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  • Punto de vista bíblico de la fiesta
¡Despertad! 1970
g70 8/2 págs. 5-7

Día de Acción de Gracias... ¿qué significa?

A TRAVÉS de los Estados Unidos, el 27 de noviembre, las familias se reunieron en torno de mesas bien provistas de pavo al horno, salsa de arándano, pastel de calabaza y muchos otros platillos sabrosos. Fue en ese día que dicho país observó una fiesta religiosa nacional... el Día de Acción de Gracias.

Cada año desde el 3 de octubre de 1863 se ha declarado fiesta nacional por proclamación presidencial. Fue ese día cuando el presidente Lincoln hizo la primera de las proclamaciones con ese propósito, diciendo: “El año que se está acercando a su fin ha estado lleno de las bendiciones de campos fructíferos y cielos saludables. A estas dádivas, de las que se disfruta tan constantemente que estamos propensos a olvidar la fuente de la cual vienen, se han añadido otras, que son de tan extraordinaria naturaleza que no pueden dejar de penetrar en el corazón que habitualmente es insensible a la providencia siempre vigilante del Dios todopoderoso y ablandarlo.”

Desde el tiempo de Lincoln el último jueves de casi todo mes de noviembre ha sido declarado fiesta legal; desde 1941, ha sido el cuarto jueves. Sin embargo, esto no significa que no se observaba una celebración de acción de gracias antes del día de Lincoln. Se celebraba en algunos estados, en diferentes fechas, pero en otros no. En realidad, proclamaciones de acción de gracias se han hecho de vez en cuando por diversas razones desde el tiempo de los peregrinos. Pero la proclamación de Lincoln hizo del Día de Acción de Gracias una observancia nacional por primera vez.

La práctica aparentemente tuvo su principio, en lo que toca a los Estados Unidos, cuando los colonizadores de Plymouth en Massachusetts tuvieron una buena cosecha en el verano de 1621. Durante el invierno anterior casi habían perdido la mitad de su grupo a causa del clima severo. De modo que estuvieron particularmente agradecidos por una buena cosecha ese año. Pero la celebración no llegó a ser una observancia anual para ellos.

Siendo personas que creían en el Dios Todopoderoso, sinceramente le dieron gracias a él por la buena cosecha. Como se puede notar por la proclamación del presidente Lincoln, la observancia nacional de aquel día fue con el mismo propósito... de dar gracias a Dios por sus bendiciones de “campos fructíferos y cielos saludables.” Pero, ¿significa eso en los Estados Unidos hoy la celebración del Día de Acción de Gracias?

Falta de fe

En el Times de Nueva York del 24 de noviembre de 1967 se informó que en los servicios eclesiásticos se expresaba preocupación de que “Dios estuviera llegando a estar sin significado para grandes secciones del populacho.” Se ha expresado preocupación particular debido a la creciente falta de fe de los jóvenes. Dumont F. Kenny, presidente del Colegio York, dijo, según lo citó The Southern California Clergyman de diciembre de 1967: “Nos enfrentamos a un diluvio de incredulidad, en particular entre nuestra generación más joven.” Un rabí de Nueva York dijo, según lo citó la misma revista también: “Una inmensa sección del pueblo norteamericano, que jamás se ha interesado en Marx, ha llegado a ser totalmente indiferente al punto de vista religioso.”

¿Cómo puede tener el Día de Acción de Gracias algún significado para este número creciente de norteamericanos que carecen de fe en Dios? ¿Cómo le pueden dar gracias a alguien que ni siquiera creen que existe? ¿Cómo pudiera ser posible un día de acción de gracias para ellos como se tuvo por objeto originalmente?

¿Qué hay de los clérigos que creen que Dios está muerto? ¿Cómo puede tener algún significado para ellos el Día de Acción de Gracias? ¿Cómo podrían reconocer algunas bendiciones o dádivas como que provienen de él este año cuando creen que él no hace nada? Un número grande de clérigos ha adoptado este punto de vista. Según el National Observer del 31 de enero de 1966, “Un sentir que ‘Dios está muerto’ prevalece en el pensamiento del 90 por ciento de los teólogos protestantes de menos de 40 años de edad.” ¿No están ayudando ellos a esparcir la incredulidad en Dios?

Otros clérigos también están haciendo esto al expresar públicamente desconfianza en la confiabilidad de la Palabra escrita de Dios, la Biblia. ¿Cómo podrían estos hombres, con una conciencia clara, predicar sermones del Día de Acción de Gracias en que agradecen a Dios sus bendiciones cuando rechazan la veracidad de una de sus mayores bendiciones, su Palabra escrita?

Para muchos incrédulos es posible que el día no signifique nada más que una excusa para glotonería y borrachera. Para otros posiblemente sea una ocasión de una reunión de familia, pero es posible que no piensen de ningún modo en la generosidad del Creador. En consecuencia, una gran cantidad de norteamericanos no percibe el propósito original de la fiesta según lo declaró el presidente Lincoln.

Por supuesto, hay algunas personas que tienen fe en Dios y sinceramente consideran ese día como un día de acción de gracias a él. Pero, ¿realmente se necesita que el presidente proclame oficialmente una fiesta nacional para expresar acción de gracias a Dios? Si les parece que han recibido bendiciones y dádivas de él, ¿por qué darle gracias solo un día del año? ¿Por qué esperar hasta que tal día sea proclamado por el estado político? ¿No debería brotar espontáneamente la acción de gracias desde el corazón todo el año? ¿No estaría eso más en armonía con una actitud piadosa?

En conjunto, el pueblo estadounidense ya no es un pueblo agrícola que se sienta muy dependiente del suelo y las cosechas que produzca. Esta era la situación cuando los peregrinos dieron gracias por una buena cosecha, pero ahora solo el 5,9 por ciento de la gente de este país participa en la agricultura. De modo que la mayor parte del pueblo norteamericano no siente la necesidad de una fiesta de la cosecha para dar gracias por las buenas cosechas. En ese país industrial se ha perdido gran parte del significado de una celebración de la cosecha.

Tomando en cuenta las circunstancias cambiadas, ¿no es el Día de Acción de Gracias ahora poco más que un día tradicional para disfrutar de una comida especial? Sin esa comida la mayor parte de los norteamericanos no sentiría que había observado esta fiesta nacional. Por lo tanto, algunas agencias de beneficencia suministran la comida tradicional a personas abandonadas en las calles de las ciudades, y el gobierno la provee para los militares que están muy lejos de los miembros de su familia. Al comer los alimentos tradicionales de ese día les parece que lo han celebrado.

Punto de vista bíblico de la fiesta

No hay nada en las instrucciones que la Biblia da a los cristianos en contra de tener reuniones de familia o contra el disfrutar de una comida especial mientras no haya envuelto en ello glotonería o borrachera. De modo que si los cristianos desean tener reuniones de familia y una comida especial en un día en que todos están de asueto, a ellos les toca decidir. No hay nada antibíblico en ello. Por supuesto, ellos hacen bien en considerar la impresión que esto haga en otros. (Rom. 14:13-21) Pero, ¿qué hay de participar en una fiesta religiosa establecida políticamente?

¿Parece razonable el que una persona que da adoración incontaminada al Dios Todopoderoso según se manda en su Palabra escrita participe con los incrédulos en observar una fiesta religiosa? No solo hay ateos, sino muchos que adoran a dioses de madera y piedra de hechura humana, que celebran el Día de Acción de Gracias. ¿Cómo podría el cristiano verdadero tener compañerismo religioso con tales personas y todavía esperar ser acepto a los ojos del Dios verdadero?

La Biblia manda a los cristianos: ‘No lleguen a estar unidos bajo yugo desigual con los incrédulos. Porque ¿qué consorcio tienen la justicia y el desafuero? ¿O qué participación tiene la luz con la oscuridad? . . . ¿O qué porción tiene una persona creyente con un incrédulo?” (2 Cor. 6:14, 15) Por eso, ¿cómo podrían las personas que desean obedecer la Palabra escrita de Dios unirse a los ateos, a personas que creen que Dios está muerto y a personas que adoran a dioses falsos, al observar una fiesta religiosa nacional? ¿No haría eso que estuvieran “unidos bajo yugo desigual con los incrédulos”?

Los cristianos primitivos de los días de los apóstoles de Jesucristo no se unieron a los romanos idólatras en la observación de las fiestas religiosas romanas. Las saturnales, por ejemplo, eran la celebración anual de acción de gracias que celebraban los romanos una vez al año en diciembre. También incluían el banquetear y beber, pero los cristianos primitivos no participaban en esa celebración nacional. Para los romanos esto era sacrilegio. Un escritor del segundo siglo, Tertuliano, escribió: “Se nos acusa de un sacrilegio menor, porque no celebramos junto con ustedes las fiestas de los Césares de una manera prohibida igualmente por la modestia, la decencia y la pureza.”

Su práctica era abstenerse de participar en celebraciones tradicionales del mundo romano, ya que eso los uniría a los incrédulos. Aun las celebraciones entre los judíos que en otro tiempo eran aceptas a Dios eran evitadas por ellos. A algunos cristianos judíos que querían adherirse a estas celebraciones de días y tiempos designados, Pablo, que fue apóstol de Jesucristo, dijo: “Ustedes están observando escrupulosamente días y meses y tiempos designados y años. Temo por ustedes, que de algún modo me haya afanado en vano con respecto a ustedes.” (Gál. 4:10, 11) Él se había afanado para llevar las verdades libertadoras del cristianismo a estos judíos, pero temía que sus esfuerzos hubieran sido en vano porque ellos deseaban continuar participando en observancias religiosas que Dios ya no autorizaba.

Hoy los cristianos dedicados siguen el ejemplo de los cristianos primitivos y se abstienen de participar en fiestas religiosas nacionales, pero otras personas, que no tienen la misma conciencia cristiana sensitiva, quizás quieran observarlas. Esta es una decisión personal. Sin embargo, debido al cambio de actitud religiosa entre la gente en general, muchísimas personas tendrán dificultad hoy en hallar algún significado verdadero en la celebración del Día de Acción de Gracias.

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