Jueves 19 diciembre
Dejen de amoldarse a este sistema; más bien, transfórmense renovando su mente (Rom. 12:2).
¿Ama usted la justicia de Dios? Seguro que sí. Pero todos somos imperfectos y, si no tenemos cuidado, el criterio de este mundo sobre lo que es bueno y lo que es malo podría influir fácilmente en nosotros (Is. 5:20). Cuando Jesús estuvo en la Tierra, los líderes religiosos se consideraban justos y rectos. Pero Jesús los condenó enérgicamente porque eran duros con los demás y ponían sus propias normas sobre lo que está bien y lo que está mal (Ecl. 7:16; Luc. 16:15). Hoy en día hay personas que se parecen a ellos. Según su propio criterio, no hacen nada malo. Por lo general se creen superiores a los demás y son muy críticas. Esta forma de ser le desagrada mucho a Jehová y no tiene nada que ver con su justicia. La justicia es una cualidad preciosa. En pocas palabras, implica hacer lo que está bien desde el punto de vista de Dios. En la Biblia, las palabras que se traducen “justicia” transmiten la idea de vivir según las normas más elevadas que existen: las de Jehová. w22.08 36:3-5
Viernes 20 diciembre
Los llamo amigos (Juan 15:15).
Jesús confió en sus discípulos a pesar de sus fallos (Juan 15:16). Cuando Santiago y Juan le pidieron un puesto de honor en el Reino, Jesús no cuestionó por qué servían a Jehová ni les dijo que ya no serían sus apóstoles (Mar. 10:35-40). Y, en la noche que fue arrestado, todos sus discípulos lo abandonaron (Mat. 26:56). Pero Jesús nunca perdió la fe en ellos. Aunque conocía sus defectos, “los amó hasta el final” (Juan 13:1). Y, después de resucitar, hasta les encargó a sus 11 apóstoles fieles la gran responsabilidad de dirigir la obra de hacer discípulos y de atender a sus valiosas ovejas (Mat. 28:19, 20; Juan 21:15-17). Y no se equivocó al confiar en estos hombres imperfectos. Todos fueron fieles hasta el final de su vida en la Tierra. Jesús confió en seres humanos imperfectos. Su buen ejemplo nos anima a hacer lo mismo. w22.09 37:12
Sábado 21 diciembre
Jehová está de mi parte, no tendré miedo (Sal. 118:6).
Satanás no logrará asustarnos si estamos convencidos de que Jehová nos ama, de que está de nuestra parte. Por ejemplo, el escritor del Salmo 118 pasó por situaciones muy angustiosas. Tenía muchos enemigos, entre los cuales había personas muy influyentes (versículos 9 y 10). A veces tuvo que soportar presiones muy fuertes (versículo 13). Y también recibió disciplina severa de parte de Jehová (versículo 18). A pesar de todo esto, dijo en su canción: “No tendré miedo”. Sabía que, aunque su Padre celestial lo había disciplinado, contaba con su amor. El salmista estaba seguro de que, pasara lo que pasara, su cariñoso Dios siempre estaría listo para ayudarlo (Sal. 118:29). Cada cristiano tiene que estar convencido de que Jehová lo ama personalmente. Tener esa seguridad nos ayudará a vencer tres temores muy comunes: 1) el temor a no poder mantener a la familia, 2) el temor a otras personas y 3) el temor a morir. w22.06 26:3, 4