No debería hallarse en ti nadie que haga pasar por el fuego a su hijo o su hija, nadie que emplee adivinación, practicante de magia ni nadie que busque agüeros ni hechicero, ni uno que ate a otros con maleficio ni nadie que consulte a un médium espiritista o a un pronosticador profesional de sucesos ni nadie que pregunte a los muertos.
... Por ejemplo, la profecía inspirada de Isaías nos relata acerca del hombre que corta un árbol grande del bosque, toma parte de él para hacer un fuego y cocer su pan y entonces usa la otra parte para hacer una imagen y “se inclina y le ora y dice: ‘Líbrame, porque tú eres mi dios.’”