Pablo, escribiendo bajo inspiración, nos dice lo que es este lavamiento: “Cristo también amó a la congregación [de sus subsacerdotes] y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, limpiándola con el baño de agua por medio de la palabra, para presentarse a sí mismo la congregación en su esplendor, sin que tenga mancha, ni arruga, ni ninguna de tales cosas, sino que sea santa y sin tacha.” (Efe. 5:25-27)
... Al limpiador ‘baño de agua de la palabra’ no hay que aplicar beneficios expiatorios, porque “los dichos de Jehová son dichos puros.” (Sal. 12:6)