Septiembre
Miércoles 1 de septiembre
Mi Padre hasta ahora sigue trabajando, y yo también sigo trabajando (Juan 5:17).
¿Indican los ejemplos de Jehová y Jesús que no es necesario que descansemos? Claro que no. Jehová no se cansa nunca, así que no necesita descansar como nosotros. Pero la Biblia dice que, después de crear los cielos y la Tierra, “dejó de trabajar y descansó” (Éx. 31:17). Estas palabras al parecer significan que dejó de crear y que dedicó tiempo a disfrutar de lo que había hecho. Y, en cuanto a Jesús, aunque trabajó mucho cuando estuvo en la Tierra, también pasó tiempo descansando y disfrutando de comer con sus amigos (Mat. 14:13; Luc. 7:34). La Biblia nos dice a los siervos de Dios que seamos trabajadores, no perezosos (Prov. 15:19). Puede que trabajemos para mantener a nuestra familia. Y todos los cristianos tenemos la obligación de predicar las buenas noticias. No obstante, también necesitamos descansar suficiente. w19.12 49:2, 4-5
Jueves 2 de septiembre
Cristo sufrió por ustedes, dejándoles dechado para que sigan sus pasos con sumo cuidado y atención (1 Ped. 2:21).
No contemos historias de demonios. A este respecto, debemos seguir el ejemplo de Jesús. Mientras vivió en el cielo, se enteró de muchas cosas sobre Satanás y los demonios. Sin embargo, cuando vino a la Tierra, no anduvo contando historias acerca de ellos. Él quería dar testimonio de Jehová, no hacerle publicidad a Satanás. Al igual que Jesús, nosotros no andamos hablando sobre los demonios. En vez de eso, demostramos con nuestras palabras que nuestro corazón rebosa de entusiasmo “debido a un asunto agradable”, es decir, la verdad (Sal. 45:1). No les tengamos pánico a los espíritus malvados. En este mundo, a todos pueden pasarnos cosas malas. Cuando menos lo esperamos, podemos sufrir un accidente, enfermarnos o incluso morir. Pero ¿debemos pensar que los demonios son responsables? La Biblia explica que a todos nos puede llegar un mal momento o un “suceso imprevisto” (Ecl. 9:11). Por otro lado, Jehová ha demostrado ser mucho más poderoso que los demonios. w19.04 17:13-14
Viernes 3 de septiembre
Las autoridades que existen están colocadas por Dios en sus posiciones relativas (Rom. 13:1).
¿Obedecen los ancianos las leyes sobre denunciar a las autoridades los supuestos abusos de menores? Sí. En los lugares donde existen tales leyes, los ancianos las obedecen. Estas normas no están en contra de la ley de Dios (Hech. 5:28, 29). Por lo tanto, cuando llega a oídos de los ancianos una acusación de este tipo, de inmediato piden asesoramiento a la sucursal sobre cómo proceder a fin de garantizar el cumplimiento de las leyes de denuncia de abusos de menores. Los ancianos les confirman a las víctimas, a sus padres y a cualquier otro que conozca el caso que son libres de denunciar ante las autoridades el supuesto abuso. Ahora bien, ¿y si el acusado forma parte de la congregación y el asunto se hace público? ¿Debería pensar el cristiano que presentó la denuncia que ha manchado el nombre de Dios? No. El que lo ha manchado es quien cometió el abuso. w19.05 19:13-14
Sábado 4 de septiembre
La sabiduría de este mundo es necedad para con Dios (1 Cor. 3:19).
La Biblia les dice al esposo y la esposa que deben honrarse el uno al otro y cumplir con sus votos matrimoniales. También les recuerda que deben tener un profundo sentido de compromiso. Por eso dice: “El hombre dejará a su padre y a su madre, y tiene que adherirse a su esposa, y tienen que llegar a ser una sola carne” (Gén. 2:24). En cambio, quienes siguen la sabiduría del mundo fomentan una idea diferente y dicen que cada uno debe centrarse en sus propias necesidades. Un libro que trata el tema del divorcio explica: “En algunas bodas, se ha sustituido la tradicional promesa de permanecer juntos ‘hasta que la muerte nos separe’ por la promesa más temporal ‘hasta que dejemos de amarnos’”. Esta visión tan superficial del matrimonio ha provocado incontables rupturas familiares y profundas heridas emocionales. Sin duda, la opinión irrespetuosa del matrimonio que fomenta el mundo es una necedad. w19.05 21:12
Domingo 5 de septiembre
Cesen de amoldarse a este sistema de cosas (Rom. 12:2).
A Pablo le preocupaba que al parecer las filosofías y los razonamientos dañinos del mundo de Satanás habían influido en algunos cristianos (Efes. 4:17-19). Esto puede sucedernos a cualquiera de nosotros. Satanás, el dios de este sistema de cosas, utiliza diversos métodos en un esfuerzo desesperado por alejarnos de Jehová. Uno de ellos es explotar cualquier deseo que tengamos de satisfacer ambiciones egoístas o de ser alguien en el mundo. Incluso puede recurrir a nuestros antecedentes, cultura o educación para hacernos pensar como él quiere. ¿Podemos arrancar de nuestra mente cosas que están “fuertemente atrincheradas”? (2 Cor. 10:4). Veamos la respuesta de Pablo: “Estamos derrumbando razonamientos y toda cosa encumbrada que se levanta contra el conocimiento de Dios; y ponemos bajo cautiverio todo pensamiento para hacerlo obediente al Cristo” (2 Cor. 10:5). En efecto, con la ayuda de Jehová podemos controlar los razonamientos erróneos. w19.06 24:1-3
Lunes 6 de septiembre
En cuanto a mí, el acercarme a Dios es bueno para mí. En el Señor Soberano Jehová he puesto mi refugio (Sal. 73:28).
Ana, David y un salmista estaban muy angustiados, pero acudieron a Jehová en busca de ayuda. Se desahogaron con él en oración. Le explicaron con franqueza por qué se sentían tan angustiados. Y no dejaron de ir al lugar donde se adoraba a Jehová (1 Sam. 1:9, 10; Sal. 55:22; 73:17; 122:1). Nuestro compasivo Dios les contestó a todos ellos. Ana consiguió tranquilidad de espíritu (1 Sam. 1:18). David escribió: “Son muchas las calamidades del justo, pero de todas ellas lo libra Jehová” (Sal. 34:19). Y el salmista sintió que Jehová lo había agarrado “de la mano derecha” y lo había guiado con sus amorosos consejos (Sal. 73:23, 24). ¿Qué aprendemos de estos ejemplos? Que, a veces, nos sentiremos angustiados por culpa de los problemas. Pero saldremos adelante si pensamos en cómo Jehová ha ayudado a otros, le oramos y le obedecemos en todo (Sal. 143:1, 4-8). w19.06 25:14-15
Martes 7 de septiembre
Hasta si sufrieran por causa de la justicia, son felices (1 Ped. 3:14).
Nunca nos avergoncemos de ser testigos de Jehová por lo que digan o hagan simples seres humanos (Miq. 4:5). Analicemos el ejemplo que pusieron los apóstoles en Jerusalén poco después de que se diera muerte a Jesús. Sabían cuánto los odiaban los líderes religiosos judíos (Hech. 5:17, 18, 27, 28). Aun así, todos los días iban al templo y se presentaban ante la gente como discípulos de Jesús (Hech. 5:42). No dejaron que el miedo los paralizara. Nosotros también derrotaremos al temor si siempre nos identificamos como testigos de Jehová, sea en el trabajo, en la escuela o en el vecindario (Hech. 4:29; Rom. 1:16). Los apóstoles estaban felices porque sabían la razón por la que se les odiaba. Además, consideraban un honor sufrir maltrato por hacer la voluntad de Jehová (Luc. 6:23; Hech. 5:41; 1 Ped. 2:19-21). Cuando tenemos claro que las personas nos odian porque hacemos lo correcto, su odio no nos impide seguir sirviendo a Dios. w19.07 27:19-20
Miércoles 8 de septiembre
Está permitido hacer algo bueno en sábado (Mat. 12:12).
Jesús y sus seguidores judíos descansaban el sábado porque obedecían la Ley de Moisés. Pero Jesús mostró por lo que hizo y dijo que había que ser razonables y que ese día estaba permitido hacer obras buenas (Mat. 12:9-11). No consideraba que realizar una buena acción violaba la ley del sábado. Sus obras pusieron de relieve un importante motivo para no trabajar ese día. Como los israelitas descansaban de sus labores diarias, podían centrarse en las actividades espirituales. La familia de Jesús aprovechaba el sábado para adorar a Dios, como lo prueba lo que leemos sobre lo que él hizo en la ciudad de Nazaret. La Biblia dice: “Como era su costumbre en sábado, entró en la sinagoga y se puso de pie para leer” (Luc. 4:15-19). Además, los discípulos respetaban tanto la ley del sábado que detuvieron hasta el día siguiente la preparación de las especias aromáticas y aceites perfumados con los que untarían el cuerpo de Jesús (Luc. 23:55, 56). w19.12 49:10
Jueves 9 de septiembre
No tenían esperanza (Efes. 2:12).
Todos los evangelizadores cristianos ayudamos a encontrar a las personas sinceras. Nuestra labor podría compararse a la búsqueda de un niño perdido. ¿En qué sentido? Veamos un caso real. Para buscar a un niño de tres años que se había perdido, colaboraron unas quinientas personas. Por fin, unas veinte horas después de perderse el niño, un voluntario lo encontró en un campo de maíz. Pero no quiso llevarse el mérito por localizarlo, sino que dijo: “Lo encontramos gracias al esfuerzo de cientos de personas”. Muchos se sienten perdidos como ese niño. No tienen esperanza, pero desean recibir ayuda. Más de ocho millones de testigos de Jehová estamos buscando a esas personas. Quizás nosotros personalmente no encontremos a nadie que quiera estudiar la Biblia, pero otros publicadores que predican en el mismo territorio sí. Cuando un hermano encuentra a alguien que llega a ser discípulo de Cristo, todos tenemos motivos para alegrarnos. w19.07 29:9-10
Viernes 10 de septiembre
Prosigo hacia la meta (Filip. 3:14).
El apóstol Pablo les recordó a los cristianos de Filipos que debían seguir corriendo con aguante. La congregación de aquella ciudad sufrió dura oposición desde sus inicios. Todo comenzó hacia el año 50, cuando Pablo y Silas llegaron a Filipos tras recibir la invitación de Dios de ir a Macedonia (Hech. 16:9). Allí encontraron a una mujer llamada Lidia, que los escuchó. Jehová le abrió el corazón para que prestara atención a las buenas noticias (Hech. 16:14). Poco después, ella y todos los que vivían en su casa se bautizaron. Sin embargo, el Diablo no se quedó de brazos cruzados. Unos hombres de la ciudad arrastraron a Pablo y a Silas ante los magistrados civiles y los acusaron falsamente de causar disturbios. Como consecuencia, golpearon a Pablo y a Silas, los encarcelaron y les pidieron que abandonaran la ciudad (Hech. 16:16-40). ¿Se rindieron? Jamás. ¿Y los hermanos de aquella congregación recién formada? Su reacción fue admirable, pues también aguantaron. No cabe duda de que los animó el buen ejemplo que les dieron Pablo y Silas. w19.08 31:1-2
Sábado 11 de septiembre
Estén llenos de fruto justo (Filip. 1:11).
No hay duda de que este “fruto justo” incluía el amor a Jehová y a su pueblo. También incluiría hablar a otros sobre nuestra fe en Jesús y sobre nuestra maravillosa esperanza. Llevamos “fruto justo” cuando estamos muy ocupados en la importantísima obra de hacer discípulos (Mat. 28:18-20). Sean cuales sean nuestras circunstancias, podemos brillar como luces resplandecientes. A veces, lo que parecen obstáculos para predicar pueden acabar siendo oportunidades de hacerlo. Este fue el caso del apóstol Pablo. Cuando escribió la carta a los filipenses, estaba bajo arresto domiciliario en Roma. Pero las cadenas no le impidieron predicar con entusiasmo a los guardias y a quienes lo visitaban. Su ejemplo dio a los hermanos valor y ánimo para “hablar sin temor la palabra de Dios” (Filip. 1:12-14; 4:22). w19.08 32:15-16
Domingo 12 de septiembre
Humíllense, por lo tanto, bajo la poderosa mano de Dios, para que él los ensalce al tiempo debido (1 Ped. 5:6).
La razón más importante para tener humildad es que eso agrada a Jehová, como dejó claro el apóstol Pedro al escribir las palabras del texto de hoy. Con relación a estas palabras, el párrafo 23 del capítulo 3 del libro “Ven, sé mi seguidor” dice: “El orgullo es un veneno sumamente destructivo. Este defecto hace que hasta la persona más capaz sea inservible para Dios. La humildad, por otro lado, convierte en instrumento útil para Jehová hasta a la persona más insignificante”. Y añade que nuestro Dios “con gusto nos recompensará a nosotros si también manifestamos esa cualidad”. Seguro que estamos de acuerdo en que no hay nada mejor que alegrar el corazón de Jehová (Prov. 23:15). Además de agradar a Jehová, tener humildad nos hace mucho bien. La humildad atrae a las personas a nosotros. Para entender por qué sucede esto, pensemos en con qué clase de personas nos gusta estar (Mat. 7:12). w19.09 35:8-9
Lunes 13 de septiembre
Todo el que es orgulloso de corazón es cosa detestable a Jehová (Prov. 16:5).
Los ancianos trabajan duro para ayudar a los hermanos. Y no se creen superiores a los demás debido a la autoridad que tienen, sino que tratan con ternura a la congregación (1 Tes. 2:7, 8). Su profundo amor y su humildad se reflejan en su manera de hablar a otros. Un anciano con experiencia llamado Andrew dice: “Me he dado cuenta de que los hermanos por lo general reaccionan bien cuando los ancianos son amables y les muestran un cariño sincero. Estas cualidades los motivan a colaborar con los ancianos”. Y Tony, que también lleva muchos años de anciano, explica: “Trato de seguir el consejo de Filipenses 2:3 y siempre me esfuerzo por considerar que los demás son superiores a mí. Esto me ayuda a no portarme como un dictador”. Los ancianos deben ser humildes, igual que Jehová. Aunque es el Soberano del universo, se agacha para levantar “al de condición humilde desde el polvo mismo” (Sal. 18:35; 113:6, 7). De hecho, detesta a los arrogantes. w19.09 37:11-12
Martes 14 de septiembre
Tomen sobre sí mi yugo (Mat. 11:29).
Para sentir alivio bajo el yugo de Jesús, debemos mantener la perspectiva correcta de nuestra situación. Hacemos la obra de Jehová, así que debemos llevarla a cabo como él indica. Nosotros somos los trabajadores y él es el Amo (Luc. 17:10). Si tratamos de hacer su obra a nuestro modo, acabaremos haciéndonos daño con el yugo. Por otro lado, haremos cosas extraordinarias y superaremos cualquier obstáculo si seguimos la guía de Jehová. Recordemos que nadie puede impedir que se cumpla su voluntad (Rom. 8:31; 1 Juan 4:4). Nuestro objetivo es dar gloria a nuestro amoroso Padre, Jehová. En el siglo primero, hubo personas que actuaron motivadas por la codicia o el egoísmo. Como resultado, acabaron sintiéndose infelices y abandonando el yugo de Jesús (Juan 6:25-27, 51, 60, 66; Filip. 3:18, 19). Por el contrario, hubo otras que actuaron motivadas por un amor altruista a Dios y al prójimo. Estas llevaron felices el yugo mientras vivieron en la Tierra y abrigaron la esperanza de servir con Cristo en los cielos. Nosotros también nos sentiremos felices si llevamos el yugo de Jesús con el motivo adecuado. w19.09 38:1, 19-20
Miércoles 15 de septiembre
Conocerán la verdad, y la verdad los hará libres (Juan 8:32).
Pensemos en los beneficios de haber sido liberados de creencias falsas que tuvimos durante mucho tiempo. Tener esa libertad nos hace muy felices. Podemos esperar mayor libertad en el futuro. Dentro de poco, Jesús eliminará a la religión falsa y a los gobiernos corruptos del hombre. Dios protegerá a “una gran muchedumbre” de siervos suyos y les dará muchas bendiciones en un paraíso en la Tierra (Apoc. 7:9, 14). Además, resucitará a una gran cantidad de personas, que tendrán la posibilidad de ser liberadas de los efectos del pecado de Adán (Hech. 24:15). Durante el Reinado de Mil Años de Jesús, él y los que gobiernen a su lado ayudarán a la humanidad a conseguir salud física y espiritual perfecta. Esta época de restauración y liberación se asemejará al Jubileo de Israel. Todos los que entonces sean leales a Jehová llegarán a ser perfectos. Estarán libres del pecado. w19.12 50:14-16
Jueves 16 de septiembre
Bernabé fue a ayudarlo (Hech. 9:27).
En el siglo primero, un hombre generoso llamado José (tenía por sobrenombre Bernabé) estuvo dispuesto a que Jehová lo usara (Hech. 4:36, 37). Cuando Saulo se hizo cristiano, muchos hermanos temían acercársele, pues sabían que había perseguido a las congregaciones. Pero Bernabé acudió en su ayuda (Hech. 9:21, 26-28). Más tarde, los ancianos de Jerusalén se enteraron de que los cristianos de Antioquía de Siria, una región lejana, necesitaban ánimo. ¿Y a quién enviaron? A Bernabé. Esa fue una buena decisión, pues la Biblia dice que Bernabé “los animó a todos a permanecer leales al Señor con firmeza y sinceridad” (Hech. 11:22-24). Hoy día, Jehová también puede ayudarnos a consolar a nuestros hermanos, como por ejemplo a quienes han perdido a un ser querido. O quizás nos motive a visitar o llamar a alguien que está enfermo o deprimido y decirle algo que lo anime. ¿Estaremos dispuestos a que Jehová nos utilice como a Bernabé? (1 Tes. 5:14). w19.10 42:8
Viernes 17 de septiembre
El que perdona una ofensa promueve el amor, pero el que saca el tema una y otra vez separa a los buenos amigos (Prov. 17:9).
A veces, cuando predicamos con los hermanos, no solo vemos sus virtudes, sino también sus defectos. ¿Qué puede ayudarnos en este caso? Siendo realistas, no podemos esperar que nuestros hermanos sean perfectos. Por tal razón, esforcémonos por mantener fuertes las amistades que hagamos. Si un amigo comete un error, es posible que tengamos que hablarle con franqueza pero con cariño y darle un consejo basado en la Biblia (Sal. 141:5). Y, si nos hace daño, debemos perdonarlo. Una vez hayamos perdonado, evitemos la tentación de sacar a relucir la ofensa en el futuro. Es de suma importancia que en estos tiempos difíciles nos centremos en las virtudes de nuestros hermanos y no en sus defectos. De este modo, se fortalecerán nuestros lazos de amistad. Y es esencial que lo hagamos porque necesitaremos buenos amigos en la gran tribulación. w19.11 44:13, 16
Sábado 18 de septiembre
Hagan discípulos de gente de todas las naciones. Enséñenles a obedecer todo lo que yo les he mandado (Mat. 28:19, 20).
Al dirigir cursos bíblicos, debemos esforzarnos por hacer discípulos y enseñarles a obedecer todo lo que ha mandado Jesús. Tenemos que ayudarlos a comprender que es muy importante que se pongan de parte de Jehová y su Reino. Esto significa tratar de motivarlos a hacer suya la verdad aplicando lo que aprenden, dedicando su vida a Jehová y bautizándose. Solo así sobrevivirán al día de Jehová (1 Ped. 3:21). Queda muy poco para que se acabe este mundo. Por ello, no tenemos tiempo para seguir dando cursos a quienes no muestran el deseo de ser discípulos de Cristo (1 Cor. 9:26). Nuestra obra es urgente, pues aún hay muchas personas que tienen que escuchar el mensaje del Reino antes de que sea demasiado tarde. w19.10 40:14-15
Domingo 19 de septiembre
Echará el incienso en el fuego delante de Jehová (Lev. 16:13).
En la celebración anual del Día de Expiación, la nación de Israel se reunía y el sumo sacerdote ofrecía sacrificios de animales. Estos recordaban a los israelitas que debían estar libres de pecado. Pero el sumo sacerdote primero tenía que echar el incienso sobre las brasas, y la sala se llenaba de un agradable aroma. ¿Qué aprendemos de esto? La Biblia compara a incienso las oraciones de los siervos fieles de Dios (Sal. 141:2; Apoc. 5:8). El sumo sacerdote llevaba el incienso ante la presencia de Jehová con muchísimo respeto. De modo similar, cuando nos dirigimos en oración a Dios, lo hacemos con un profundo respeto. Valoramos mucho que nuestro Creador nos permita acercarnos a él, como hace un hijo con su padre (Sant. 4:8). Nos acepta como sus amigos (Sal. 25:14). Este es un honor tan grande para nosotros que no queremos hacer nada que le desagrade. w19.11 47:3-5
Lunes 20 de septiembre
¡Cuántas son tus obras, oh, Jehová! Con sabiduría las has hecho todas. La tierra está llena de tus creaciones (Sal. 104:24).
¿Como ven el trabajo la mayoría de las personas donde vivimos? En muchos países, la gente trabaja más que nunca. Como consecuencia, muchos están tan ocupados que no tienen tiempo para descansar, estar con su familia ni satisfacer sus necesidades espirituales (Ecl. 2:23). Por otro lado, hay gente a la que no le gusta trabajar y pone excusas para no hacerlo (Prov. 26:13, 14). Estas actitudes no son equilibradas. Pero ¿qué piensan Jehová y Jesús del trabajo? No hay duda de que a Jehová le gusta trabajar. Jesús lo dejó claro al decir: “Mi Padre hasta ahora sigue trabajando, y yo también sigo trabajando” (Juan 5:17). Pensemos en la innumerable cantidad de seres espirituales que hizo y en el inmenso universo, así como en las muchas cosas que creó en el hermoso planeta que habitamos. w19.12 49:1-2
Martes 21 de septiembre
He encontrado en David a un hombre que complace a mi corazón (Hech. 13:22).
¿Cómo logró David tener una relación tan estrecha con Jehová? Él aprendió sobre Jehová gracias a la creación. Cuando era joven, pasó muchas horas en el campo cuidando las ovejas de su padre. Quizás fue entonces cuando empezó a meditar en lo que había hecho Jehová. Por ejemplo, cuando observaba el cielo nocturno, no veía solo un manto de estrellas, sino que también percibía las cualidades de quien las había creado (Sal. 19:1, 2). También veía la inmensa sabiduría de Jehová cuando meditaba en cómo están hechos los seres humanos (Sal. 139:14). Al tratar de comprender la complejidad de las obras de Dios, se sentía insignificante (Sal. 139:6). ¿Qué lección aprendemos? Al realizar nuestras actividades diarias, meditemos en lo que nos enseña sobre Dios todo lo que nos rodea: las plantas, los animales y las personas. De ese modo, todos los días estarán llenos de lecciones sobre nuestro cariñoso Padre (Rom. 1:20). Y veremos crecer cada día el amor que sentimos por él. w19.12 51:15-17
Miércoles 22 de septiembre
Por la fe, Moisés, cuando ya era adulto, se negó a ser llamado hijo de la hija del faraón (Heb. 11:24).
Moisés actuó de acuerdo con lo que aprendió. Cuando tenía unos 40 años, decidió ponerse del lado del pueblo de Dios, los hebreos, en vez de ser conocido como “hijo de la hija del faraón”. Moisés dio la espalda a una posición importante. Al ponerse de parte de los hebreos, que eran esclavos en Egipto, se arriesgó a sufrir la ira del faraón, un gobernante poderoso al que se consideraba un dios. Sin duda, Moisés demostró una extraordinaria fe y confianza en Jehová. Esa confianza es la base de una amistad permanente (Prov. 3:5). ¿Qué aprendemos? Que, igual que Moisés, todos debemos decidir si serviremos a Dios y seremos parte de su pueblo o no. Servir a Jehová quizás implique hacer sacrificios y sufrir la oposición de quienes no lo conocen. Pero, si confiamos en nuestro Padre celestial, estamos seguros de que nos ayudará. w19.12 51:5-6
Jueves 23 de septiembre
Jehová Dios pasó a formar al hombre del polvo del suelo y a soplarle el aliento de vida en la nariz (Gén. 2:7).
Aunque Jehová nos hizo del polvo del suelo, valemos mucho más que un puñado de tierra. Veamos algunas razones por las que sabemos que somos valiosos para Dios. Por ejemplo, nos creó con la capacidad de reflejar sus cualidades (Gén. 1:27). De ese modo, nos colocó por encima del resto de la creación física, de modo que nos puso a cargo de la Tierra y los animales (Sal. 8:4-8). La humanidad siguió siendo valiosa para Jehová incluso después del pecado de Adán. Somos tan importantes para él que dio a su Hijo, Jesús, como sacrificio por nuestros pecados (1 Juan 4:9, 10). Gracias al rescate, Dios resucitará a los que han muerto por culpa del pecado de Adán, tanto a justos como a injustos (Hech. 24:15). Su Palabra muestra que el valor que tenemos para él no depende de nuestra salud, situación económica o edad (Hech. 10:34, 35). w20.01 3:5-6
Viernes 24 de septiembre
Ocúpense de sus propios asuntos (1 Tes. 4:11).
La llamada celestial no se hereda; se recibe de Dios (1 Tes. 2:12). Así que no hagamos preguntas que puedan hacer que otros se sientan mal. Por ejemplo, nunca le preguntemos a la esposa de un ungido cómo se siente al pensar en vivir para siempre en la Tierra sin su esposo. Al fin y al cabo, estamos convencidos de que en el nuevo mundo Jehová va a satisfacer el deseo de todos los seres vivos (Sal. 145:16). Por otro lado, cuando no tratamos a los ungidos como si fueran más importantes que los demás, nos protegemos a nosotros mismos. ¿Cómo? Según la Biblia, algunos ungidos podrían volverse infieles (Mat. 25:10-12; 2 Ped. 2:20, 21). Pero, si somos de los que no “admiran personalidades”, nunca seremos seguidores de hombres, aunque sean ungidos, muy conocidos o lleven muchos años sirviendo a Jehová (Jud. 16, nota). Así, si ellos se vuelven infieles o dejan la congregación, nosotros no perderemos la fe ni abandonaremos a Jehová. w20.01 5:9-10
Sábado 25 de septiembre
Imiten a Dios como hijos amados (Efes. 5:1).
Como somos “hijos amados” de Jehová, hacemos todo lo posible por copiar su ejemplo. Imitamos sus cualidades siendo cariñosos y amables, y perdonando a los demás. Cuando las personas que no conocen a Dios ven nuestra buena conducta, puede que sientan el deseo de aprender más sobre él (1 Ped. 2:12). Los padres cristianos tienen un buen motivo para tratar a sus hijos igual que Jehová nos trata a nosotros. Si lo hacen, sus hijos tal vez quieran también ser amigos de nuestro cariñoso Padre. Nosotros estamos orgullosos de nuestro Padre celestial y deseamos que otros lo conozcan. Nos sentimos como el rey David, que escribió: “Con orgullo hablaré de Jehová” (Sal. 34:2). Pero puede ocurrir que algunos seamos tímidos y no nos atrevamos a hablar de él. ¿Qué nos ayudará en ese caso? Centrarnos en lo feliz que podemos hacer a Jehová y en lo mucho que se benefician quienes lo conocen. Él nos dará la valentía que necesitamos. Tal como ayudó a nuestros hermanos del siglo primero, también nos ayudará a nosotros (1 Tes. 2:2). w20.02 7:12-13
Domingo 26 de septiembre
Así que vayan y hagan discípulos. Bautícenlos (Mat. 28:19).
Muchos estudiantes de la Biblia llegan a bautizarse. Pero hay algunos que parecen dudar en hacerse discípulos de Cristo. Les gusta lo que se les enseña, pero no dan pasos hacia el bautismo. Estamos seguros de que quienes dan cursos bíblicos desean ayudar a los estudiantes a poner en práctica lo que aprenden y a ser discípulos. Jehová quiere que las personas le sirvan por amor. Así que nuestra meta es ayudar a los estudiantes a comprender que Jehová se preocupa por ellos personalmente y los quiere mucho. Queremos que vean a Jehová como “Padre de huérfanos y protector de viudas” (Sal. 68:5). Cuando los estudiantes llegan a valorar el amor que Dios siente por ellos, puede que se conmuevan y que su amor por él se haga más intenso. Así que ayudemos a los estudiantes a entender que nuestro cariñoso Dios desea que tengan vida eterna y que está dispuesto a ayudarlos a conseguirlo. w20.01 1:7-8
Lunes 27 de septiembre
Me alegró y me consoló mucho enterarme de tu amor (Filem. 7).
El apóstol Pablo era humilde, así que buscaba el consuelo de sus amigos. No le preocupaba que otros lo consideraran débil por reconocer que sus hermanos lo habían animado en momentos de angustia (Col. 4:7-11). Si reconocemos con humildad que necesitamos ánimo, los hermanos estarán encantados de dárnoslo. Pablo sabía que las Santas Escrituras le darían consuelo (Rom. 15:4). Además, también podían darle sabiduría para afrontar cualquier prueba (2 Tim. 3:15, 16). La segunda vez que estuvo preso en Roma, se dio cuenta de que no iba a tardar en morir. Le pidió a Timoteo que fuera a verlo pronto y le llevara “los rollos” (2 Tim. 4:6, 7, 9, 13). ¿Por qué? Porque aquellos rollos probablemente contenían partes de las Escrituras Hebreas, así que podría usarlos para su estudio personal. Si nosotros, al igual que Pablo, estudiamos con regularidad la Biblia, Jehová la usará para tranquilizarnos, sin importar qué dificultades suframos. w20.02 9:14-15
Martes 28 de septiembre
Dejen de juzgar, para que no sean juzgados (Mat. 7:1).
Elifaz, Bildad y Zofar no aprovecharon el tiempo para pensar en cómo ayudar a Job. Al contrario, estuvieron pensando en cómo demostrar que él había hecho algo malo. Algunas de sus afirmaciones eran ciertas, pero gran parte de lo que dijeron sobre Job y sobre Jehová fue falso y poco amable. Además, juzgaron a Job con dureza (Job 32:1-3). ¿Cómo reaccionó Jehová? Se sintió muy indignado con aquellos tres hombres. Los llamó tontos y les hizo pedirle a Job que orara por ellos (Job 42:7-9). El mal ejemplo de Elifaz, Bildad y Zofar nos enseña varias lecciones. Primero, que no debemos juzgar a nuestros hermanos (Mat. 7:2-5). Más bien, debemos escucharlos con atención antes de hablar. Solo entonces comprenderemos lo que les está pasando (1 Ped. 3:8). Segundo, que cuando hablemos debemos asegurarnos de que nuestras palabras sean amables y ciertas (Efes. 4:25). Y, tercero, que Jehová se interesa mucho en lo que nos decimos unos a otros. w20.03 12:15-16
Miércoles 29 de septiembre
Sigan orando en toda ocasión (Efes. 6:18).
Por regla general, llegamos a conocer mejor a Jehová cuando enseñamos a otros sobre él. Por ejemplo, vemos pruebas claras de su compasión cuando nos dirige hacia las personas que tienen una buena actitud de corazón (Juan 6:44; Hech. 13:48). Somos testigos del poder de la Palabra de Dios cuando nuestros estudiantes logran vencer malas costumbres y comienzan a ponerse la nueva personalidad (Col. 3:9, 10). Y el que Jehová dé a las personas del territorio numerosas oportunidades de conocerlo y salvarse es una prueba de su paciencia (Rom. 10:13-15). Sin embargo, no importa cuánto tiempo llevemos sirviéndole, siempre debemos valorar nuestra amistad con Jehová. Una manera de demostrarlo es hablando con él en oración. Las amistades fuertes solo pueden existir si hay una buena comunicación. Por eso, acerquémonos a Jehová orándole con frecuencia, sin ningún miedo a contarle lo que pensamos y sentimos. w19.12 51:11, 13-14
Jueves 30 de septiembre
Sus pecados les han sido perdonados (1 Juan 2:12).
Saber que Jesús es el Rey del Reino de Dios y va a reparar todo el daño que nos causen Satanás y su mundo nos llena de esperanza (Is. 65:17; 1 Juan 3:8; Rev. 21:3, 4). Y, además, saber que Jesús está a nuestro lado apoyándonos en la difícil misión que nos ha encomendado para estos últimos días nos llena de valor (Mat. 28:19, 20). ¿Verdad que el consuelo, la esperanza y el valor son fundamentales para disfrutar de paz mental? Así pues, ¿cómo conservaremos la paz mental cuando suframos graves dificultades? Imitando a Jesús. Primero, no dejemos de orar jamás. Segundo, obedezcamos a Jehová y prediquemos con entusiasmo incluso en circunstancias difíciles. Y, tercero, aceptemos la ayuda de nuestros amigos. Entonces, la paz de Dios nos protegerá la mente y el corazón (Filip. 4:6, 7). Y, al igual que Jesús, superaremos cualquier prueba (Juan 16:33). w19.04 15:16-17