¡Se acerca un nuevo mundo!
LOS estadistas han hablado mucho acerca de un nuevo orden mundial creado por el hombre. Dicen que librarán al mundo de los temores y las barreras que impiden la cooperación entre la gente y los estados. Pero ¿les toca a los humanos traer un nuevo mundo?
Por siglos la humanidad ha tenido la oportunidad de establecer un mundo de paz y seguridad. No hay que dudar que muchas personas han sido muy sinceras en sus esfuerzos por lograr esto. No obstante, prescindiendo de la estructura gubernamental que hayan ideado los hombres para lograr esos objetivos, las siguientes palabras de la Biblia han resultado ciertas: “No pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso”. (Jeremías 10:23.)
Se promete un nuevo mundo
Con todo, la misma Palabra inspirada de Dios nos asegura que habrá un nuevo mundo. Después de predecir el fin de un viejo sistema de cosas, el apóstol cristiano Pedro declaró: “Hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa, y en estos la justicia habrá de morar”. (2 Pedro 3:10-13.)
¿Quién había hecho aquella promesa? La había hecho nada menos que Jehová, “el Altísimo sobre toda la tierra”. (Salmo 83:18.) Él hará lo que los hombres no pueden lograr. Sí; Jehová Dios traerá un nuevo mundo. Pero ¿cuándo?
¡Hay un nuevo mundo muy cerca!
Antes de que el nuevo mundo que Dios ha prometido se realice a plenitud, el “mundo” o “sistema de cosas” de la actualidad tiene que terminar. Sobre esto, los discípulos de Jesucristo le preguntaron: “Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del mundo?”. (Mateo 24:3, Reina-Valera, 1934.) Como con mayor exactitud lo expresa la Traducción del Nuevo Mundo, los seguidores de Jesús le preguntaron: “Dinos: ¿Cuándo serán estas cosas, y qué será la señal de tu presencia y de la conclusión del sistema de cosas?”.
En respuesta Jesús predijo muchos rasgos de la señal de su presencia invisible como espíritu investido con el poder del Reino celestial. (1 Pedro 3:18.) Por ejemplo, dijo: “Se levantará nación contra nación y reino contra reino, y habrá escaseces de alimento y terremotos en un lugar tras otro”. Desde el “principio de dolores de angustia” en 1914, “esta generación” singularizada por Jesús ha experimentado incesantemente guerras, escaseces de alimento y terremotos como parte de la señal de Su presencia invisible. (Mateo 24:7, 8, 34.)
Desde el año 1914 la guerra ha plagado a esta generación a un grado sin paralelo. Se calcula que la I Guerra Mundial causó la muerte de 14.000.000 de personas. Durante la II Guerra Mundial murieron 55.000.000 de combatientes y ciudadanos comunes. De hecho, ¡desde 1914 la guerra ha segado más de 100.000.000 de vidas! No cabe duda de que esto constituye parte de la señal de la presencia de Jesús.
La escasez de alimento —predicha también por Cristo— causó estragos en muchos países después de cada una de las dos guerras mundiales. A pesar de los adelantos científicos, casi la cuarta parte del mundo es víctima del hambre hoy. Cada año mueren millones de niños y otras personas por desnutrición. The World Book Encyclopedia dice: “La mayoría de las naciones en desarrollo de África, Asia y América Latina apenas tienen suficiente alimento para sus habitantes. En esos países millones de personas pasan días sin alimentarse. Cuando por alguna razón disminuye la producción del alimento o su importación, puede que el hambre azote y cause la muerte de millares o millones de personas”.
Los terremotos han matado a muchísimas personas durante esta generación del “tiempo del fin”. (Daniel 12:4.) Varían los cálculos de las muertes causadas por los terremotos. Pero desde 1914 la destrucción ocasionada por estos ha aumentado por toda la Tierra, y la pérdida de vidas que se debe a ellos se cuenta en centenares de miles. Sobre solo dos terremotos, el periódico Yorkshire Post del 19 de octubre de 1989 dijo: “Un terremoto en la provincia de Jiangsu, en China, mató a 180.000 personas en 1920, y el 28 de julio de 1976 ocurrió el peor terremoto de la historia moderna de China. Por lo menos 240.000 personas murieron cuando la ciudad de Tangshan, al nordeste, fue casi totalmente arrasada por un terremoto que midió 7,8 en la escala abierta de Richter”. El periódico enumeró más de 30 grandes terremotos del siglo XX.
La obra de predicar el Reino también se predijo entre los rasgos de la señal de la presencia invisible de Jesús. Él dijo a sus discípulos inquisitivos: “Estas buenas nuevas del reino se predicarán en toda la tierra habitada para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin”. (Mateo 24:14.) Como profetizó Jesús, ahora efectúan esta obra de predicar por toda la Tierra en 212 países más de 4.000.000 de testigos de Jehová.
Los cumplimientos modernos de estas profecías y otras demuestran que en verdad estamos en “los últimos días”. (2 Timoteo 3:1-5.) Muy pronto estallará la “gran tribulación” que Jesucristo también predijo. Esta culminará en “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso” en Har–Magedón y pondrá fin al inicuo sistema de cosas actual. (Mateo 24:21; Revelación 16:14-16.) Entonces se hará realidad el nuevo mundo que Dios ha prometidoa.
Bendiciones que los humanos no pueden traer
Los estadistas se jactan de un nuevo orden mundial hecho por el hombre. Pero Jehová, el Dios del cielo y la Tierra, nunca pidió a los humanos que reemplazaran el sistema actual con un nuevo mundo. Él mismo lo hará en el día y la hora que solo él conoce. (Mateo 24:34, 36.) El envejecido apóstol Juan tuvo esta visión de lo que hará Dios, no el hombre:
“Vi un nuevo cielo y una nueva tierra; porque el cielo anterior y la tierra anterior habían pasado, y el mar ya no existe. Vi también la santa ciudad, la Nueva Jerusalén, que descendía del cielo desde Dios y preparada como una novia adornada para su esposo. Con eso, oí una voz fuerte desde el trono decir: ‘¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado’. Y Aquel que estaba sentado en el trono dijo: ‘¡Mira!, voy a hacer nuevas todas las cosas’. También, dice: ‘Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas’”. (Revelación 21:1-5.)
El “nuevo cielo” es el Reino celestial de Jesucristo. La “nueva tierra” no es otro globo terrestre, sino una nueva sociedad de personas en este planeta... compuesta de súbditos obedientes del Reino de Cristo, sin divisiones raciales, nacionales ni lingüísticas. (Compárese con Salmo 96:1.) Los simbólicos cielo y tierra actuales —el sistema de cosas del Diablo y su estructura gubernamental bajo la influencia de Satanás y sus demonios— habrán sido destruidos. (1 Juan 5:19.) Aunque los mares literales permanecerán, el mar figurativo de la humanidad agitada e inicua habrá desaparecido. Los cogobernantes celestiales de Jesús componen la Nueva Jerusalén y junto con él forman una organización capital que gobernará a la justa sociedad humana. ‘La tienda de Dios estará con’ la humanidad obediente representativamente mientras se reconcilia de lleno a la humanidad con Dios mediante Cristo durante el Día del Juicio que durará mil años. (Revelación 14:1-4; 20:6.)
Habrá muchas razones para disfrutar de felicidad bajo la gobernación del Reino. El lamento, el clamor y el dolor causados por las enfermedades, el desconsuelo y cosas semejantes serán experiencias del pasado. Hasta la muerte que se extendió a toda la humanidad desde nuestro primer padre, el pecaminoso Adán, no será más. (Romanos 5:12.) ¡Qué gozo reinará cuando para siempre haya desaparecido esta causa mundial de dolor!
Dios mismo, no los humanos mortales, garantiza estas bendiciones. Dice Rev 21:5: “¡Mira!, voy a hacer nuevas todas las cosas”. Sí, y Jehová Dios dijo al apóstol Juan: “Escribe, porque estas palabras son fieles y verdaderas”.
Las necesidades fundamentales satisfechas a plenitud
En el nuevo mundo que Dios traerá, la Tierra por fin será un paraíso. Esto es seguro, pues Jesús prometió lo siguiente a un malhechor contrito que había sido fijado en un madero a su lado: “Verdaderamente te digo hoy: Estarás conmigo en el Paraíso”. (Lucas 23:43.) Al regir las condiciones paradisíacas, se satisfarán por completo necesidades humanas como las de alimento y vivienda.
Hoy la escasez de alimento siega la vida de millones de personas. Por nobles que sean los esfuerzos por alimentar a los hambrientos, la codicia y otros factores impiden que los humanos resuelvan problemas de esa índole. Por ejemplo, el periódico Saturday Star, de Johannesburgo, Sudáfrica, informa: “Las disputas políticas, el aumento en el costo del combustible y el desgaste general causado por los conflictos aparentemente interminables de África se combinan para aplazar el alivio [...] En Sudán, uno de los países más afectados por el hambre, entre 5.000.000 y 6.000.000 de personas afrontan el hambre en 1991”. Pero el hambre pasará al olvido en el nuevo mundo que Dios traerá. Bajo la gobernación del Reino “llegará a haber abundancia de grano en la tierra; en la cima de las montañas habrá sobreabundancia”. (Salmo 72:16.)
La vivienda es otra necesidad humana que muchas personas no han visto adecuadamente satisfecha en su caso hoy. Millones viven en chozas o no tienen hogar alguno. Según informó el periódico The New York Times sobre cierto país oriental, “en una compañía de efectos electrónicos [...] los empleados de 20 años de edad se encaran con una lista de espera de 73 años para conseguir vivienda”, y un informe gubernamental indica que algunos tienen que vivir “en almacenes, oficinas o hasta retretes”. ¡Pero qué diferentes serán las condiciones en el nuevo mundo! En el Paraíso futuro “ciertamente edificarán casas, y las ocuparán; y ciertamente plantarán viñas y comerán su fruto. No edificarán y otro lo ocupará; no plantarán y otro lo comerá. Porque como los días de un árbol serán los días de mi pueblo; y la obra de sus propias manos mis escogidos usarán a grado cabal”. (Isaías 65:21, 22.)
Los problemas ecológicos desaparecerán en el nuevo mundo que Dios ha prometido. Ya no existirá la contaminación del aire que amenaza la salud y daña las cosechas. La contaminación y la destrucción de hábitats que ahora ponen en peligro a numerosas especies de plantas y animales no amenazarán entonces. Y factores como un agotamiento de la capa de ozono no pondrán en peligro la vida en la Tierra. Podemos confiar en que Jehová Dios resolverá todos estos problemas, pues su Palabra nos asegura que pronto ‘causará la ruina de los que están arruinando la tierra’. (Revelación 11:18.)
En el nuevo mundo, también la guerra será cosa del pasado, pero no porque los estadistas hayan logrado desarmar a las naciones. Más bien, Dios hará lo que los gobernantes políticos no han podido realizar. Traerá paz a la humanidad obediente en conformidad con estas palabras del salmista: “Vengan, contemplen las actividades de Jehová, como ha establecido acontecimientos pasmosos en la tierra. Hace cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra. Quiebra el arco y verdaderamente corta en pedazos la lanza; quema los carruajes en el fuego”. (Salmo 46:8, 9.) En el cercano nuevo mundo que Dios ha prometido, la gente ya no guerreará, sino que disfrutará de verdadera paz y seguridad. (Miqueas 4:2-4.)
¿Estará usted allí?
Usted puede confiar en el nuevo mundo que Jehová Dios ha prometido. Él no miente. (Hebreos 6:17, 18.) Su Palabra, la Biblia, es veraz, y siempre se cumple lo que ella promete. (Juan 17:17.)
Los testigos de Jehová se esfuerzan por compartir con todas las personas de corazón sincero las buenas nuevas acerca de las bendiciones maravillosas que la humanidad obediente recibirá. Usted debe esforzarse ahora por adquirir conocimiento del propósito divino y obrar de modo que le afecten las maravillosas promesas de las Santas Escrituras. Ese proceder puede llevar a la vida sin fin, pues Jesús dijo: “Esto significa vida eterna, el que estén adquiriendo conocimiento de ti, el único Dios verdadero, y de aquel a quien tú enviaste, Jesucristo”. (Juan 17:3.) ¡Entonces usted tendrá el privilegio de disfrutar de los tiempos de felicidad que pronto se realizarán, pues se acerca el nuevo mundo de Dios!
[Nota a pie de página]
a Véanse los capítulos 17 y 18 del libro Usted puede vivir para siempre en el paraíso en la Tierra, publicado por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.