Hoy, en este año de 1956, el templo de Jerusalén ya no existe, así como él predijo que no existiría, pero su profecía concerniente a “estas buenas nuevas del reino” se está cumpliendo entre más y más habitantes de la tierra y a todas las naciones se les está dando un testimonio respecto al “reino” mediante una campaña de predicación ante la cual no pueden taparse los oídos.
... Este mensaje “del reino” ha salido triunfalmente desde que empezó a ser predicado por primera vez, y la predicación de él resalta como prueba no únicamente de que Jesucristo el profetizador de él es verídico sino de que nos acercamos al fin plenamente consumado del presente sistema de cosas de la tierra.