SEOL
Sepultura común de la humanidad; el dominio del sepulcro; no se refiere a una sepultura individual (heb. qé·ver, Jue 16:31; qevu·ráh, Gé 35:20) ni a una tumba individual (heb. ga·dhísch, Job 21:32).
Aunque se han propuesto diversas teorías para explicar el origen de la palabra hebrea scheʼóhl, al parecer se deriva del verbo hebreo scha·ʼál, que significa “pedir; solicitar”. Samuel Pike escribió con respecto al Seol en A Compendious Hebrew Lexicon que se trata del “recinto común o región de los muertos; deriva su nombre de la insaciabilidad de la sepultura, como si siempre estuviese pidiendo o reclamando más” (Cambridge, 1811, pág. 148).
El término hebreo scheʼóhl aparece 65 veces en el texto masorético. La versión católica Torres Amat lo traduce (a veces con añadidos en bastardillas) “infierno(s)” 42 veces; “sepulcro”, 17 veces; “muerte”, 2 veces, y “sepultura”, “mortuorias”, “profundo”, “a punto de morir” y “abismo”, 1 vez cada una. En la Versión Valera de 1909, scheʼóhl se traduce “infierno” 11 veces; “sepulcro”, 30 veces; “sepultura”, 13 veces; “abismo”, 3 veces; “profundo”, 4 veces; “huesa”, 2 veces; “fosa”, 2 veces, y “hoyo”, 1 vez. Además, en Isaías 7:11, el texto hebreo leía originalmente scheʼóhl, y se tradujo “Hades” en las antiguas versiones griegas de Aquila, Símaco y Teodoción, e “infierno”, en algunas versiones castellanas (BR, Scío, TA; véase NM, nota).
No existe ninguna palabra española que transmita con exactitud el mismo sentido que el término hebreo scheʼóhl. Collier’s Encyclopedia (1986, vol. 12, pág. 28) comenta sobre el empleo de la palabra “infierno” en la traducción bíblica: “Puesto que el Seol de los tiempos veterotestamentarios se refería simplemente a la morada de los muertos sin indicar distinciones morales, la palabra ‘infierno’, según se entiende hoy día, no es una traducción idónea”. Un buen número de versiones castellanas transliteran la palabra al español (“Seol” u otras formas parecidas) con una mayor o menor uniformidad (BAS, BJ, CB, CI, EMN, FS, Ga, NC, NM, SA, Val).
La Encyclopædia Britannica (edición 1971, vol. 11, pág. 276) comenta con respecto a Seol: “El Seol estaba situado en alguna parte ‘debajo’ de la tierra. [...] La condición de los muertos no era ni de dolor ni de placer. Tampoco se asociaba con el Seol la recompensa para los justos ni el castigo para los inicuos. Lo mismo buenos que malos, tiranos que santos, reyes que huérfanos, israelitas que gentiles, todos dormían juntos sin conciencia los unos de los otros”.
Mientras que la enseñanza griega de la inmortalidad del alma humana se infiltró en el pensamiento religioso judío en siglos posteriores, el registro bíblico muestra que Seol se refiere a la sepultura común de la humanidad como un lugar de inconsciencia. (Ec 9:4-6, 10.) Los que están en el Seol no alaban ni mencionan a Dios. (Sl 6:4, 5; Isa 38:17-19.) Sin embargo, no se puede decir que simplemente representa ‘un estado de separación de Dios’; según las Escrituras, tal enseñanza es insostenible, pues muestran que el Seol está “enfrente de” Él y que Dios está “allí”. (Pr 15:11; Sl 139:7, 8; Am 9:1, 2.) Por esta razón, cuando Job anhelaba que se le liberase de su sufrimiento, oró que pudiera ir al Seol, y pidió además que más tarde Jehová lo recordara y lo llamara de allí. (Job 14:12-15.)
Por todas las Escrituras inspiradas se asocia continuamente al Seol con la muerte y no con la vida. (1Sa 2:6; 2Sa 22:6; Sl 18:4, 5; 49:7-10, 14, 15; 88:2-6; 89:48; Isa 28:15-18; compárese también Sl 116:3, 7-10 con 2Co 4:13, 14.) Se habla del Seol como una “tierra de oscuridad” (Job 10:21) y un lugar de silencio. (Sl 115:17.) Parece ser que Abel fue el primero en ir al Seol. Desde entonces, innumerables millones de muertos humanos se le han unido en el polvo del suelo.
En el día del Pentecostés de 33 E.C., el apóstol Pedro citó del Salmo 16:10 y lo aplicó a Cristo Jesús. Cuando Lucas citó las palabras de Pedro, utilizó la palabra griega hái·dēs, mostrando con ello que el Seol y el Hades se refieren a la misma cosa, la sepultura común de la humanidad. (Hch 2:25-27, 29-32.) Durante el reinado de mil años de Jesucristo, el Seol, o Hades, será vaciado y destruido, ya que se resucitará a todos los que se hallen en él. (Rev 20:13, 14; véanse HADES; INFIERNO; SEPULCRO.)
Jonás y el Seol. El relato acerca de Jonás dice que “Jonás oró a Jehová su Dios desde las entrañas del pez y dijo: ‘Desde mi angustia clamé a Jehová, y él procedió a responderme. Desde el vientre del Seol grité por ayuda. Oíste mi voz’”. (Jon 2:1, 2.) De modo que Jonás estaba comparando el interior del pez con el Seol. Su situación en el interior del pez se asemejaba a la muerte, pero Jehová hizo que su vida ascendiera del hoyo, o Seol, conservándolo vivo y haciendo que el pez lo vomitase. (Jon 2:6; compárese con Sl 30:3.)
Jesús comparó el que Jonás estuviese en el vientre del pez con lo que sucedería en su propio caso al decir: “Porque así como Jonás estuvo en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así el Hijo del hombre estará en el corazón de la tierra tres días y tres noches”. (Mt 12:40.) Aunque Jesús no utilizó la palabra “Seol” (Hades) en este pasaje, el apóstol Pedro sí empleó la palabra “Hades” al referirse a la muerte y resurrección de Jesús. (Hch 2:27.)
Brynmor F. Price y Eugene A. Nida comentan sobre la palabra “Seol”: “La palabra aparece con frecuencia en los Salmos y el libro de Job para referirse al lugar al que van a parar todos los muertos. Se representa como un lugar oscuro, en el que no existe ninguna actividad propiamente dicha. No se hace en él ninguna distinción moral, por lo que ‘infierno’ [DK; Mod; Val, 1868] no es una traducción apropiada, pues implica un contraste con el ‘cielo’ como morada de los justos que han muerto. En cierto sentido, hablar de ‘la sepultura’ de manera genérica es un equivalente aproximado, con la salvedad de que Seol es una sepultura común en la que se hallan todos los muertos. [...] En vista de que Jonás se hallaba atrapado en el interior del pez, puede que en este pasaje [Jonás 2:2] se haya considerado apropiado el uso de esta metáfora en particular”. (A Translators Handbook on the Book of Jonah, 1978, pág. 37.)