hondo en el corazón (Salmo 1:2, 3).
También te ayudará relacionarte con la congregación en las reuniones cristianas. Después de todo, como escribió el apóstol Pablo, la congregación es “columna y apoyo de la verdad” (1 Timoteo 3:15). Algunos jóvenes se quejan de que las reuniones cristianas son aburridas. “Si no preparas las reuniones —señala Collin—, no les sacarás mucho provecho.” Así pues, estudia la información de antemano. Las reuniones serán mucho más interesantes si asistes en calidad de participante, y no de mero espectador.
¿Te falta tiempo para estudiar?
Hay que reconocer que cuando se tienen muchas tareas escolares y domésticas, es difícil encontrar tiempo para estudiar. Una joven llamada Susan escribe: “Durante años tuve un conflicto mental, porque sabía que debía prepararme las reuniones y efectuar mi estudio personal, pero nunca podía hacerlo”.
Susan aprendió a ‘comprar tiempo’, sacándolo de otras actividades menos importantes (Efesios 5:15, 16). Primero elaboró una lista de todo lo que tenía que estudiar y después confeccionó un horario. Pero también dejó algún tiempo libre. Ella recomienda: “No llenes todo hueco del horario. Todos necesitamos disponer de un rato de ocio”. Seguramente a ti también te resultará útil tener un horario.
Expresa lo que aprendes
Para hacer tuyo el conocimiento que obtienes, debes utilizarlo. Trata de impartirlo a otros. El salmista dijo: “Mi propia boca hablará cosas de sabiduría, y la meditación de mi corazón será de cosas de entendimiento” (Salmo 49:3).
Si no te avergüenzas de las buenas nuevas, no vacilarás en darlas a conocer a los compañeros de clase o a otras personas que conozcas (Romanos 1:16). Al aprovechar tales oportunidades para hablar de la verdad, utilizarás lo que aprendes, y de esta forma grabarás la verdad en tu mente y corazón.
Vigila las amistades
Algunos cristianos del siglo I progresaron bien en sentido espiritual. Pero el apóstol Pablo tuvo que escribirles enseguida y preguntarles: “¿Quién les causó estorbo para que no siguieran obedeciendo la verdad?” (Gálatas 5:7). Algo parecido le ocurrió a un joven llamado Alex. Él admite que sus intenciones de estudiar la Palabra de Dios se vieron frustradas por “andar con malas compañías”. Tal vez tú también necesites hacer algunos cambios en este aspecto para progresar espiritualmente.
Las buenas compañías, por el contrario, pueden ayudarte a progresar. Proverbios 27:17 dice: “Con hierro, el hierro mismo se aguza. Así un hombre aguza el rostro de otro”. Busca buenos modelos de conducta, personas que ponen en práctica la verdad en su vida. Es posible que los tengas en tu propia casa. Jennifer recuerda: “Mi abuelo era quien me daba el mejor ejemplo. Siempre pasaba tres horas preparándose el estudio bíblico que nuestra congregación tenía el domingo. Buscaba todos los textos bíblicos de la lección en varias traducciones, así como algunas palabras en el diccionario. Era un experto en detalles poco conocidos de la Biblia. Se le podía preguntar cualquier cosa, y él encontraba la respuesta”.
Cuando haces tuya la verdad, adquieres una preciosa posesión a la que no renunciarás por nada. Así que nunca veas la verdad como la religión de tus padres. Debes tener la misma convicción que el salmista, quien dijo: “En caso de que mi propio padre y mi propia madre de veras me dejaran, aun Jehová mismo me acogería” (Salmo 27:10). Si realmente aprendes lo que la Biblia enseña, lo crees, das a conocer tus creencias a otras personas y, sobre todo, conformas tu vida a tales creencias, demostrarás que vives la verdad.
[Notas]
a Del cancionero Canten alabanzas a Jehová, editado por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.
b Editado por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.
[Ilustración de la página 13]
Comprueba por ti mismo la autenticidad de la verdad buscando información y estudiando