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Hallando la verdad que hace libres a los hombresLa Atalaya 1960 | 1 de abril
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en el camino de vivir ahora para el nuevo mundo. Vea qué felicidad y unidad le han venido a la sociedad del nuevo mundo de los testigos de Jehová en todas partes de la tierra. Usted también puede tener ese mismo gozo, satisfacción y salud espiritual. Ningún otro libro o tesoro que usted posea le producirá tal gozo duradero de corazón ni le dará tal libertad. ¿Por qué negarse la ayuda y utilidad de la Biblia? Póngase de parte de la religión verdadera de la Biblia. Consiga la verdad. Sígala y sea hecho libre. Asegúrese de una vida futura eterna y feliz en esta hermosa tierra paradisíaca bajo el reino de Dios.
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Sea hombre—cargue con la responsabilidadLa Atalaya 1960 | 1 de abril
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Sea hombre—cargue con la responsabilidad
“CULPA a su pluma el escritor de poco mérito.” Ese adagio señala la falta humana común de querer evadir responsabilidad en lo que concierne a cargar con la culpa. En cuanto a esto cada uno de nosotros, seamos hombre, mujer o niño, deberíamos esforzarnos por ser varoniles, por ‘portarnos como hombres.’ Aunque nuestros amigos pueden ayudarnos a llevar nuestras cargas en tiempos de angustia, cuando se trata de responsabilidad o de culpa, entonces ‘cada uno tiene que llevar su propia carga de responsabilidad.’—1 Cor. 16:13; Gál. 6:2, 5.
A menudo sucede que los esfuerzos que hacemos por librarnos de la culpa no tienen más sentido que el que tuvieron los de Aarón en cierta ocasión, revelando un modo de pensar confuso. Mientras Moisés estuvo en el monte durante cuarenta días el pueblo se puso impaciente y volvió a sus costumbres egipcias idólatras. Entregando sus alhajas a Aarón, le pidieron que les hiciese un ídolo. El registro declara expresamente que entonces Aarón “tomó el oro de manos de ellos, y lo formó con un buril y procedió a hacer de él una estatua fundida de un becerro.”—Éxo. 32:4.
Cuando Moisés regresó del monte y vio lo que se había hecho y en justa indignación le preguntó a Aarón acerca de ello, ¿aceptó Aarón su responsabilidad en el asunto? No la aceptó. Él estaba tratando de librarse de toda culpa cuando dijo a Moisés: “Procedí a echar [el oro que la gente me dio] al fuego y salió este becerro,” ¡aparentemente por sí solo, según quería él hacer creer a Moisés! ¿Pudiera haber algo más absurdo? Sí, ¡a menudo nuestros esfuerzos por disculparnos o justificarnos no tienen más sentido que eso!—Éxo. 32:22, 24.
Aunque pudiera decirse que los esfuerzos que hacemos por evitar culpa posiblemente se deban a un modo de pensar confuso, cuando tratamos de culpar a otros, muy probablemente es que tenemos algo mal en el corazón, y se revela orgullo, improbidad y egoísmo. Al proceder así claramente estamos siguiendo la tendencia que heredamos de nuestros primeros padres. Adán, en vez de varonilmente confesar de plano el haber desobedecido mediante el comer del fruto prohibido y cargar con la culpa, se justificó por medio de echar la culpa a otros: “La mujer que tú me diste para estar conmigo, ella me dio fruto del árbol de modo que lo comí.” Sí, ‘¿por qué culparme a mí? Si tú no me hubieras dado esa mujer y si ella no me hubiese pasado el
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