Pablo la analizó a fondo en el capítulo 15 de 1 Corintios.

1 Corintios 14-16

Tenemos muy buenas razones para obedecer el consejo de Pablo de estar “siempre muy ocupados en la obra del Señor” (1 Cor. 15:58).

Como la muerte vino mediante un hombre, la resurrección de los muertos también viene mediante un hombre (1 Cor. 15:21).

Cristo fue levantado de entre los muertos (1 Cor. 15:12).

El apóstol Pablo comenzó su análisis de la resurrección destacando tres hechos: “que Cristo murió por nuestros pecados”, “que fue enterrado” y “que fue resucitado al tercer día, según las Escrituras” (1 Cor. 15:3, 4).

Cristo se les apareció a más de 500 hermanos a la vez (1 Cor. 15:6).

Tiempo después, Jesús se le apareció al propio apóstol Pablo (1 Cor. 15:8).

Realmente, si no hay resurrección de los muertos, tampoco ha sido levantado Cristo (1 Cor. 15:13).

Si Jesús no hubiera resucitado, ahora mismo no estaría reinando y no tendría ningún sentido lo que enseñamos sobre su gobierno (1 Cor. 15:12-19).

La Biblia afirma que la muerte es un enemigo (1 Cor. 15:25, 26).

Ahora las cosas son más complicadas para ella, pero sigue haciendo todo lo que puede por Jehová (1 Cor. 15:58).

Sí, ¿con qué clase de cuerpo vendrán? (1 Cor. 15:35).

Cientos de personas vieron a Jesús vivo después de su muerte, y esta resurrección es una base sólida para nuestra fe (1 Cor. 15:3-6, 20-22).

Jehová les ha dado una esperanza especial: disfrutar de vida inmortal e incorruptible en el cielo, servir al lado de Jesucristo glorificado y los demás de los 144.000 y, sobre todo, estar ante la mismísima presencia de Jehová (1 Cor. 15:51-53; 1 Juan 3:2).

Habían perdido la fe en una promesa de Dios muy importante, la de la resurrección (1 Cor. 15:12).

Pablo dijo que los que no creían en esta enseñanza solo vivían para el presente (1 Cor. 15:32).

Si los muertos no van a ser resucitados, “comamos y bebamos, porque mañana moriremos” (1 Cor. 15:32).

Por eso, Pablo dio este firme consejo: “Entren en razón haciendo lo que es justo y no practiquen el pecado” (1 Cor. 15:33, 34). w20.12 9 párrs. 3, 5, 6

El apóstol Pablo escribió: “Háganse constantes, inmovibles, siempre teniendo mucho que hacer en la obra del Señor, sabiendo que su labor no es en vano en lo relacionado con el Señor” (1 Cor. 15:58).

La Biblia nos advierte que, si nos juntamos con quienes no sirven a Jehová, acabaremos pensando como ellos (Prov. 13:20; 1 Cor. 15:12, 32, 33).

Por la bondad inmerecida de Dios soy lo que soy (1 Cor. 15:10).

Reconoció: “Soy el más pequeño de los apóstoles, y no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la congregación de Dios” (1 Cor. 15:9).

He peleado con animales salvajes en Éfeso (1 Cor. 15:32).

En cualquier caso, Pablo siempre se enfrentó a los peligros con optimismo (1 Cor. 15:30, 31; 2 Cor. 4:16-18).

Háganse constantes, inmovibles, siempre teniendo mucho que hacer en la obra del Señor, sabiendo que su labor no es en vano en lo relacionado con el Señor (1 Cor. 15:58).

Poniendo en práctica los consejos bíblicos que recibimos en las publicaciones, en las reuniones y en las asambleas, y participando al máximo en la obra de predicar y hacer discípulos (1 Cor. 15:58).

Imitamos a Jesús obedeciendo a Jehová y “siempre teniendo mucho que hacer en la obra del Señor” (1 Cor. 15:58).

Yo soy el más pequeño de los apóstoles, y no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la congregación de Dios (1 Cor. 15:9).

Cada uno en su propia categoría: Cristo las primicias, después los que pertenecen al Cristo durante su presencia (1 Cor. 15:23).

Todos serán “cambiados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, durante la última trompeta” (1 Cor. 15:51, 52; Mat. 24:31).

Puede derrotar a cualquier enemigo, incluso a la muerte (1 Cor. 15:26).

Si usted fue anciano o siervo ministerial en el pasado, Jehová no olvida las labores que realizó ni el amor con que las hizo (1 Cor. 15:58).

El apóstol Pablo meditó en la bondad inmerecida que Jehová le había mostrado, y eso lo impulsó a servirle con toda el alma (1 Cor. 15:9, 10; 1 Tim. 1:12-14).

Manténganse firmes, inamovibles (1 Cor. 15:58).

Cuando murió era perfecto, así que su vida tenía el mismo valor que la vida que había perdido Adán (1 Cor. 15:45; 1 Tim. 2:6). w24.01 10 párrs. 5, 6

Tal vez ahora no podamos hacer lo mismo que antes, pero debemos estar “muy ocupados en la obra del Señor” y seguir despiertos y vigilantes hasta que llegue el fin (1 Cor. 15:58; Mat. 24:13; Mar. 13:33).

Y “el último enemigo, la muerte, será destruido” (1 Cor. 15:26).

La esperanza cristiana es como un casco que nos protege la mente y nos ayuda a no llevar una vida de autocomplacencia, que arruine nuestra amistad con Jehová (1 Cor. 15:33, 34).

La muerte vino mediante un hombre (1 Cor. 15:21).

Porque, así como en Adán todos están muriendo, así también en el Cristo todos recibirán vida” (1 Cor. 15:22).

De este modo, le daría a cada persona la oportunidad de elegir si quiere servirle y recibir la vida eterna (Juan 3:16; 1 Cor. 15:21, 22).

Por ejemplo, se apareció a un grupo de ellos, quizás a más de quinientos, y les dio el mandato de hacer discípulos (Mat. 28:19, 20; 1 Cor. 15:6).

Pablo aconsejó a los corintios que estuvieran “muy ocupados en la obra del Señor” (1 Cor. 15:58; 2 Cor. 9:8).

Quizás esa fue la ocasión en la que “se apareció a más de quinientos hermanos de una vez” (1 Cor. 15:6).

Las malas compañías echan a perder las buenas costumbres (1 Cor. 15:33).

Dijo: “Cada uno en su propia categoría: Cristo las primicias, después los que pertenecen al Cristo durante su presencia” (1 Cor. 15:20, 23).

Después de resucitar, se le apareció a Pedro, al parecer a solas (Mar. 16:7; Luc. 24:34; 1 Cor. 15:5).

Mis queridos hermanos, manténganse firmes, inamovibles (1 Cor. 15:58).

Para poder recibir su recompensa celestial, los ungidos también tienen que dejar atrás su cuerpo de carne y hueso (Heb. 10:19, 20; 1 Cor. 15:50). w23.10 28 párr. 13

Aunque se había arrepentido de sus pecados y se había bautizado, seguía considerándose “el menor de los apóstoles” y “el peor” de los pecadores (1 Cor. 15:9; 1 Tim. 1:15). w24.03 27 párrs. 5, 6

Esa es una razón por la que para nosotros la muerte es un enemigo (1 Cor. 15:26).

Debemos seguir este consejo de la Biblia: “Manténganse firmes, inamovibles, y estén siempre muy ocupados en la obra del Señor” (1 Cor. 15:58).