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  • Nuestro apéndice... ¿en qué está su valor?
  • ¡Despertad! 1970
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  • ¿Ninguna función?
  • El problema del diagnóstico
  • Operaciones innecesarias
  • Su causa
¡Despertad! 1970
g70 22/3 págs. 13-16

Nuestro apéndice... ¿en qué está su valor?

“EL APÉNDICE, que a menudo se remueve, quizás sea lo siguiente para los trasplantes.” Así decía el encabezamiento de un informe sobre la investigación que se hizo en la Universidad de Minneápolis según se publicó en The National Observer del 29 de julio de 1968. Seguía diciendo el informe: “Hace poco los médicos removían apéndices incidentalmente durante cirugía llevada a cabo principalmente por razones ajenas a la apendicitis. Ahora se habla de que quizás de hecho se trasplanten apéndices a algunas personas.”

¿Qué es el apéndice, exactamente? ¿Qué función tiene? ¿Por qué se enferma de apendicitis la gente? ¿Qué puede y debe hacerse acerca de ello?

El apéndice humano ha sido descrito como uno de los órganos más pequeños del hombre y no obstante como el que le causa la mayor dificultad. En círculos médicos se le llama el apéndice “vermiforme” o “de figura de gusano,” pues el cuerpo humano tiene otros apéndices.

¿Uno de los más pequeños? Sí, puede ser tan pequeño como de ocho milímetros de diámetro y solo dos centímetros y medio de largo. La longitud media, sin embargo, es de cinco a diez centímetros, aunque a veces puede crecer hasta veintitrés centímetros. La mayoría de los animales no tienen apéndice. En cuanto a su ubicación en el hombre, se extiende desde la parte primera semejante a bolsa del intestino grueso, conocida como el intestino ciego, cerca del intestino delgado. ¡Tan pequeño, y no obstante cuánta dificultad causa! De hecho, más pacientes entran en los hospitales para que se les remueva su apéndice que para cualquier otra operación abdominal.

¿Ninguna función?

¿Cuál es la función del apéndice? Lo que muchos médicos han estado diciendo acerca de él hace recordar lo que habían estado diciendo por siglos acerca de la glándula timo: un órgano rudimentario. Pero en el transcurso de la última década han descubierto que la glándula timo desempeña un papel indispensable para edificar la inmunidad del cuerpo a la enfermedad. Y parece que por mucho tiempo se ha calumniado al apéndice en el mismo sentido. El diccionario se refiere a él como un “órgano atrofiado”; obras médicas lo llaman “una sobra evolucionaria,” “un órgano rudimentario,” “un órgano sin función,” y dicen que “no sirve para nada.”

En consecuencia, el Dr. John Paul North, director del Colegio Americano de Cirujanos, dice, según lo cita una revista popular, que “como medida de prevención contra la apendicitis es práctica médica aceptada el que un cirujano remueva el apéndice —aunque no esté inflamado— en el transcurso de llevar a cabo otras operaciones.”

Pero tal como sucedió con la actitud para con la glándula timo, gradualmente se está efectuando un cambio. Así, el equipo de investigación médica de la Universidad de Minneápolis “está comenzando a creer que el apéndice, que en otro tiempo era despreciado, quizás desempeñe un papel valioso en combatir las enfermedades,” especialmente las de índole maligna, y que el papel del apéndice es particularmente vital en los jóvenes. También el Dr. J. B. Murphy hace notar en el British Journal of Cancer de junio de 1968 que el apéndice, los adenoides y las amígdalas, son “acumulaciones fijas de linfocitos del hombre, y se ha descubierto que en los ratones el tejido linfoideo desempeña un papel vital en la resistencia a los tumores malignos,” y que lo mismo bien puede aplicar al hombre.

De modo semejante, el Journal of Chronic Diseases de octubre de 1968 publicó un informe que decía que unos hombres que padecían de la enfermedad de Hodgkin tenían una proporción significativamente más elevada de remoción pasada del apéndice que otros hombres que no tenían esta enfermedad pero que se encontraban en las mismas circunstancias generales. Y el Dr. J. R. McVay, en el Medical Tribune del 6 y 7 de agosto de 1966, dijo que “quizás el apéndice está situado idealmente para ponerse en contacto con los virus y producir células con mayor eficacia que los lechos linfoideos comunes de la región intestinal. Si esto es verdad, quizás esas células eficaces que se desarrollan en el apéndice se abran paso hasta los lechos linfoideos que hay en otras partes del cuerpo, de manera muy semejante a soldados que recibieran entrenamiento en una estación central y luego fueran enviados a varios puestos donde se situarían para hacer frente a los invasores.” (Incidentalmente, algo semejante a esto es lo que se ha descubierto que es la función de la glándula timo.)

El hecho de que esta teoría no carece de mérito es evidente por lo que el Dr. Sussdorf descubrió al tratar con radiación a ciertos pacientes de cáncer. Descubrió que el cubrir protectoramente al apéndice daba mayor protección contra la radiación que el cubrir cualquier otro órgano. También descubrió que por medio de isótopos radioactivos pudo establecer que “las células linfoideas del apéndice cubierto protectoramente emigran al bazo que ha recibido daño por radiación, repueblan ese órgano y fabrican allí anticuerpos.”—Science News Letter, 30 de julio de 1960.

Así, también, el Dr. H. R. Bierman descubrió que de centenares de pacientes de varias enfermedades malignas, al 84 por ciento se les había removido su apéndice en algún tiempo en el pasado, mientras que de los que no tenían estas enfermedades solo al 25 por ciento se les había removido el apéndice. Y dijo: “Es irónico el que la mayoría de los pacientes de nuestro estudio hayan desarrollado cáncer después de habérseles removido ‘como rutina’ un apéndice perfectamente sano.”—Science Digest de junio de 1966.

Tomando en cuenta estos hechos, ¿por qué algunos cirujanos todavía se apegan a la remoción rutinaria del apéndice? Una razón puede ser que no toda la investigación ha sido inequívoca en este asunto.

En cuanto a otras funciones del apéndice, parece haber alguna base para el punto de vista que han adoptado los llamados doctores “naturalistas” de que el apéndice lubrica al intestino grueso y que el removerlo tiende a aumentar el problema del estreñimiento. Esto parece confirmado por el hecho de que se ha descubierto que un extracto hecho del apéndice de cerdos sirve para combatir el estreñimiento y otras perturbaciones digestivas después de haber sido removido el apéndice. Esto bien puede ser, puesto que el apéndice secreta un espeso fluido amarillento de olor penetrante que contiene una proteína semejante a mucosidad.

El problema del diagnóstico

Cuando se inflama, el apéndice por lo general da a saber este hecho con dolores agudos en el lado derecho inferior del abdomen, acompañados de estreñimiento o, a veces, de diarrea. A veces esto está acompañado de náuseas y vómito. Hace unos cuatro siglos se describió por primera vez en la literatura médica, y hace unos dos siglos se llevó a cabo la primera apendectomía u operación para remover el apéndice. Sin embargo, el entendimiento y tratamiento moderno del apéndice solo se remonta a unos ochenta años. No ha habido disminución en el número de casos de apendicitis, aunque ha disminuido mucho el número de muertes debidas a esa enfermedad. Todavía, tan solo en los Estados Unidos, unas 2.000 personas mueren anualmente de apéndices rotos y de las complicaciones que hay después de las operaciones.

En realidad es un problema saber si un paciente tiene un apéndice inflamado o no y cuán seriamente está inflamado. Algo que pudiera parecer apendicitis bien podría ser una inflamación de la región pélvica, especialmente en el caso de una paciente. Y se comprende por qué el diagnóstico también es difícil en el caso de los muy jóvenes así como en el caso de los muy ancianos.

Una de las indicaciones de apendicitis aguda por lo general es un aumento de glóbulos blancos en la sangre. Por lo general su cuenta es de 5 a 10 mil, y si salta a de 12 a 20 mil, eso es indicación de que el cuerpo se está movilizando debido a una infección seria, y por eso quizás se necesite una operación. Sin embargo, a veces el apéndice puede estar inflamado y el contaje sanguíneo puede ser normal, así como en otras ocasiones el contaje sanguíneo puede ser elevado y no obstante el apéndice estar normal. Por otra parte, el apéndice quizás no esté ubicado en el lugar acostumbrado. Todos esos factores tienden a hacer difícil el diagnóstico.

Operaciones innecesarias

Se comprende que los doctores difieran sobre la necesidad de operar. Así, en un hospital había dos grupos de doctores, uno que procedía conservadoramente y el otro más liberalmente. Las muertes de ambos grupos eran iguales, aunque el grupo conservador operaba solo a tres de cada cinco casos mientras que el otro grupo operaba a cuatro de cada cinco casos. Sin embargo, siendo la naturaleza humana lo que es, es fácil ver cómo algunos cirujanos pueden sentirse tentados a llevar a cabo operaciones innecesarias. Así, pues, el West Virginia Medical Journal de noviembre de 1955 dijo: “Estamos convencidos de que de vez en cuando la remoción de un apéndice normal puede estar justificada, pero no podemos excusar la remoción de cantidad tan elevada como un 50 por ciento de apéndices normales que practican algunos cirujanos.”

En realidad, por la tendencia de algunos cirujanos a operar algo libremente sin indicación suficiente, se ha requerido de los hospitales que tengan comités sobre tejidos. Estos examinan los hallazgos del patólogo que está supuesto a examinar todos los tejidos removidos por los cirujanos para ver si eran tejidos enfermos o no, para calificar la calidad de la obra de los cirujanos. Esto ha resultado en disuadir en gran manera de efectuar operaciones innecesarias. Sin embargo, hay registros de patólogos que han trabajado hombro a hombro con cirujanos que operan en exceso y que informan que los especímenes están enfermos cuando de hecho no lo están.

Interesante aquí es un informe sobre cuatro hospitales hecho por un director del Hospital de la Universidad Johns Hopkins según se publicó en Hospitals del 16 de marzo de 1962. Reveló que el hospital que tenía la proporción más elevada de muertes también era el que tenía el número más elevado de apendectomías innecesarias. Y la proporción de operaciones innecesarias era superior entre los pacientes privados y semiprivados que entre los pacientes de las salas... los que no pueden pagar. El informe también reveló que los pacientes asegurados por la Cruz Azul tenían una proporción más grande de operaciones innecesarias que los que no estaban asegurados así. De modo semejante, las mujeres han tenido más operaciones innecesarias que los hombres; y las personas blancas habían tenido más operaciones innecesarias que personas de color.

Sin embargo, en el Times de Nueva York del 3 de noviembre de 1968 se informó de una apendectomía que con mucha probabilidad fue necesaria. El relato decía que un doctor ruso a bordo de un submarino llevó a cabo la operación en él mismo con la ayuda de anestésico local y dos marineros. El submarino estuvo sumergido mientras la operación se llevó a cabo para asegurar quietud completa. La operación fue todo un éxito, informó Pravda.

Su causa

En cuanto a la causa de la apendicitis: aunque hay algunos que sostienen que no se puede mencionar ninguna causa específica, por lo menos parece haber varios factores que contribuyen. Algunos médicos afirman que factores psicosomáticos, como excitación, dolor, etc., producen apendicitis aguda y otros sostienen que el exponerse uno al frío puede producirla. Sin embargo, puesto que el apéndice es parte del conducto alimentario, es muy probable que los hábitos de comer de uno tengan algo que ver con ella. Por eso Pathology, de Boyd, declara:

“Esta enfermedad es común en países sumamente civilizados y comunidades urbanas, pero rara en los distritos rurales remotos y entre los pueblos primitivos. Durante los nueve años que McCarrison practicó medicina entre las tribus serranas de los Himalayas jamás vio un caso de apendicitis. Los nativos que viven a base de una dieta abundante de celulosa son inmunes a esta enfermedad, pero cuando adoptan la dieta de la civilización pierden esa inmunidad. Estos y muchos otros hechos semejantes sugieren que los hábitos de vida, y en particular los géneros de dieta . . . son de importancia en cuanto a predisponer para la apendicitis.” De esto se ve claramente que los alimentos sumamente refinados, como los que se hacen con harina blanca y azúcar blanca, bien pueden llevar culpa en esto.

Entre otros factores que contribuyen están una ocupación sedentaria, con la resultante falta de ejercicio y estreñimiento crónico, especialmente en los casos en que hay tendencia a usar laxantes fuertes. Pero una cosa que definidamente no causa apendicitis es la semilla de frutas como las uvas, como se alegaba en tiempos pasados. La opinión médica moderna ha desacreditado por completo esta idea, como lo expresó el Dr. H. W. Hill: “No he visto una sola semilla de uva en un caso de apéndice. La mayoría de las personas comen semillas de uvas. Posiblemente lleguen a padecer de apendicitis, pero no será por comer semillas de uvas.”

Puesto que a menudo hay alguna duda en cuanto a la necesidad de operar, se recomienda lo siguiente: Descansar en la cama; no comer ningún alimento; no tomar laxantes de ninguna clase; en cambio, ponerse una enema. Algunos recomiendan el uso de compresas calientes o frías, y se puede recurrir a una bolsa de hielo para aliviar el dolor. No se recomienda como curación el uso de medicación, como antibióticos. Sin embargo, en casos de dolor abdominal persistente los doctores recomiendan que inmediatamente se busque consejo médico competente.

Se va acumulando la evidencia en cuanto al valor del apéndice. No hay duda de que es uno de los órganos más pequeños del cuerpo, y, no obstante, es el que con más probabilidad causa dificultad. Tomando en cuenta lo serio que puede ser tener un apéndice roto, con la probabilidad de que cause peritonitis, lo cual puede resultar fatal, parecería que, cuando se está en duda, la norma segura sería operar.

Pero aquí también aplica el adagio antiguo: “Más vale prevenir que remediar.” ¿Tiene usted una ocupación sedentaria? Entonces encárguese de hacer suficiente ejercicio. También, consuma una cantidad suficiente de alimentos naturales, de los que todavía tengan su celulosa, como productos de trigo entero y arroz no refinado y, por supuesto, bastante fruta y legumbres. Simplemente estas dos precauciones pueden impedir que se le inflame el apéndice.

[Ilustración de la página 13]

LA SECCIÓN TRANSVERSAL AMPLIFICADA SE MUESTRA ABAJO

INTESTINO GRUESO

INTESTINO DELGADO

CIEGO

APÉNDICE

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