Apreciando las amígdalas
LA OPERACIÓN que se lleva a cabo con más frecuencia en el cuerpo humano, después de la extracción de los dientes, es la ablación de las amígdalas. La operación, que se llama tonsilectomía, se lleva a cabo en su mayor parte en los niñitos. ¿Es prudente siempre esta operación? ¿Cuál es la función de las amígdalas?
Realmente tenemos varios diferentes juegos de amígdalas. Las dos a las que generalmente se hace referencia con el término “amígdalas” están detrás de la boca precisamente sobre la garganta, debajo de la bóveda palatina y hacia cada lado. A éstas se les llama amígdalas “palatinas” debido a lo cerca que están del paladar.
Las amígdalas a veces se inflaman y se hinchan. Especialmente cuando llegan a estar muy infectadas casi bloquean por completo la garganta, y por eso se ha practicado por mucho tiempo la ablación de las amígdalas infectadas.
Aunque en la actualidad la profesión médica no recomienda la extracción de las amígdalas salvo en casos en que estén seriamente infectadas, los hechos revelan una extensa variedad de actitudes en cuanto a esta práctica. Así, el Journal del 28 de diciembre de 1963 de la Asociación Médica Canadiense hizo notar que, en algunas zonas del Canadá hay hospitales que en un año extraen nueve veces más amígdalas que en otros. Es obvio que esto representa una gran diferencia de opinión en cuanto a las indicaciones de lo aconsejable de extraer las amígdalas.
Ahora se reconoce que las amígdalas protegen el cuerpo de infecciones que de otra manera lo invadirían. Se componen de tejido linfoide, el cual forma los glóbulos blancos que se llaman linfocitos, las células que atacan los gérmenes nocivos al cuerpo. Se está haciendo cada vez más patente que extraer las amígdalas innecesariamente puede ocasionar daño. En consecuencia, se ha descubierto que es mayor la proporción de esclerosis múltiple en las personas a quienes se les han extraído las amígdalas que en sus parientes a quienes no se les han extraído las amígdalas.—Lancet, 18 de diciembre de 1965.
También se ha observado que la proporción de poliomielitis es mayor entre los niños a quienes se les han extraído las amígdalas que entre los niños a los que no se les privó de sus amígdalas. Informando sobre este asunto en Annals of the New York Academy of Sciences (1955), el Dr. R. S. Paffenbarger, Jr., dijo que su investigación “nos lleva a creer que la susceptibilidad a la poliomielitis es acrecentada por la tonsilectomía per se.” Y escribiendo para el American Journal of Hygiene de septiembre de 1959, dio razones adicionales por las cuales el extraer las amígdalas predispone a los niños a las invasiones del virus de la poliomielitis. Apoyando su posición, The Merck Manual (1961) declara que “la evidencia reciente indica que los pacientes en quienes se ha efectuado la tonsilectomía están más predispuestos a desarrollar poliomielitis bulbar que los pacientes que no han sido objetos de tal intervención quirúrgica.”
Tanto en los Estados Unidos como en el Reino Unido la proporción de muertes causadas por las complicaciones que resultan de las tonsilectomías es una en 10.000. Para algunas personas, quizás esto no parezca mucho, aunque en los Estados Unidos asciende a más de 100 al año. Pero es digna de notarse la declaración de una autoridad que dice que “por mucho, más individuos mueren de complicaciones por tonsilectomías que de amígdalas enfermas.”
¿Qué se puede hacer cuando se inflaman las amígdalas? Entre las cosas prescritas están el descanso, compresas calientes o frías alrededor del cuello, una dieta ligera, posiblemente aspirina y/o antibióticos. Las lavativas o purgantes son provechosos, y las gárgaras, los pulverizadores y las pastillas para la garganta pueden calmar el dolor. El Australian Medical Journal del 12 de enero de 1963 habló de una dieta sin leche. Cierto doctor ha estado usando ésta con gran éxito para curar amigdalitis persistente. Pero, ante todo, no se apresure a efectuar la ablación de las amígdalas de sus hijos.