Tenga verdadero éxito en la vida
“Tendrás éxito en tu camino y [...] actuarás sabiamente.” (JOS. 1:8)
1, 2. a) ¿Qué es el éxito para muchas personas? b) ¿Cómo puede usted determinar cuál es su punto de vista sobre el éxito?
¿QUÉ es el éxito? Si les hacemos esta pregunta a distintas personas, obtendremos distintas respuestas. Por ejemplo, para muchas consiste en sobresalir en el ámbito económico, profesional o académico. Otras lo miden en función de sus relaciones personales, es decir, los lazos que los unen a sus familiares, amigos o compañeros de trabajo. Y alguien que sirve a Dios pudiera incluso vincular el éxito con un puesto de responsabilidad en la congregación o con los logros en el ministerio.
2 A fin de determinar el punto de vista que usted tiene sobre el éxito, pudiera escribir los nombres de unas cuantas personas que en su opinión han triunfado en la vida, aquellas que más admire y respete. ¿Qué tienen en común? ¿Son ricas o famosas? ¿Gozan de prestigio? Sus respuestas bien pueden revelar lo que tiene en el corazón, y eso influirá profundamente en las decisiones que tome y en las metas que se ponga (Luc. 6:45).
3. a) ¿Qué debía hacer Josué para tener éxito? b) ¿Qué vamos a examinar a continuación?
3 Lo que de verdad importa es cómo nos ve Jehová, pues nuestra vida depende de que tengamos su favor. Cuando Dios le encomendó a Josué la gran responsabilidad de dirigir a los israelitas a la Tierra Prometida, le mandó que leyera la Ley mosaica “día y noche” y obedeciera con cuidado lo que estaba escrito en ella. Le aseguró: “Entonces tendrás éxito en tu camino y entonces actuarás sabiamente” (Jos. 1:7, 8). Como bien sabemos, Josué tuvo éxito. ¿Y nosotros? ¿Cómo podemos saber si nuestra visión sobre el éxito coincide con la de Jehová? Para averiguarlo, examinemos la vida de dos personajes bíblicos.
¿TUVO ÉXITO SALOMÓN?
4. ¿Por qué podría decirse que Salomón tuvo éxito?
4 Salomón tuvo muchísimo éxito en varios sentidos. ¿Por qué podemos afirmarlo? Porque durante unos años temió y obedeció a Jehová, quien lo colmó de bendiciones. Recuerde que cuando Dios le dijo que le solicitara lo que quisiera, el rey le pidió sabiduría para guiar al pueblo. En respuesta, Jehová no solo le concedió su petición, sino que también le dio riquezas (léase 1 Reyes 3:10-14). “La sabiduría de Salomón era más vasta que la sabiduría de todos los orientales y que toda la sabiduría de Egipto.” Su fama se extendió por “todas las naciones” (1 Rey. 4:30, 31). Y en cuanto a sus riquezas, tan solo de oro recibía más de 22 toneladas al año (2 Crón. 9:13). Fue un brillante diplomático, constructor y comerciante. En efecto, Salomón tuvo éxito mientras fue fiel a Dios (2 Crón. 9:22-24).
5. ¿Qué dijo Salomón sobre los que tienen verdadero éxito?
5 Lo que Salomón escribió en el libro de Eclesiastés demuestra que no se engañó pensando que los logros y la felicidad solo están al alcance de los ricos o prominentes. Él afirmó: “He llegado a saber que no hay nada mejor para ellos que regocijarse y hacer el bien durante la vida de uno; y también que todo hombre coma y realmente beba y vea el bien por todo su duro trabajo. Es el don de Dios” (Ecl. 3:12, 13). Comprendió que quienes realmente aprecian tales placeres son los que cuentan con la aprobación divina, los que tienen una buena relación con Jehová. Aquel sabio rey declaró con toda razón: “La conclusión del asunto, habiéndose oído todo, es: Teme al Dios verdadero y guarda sus mandamientos. Porque este es todo el deber del hombre” (Ecl. 12:13).
6. ¿Cómo nos ayuda el ejemplo de Salomón a entender lo que es el verdadero éxito?
6 Durante años, Salomón anduvo en el temor de Dios. La Biblia señala que “continuó amando a Jehová, andando en los estatutos de David su padre” (1 Rey. 3:3). ¿No le parece que eso es tener éxito? Con la guía divina construyó un imponente templo para la adoración verdadera y escribió tres libros bíblicos. Aunque nosotros no podamos hacer lo mismo, su ejemplo nos debería servir para evaluar en qué consiste el verdadero éxito y ayudarnos a alcanzarlo. A este respecto, recuerde que Dios inspiró a Salomón para que escribiera que la riqueza, el conocimiento, la fama y el poder —lo que casi todo el mundo considera señales de éxito— son cosas vanas e ilusorias, y que perseguirlas es como “esforzarse tras [el] viento”. ¿Se ha fijado en que muchas personas que aman el dinero siempre ambicionan más? Con frecuencia viven preocupadas por lo que tienen, y eso para que al final sus riquezas pasen a otras manos (léanse Eclesiastés 2:8-11, 17 y 5:10-12).
7, 8. ¿Qué infidelidad cometió Salomón, y con qué consecuencias?
7 Por desgracia, Salomón terminó abandonando la senda de la fidelidad. La Biblia dice: “Al tiempo en que envejeció Salomón aconteció que sus esposas mismas habían inclinado el corazón de él a seguir a otros dioses; y su corazón no resultó completo para con Jehová su Dios como el corazón de David su padre. [...] Salomón empezó a hacer lo que era malo a los ojos de Jehová” (1 Rey. 11:4-6).
8 Disgustado, Jehová le dijo: “Por motivo de que [...] no has guardado mi pacto y mis estatutos que te impuse como mandato, sin falta arrancaré el reino de sobre ti, y ciertamente lo daré a tu siervo” (1 Rey. 11:11). ¡Qué lástima! Aunque Salomón había tenido éxito en muchos sentidos, acabó decepcionando a Jehová. Le falló en el aspecto más importante, el de serle fiel. Cada uno de nosotros puede preguntarse: “¿Estoy decidido a aprender de la experiencia de Salomón para triunfar en la vida?”.
UNA VIDA DE VERDADERO ÉXITO
9. ¿Era Pablo un triunfador desde el punto de vista del mundo?
9 La vida del apóstol Pablo fue muy distinta a la de Salomón. Pablo no se sentó en un trono de marfil ni disfrutó de banquetes con reyes. Más bien, tuvo que soportar hambre, sed, frío y desnudez (2 Cor. 11:24-27). Una vez que aceptó a Jesús como el Mesías, no conservó ninguna posición favorecida en el judaísmo. Al contrario, los líderes religiosos lo odiaban. Fue encarcelado, azotado, golpeado con varas y apedreado. Pablo reconoció que él y sus hermanos cristianos eran el blanco de insultos, persecución y calumnias. Escribió: “Hemos llegado a ser como la basura del mundo, el desecho de todas las cosas” (1 Cor. 4:11-13).
10. ¿Por qué podía parecer que Pablo despreciaba el éxito?
10 Cuando aún era un joven llamado Saulo, el futuro de Pablo parecía muy prometedor. Nacido en lo que tal vez fue una familia importante, estudió con Gamaliel, un respetado maestro, y más tarde escribió: “Estaba alcanzando mayor progreso en el judaísmo que muchos de mi propia edad” (Gál. 1:14). Hablaba hebreo y griego, y tenía la ciudadanía romana, la cual confería privilegios y derechos muy codiciados. Si hubiera optado por triunfar en el mundo, probablemente habría conseguido mayor prestigio y seguridad económica. Pero en vez de eso escogió algo que para otros —quizás hasta para algunos de sus parientes— era una locura. ¿Por qué lo hizo?
11. ¿Qué bendiciones y qué objetivo tenía Pablo en alta estima, y por qué?
11 Pablo amaba a Jehová y deseaba su aprobación más que las riquezas o la admiración de los hombres. Cuando aprendió la verdad con exactitud, llegó a valorar bendiciones que el mundo en su mayoría desprecia, como el rescate, el ministerio cristiano y la esperanza de la vida celestial. Comprendió que había una cuestión que debía zanjarse, pues Satanás había alegado que podía hacer que cualquier ser humano dejara de servir a Jehová (Job 1:9-11; 2:3-5). Sin importar las dificultades que tuviera que afrontar, estaba decidido a ser leal a Dios y perseverar en la adoración verdadera. Y ese objetivo no es uno de los ingredientes que el mundo incluye en su receta del éxito.
12. ¿Qué razones tiene usted para depositar su esperanza en Jehová?
12 ¿Tiene usted la misma determinación que Pablo? Aunque la senda de la fidelidad no está libre de obstáculos, sabemos que andar en ella resulta en la bendición y el favor de Jehová. En eso consiste el verdadero éxito (Prov. 10:22). Ya en la actualidad recibimos beneficios, y sin duda podemos esperar muchos otros en el futuro (léase Marcos 10:29, 30). Por consiguiente, nos sobran razones para depositar nuestra esperanza, “no en las riquezas inseguras, sino en Dios, que nos proporciona todas las cosas ricamente para que disfrutemos de ellas”. Así seguiremos el consejo de Pablo: “[Sigan] atesorando para sí con seguridad un fundamento excelente para el futuro, para que logren asirse firmemente de la vida que realmente [es vida]” (1 Tim. 6:17-19). Podemos tener la total certeza de que dentro de cien años, incluso dentro de mil años o más, podremos mirar atrás y decir: “¡Elegí la senda del verdadero éxito!”.
¿DÓNDE ESTÁ SU TESORO?
13. ¿Qué aconsejó Jesús sobre acumular tesoros?
13 Jesús aconsejó: “Dejen de acumular para sí tesoros sobre la tierra, donde la polilla y el moho consumen, y donde ladrones entran por fuerza y hurtan. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni polilla ni moho consumen, y donde ladrones no entran por fuerza y hurtan. Porque donde está tu tesoro, allí también estará tu corazón” (Mat. 6:19-21).
14. ¿Por qué no es sensato acumular “tesoros sobre la tierra”?
14 Los “tesoros sobre la tierra” no necesariamente tienen que consistir en dinero. También es posible ambicionar las cosas sobre las que Salomón escribió y que el mundo considera señales de éxito, como prestigio, fama o poder. Jesús transmitió una idea parecida a la que aquel rey sabio expresó en el libro de Eclesiastés: los tesoros de este mundo no son duraderos. Como usted posiblemente haya visto, todos ellos son temporales y pueden perderse con facilidad. El profesor Frederick D. Bruner escribió: “Bien sabemos que la fama va y viene. El héroe de hoy será historia mañana. El negocio del año se declara en quiebra el año que viene. [...] Jesús ama a los seres humanos, y por eso los exhorta a ahorrarse la inevitable frustración que produce la gloria efímera. No quiere que sus discípulos terminen decepcionados. ‘Todos los días, el mundo derriba a alguien que está sentado en su cima’”. Aunque la mayoría de la gente estaría de acuerdo con esas palabras, ¿cuántos están dispuestos a cambiar su visión de la vida? ¿Lo hará usted?
15. ¿Cuál es el éxito que debemos perseguir?
15 Algunos guías religiosos enseñan que está mal perseguir el éxito y que no hay que luchar por alcanzarlo. Pero note que Jesús no condenó eso. Más bien, exhortó a sus discípulos a redirigir sus esfuerzos para acumular “tesoros en los cielos”, los cuales no desaparecen. Nuestro principal deseo debe ser tener éxito a los ojos de Jehová. En efecto, las palabras de Jesús nos recuerdan que podemos elegir cuáles son nuestras metas. Y lo cierto es que iremos tras lo que tengamos en el corazón, lo que realmente consideremos valioso.
16. ¿Qué consejo podemos seguir con plena confianza?
16 Si en nuestro corazón está el deseo de agradar a Jehová, podemos estar seguros de que él se encargará de cubrir nuestras necesidades. Quizás permita que temporalmente pasemos hambre o sed, como le ocurrió al apóstol Pablo (1 Cor. 4:11). Sin embargo, podemos seguir con plena confianza el consejo de Jesús: “Nunca se inquieten y digan: ‘¿Qué hemos de comer?’, o ‘¿qué hemos de beber?’, o ‘¿qué hemos de ponernos?’. Porque todas estas son las cosas en pos de las cuales las naciones van con empeño. Pues su Padre celestial sabe que ustedes necesitan todas estas cosas. Sigan, pues, buscando primero el reino y la justicia de Dios, y todas estas otras cosas les serán añadidas” (Mat. 6:31-33).
TRIUNFE A LOS OJOS DE DIOS
17, 18. a) ¿De qué depende el verdadero éxito? b) ¿De qué no depende el éxito?
17 He aquí un punto clave: el verdadero éxito no depende de los logros o de la posición a los ojos del mundo. Tampoco se mide por tener cierta responsabilidad en la congregación cristiana, aunque esta bendición bien puede estar relacionada con el verdadero fundamento del éxito: la obediencia y la lealtad a Dios. Él nos dice en su Palabra: “Lo que se busca en los mayordomos es que al hombre se le halle fiel” (1 Cor. 4:2). Y debemos seguir siendo fieles, pues Jesús prometió: “El que haya aguantado hasta el fin es el que será salvo” (Mat. 10:22). ¿No le parece que salvarse es una prueba innegable de que uno ha triunfado en la vida?
18 Al reflexionar en estas cosas, nos damos cuenta de que la fidelidad a Dios no tiene nada que ver con la prominencia, el nivel académico, la situación económica o la posición social; tampoco depende de nuestra inteligencia, talento o habilidades. Sean cuales sean nuestras circunstancias, todos podemos ser fieles. Entre los siervos de Dios del siglo primero había tanto pobres como ricos. A estos últimos, Pablo les aconsejó que trabajaran en lo bueno, que fueran ricos en obras excelentes, que fueran generosos y que estuvieran dispuestos a compartir lo que tenían. Todos, sin importar cuánto tuvieran, podían “asirse firmemente de la vida que realmente [es vida]” (1 Tim. 6:17-19). Y lo mismo es cierto hoy. Nosotros tenemos la misma oportunidad y la misma responsabilidad. Debemos ser fieles y “ricos en obras excelentes”. Así triunfaremos a los ojos de nuestro Creador y tendremos el gozo de saber que le estamos agradando (Prov. 27:11).
19. ¿Cuál es su resolución con respecto a triunfar en la vida?
19 Usted tal vez no pueda dominar por completo sus circunstancias, pero sí puede controlar cómo se enfrenta a ellas. Procure ser fiel sea cual sea su situación, pues el esfuerzo vale la pena. Tenga la certeza de que Jehová lo colmará de bendiciones, ahora y por toda la eternidad. Nunca olvide las palabras que Jesús dirigió a los cristianos ungidos: “Pruébate fiel hasta la misma muerte, y yo te daré la corona de la vida” (Rev. 2:10). ¡Eso sí que es tener éxito!