“En nuestras primeras asambleas, entre las sesiones mientras los hermanos conversaban,” escribe Anna E. Zimmerman, “uno pudiera haber visto a algunos hermanos entregarle su libro ‘Maná’ [Daily Heavenly Manna for the Household of Faith (Maná celestial diario para la casa de la fe)] y pedirle que escribiera su nombre y dirección en su ‘Maná.’
... Uno lo escribía en la página en blanco frente a la fecha del cumpleaños de uno, y cuando venía el cumpleaños de uno y otros leían su texto del día aquella mañana pudiera ser que optaran por escribirle a uno una tarjeta o carta, deseándole un feliz cumpleaños.”