No obstante, Jeroboam hizo del becerro de oro el símbolo del dios de Israel, erigiendo altares en dos lugares, Dan y Betel, para hacer conveniente para los israelitas el adorar los becerros e impedirles el ir a Jerusalén, a unos veinticuatro kilómetros al sur de Betel.—1 Rey. 12:1-33.