Meditando sobre hacer regalos
“MUCHÍSIMAS gracias.” Estas palabras están entre las más hermosas de cualquier idioma, porque expresan aprecio por un regalo, un cumplido o un favor. Y mientras más consideración y esfuerzo haya revelado lo que se ha dado, más calurosas son las gracias y mayor es el aprecio. Sin embargo, como sin duda usted ha observado, algunos regalos se aceptan con agradecimiento, mientras que otros quizás no se reciban con entusiasmo. ¿A qué se debe esto? Quizás un factor en esto sea el motivo del dador. Otro factor puede ser el regalo mismo; y a menudo la manera en que se presente determina cómo se recibe.
Nuestro motivo es importante
Los regalos sirven mucho para unir a la gente y mantener amistades, porque bondad engendra bondad. Sin embargo, el motivo a menudo es tan importante como el regalo mismo. ¿Ha examinado usted alguna vez sus motivos al hacer regalos? Cuando usted hace regalos, ¿se debe generalmente a que usted se siente obligado a hacerlo, o verdaderamente da usted porque es de espíritu generoso? ¿Da usted en gran parte debido a la ocasión, o por interés en la persona? ¿Se ofrecen sus regalos altruistamente, o por interés egoísta?
Especialmente durante la temporada de la Navidad, se gastan millones de dólares en regalos. Y aunque se anuncia como la temporada de la alegría, muchas personas en ese tiempo sienten lo contrario. Algunas contraen deudas para cumplir con sus obligaciones de hacer regalos. Con frecuencia dan porque es la costumbre y no porque realmente quieran hacerlo. Con razón, al fin de las fiestas, por lo general estas personas están “gastadas” financiera, física y emocionalmente. Su dar no les ha traído la felicidad que debería haberles traído, puesto que no lo han hecho como expresión de un corazón generoso. Más bien, los regalos deben brotar de un sentimiento espontáneo de calor de amistad y bondad hacia el que los recibe, de modo que una más estrechamente a los dos. Debemos sentir que tenemos libertad para dar un regalo a alguien siempre que queramos y siempre que tengamos los medios para hacerlo, no por las fechas que haya en un calendario.
Dando regalos prácticos
Una vez que quedamos convencidos de que nuestro motivo es apropiado, entonces podemos examinar la clase de regalos que damos y lo que logran. Por ejemplo, ¿son prácticos los regalos que usted hace? En otras palabras, ¿es el artículo que usted da algo que el recibiente usará verdaderamente para buen provecho? ¿Le suministrará placer solo un día o es algo que podrá usar con placer por muchos años? Por otra parte, ¿será algo que el que lo reciba simplemente pondrá en un anaquel o meterá en un cajón? El que el regalo sea práctico es un factor que debe considerarse, pero de ninguna manera es el único.
Otra cosa que ha de tenerse presente es que el costo de un regalo realmente no es índice verdadero de su valor. Un artículo barato quizás se tenga en más alta estima que uno caro que no se necesite o no se desee. Un niño puede hacer un dibujo con solo unos cuantos lápices de colores y un pedazo de papel. Pero sus padres o sus abuelos no van a avaluar monetariamente ese dibujo. Orgullosamente van a mostrar a otros la “obra maestra” de él. Un suéter, al ser tejido a mano por una persona amada, quizás sea hecho a poco costo, pero será mucho más apreciado que un suéter caro comprado en una tienda.
Algunos regalos tienen un valor sentimental, pues sirven de recordatorio de lo considerado que es el dador. Por ejemplo, un esposo quizás le regale a su esposa un tostador que ella necesita. Esto puede ser un regalo práctico, un regalo que toda la familia podrá usar. Naturalmente, ella le dará las gracias por él. No obstante, quizás no lo aprecie tanto como apreciaría un artículo personal, como un broche, un collar o una prenda de vestir. Pues siempre que se ponga ese artículo recordará a su esposo, y eso le suministrará placer a través de los años. ¿Recuerda usted un regalo personal que su cónyuge le dio hace algún tiempo?
Sin embargo, no todas las mujeres son iguales. Algunas quizás prefieran un artículo doméstico práctico en vez de un artículo personal para ellas mismas. Esto no las hace menos femeninas. Solo pone de relieve su lado práctico. De modo que un esposo debe considerar todas las facetas de la personalidad de su esposa al escoger regalos para ella. Y lo mismo aplica a una esposa al escoger un regalo para su esposo.
Se necesita gentileza al hacer regalos, y también se necesita al recibir regalos, sea de la familia o de amigos. ¡Hay tantos actos pequeños de cortesía que los amigos se hacen los unos a los otros que no se pueden pagar! Por ejemplo, cuando un amigo desempeña con regularidad un servicio para usted, ¿le da usted sinceramente las gracias? ¿Dará usted por sentado ese servicio al transcurrir el tiempo? Hay muchas maneras en que se puede demostrar el aprecio si se siente genuinamente. También hay maneras en que uno puede insultar involuntariamente a alguien si no tiene cuidado. El presentar objeciones a la generosidad de la otra persona, insistiendo en que no debía hacer aquello o en que se le tiene que pagar de vuelta quizás haga embarazosa la situación y prive a la otra persona de mucho del gozo de dar. Por supuesto, nadie hace esto de propósito, pero a veces sucede.
Regalos a los niños y de parte de ellos
A veces los adultos quizás reciban con indiferencia los regalos, pero los niños rara vez los reciben así. Les encanta recibir regalos. En lo que toca a los regalos a los niños, naturalmente los padres son los mejores jueces de lo que sus hijos necesitan y prefieren. De modo que sus regalos a menudo son prácticos.
Es a los que no forman parte del círculo inmediato de la familia que les parece difícil escoger regalos. Es por eso que, cuando tienen duda, por lo general se deciden por regalar juguetes. Estos no solo mantienen ocupado al niño durante las horas en que está despierto sino que, si se escogen apropiadamente, pueden contribuir mucho a su desarrollo tanto mental como físicamente. Algunos juguetes tienen el propósito de desarrollar sus conceptos mentales. Los triciclos y los monopatines contribuyen mucho a desarrollar su coordinación muscular. Otros fortalecen su destreza, estimulan su imaginación y fomentan su habilidad creativa. Los teléfonos de juguete, las muñecas, los lápices de colores, el barro, los bloques para construir y los rompecabezas encajan en esta categoría. Sin embargo, puesto que los juguetes desempeñan un papel en el desarrollo de la actitud mental del niño, los juguetes que contienen temas de violencia —armas de fuego, tanques, granadas y cosas semejantes— pueden resultar en daño duradero. Ciertamente nadie quiere perjudicar a las personas a quienes les tiene cariño.
Los niños deben ser, no solo recibientes de regalos, sino también dadores. ¿Qué hay de sus hijos? ¿Se les estimula a dar a otros? Si pueden coser, tejer, pintar o cocinar, ¿dan alguna vez como regalo lo que preparan? ¿Tienen algunos talentos especiales? A una edad temprana se les puede enseñar que éstos realmente son dones del Creador y deben compartirse sin reservas con otros y no ofrecerse al mejor postor. Un pañuelo bordado, un portaollas tejido, una pintura o una cacerola llena de galletas que hayan preparado suministra una excelente oportunidad para comenzar a cultivar en ellos el dar algo a otros. Sirve de mucho para edificar en ellos el sentimiento de valía y pundonor. ¿Por qué se les debería privar de la felicidad que proviene del dar? Sí, los padres sabios se dan cuenta de que no solo es lo que ellos como padres les dan a los hijos o hacen por ellos, sino también lo que les han enseñado a hacer para ellos mismos y para otros lo que los ayudará a llegar a ser adultos responsables y a tener buen éxito.
El tiempo... un don sumamente valioso
Muchas personas prefieren dar regalos materiales a dedicar parte de su tiempo a otros. No obstante, el tiempo a menudo se tiene en más alta estima. ¿Qué esposa amorosa no aprecia el tiempo que tiene a solas con su esposo? De modo semejante, los hijos, rodeados de una habitación llena de juguetes, quizás todavía se sientan solos si sus padres no les dedican tiempo. El dar de uno mismo a otros quizás consuma más tiempo, pero los resultados son mucho más satisfactorios para los que lo hacen. ¿No es verdad que las familias que pasan tiempo juntas por lo general siguen unidas?
Hay varias cosas que toda la familia puede hacer junta. ¿Por qué no visitar un museo local, una imprenta o un parque nacional? Den un paseo en barco, pasen un día en la playa o en un lago, disfruten de un día de recreación en el campo o de una caminata en el bosque. Juntos, cultiven aprecio por los dones que provienen del Creador... la vida, el alimento, la ropa, el abrigo y todas las cositas que contribuyen a la felicidad.
En muchos hogares, es preciso que se hagan ajustes para darse unos a otros más generosamente el precioso don del tiempo. Algunos padres rara vez ven a sus hijos porque los envían a la calle, al cine local o a la casa de un vecino en vez de pasar algún tiempo con ellos. Otros quizás no permitan que sus hijos jueguen en calles llenas de crimen, pero les permiten pasar gran parte del día enfrente del aparato de televisión, donde reciben una dieta constante de crimen y violencia, simplemente porque eso mantiene ocupados a los jovencitos. ¡Cuánto mejor sería que en sus años preescolares les leyeran y les enseñaran a dibujar y pintar y a ayudar en la casa! Ayúdelos a desarrollar hábitos buenos y limpios que perduren en ellos hasta su vida como adultos. El tiempo que pase con sus hijos pagará grandes dividendos en el futuro.
El don del tiempo de uno también se puede extender a parientes y amigos. Las personas de mayor edad especialmente aprecian esto. ¿Qué padre anciano prefiere un regalo material a una visita personal de sus hijos? Se necesita muy poco para contribuir a la felicidad de las personas de mayor edad: una visita inesperada; el sorprender con una inesperada llamada telefónica de larga distancia; una carta amorosa. ¿Por qué no probarlo?
Sí, se deriva mucho placer de recibir regalos, especialmente cuando damos a otros sin reservas del corazón, pensando en lo que les beneficiará y les agradará. Como aptamente lo expresó Jesucristo: “Hay más felicidad en dar que la que hay en recibir.”—Hech. 20:35.
[Ilustración de la página 11]
El dedicar algún tiempo a sus hijos es uno de los más valiosos regalos