Puede que algunas hayan sido de hierro, como en los días de los apóstoles. (Hch 12:10.)

Según parece, los pasos de entrada de Babilonia tenían puertas de cobre y barras de hierro. (Isa 45:2; compárese con Sl 107:2, 16.)

Esto sirve de ayuda para entender la visión registrada en Revelación 12:1-5, en la que una “mujer” celestial que está encinta da a luz “un hijo, un varón, que ha de pastorear a todas las naciones con vara de hierro”.

El pastorear a las naciones con una vara de hierro está relacionado directamente con el Reino mesiánico de Dios, de modo que la visión ha de tratar sobre el nacimiento de ese Reino, puesto que, después que es derrotado el ataque de Satanás contra el “hijo” recién nacido, se oye el consiguiente grito: “¡Ahora han acontecido la salvación y el poder y el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo!”. (Rev 12:10.)

Más adelante, Tubal-caín debió emplear el fuego para conseguir altas temperaturas en la forja de herramientas de hierro y cobre, teniendo en cuenta, sobre todo, que el hierro se funde a temperaturas de 1.535 °C. (Gé 4:22.)

¡Con estilo de hierro y con plomo, para siempre en la roca, ah, que fueran labradas!”. (Job 19:23, 24.)

Siglos más tarde, Jehová dijo que los pecados de Judá estaban escritos con un estilo de hierro, es decir, registrados de manera indeleble. (Jer 17:1.)

Algunos ejércitos extranjeros contaban con carros de guerra armados con hoces de hierro que salían de sus ejes. (Jos 17:16; Jue 4:3, 13.)

Esta guerra se peleará inmediatamente después del ‘nacimiento de un hijo, un varón’, que iba a pastorear a todas las naciones con vara de hierro. (Rev 12:7-9.)

Algunos pueblos paganos solían marcar con un hierro candente o de otro modo tanto a los animales como a los esclavos como indicación de propiedad.

Jehová predijo que, como esclavas de conquistadores extranjeros, las altivas mujeres de Judá tendrían “una marca con hierro candente [heb. ki] en vez de belleza”. (Isa 3:24.)

hierro en la imagen del sueño: 1:1213

hierro, acero: 1:1140, 1141

La historia también muestra que cuando los fenicios y los griegos empezaron a comerciar en España, el lugar ya estaba poblado y los nativos llevaban la plata, el hierro, el estaño y el plomo que iban buscando los comerciantes.

Desde tiempos antiguos, España ha tenido minas para explotar sus ricos depósitos de plata, hierro, estaño y otros metales. (Compárese con Jer 10:9; Eze 27:3, 12.)

En uno vio una imagen metálica con cabeza de oro, pecho y brazos de plata, vientre y muslos de cobre, piernas de hierro y pies de barro.

En otro sueño procedente de Dios, Nabucodonosor contempló un gran árbol que fue cortado y a cuyo tocón se le puso una “atadura de hierro y de cobre” hasta que pasaran “siete tiempos” sobre él.

David había reunido gran parte de los materiales para la edificación del templo: oro, plata, cobre, hierro, madera, piedra y piedras preciosas, algunos contribuidos por el pueblo, y otros, de su propio patrimonio. (1Cr 22:14-16; 29:2-8.)

El rey Hiram también envió a un hombre llamado Hiram (Hiram-abí), hijo de un hombre tirio y una mujer israelita, artesano experimentado en trabajos de oro, plata, cobre, hierro, piedras, madera y tejidos. (1Re 7:13, 14; 2Cr 2:13, 14.)

El niño que nació era “un hijo, un varón, que ha de pastorear a todas las naciones con vara de hierro”.

Tenía que “pastorear a todas las naciones con vara de hierro”.

En las Escrituras, la palabra hebrea nejó·scheth, cuyo significado por lo general es “cobre”, se traduce con frecuencia por “grilletes de cobre”, porque, aunque también había grilletes de madera y hierro, habitualmente eran de cobre o bronce. (2Sa 3:34; 2Re 25:7.)

En Tocra (Libia) se han encontrado unos grilletes de hierro muy parecidos a los representados en los relieves de algunos palacios asirios.

Capa rojiza, porosa y quebradiza que se forma sobre el hierro por la acción del aire húmedo; por extensión, la capa que se produce en cualquier otro metal debido a la corrosión.

El hierro se oxida, el cobre y la plata se corroen, e incluso el oro puede ser atacado por ciertos ácidos.

Jehová se valió de lenguaje figurado al advertir a Israel que debido a su desobediencia, los cielos que estaban sobre sus cabezas llegarían a ser cobre; la tierra debajo de ellos, hierro, y la lluvia que les caería, ceniza y polvo.

Por otro lado, el que Dios retirase su bendición resultó en que en ocasiones se ‘cerrasen’ los cielos sobre la tierra de Canaán, de modo que llegaron a ser tan duros de apariencia y tan poco porosos como el hierro, con un brillo metálico de color de cobre y una atmósfera seca y llena de polvo. (Le 26:19; Dt 11:16, 17; 28:23, 24; 1Re 8:35, 36.)

Luego se ató su tocón con bandas de hierro y cobre, y así debía permanecer entre la hierba del campo hasta que pasaran “siete tiempos” sobre él.

La visión muestra que la restricción que Dios se impuso (representada por las ataduras de hierro y de cobre alrededor del “tocón” del árbol) continuaría hasta que ‘pasaran siete tiempos sobre él’. (Da 4:16, 23, 25.)