¿Haremos caso de las claras advertencias de Jehová?
“Este es el camino. Anden en él.” (ISA. 30:21)
1, 2. ¿Qué está empeñado en hacer Satanás, y cómo nos ayuda la Palabra de Dios?
IMAGINEMOS que, yendo por la carretera, nos encontramos con una señal que apunta en la dirección equivocada. Si la siguiéramos, no solo perderíamos tiempo, sino que podríamos poner en peligro nuestra seguridad. ¡Menos mal que un amigo nos ha avisado de que no nos guiemos por la señal, pues alguien la ha cambiado con la intención de hacer daño a los conductores! Sin dudarlo, hacemos caso de su advertencia.
2 ¿Quién encaja a la perfección con el individuo malintencionado del ejemplo? Satanás, cuyo mayor deseo es que terminemos extraviados (Rev. 12:9). Quiere sacarnos del camino que lleva a la vida eterna, y para ello utiliza “señales de tránsito” manipuladas, entre ellas las tres malas influencias que vimos en el artículo anterior (Mat. 7:13, 14). Afortunadamente, nuestro mejor Amigo, Jehová, nos previene contra ellas. Pero el Diablo emplea muchas más trampas. Veamos a continuación otras tres. Al repasar cómo nos ayuda la Biblia a no caer en tales engaños, pensemos que, por así decirlo, Jehová va detrás de nosotros, indicando la dirección correcta y diciendo: “Este es el camino. Anden en él” (Isa. 30:21). Hacemos bien en meditar en sus claras advertencias, pues así se fortalecerá nuestra determinación de seguirlas.
Evitemos a los “falsos maestros”
3, 4. a) ¿Por qué decimos que los falsos maestros son como pozos secos? b) ¿De dónde suelen salir los falsos maestros, y qué intención tienen?
3 Volvamos a la comparación del viaje. Puede que al atravesar una región árida divisemos un pozo a lo lejos. Nos dirigimos hacia él con la esperanza de saciar la sed. Pero al llegar descubrimos que está seco. ¡Qué desilusión! Así ocurre con los falsos maestros: quien acude a ellos en busca de las aguas de la verdad queda decepcionado. Por eso, Jehová nos previene de este peligro. Por ejemplo, a través de Pablo y Pedro, nos advierte de tales engañadores (léanse Hechos 20:29, 30 y 2 Pedro 2:1-3). Examinemos esos consejos y veamos quiénes son estos falsos maestros, de dónde salen y cómo actúan.
4 Pablo dijo a los superintendentes de Éfeso: “De entre ustedes mismos se levantarán varones y hablarán cosas aviesas”, o retorcidas. Y Pedro escribió a sus hermanos: “Habrá falsos maestros entre ustedes”. ¿Hemos notado de dónde proceden? En muchas ocasiones, los falsos maestros salen de dentro de la congregación. En este caso, reciben el nombre de apóstatas.a ¿Qué es lo que pretenden? No se conforman con abandonar la organización que quizás amaron en su día. Pablo deja claro qué intención tienen: “arrastrar a los discípulos tras de sí”. Así es, los apóstatas quieren llevarse a los que ya son discípulos de Cristo. No salen a hacer discípulos de los no creyentes, sino que buscan sus presas en la congregación. Como “lobos voraces”, quieren devorar a los cristianos que hayan bajado la guardia, acabando con su fe y sacándolos del camino de la verdad (Mat. 7:15; 2 Tim. 2:18).
5. ¿A qué trampas recurren los falsos maestros?
5 ¿Cómo actúan los falsos maestros? Con mucha astucia. La Biblia destaca que infiltrarían sus ideas destructivas “calladamente”. Al igual que los contrabandistas introducen sus mercancías a escondidas, los apóstatas intentan meter sus opiniones en la congregación disimuladamente. Y tal como los falsificadores de dinero tratan de que aceptemos sus billetes, estos maestros engañadores quieren hacernos creer sus “palabras fingidas”. Ciertamente, infiltran “enseñanzas engañosas” y “tuercen” los textos bíblicos para que cuadren con sus opiniones (2 Ped. 2:1, 3, 13; 3:16). Es obvio que no buscan nuestro bien. Si los siguiéramos, lo único que lograríamos sería alejarnos del camino que lleva a la vida eterna.
6. ¿Qué mandato acerca de los falsos maestros nos da la Biblia?
6 ¿Cómo nos protegemos? Siguiendo los consejos de Jehová (léanse Romanos 16:17 y 2 Juan 9-11). La Biblia pide a los cristianos que “eviten” a los apóstatas, o, según otras versiones, que “se aparten”, “permanezcan lejos” e incluso “huyan” de ellos. ¡Más claro, imposible! ¿Cuál es nuestra reacción cuando un médico nos manda evitar todo contacto con alguien porque tiene una enfermedad mortal muy contagiosa? Ante una instrucción tan directa, no nos cabe ninguna duda de que debemos seguirla rigurosamente. Pues bien, Jehová, el Gran Doctor, nos manda evitar todo contacto con cualquier maestro desleal a la verdad, pues es alguien “mentalmente enfermo” que procura infectarnos con sus doctrinas (1 Tim. 6:3, 4). Como vemos, el mandato divino también es muy directo, pero ¿estamos igual de decididos a seguirlo en todas las circunstancias?
7, 8. a) ¿De qué diversas maneras evitamos a los falsos maestros? b) ¿Por qué razón toma usted una postura tan firme en contra de los falsos maestros?
7 ¿Cómo evitamos a los falsos maestros? No los saludamos ni los recibimos en nuestro hogar. Nunca leemos ni escuchamos la propaganda que difunden a través de la televisión, la página impresa o Internet, y tampoco añadimos nuestros comentarios a las páginas personales que tienen en la Red. ¿Por qué somos tan firmes? Por amor. En primer lugar, porque amamos a Jehová, “el Dios de la verdad”. Por eso no nos interesan las manipulaciones que contradicen su Palabra de verdad (Sal. 31:5; Juan 17:17). Y en segundo lugar, porque amamos a su organización, gracias a la cual hemos aprendido cosas como el nombre divino y su significado, el propósito con que fue creada la Tierra, el estado de los muertos y la esperanza de la resurrección. ¿Recordamos cómo nos sentimos cuando nos explicaron por primera vez estas maravillosas verdades? Entonces, ¿para qué escuchar a los apóstatas, a quienes les encanta insultar a la organización que tanto nos ha enseñado? Solo lograríamos contagiarnos de su amargura (Juan 6:66-69).
8 ¡Que digan lo que quieran los falsos maestros! No les haremos el menor caso. ¿Para qué íbamos a hacerlo? Son pozos secos que solo ofrecen engaños e insatisfacciones. Estamos decididos a ser leales a Jehová y a su organización, la cual lleva mucho tiempo saciando nuestra sed con las refrescantes aguas de la Biblia (Isa. 55:1-3; Mat. 24:45-47).
Evitemos los “cuentos falsos”
9, 10. ¿Qué advertencia le hizo Pablo a Timoteo, y en qué “cuentos falsos” puede que estuviera pensando? (Véase también la nota.)
9 Cuando vamos por la carretera, a veces vemos una señal y enseguida notamos que la han movido y que indica mal la dirección. Pero en otras ocasiones no es tan fácil darse cuenta. Lo mismo ocurre con las trampas de Satanás: algunas son más evidentes que otras. Entre las más encubiertas figuran los “cuentos falsos” (léase 1 Timoteo 1:3, 4). Si no queremos perder el camino de la vida eterna, debemos tener claro qué son estos cuentos que menciona Pablo y cómo evitar que nos engañen.
10 La advertencia sobre los cuentos falsos se encuentra en la primera carta a Timoteo. En ella, Pablo anima a este superintendente cristiano a velar por la pureza espiritual de los hermanos y ayudarlos a mantenerse fieles (1 Tim. 1:18, 19). El término griego que se traduce “cuentos falsos” se aplica a narraciones ficticias, mitos o falsedades. Se usa “para referirse a los relatos y especulaciones inventados y carentes de verdad” (Diccionario exegético del Nuevo Testamento). Es probable que el apóstol estuviera pensando en las mentiras religiosas que aparecen en historias sensacionalistas y leyendas fantásticas.b ¿En qué sentido “proporcionan cuestiones para investigación” estos cuentos? En el sentido de que plantean temas intrascendentes que llevan a realizar estudios inútiles. Son una de las tretas favoritas del Gran Engañador, Satanás. En efecto, él se vale de innumerables mentiras y relatos de la religión falsa para distraer a los desprevenidos. El consejo de Pablo no pudiera ser más claro: ¡no hagan ni caso de esos cuentos!
11. ¿Cómo engaña astutamente Satanás a las personas con la religión falsa, y qué exhortación nos ayuda a evitar esa trampa?
11 ¿Qué cuentos pudieran engañar a los desprevenidos? En sentido amplio, la expresión “cuentos falsos” es aplicable a cualquier mito o mentira de carácter religioso. ¿Qué efecto pueden tener estas falsedades? La Biblia señala que, por culpa de ellas, las personas “apartarán sus oídos de la verdad” (2 Tim. 4:3, 4). Satanás, que se hace pasar por “ángel de luz”, utiliza astutamente la religión falsa para embaucar a la gente (2 Cor. 11:14). Las iglesias presentan como cristianas doctrinas que en realidad se basan en leyendas y mentiras, por ejemplo, la Trinidad, la inmortalidad del alma y los tormentos del infierno. También promueven festividades como la Navidad y la Semana Santa, que contienen muchas costumbres en apariencia inofensivas, pero que están tomadas de la mitología y el paganismo. Para que no nos engañen con cuentos como esos, sigamos en todo momento esta exhortación: “Sepárense —dice Jehová—, y dejen de tocar la cosa inmunda” (2 Cor. 6:14-17).
12, 13. a) ¿Qué tres mentiras difunde Satanás, pero cuál es la verdad? b) ¿Cómo impediremos que el Diablo nos entrampe con sus cuentos?
12 El Diablo también fomenta otras mentiras que, si nos descuidamos, podrían engañarnos. Veamos tres de ellas. Primera mentira: No hay nada bueno ni malo. Todo depende del cristal con que se mire. Los medios de comunicación y el mundo del espectáculo nos bombardean constantemente con esta idea, que nos anima a dejar de lado las normas divinas. Sin embargo, los seres humanos tenemos la imperiosa necesidad de recibir guía moral, y el único que nos la puede dar es Jehová (Jer. 10:23). Segunda mentira: Dios nunca solucionará los problemas de la humanidad. Esta idea lleva a la gente a vivir tan solo para el día presente. Si adoptáramos esa actitud, podríamos terminar siendo “inactivos o infructíferos” en nuestro servicio a Dios (2 Ped. 1:8). Pero lo cierto es que el día de Jehová se aproxima velozmente, y tenemos que mantenernos pendientes de su llegada (Mat. 24:44). Tercera mentira: Dios no se interesa por mí. Satanás quiere que creamos que no somos dignos del amor de Jehová, y lograr así que nos demos por vencidos. La realidad es que Dios ama y valora muchísimo a cada uno de sus siervos (Mat. 10:29-31).
13 Tenemos que mantener los ojos bien abiertos. No olvidemos que, a primera vista, pudieran parecernos muy lógicas las ideas y actitudes del mundo. Hoy, más que nunca, necesitamos prestar atención a los consejos y advertencias de las Escrituras. Solo así impediremos que el maestro del engaño nos entrampe con sus “cuentos falsos artificiosamente tramados” o, como dice La Biblia de las Américas, sus “fábulas ingeniosamente inventadas” (2 Ped. 1:16).
Evitemos “seguir a Satanás”
14. ¿Qué advertencia hizo Pablo a ciertas viudas jóvenes, y por qué debemos tenerla muy presente?
14 Retomemos la ilustración de la carretera. Si encontráramos una flecha que indicara: “Centro de seguidores de Satanás”, ni se nos ocurriría tomar ese desvío. No obstante, Pablo advierte de que el siervo de Dios podría llegar a desviarse “para seguir a Satanás” (léase 1 Timoteo 5:11-15). En el contexto, estaba aconsejando a “viudas de menos edad”, pero los principios son aplicables a todos. Aquellas cristianas del siglo primero probablemente no tenían idea de que estaban siguiendo al Diablo, pero eso es lo que daban a entender con sus malas costumbres. Una de ellas era esparcir chismes. Veamos el consejo de Pablo sobre este tema, pues nos ayudará a no seguir a Satanás sin darnos cuenta.
15. ¿Qué objetivo tiene Satanás, y contra qué tácticas diabólicas nos pone en guardia Pablo?
15 Nada le gustaría más al Diablo que conseguir que dejemos de anunciar las buenas nuevas (Rev. 12:17). Quiere que no declaremos públicamente nuestra fe, y para ello trata de enredarnos en actividades que nos hagan perder tiempo e incluso creen divisiones entre nosotros. Eso es lo que hizo con las viudas del siglo primero. Las palabras de Pablo muestran que habían caído en varias trampas de Satanás. Primero, estaban “desocupadas, andorreando por las casas”. Hoy, en esta era tan tecnológica, podríamos caer en el mismo error si desperdiciáramos nuestro tiempo y el de los demás, tal vez enviándoles mensajes electrónicos innecesarios e incluso de dudosa credibilidad. En segundo lugar, aquellas hermanas eran “chismosas”. Nosotros también podríamos difundir historias negativas sobre los demás, lo que fácilmente podría llevarnos a la calumnia, la cual siembra la división entre los hermanos (Pro. 26:20). Sea que se den cuenta o no, los calumniadores imitan la actitud maliciosa de Satanás.c Por último, aquellas viudas eran “entremetidas en asuntos ajenos”. Nadie tiene el derecho de andar diciéndoles a los demás lo que deben hacer en cuestiones personales. Si cayéramos en alguno de estos tres errores, estaríamos perdiendo el tiempo y, lo que es peor, sembrando cizaña. Pero no solo eso; también dejaríamos de colaborar con fervor en la obra que Jehová nos ha asignado: la predicación. Y al actuar así, nos pondríamos del lado de Satanás, pues no hay terreno neutral (Mat. 12:30).
16. ¿Qué consejos evitarán que caigamos en la trampa de “seguir a Satanás”?
16 ¿Cómo podemos evitar la trampa de “seguir a Satanás”? Obedeciendo los consejos de la Biblia. Veamos algunas sabias recomendaciones de Pablo a sus hermanos. Deben tener “mucho que hacer en la obra del Señor” (1 Cor. 15:58). El celo por la obra del Reino es un antídoto contra la pereza y la pérdida de tiempo (Mat. 6:33). Tienen que hablar lo que sea “bueno para [la] edificación” (Efe. 4:29). Debemos negarnos a escuchar o difundir rumores negativos.d Más bien, hemos de esforzarnos por confiar en nuestros hermanos y respetarlos. Es necesario usar palabras que edifiquen su ánimo y su espiritualidad, y no que los derrumben. “Ocúpense de sus propios asuntos.” (1 Tes. 4:11, Traducción en lenguaje actual.) Aunque hay que interesarse por los demás, también hay que respetar su vida privada y su dignidad. Además, no debemos imponerles nuestra opinión en cuestiones que les toca a ellos decidir (Gál. 6:5).
17. a) ¿Por qué razón nos da advertencias Jehová? b) ¿Cuál debería ser nuestra firme decisión?
17 ¡Qué contentos estamos de que Jehová nos diga claramente qué cosas debemos evitar! En este artículo y en el anterior hemos repasado varias de sus advertencias. Nunca olvidemos por qué nos las ha dado: porque nos ama muchísimo y quiere ahorrarnos todos los sufrimientos que padeceríamos si hiciéramos caso de las engañosas “señales de tránsito” de Satanás. El camino de Jehová quizás no sea el más fácil, pero lleva directo al mejor destino: la vida eterna (Mat. 7:14). Por eso, no lo dudemos ni un instante y sigamos la exhortación divina: “Este es el camino. Anden en él” (Isa. 30:21).
[Notas]
a Los apóstatas son las personas que desertan de la religión verdadera, abandonándola con rebeldía y renegando de ella.
b Tomemos como ejemplo uno de los libros apócrifos: Tobías (o Tobit). Esta obra, redactada alrededor del siglo tercero antes de nuestra era y conocida en tiempos de Pablo, presenta como si fueran reales muchas supersticiones y narraciones absurdas de magia y brujería (véase Perspicacia para comprender las Escrituras, volumen 1, páginas 154 y 155).
c La palabra diablo viene del griego diábolos, que significa “calumniador”. Es uno de los títulos que se aplican a Satanás, pues es el mayor mentiroso que hay (Juan 8:44; Rev. 12:9, 10).
d Véase el recuadro “Plumas al viento”.
¿Qué opina?
¿Cómo puede aplicar las advertencias de estos pasajes?
[Ilustraciones y recuadro de la página 19]
Plumas al viento
Hay un antiguo cuento judío que ilustra los tristes efectos de los chismes. Aunque existen diversas versiones, todas vienen a decir lo siguiente:
Había una vez un hombre que estuvo contando mentiras acerca del sabio del pueblo. Con el tiempo, aquel chismoso se dio cuenta de que había actuado mal. Fue a pedirle perdón al sabio y le preguntó cómo podía corregir el error. El sabio le pidió una sola cosa: tenía que agarrar una almohada, abrirla con un cuchillo y esparcir al viento las plumas que tenía dentro. El chismoso se quedó extrañado, pero decidió complacerle. Luego volvió a ver al sabio y le preguntó:
—¿Ya estoy perdonado?
—Primero tienes que ir a recoger todas las plumas —respondió el sabio.
—¡Pero eso es imposible! El viento ya las ha dispersado —protestó el chismoso.
—Pues igual de imposible es deshacer el daño que has causado con tus palabras —concluyó el sabio.
La lección no puede estar más clara: una vez que dejamos salir las palabras, no podemos recuperarlas, y a menudo nos resulta imposible arreglar el daño que causan. Por eso, antes de contar cualquier cosa sobre alguien, recordemos que estamos a punto de soltar plumas al viento.
[Ilustración de la página 16]
¿Cómo pudieran entrar en casa los apóstatas?