Causas de la soledad
SENTIRSE solo no es lo mismo que estar solo. En el primer caso se trata de una condición persistente de malestar personal y emocional por sentirse incomprendido o rechazado, mientras que en el segundo hablamos sencillamente de la ausencia voluntaria de compañía.
Estar solo no siempre es tan negativo. De hecho, hay quien busca la soledad para orar o meditar, como lo hizo Jesucristo (Mateo 14:13; Lucas 4:42; 5:16; 6:12). En cambio, los sentimientos de soledad son desgarradores. ¿Cuáles son sus causas?
● La soledad en las grandes ciudades
En las grandes ciudades, millones de personas viven apiñadas; pero, curiosamente, este apiñamiento engendra en ellas sentimientos de soledad. El ajetreo de la vida urbana impide a muchos incluso saber quiénes son sus vecinos; de ahí que terminen viviendo entre extraños. La generalizada falta de confianza en los desconocidos y el deseo de proteger la intimidad personal tienen mucho que ver con la cantidad de individuos que se sienten solos en las ciudades.
● Deshumanización laboral
Las empresas importantes adoptan políticas que provocan en sus empleados de todos los niveles sentimientos de soledad e ineptitud. Los trabajadores son a menudo víctimas de una presión y un estrés implacables.
El traslado sistemático de personal genera inseguridad, aislamiento y soledad entre los empleados. Ante la ola de suicidios ocurridos en el seno de algunas compañías francesas, el periódico International Herald Tribune comentó que muchos trabajadores galos sienten “que el ritmo del cambio económico los empuja más allá de sus límites”.
● Comunicación fría e impersonal
En Japón, el profesor Tetsuro Saito dijo: “La capacidad de comunicación va en declive debido a que los teléfonos móviles y otros dispositivos se están interponiendo entre las personas”. El periódico australiano The Sunday Telegraph informó: “La tecnología [...] promueve el aislamiento. En vez de hablar, la gente envía correos electrónicos o mensajes de texto”.
Explicando sus sentimientos de soledad, Rachel, una francesa de 21 años, se queja: “Creo que la gente se esfuerza menos por verse porque cree que basta con intercambiar mensajes instantáneos y de texto o enviarse correos electrónicos. Pero a mí eso me hace sentir más sola”.
● Nuevos entornos
A fin de capear la crisis económica y conservar sus empleos o encontrar otros nuevos, un gran porcentaje de trabajadores ha tenido que mudarse. Los traslados los han arrancado de sus antiguos vecinos, amistades, centros escolares y a veces hasta de su propia familia. Todo ello origina una aguda sensación de desarraigo.
Francis, de Ghana, recuerda el día que llegó a Francia: “La barrera del idioma, la falta de amigos y el frío contribuyeron a que me invadiera una honda soledad”.
Hablando de su llegada a Inglaterra como inmigrante, Behjat confiesa: “Me costó adaptarme a la nueva cultura. Tenía conocidos, pero no amigos verdaderos ni familiares con quienes conversar y a quienes expresarles mis opiniones”.
● Pérdida de un ser querido
La muerte de un cónyuge deja un gran hueco en la vida del otro, especialmente si lo ha cuidado durante mucho tiempo. A menudo le sobreviene una tremenda sensación de vacío.
Fernande, una viuda de París, explica: “Para mí, lo más duro es no poder confiarme a mi marido, que era mi mejor amigo”. Por otra parte, Anny comenta que echa de menos a su esposo “sobre todo a la hora de tomar decisiones importantes, por ejemplo, en cuestiones de salud”.
● Divorcio, separación, soltería no deseada
Tras un divorcio o una separación suelen aparecer sentimientos de soledad y fracaso. Los hijos son generalmente quienes más sufren, mucho más de lo que se creía hasta hace poco. De hecho, algunos especialistas opinan que estos niños tienen mayor probabilidad de convertirse en adultos solitarios.
Quienes no se han casado porque no han encontrado una pareja adecuada también atraviesan períodos de soledad. Tales sentimientos se agravan cuando otros les hacen comentarios fuera de lugar como: “¿No serías más feliz si te casaras?”.
La soledad afecta asimismo a los padres que crían solos a sus hijos. La paternidad conlleva alegrías pero también desafíos, y quienes no tienen un cónyuge a quien consultar, han de afrontarlos sin ayuda.
● La vejez y la inexperiencia juvenil
Los mayores suelen sentirse solos, incluso si la familia los atiende bien. Quizá sus parientes o amigos los visiten, pero ¿y los días o semanas que nadie va a verlos?
Los jóvenes generalmente se sienten igual. Muchos se envician con pasatiempos a los que dedican innumerables horas en soledad, como la computadora, la televisión o los videojuegos.
¿Será posible poner freno a esta tendencia cada vez mayor? ¿Cómo vencer la soledad?
[Comentario de la página 5]
“La barrera del idioma, la falta de amigos y el frío contribuyeron a que me invadiera una honda soledad”