MESÍAS
Término que proviene de la raíz verbal hebrea ma·scháj, que significa “untar” y, por lo tanto, “ungir”. (Éx 29:2, 7.) Mesías (ma·schí·aj) significa “Ungido”. El equivalente griego es Kjri·stós, o Cristo. (Mt 2:4, nota.)
La forma adjetiva ma·schí·aj se aplica en las Escrituras Hebreas a muchos hombres. David recibió el nombramiento oficial de rey cuando se le ungió con aceite, por lo que se dice que era el “ungido” o, literalmente, “mesías”. (2Sa 19:21; 22:51; 23:1; Sl 18:50.) A otros reyes, entre ellos Saúl y Salomón, se les llama el “ungido” o “el ungido de Jehová”. (1Sa 2:10, 35; 12:3, 5; 24:6, 10; 2Sa 1:14, 16; 2Cr 6:42; Lam 4:20.) El término también se aplica al sumo sacerdote. (Le 4:3, 5, 16; 6:22.) A los patriarcas Abrahán, Isaac y Jacob se les llama los “ungidos” de Jehová. (1Cr 16:16, 22, nota.) Al rey persa Ciro se le denomina “ungido” debido a que Dios lo había nombrado para efectuar cierta comisión. (Isa 45:1; véase UNGIDO, UNGIR.)
En las Escrituras Griegas Cristianas, la forma transliterada Mes·sí·as aparece en el texto griego en Juan 1:41 con la siguiente explicación: “Que, traducido, significa Cristo”. (Véase también Jn 4:25.) En algunas ocasiones el término Kjri·stós se usa solo con referencia al que es o alega ser el Mesías o el Ungido. (Mt 2:4; 22:42; Mr 13:21.) Sin embargo, la mayor parte de las veces va acompañado del nombre personal Jesús —“Jesucristo” o “Cristo Jesús”— para indicar que él es el Mesías. A veces la expresión hace referencia solo y específicamente a Jesús, y se entiende entonces que Jesús es El Cristo, como en la declaración: “Cristo murió por nosotros”. (Ro 5:8; Jn 17:3; 1Co 1:1, 2; 16:24; véase CRISTO.)
Mesías en las Escrituras Hebreas. En Daniel 9:25, 26 la palabra ma·schí·aj aplica exclusivamente al Mesías venidero. (Véase SETENTA SEMANAS.) Sin embargo, muchos otros textos de las Escrituras Hebreas se refieren a este Ungido que habría de venir, si bien no de manera exclusiva. Por ejemplo, aunque el Salmo 2:2 tuvo su primera aplicación cuando los reyes filisteos intentaron destronar a David, el rey ungido, Hechos 4:25-27 hace una segunda aplicación al Mesías predicho: Jesucristo. Además, muchos hombres que recibieron el título de “ungido” prefiguraron o representaron de diversas maneras a Jesucristo y la obra que él haría; entre estos estuvieron David, los sumos sacerdotes de Israel y Moisés (al que se llama “Cristo” en Heb 11:23-26).
Profecías mesiánicas que no utilizan la palabra “Mesías”. Los judíos entendieron que eran profecías mesiánicas varios textos de las Escrituras Hebreas que no mencionaban específicamente al “Mesías”. Alfred Edersheim localizó 456 pasajes “a los cuales la antigua Sinagoga se refiere como mesiánicos”, y menciona 558 referencias en los escritos rabínicos más antiguos que apoyaban tales aplicaciones. (La vida y los tiempos de Jesús el Mesías, 1988, vol. 1, pág. 200; 1989, vol. 2, págs. 689-726.) Por ejemplo, en Génesis 49:10 se profetizó que el cetro para gobernar pertenecería a la tribu de Judá y que Siló vendría por ese linaje. El Targum de Onkelos, los targumes de Jerusalén y el Midras reconocen que la expresión “Siló” aplica al Mesías.
Las Escrituras Hebreas contienen muchas profecías que proporcionan detalles sobre los antecedentes del Mesías, cuándo vendría, su actividad, el trato que recibiría y su papel en los designios de Dios. Las diversas señales referentes al Mesías se combinaron y crearon un cuadro imponente que ayudaría a los verdaderos adoradores a identificarle, y que proporcionaría base para tener fe en que él era el verdadero Caudillo enviado por Jehová. Aunque los judíos no comprendieron previamente todas las profecías relacionadas con el Ungido, los evangelios dan prueba de que tenían conocimiento suficiente como para identificar al Mesías cuando llegase.
La opinión en el siglo I E.C. La información histórica disponible, principalmente la que se registra en los evangelios, revela qué pensaban los judíos sobre el Mesías en el siglo I E.C.
Rey e hijo de David. Los judíos habían aceptado que el Mesías sería un rey del linaje de David. Cuando los astrólogos indagaron sobre el “que nació rey de los judíos”, Herodes el Grande sabía que se referían al “Cristo”. (Mt 2:2-4.) Jesús preguntó a los fariseos si sabían de quién sería descendiente el Cristo o Mesías. Aunque aquellos líderes religiosos no creían en Jesús, sabían que el Mesías sería hijo de David. (Mt 22:41-45.)
Nacería en Belén. En Miqueas 5:2, 4 se predijo que el “gobernante en Israel”, que sería “grande hasta los cabos de la tierra”, saldría de Belén. Se interpretaba que esta era una profecía mesiánica. Cuando Herodes el Grande preguntó a los principales sacerdotes y escribas dónde tenía que nacer el Mesías, respondieron: “En Belén de Judea”, y citaron Miqueas 5:2. (Mt 2:3-6.) Incluso el pueblo conocía esa profecía. (Jn 7:41, 42.)
Un profeta que realizaría muchas señales. Dios predijo por medio de Moisés la venida de un gran profeta (Dt 18:18), y en los días de Jesús los judíos lo aguardaban. (Jn 6:14.) La manera como el apóstol Pedro usó las palabras de Moisés en Hechos 3:22, 23 indica que sabía que incluso los opositores religiosos aceptarían su naturaleza mesiánica, y esto prueba que Deuteronomio 18:18 era de conocimiento general. La samaritana que estaba junto al pozo también pensaba que el Mesías sería un profeta. (Jn 4:19, 25, 29.) Las personas esperaban que el Mesías realizara señales. (Jn 7:31.)
Diferentes creencias. Aunque en general los judíos esperaban al Mesías, no todos creían lo mismo respecto a él. Por ejemplo, muchos sabían que vendría de Belén, pero otros desconocían este dato. (Mt 2:3-6; Jn 7:27.) Algunos pensaban que el Profeta y el Cristo habían de ser personas diferentes. (Jn 1:20, 21; 7:40, 41.) Ciertas profecías sobre el Mesías no las entendían ni siquiera los discípulos de Jesús. Esto es cierto sobre todo con respecto a las profecías sobre el rechazo, pasión, muerte y resurrección del Mesías. (Isa 53:3, 5, 12; Sl 16:10; Mt 16:21-23; 17:22, 23; Lu 24:21; Jn 12:34; 20:9.) No obstante, cuando sucedieron estas cosas y se descifraron las profecías, los discípulos, e incluso los que aún no lo eran, empezaron a entender la naturaleza profética de estos textos de las Escrituras Hebreas. (Lu 24:45, 46; Hch 2:5, 27, 28, 31, 36, 37; 8:30-35.) Como la mayoría de los judíos no aceptaban que el Mesías tuviera que sufrir y morir, los cristianos primitivos insistieron en este tema en su predicación al pueblo judío. (Hch 3:18; 17:1-3; 26:21-23.)
Expectativas erróneas. El relato de Lucas indica que muchos judíos esperaban con anhelo la venida del Mesías precisamente cuando Jesús estaba en la Tierra. Simeón y otros judíos “[esperaban] la consolación de Israel” y la “liberación de Jerusalén” cuando Jesús fue llevado al templo poco después de su nacimiento. (Lu 2:25, 38.) Durante el ministerio de Juan el Bautista, las personas estaban “en expectación” en cuanto al Cristo o Mesías. (Lu 3:15.) Sin embargo, muchos esperaban que el Mesías se adaptara a sus ideas preconcebidas. Las profecías de las Escrituras Hebreas revelaban que el Mesías vendría para desempeñar dos funciones distintas: sería alguien ‘humilde que cabalga sobre un asno’, y, por otra parte, vendría “con las nubes de los cielos” para aniquilar a los opositores y hacer que todos los gobiernos le sirviesen a él. (Zac 9:9; Da 7:13.) Los judíos no percibieron que estas profecías se referían a dos venidas del Mesías diferentes y muy distanciadas.
Las fuentes judías concuerdan con Lucas 2:38 en que el pueblo estaba esperando que la liberación de Jerusalén se produjera entonces. The Jewish Encyclopedia observa: “Anhelaban el libertador prometido de la casa de David, que los libertaría del yugo del odiado usurpador extranjero, terminaría con el impío dominio romano y establecería su propio reino de paz” (1976, vol. 8, pág. 508). Intentaron hacerle rey terrestre (Jn 6:15), pero como se negó a cumplir sus aspiraciones, acabaron por rechazarlo.
Juan el Bautista y sus discípulos probablemente creyeron que el Mesías sería un rey terrestre. Juan sabía que Jesús era el Mesías y el Hijo de Dios, pues había sido testigo presencial de su ungimiento con espíritu santo y había oído la voz de aprobación de Dios. A Juan no le faltaba fe. (Mt 11:11.) De modo que su pregunta: “[¿]Hemos de esperar a uno diferente?”, pudo significar: ‘¿Hemos de esperar a otro que cumpla todas las esperanzas de los judíos?’. En respuesta Jesús señaló a las obras que estaba haciendo (cosas que se habían predicho en las Escrituras Hebreas), y concluyó con las palabras: “Y feliz es el que no haya tropezado a causa de mí”. Aunque esta respuesta implicaba la necesidad de fe y discernimiento, sirvió para satisfacer y consolar a Juan, y le dio la seguridad de que Jesús era Aquel que cumpliría las promesas de Dios. (Mt 11:3; Lu 7:18-23.) Además, antes de su ascensión, los discípulos de Jesús pensaban que iba a liberar en aquel tiempo a Israel de la dominación gentil y establecer el Reino (restaurar el reino de la línea davídica) en la Tierra. (Lu 24:21; Hch 1:6.)
Mesías falsos. Tal como Jesús había predicho, tras su muerte los judíos siguieron a muchos Mesías falsos. (Mt 24:5.) “Según Josefo, parece que en el primer siglo, antes de la destrucción del templo [en 70 E.C.], aparecieron varios Mesías que prometían alivio del yugo romano y que pronto hallaron seguidores.” (The Jewish Encyclopedia, vol. 10, pág. 251.) Más tarde, en el año 132 E.C., Bar Kokba (Bar Koziba), uno de los falsos Mesías más importantes, fue aclamado como el rey mesiánico. Los soldados romanos mataron a miles de judíos al reprimir la sublevación que dirigió. Aunque la aparición de falsos Mesías demuestra que a muchos judíos lo que les interesaba era un Mesías político, también prueba que entendían bien que tenía que haber un Mesías personal, no solo una era o una nación mesiánica. Algunos opinan que Bar Kokba era descendiente de David, lo que hubiera dado una aparente validez a sus pretensiones mesiánicas. Sin embargo, como los registros genealógicos debieron destruirse en el año 70 E.C., los que después de esta fecha alegaran ser el Mesías, no podrían demostrar su pertenencia a la familia de David. (De modo que el Mesías tenía que aparecer antes del año 70 E.C., como fue el caso de Jesús, para poder acreditar su linaje davídico. Este hecho demuestra que las personas que todavía esperan que el Mesías venga a la Tierra están equivocadas.) Entre los falsos Mesías posteriores estuvieron Moisés de Creta, quien afirmó que dividiría el mar entre Creta y Palestina, y Sereno, que engañó a muchos judíos de España. The Jewish Encyclopedia (vol. 10, págs. 252-255) cuenta veintiocho falsos Mesías entre el año 132 E.C. y 1744 E.C.
Aceptación de Jesús como Mesías. Los hechos históricos registrados en los evangelios demuestran que Jesús era el verdadero Mesías. Las personas del siglo I E.C., que pudieron preguntar a los testigos oculares y examinar las pruebas, consideraron que la información histórica era auténtica. Estaban tan seguros de su exactitud que estuvieron dispuestos a aguantar persecución y morir por su fe basada en aquella información confiable. Los relatos históricos de los evangelios muestran que varias personas reconocieron en público que Jesús era el Cristo o Mesías. (Mt 16:16; Jn 1:41, 45, 49; 11:27.) Jesús no dijo que estuviesen equivocados; de hecho, en varias ocasiones admitió, directa o indirectamente, que era el Cristo (Mt 16:17; Jn 4:25, 26), aunque en otras les ordenó que no lo publicasen. (Mr 8:29, 30; 9:9; Jn 10:24, 25.) Jesús actuó donde las personas pudieran ver y oír sus obras, para que creyesen sobre la base sólida de estas pruebas, a fin de que su fe estuviese fundada en su propio testimonio ocular del cumplimiento de las Escrituras Hebreas. (Jn 5:36; 10:24, 25; compárese con Jn 4:41, 42.) Hoy se dispone del relato de los evangelios acerca de la vida y obra de Jesús, y también de las Escrituras Hebreas, que suministran un abundante caudal de información sobre lo que Jesucristo haría para que los humanos conociesen y creyesen que en realidad es el Mesías. (Jn 20:31; véase JESUCRISTO.)
[Tabla de la página 377]
PROFECÍAS SOBRESALIENTES ACERCA DE JESÚS Y SU CUMPLIMIENTO
Profecía
Hecho
Cumplimiento
Nació de la tribu de Judá
Mt 1:2-16; Lu 3:23-33; Heb 7:14
De la familia de David, el hijo de Jesé
Mt 1:1, 6-16; 9:27; Hch 13:22, 23; Ro 1:3; 15:8, 12
Nació en Belén
Nació de una virgen
Matanza de niños después de su nacimiento
Llamado de Egipto
Se prepara el camino de antemano
Mt 3:1-3; 11:10-14; 17:10-13; Lu 1:17, 76; 3:3-6; 7:27; Jn 1:20-23; 3:25-28; Hch 13:24; 19:4
Comisionado
Su ministerio hizo que las personas de Neftalí y Zabulón vieran una gran luz
Habló usando ilustraciones
Llevó nuestras enfermedades
Celoso por la casa de Jehová
Como era el siervo de Jehová, no reñiría en las calles
No creyeron en él
Entró en Jerusalén sobre un pollino; se le aclamó como rey y como aquel que venía en el nombre de Jehová
Mt 21:1-9; Mr 11:7-11; Lu 19:28-38; Jn 12:12-15
Isa 28:16; 53:3; Sl 69:8; 118:22, 23
Aunque se le rechazó, llegó a ser la piedra angular principal
Mt 21:42, 45, 46; Hch 3:14; 4:11; 1Pe 2:7
Se convierte en piedra de tropiezo
Un apóstol infiel le traicionó
Mt 26:47-50; Jn 13:18, 26-30; Hch 1:16-20
El precio de la traición fueron 30 piezas de plata
Mt 26:15; 27:3-10; Mr 14:10, 11
Se dispersa a los discípulos
Las autoridades romanas y los caudillos de Israel actuaron juntos contra el ungido de Jehová
Mt 27:1, 2; Mr 15:1, 15; Lu 23:10-12; Hch 4:25-28
Se le juzgó y condenó
Mt 26:57-68; 27:1, 2, 11-26; Jn 18:12-14, 19-24, 28-40; 19:1-16
Recurrieron a falsos testigos
Se mantuvo callado ante sus acusadores
Mt 27:12-14; Mr 14:61; 15:4, 5; Lu 23:9
Fue objeto de odio injustificado
Recibió golpes y le escupieron
Sl 22:16 (nota)
Fijado en un madero
Mt 27:35; Mr 15:24, 25; Lu 23:33; Jn 19:18, 23; 20:25, 27
Echaron suertes sobre sus prendas de vestir
Se le contó entre los pecadores
Recibió injurias mientras estaba en el madero
Se le dio vinagre y hiel
Dios lo abandonó en manos de sus enemigos
No se le quebró ningún hueso
Se le traspasó
Mt 27:49; Jn 19:34, 37; Rev 1:7
Murió como sacrificio a fin de quitar los pecados y abrir el camino para conseguir una posición justa ante Dios
Mt 20:28; Jn 1:29; Ro 3:24; 4:25; 1Co 15:3; Heb 9:12-15; 1Pe 2:24; 1Jn 2:2
Se le enterró al lado de los ricos
Pasó tres días incompletos en la tumba y después fue resucitado
Mt 12:39, 40; 16:21; 17:23; 27:64; 28:1-7; Hch 10:40; 1Co 15:3-8
Sl 16:8-11 (nota)
Resucitó antes de corromperse
Jehová lo reconoció como su Hijo al engendrarlo por espíritu y resucitarlo
Mt 3:16, 17; Mr 1:9-11; Lu 3:21, 22; Hch 13:33; Ro 1:4; Heb 1:5; 5:5