Sirva a Dios sin remordimientos
“Olvido el pasado y fijo la mirada en lo que tengo por delante.” (FILIP. 3:13, Nueva Traducción Viviente)
1-3. a) ¿Qué significa lamentar algo, y cómo puede afectarnos? b) ¿Qué podemos aprender del apóstol Pablo a este respecto?
“DE TODAS las palabras tristes que uno puede decir o escribir, las más tristes son: ‘Pudo haber sido’.” El poeta John G. Whittier se refirió así a aquello que lamentamos, lo que nos habría gustado hacer de otra manera. Cuando alguien lamenta algo, siente pesar o remordimiento por lo que hizo o dejó de hacer. Y lo cierto es que todos tenemos cosas que lamentar. ¿Cuáles le pesan a usted?
2 Algunas personas han cometido errores o pecados graves en su vida. Otras no han hecho algo tan malo, pero se preguntan si algunas de las decisiones que tomaron fueron buenas. En casos como estos hay quienes han dejado atrás el pasado y han seguido adelante. Pero otros se castigan pensando: “Si hubiera hecho esto o aquello...” (Sal. 51:3). ¿Y usted? ¿Desearía servir a Dios sin que el pasado lo atormente, por lo menos a partir de hoy? ¿Hay algún ejemplo de la vida real que nos pueda ayudar? Por supuesto que sí, el del apóstol Pablo.
3 A lo largo de su vida, Pablo cometió terribles errores, pero también tomó decisiones muy acertadas. Y aunque sintió profundo pesar por sus faltas del pasado, aprendió a ser feliz sirviendo fielmente a Dios. Examinemos su ejemplo.
EL PASADO DE PABLO
4. ¿Qué pasado tenía el apóstol Pablo?
4 Cuando Pablo era un joven fariseo hizo cosas que después lamentó. Por ejemplo, encabezó una cruel persecución contra los discípulos de Cristo. La Biblia relata que, tras la ejecución de Esteban, “Saulo [conocido más tarde como Pablo] empezó a tratar atrozmente a la congregación. Iba invadiendo una casa tras otra y, sacando a rastras tanto a varones como a mujeres, los entregaba a la prisión” (Hech. 8:3). Según el profesor William Barclay, la palabra griega que se traduce “tratar atrozmente” describe “una crueldad brutal y sádica”, como la de “un animal salvaje que se ensaña en un cuerpo”. Por ser un fanático del judaísmo, Saulo creía que aplastar el cristianismo era una misión divina. Por eso trató de acabar con los cristianos “respirando [...] amenaza y asesinato”, persiguiendo con ferocidad “tanto a varones como a mujeres” (Hech. 9:1, 2; 22:4).a
5. Explique cómo Saulo dejó de perseguir a los discípulos de Cristo y comenzó a predicar el cristianismo.
5 Saulo quería ir a Damasco, sacar a rastras de sus hogares a los discípulos de Cristo y llevarlos a Jerusalén para que la ira del Sanedrín cayera sobre ellos. Pero Jesús, el Cabeza de la congregación cristiana, se lo impidió (Efes. 5:23). De camino a Damasco, salió al encuentro de Saulo y lo cegó con una luz milagrosa. Luego lo envió a aquella ciudad y le dijo que esperara instrucciones. La Biblia nos cuenta el resto de la historia (Hech. 9:3-22).
6, 7. ¿Qué indica que Pablo tenía presente su doloroso pasado?
6 Pablo cambió por completo en cuanto se hizo cristiano. En vez de un feroz enemigo del cristianismo, llegó a ser su ardiente defensor. Con todo, posteriormente escribió: “Ustedes, por supuesto, oyeron acerca de mi conducta en otro tiempo en el judaísmo, que hasta el punto de exceso seguí persiguiendo a la congregación de Dios y devastándola” (Gál. 1:13). Y volvió a mencionar su pasado cuando escribió a los cristianos de Corinto y Filipos, así como a Timoteo (lea 1 Corintios 15:9; Filip. 3:6; 1 Tim. 1:13). Pablo no se sentía orgulloso de tener que escribir esas cosas sobre sí mismo, pero tampoco intentó actuar como si nada hubiera ocurrido. Tenía presente que había cometido errores graves (Hech. 26:9-11).
7 El especialista Frederic W. Farrar se refirió al papel que tuvo Saulo “en la horrible persecución”. Señaló que solo cuando entendemos la terrible dureza con que trató a los cristianos “podemos comprender la pesada culpa que debió arrastrar y los insultos que podían lanzarle sus enemigos”. En las congregaciones que el apóstol visitaba, puede que a veces se le acercaran hermanos que él no conocía y le dijeran: “Así que usted es Pablo, el que nos perseguía” (Hech. 9:21).
8. ¿Qué sentía Pablo por la misericordia y el amor que Jehová y Jesús le habían demostrado, y qué lección aprendemos?
8 Pablo comprendía que llevaba a cabo su ministerio gracias a la bondad inmerecida de Dios. En sus 14 cartas se refirió a esa cualidad unas noventa veces, más que cualquier otro escritor bíblico (lea 1 Corintios 15:10). Él agradecía profundamente la misericordia con que Dios lo trató y quiso demostrar que estaba aprovechando la oportunidad que él le había dado. De hecho, trabajó más que todos los demás apóstoles. Su caso encierra una animadora lección, sobre todo para quienes piensan que Dios no perdonará sus pecados. ¿Cuál es esa lección? Que si demostramos fe en el sacrificio de Jesús, confesamos nuestros errores y corregimos nuestra conducta, Jehová borrará nuestros pecados, incluso si son graves (lea 1 Timoteo 1:15, 16). Aunque Pablo había sido un fanático perseguidor de Cristo, escribió: “El Hijo de Dios [...] me amó y se entregó por mí” (Gál. 2:20; Hech. 9:5). Como vemos, él aprendió a servir a Jehová sin el peso de la culpa. ¿Y usted?
¿TIENE REMORDIMIENTOS?
9, 10. a) ¿Por qué tienen remordimientos algunos de nuestros hermanos? b) ¿Por qué no es bueno castigarse por errores pasados?
9 Quizás usted hizo algo de lo que después se haya arrepentido. Puede ser que malgastara su tiempo y energías en metas equivocadas. Tal vez hirió los sentimientos de alguien o tenga remordimientos por algún otro motivo. ¿Qué puede hacer al respecto?
10 Muchas personas no dejan de preocuparse. Se castigan dándole vueltas al asunto y, como resultado, se angustian y se hacen daño. Pero ¿soluciona eso algún problema? Claro que no. Es como si usted pensara que por moverse durante horas en una mecedora va a llegar muy lejos. Lo único que conseguirá es cansarse. Así que en vez de pensar y pensar en lo mismo, es mejor actuar para lograr algo. Por ejemplo, podría pedir disculpas y tal vez recuperar una amistad. También podría evitar lo que lo llevó a cometer el error del que se lamenta para no volver a caer en él. O tal vez no le quede más remedio que soportar la situación. En cualquier caso, la realidad es que angustiarnos no sirve de nada. Al contrario, nos paraliza y nos impide darle a Jehová lo mejor de nosotros.
11. a) ¿Qué podemos hacer para que Jehová nos muestre misericordia y bondad amorosa? b) ¿Cuál es la “receta” para dejar atrás nuestros errores y tener paz mental?
11 Algunos cristianos permiten que sus errores pasados los abrumen tanto que llegan a creer que es imposible que Dios los ame. Tal vez hasta crean que no merecen la misericordia divina porque han cometido errores muy graves o con mucha frecuencia. Pero lo cierto es que, sin importar lo que hayan hecho, pueden arrepentirse, cambiar y pedir perdón (Hech. 3:19). Jehová puede mostrarles misericordia y bondad amorosa, tal como ha hecho con tantísimas personas. Él trata con bondad a quien se arrepiente con sinceridad y humildad, como Job, quien dijo: “De veras me arrepiento [o, según la nota, “me pesa”] en polvo y ceniza” (Job 42:6). Dios nos ha dado esta “receta” para tener paz mental: “El que encubre sus transgresiones no tendrá éxito, pero al que las confiesa y las deja se le mostrará misericordia” (Prov. 28:13; Sant. 5:14-16). Por tanto, podemos confesar nuestros pecados a Dios, pedirle perdón y tomar medidas para corregir nuestra conducta (2 Cor. 7:10, 11). Si así lo hacemos, nos beneficiaremos de su misericordia “porque él [nos] perdonará en gran manera” (Is. 55:7).
12. a) Según el ejemplo de David, ¿cuál es la mejor forma de aliviar una mala conciencia? b) ¿Qué significa que Jehová sienta pesar, y de qué nos sirve entenderlo? (Vea el recuadro.)
12 Jehová nos puede ayudar mucho mediante la oración. David le oró con fe expresándole sus sentimientos más profundos, y esa bella oración se ha preservado en el libro de los Salmos (lea Salmo 32:1-5). David reconoció que intentar acallar su mala conciencia lo estaba consumiendo por dentro. Todo indica que por no confesar sus pecados perdió el gozo y sufrió tanto mental como físicamente. ¿Qué hizo para conseguir el perdón y sentirse aliviado? Confesar su error en oración. Jehová le respondió y le dio fuerzas para seguir adelante haciendo el bien. De la misma manera, si usted le abre su corazón a Jehová, puede tener la certeza de que él escuchará sus súplicas. Si le angustian sus errores del pasado, haga lo que esté en su mano por corregirlos. Pero después de eso, confíe en que Jehová ha cumplido su promesa de perdonarlo (Sal. 86:5).
MIRE HACIA ADELANTE
13, 14. a) ¿En qué debemos concentrarnos ahora? b) ¿Qué preguntas pueden impulsarnos a analizar lo que estamos haciendo?
13 Se ha dicho que la vida solo se puede entender mirando hacia atrás, pero que solo se puede vivir mirando hacia adelante. Por lo tanto, en vez de preocuparnos por el pasado, debemos concentrarnos en el presente y el futuro. Pregúntese: “¿Me arrepentiré más adelante de mis decisiones actuales? ¿Desearé haber hecho las cosas de otra manera? ¿Estoy sirviendo a Jehová fielmente ahora para no tener nada que lamentar en el futuro?”.
14 A medida que se acerca la gran tribulación, no queremos atormentarnos pensando: “¿Podría haber hecho más en el servicio a Jehová? ¿Por qué no fui precursor cuando pude? ¿Qué me impidió esforzarme por ser siervo ministerial? ¿Hice todo lo posible por vestirme de la nueva personalidad? ¿Soy de la clase de personas que Dios quiere en su nuevo mundo?”. En realidad, estas preguntas pueden ayudarnos a ver si ahora estamos dándole a Jehová todo lo que podemos. De lo contrario, quizás tomemos decisiones que podríamos lamentar más tarde (2 Tim. 2:15).
NUNCA SE ARREPIENTA DE HABER SERVIDO A JEHOVÁ
15, 16. a) ¿Qué sacrificios han hecho muchos cristianos para darle a Jehová lo mejor de sus vidas? b) ¿Por qué no debería usted arrepentirse de ninguno de los sacrificios que haya hecho por el Reino?
15 ¿Ha hecho usted sacrificios para servir a Jehová de tiempo completo? Tal vez renunció a una prometedora carrera o a un buen negocio para tener una vida sencilla y dedicarle más tiempo a Dios. Quizás no se casó o no tuvo hijos porque deseaba ser betelita, superintendente viajante o misionero, o colaborar en el programa de construcción internacional. Después de pasar años sirviendo a Jehová, ¿debería arrepentirse de haber tomado esas decisiones? ¿Debería pensar que los sacrificios que hizo eran innecesarios o que no eligió bien el momento de hacerlos? ¡Por supuesto que no!
16 Tomó esas decisiones porque amaba profundamente a Jehová y deseaba de todo corazón ayudar a quienes querían servirle. No crea que le habría ido mejor si hubiera elegido otro camino. Puede estar muy feliz de haber hecho lo que sabía que era correcto, de haberle dado lo mejor a Jehová. Él, por su parte, nunca olvidará los sacrificios que usted hizo. Cuando tenga “la vida que realmente lo es”, es decir, vida eterna en perfección, él lo bendecirá mucho más de lo que pueda imaginar (Sal. 145:16; 1 Tim. 6:19).
CÓMO SERVIR SIN REMORDIMIENTOS
17, 18. a) ¿Qué hizo Pablo para no tener más sentimientos de culpa? b) ¿Qué hará usted respecto a su pasado, presente y futuro?
17 ¿Qué hizo Pablo para no tener más sentimientos de culpa? La Nueva Traducción Viviente expresa así las palabras de Pablo: “Olvido el pasado y fijo la mirada en lo que tengo por delante, y así avanzo hasta llegar al final de la carrera” (lea Filipenses 3:13, 14). Pablo no pensó demasiado en las cosas malas que había hecho en el judaísmo. Más bien, dedicó su tiempo y energías a cumplir los requisitos para alcanzar el premio de la vida eterna.
18 ¿Qué aprendemos de sus palabras? Que no es sensato seguir preocupándonos por lo que hicimos, pues lo hecho, hecho está. Debemos avanzar hacia lo que tenemos por delante. Claro, es imposible olvidar por completo los errores cometidos, pero no hace falta que nos culpemos una y otra vez. Podemos dejar el pasado en el pasado, servir ahora a Jehová con todas nuestras fuerzas y mirar hacia el maravilloso futuro que tenemos por delante.
a El hecho de que en varias ocasiones se indique que Saulo también persiguió a las mujeres muestra que estas desempeñaron un papel importante en la difusión del cristianismo en el siglo primero, tal como sucede hoy día (Sal. 68:11).