El don del lenguaje
SIN lenguaje, usted no podría leer estas palabras. Sin lenguaje, no podría hablar con otras personas, ni siquiera escribirles una carta.
El lenguaje es el medio por el cual se expresan, o se comunican, sentimientos o pensamientos. La lengua desempeña un papel muy activo en la expresión de los pensamientos, y la palabra española “lenguaje” indica esto, ya que procede del latín lingua, que significa “lengua.” Las palabras hebrea y griega para “lengua” también significan “lenguaje.” El término hebreo para “labio” se usa de manera semejante.
El lenguaje está asociado muy íntimamente con la mente. La mente es la que utiliza los órganos del habla —la garganta, la lengua, los labios y los dientes— como sus instrumentos. Por eso la Encyclopædia Britannica declara: “El pensamiento y las palabras van juntas. Pues el pensamiento, para que sea claro, tiene que apoyarse en nombres [o sustantivos] y las diversas asociaciones de unos con otros. . . . Aunque reservas de poca importancia están justificadas, hay una abrumadora cantidad de evidencia . . . que fortalece el argumento que ya se ha expresado... si no hay palabras, no hay pensamiento.”
Origen del habla
Pero, ¿cómo comenzó una cosa tan valiosa como el lenguaje? Por lo general las enciclopedias dicen que nadie sabe cómo comenzó. Una teoría común es que comenzó hace mucho, mucho tiempo como gruñidos, gemidos y ladridos. Pero, ¿qué indican los hechos?
Entre otras cosas, el conocimiento acerca del lenguaje no se remonta más allá de hace seis mil años. De hecho, el profesor de Antropología y Lingüística G. L. Trager dice: “El conocimiento histórico acerca de los lenguajes existentes solo se remonta a unos cuantos miles de años.”
¿Comenzó realmente el lenguaje con gruñidos y ladridos sencillos? Un artículo en Science Illustrated de julio de 1948 declaró: “Las formas más antiguas de los lenguajes que se conocen hoy eran mucho más difíciles que sus descendientes modernos . . . parece que el hombre no comenzó con un habla sencilla y gradualmente la hizo más compleja, sino más bien que llegó a poseer un habla tremendamente intrincada en alguna parte del pasado no registrado, y gradualmente la simplificó a la forma moderna.”
El Dr. Mason, lingüista, también señala que “la idea de que los ‘salvajes’ hablan con una serie de gruñidos, y no pueden expresar muchos conceptos ‘civilizados,’ está muy equivocada.” Añade que “muchos de los lenguajes de pueblos analfabetos son mucho más complejos que los lenguajes europeos modernos.”—Science News Letter, 3 de septiembre de 1955.
Así es que la evidencia está contra todo origen ‘evolucionista’ del habla o de los lenguajes antiguos.
Del origen del lenguaje, el lexicógrafo Ludwig Koehler escribió: “Ha habido, especialmente en tiempos pasados, mucha especulación en cuanto a cómo el habla humana ‘llegó a existir.’ Hubo escritores que se esforzaron por explorar el ‘lenguaje animal.’ Pues los animales también pueden expresar audiblemente por sonidos y grupos de sonidos sus sentimientos y sensaciones, tal como contentamiento, temor, emoción, cólera, deseo sexual y satisfacción en su realización, y quizás muchas otras cosas. Prescindiendo de lo múltiples que sean estas expresiones [animales] . . . carecen de concepto y pensamiento, el dominio esencial del lenguaje humano.”
Después de mostrar cómo los hombres pueden explorar el aspecto fisiológico del habla humana, Koehler añade: “Pero el entender lo que realmente sucede en el habla, cómo la chispa de la percepción enciende el espíritu del niño, o de la humanidad generalmente, para llegar a ser la palabra hablada, se nos escapa. El habla humana es un secreto; es un don divino, un milagro.”a
Un don divino
Según la Santa Biblia, el hombre fue creado hace unos seis mil años. Ella revela que el primer humano, Adán, fue creado con vocabulario; su lenguaje fue un don divino. En consecuencia, en vez de que Adán aprendiera a hablar imitando a los animales, comenzando con gruñidos y refunfuños, como enseña la evolución, la realidad según se manifiesta en el libro de Génesis es que Adán hizo uso casi inmediato de su facultad del habla al dar nombres a las diversas creaciones animales. Sin el don divino del lenguaje el hombre recién creado no habría podido comprender las instrucciones verbales de su Creador más que los animales irracionales.—Gén. 1:27-30; 2:16-20; 2 Ped. 2:12.
Por eso, aunque solo el hombre entre todas las criaturas de la Tierra tiene la habilidad del habla verdadera, el lenguaje no tuvo su origen en él, sino en su Creador Sapientísimo, Jehová Dios.
Aun antes que apareciera el hombre en la escena universal, el lenguaje había sido utilizado por cantidades incalculables de siglos. Por lo tanto el apóstol cristiano Pablo se refiere por inspiración a las “lenguas de los hombres y de los ángeles.” (1 Cor. 13:1) Aquí, pues, está otro don divino... la ‘lengua de los ángeles.’ Por mucho tiempo el Dios Todopoderoso ha estado hablando a sus criaturas angélicas en su ‘lengua’ y ellas “llevan a cabo su palabra.” (Sal. 103:20) Él y sus hijos espíritus no tienen necesidad de una atmósfera, que hace posible las ondas y vibraciones del sonido necesarias para el habla humana. De modo que el lenguaje angélico obviamente está más allá del concepto o logro humanos. Para hablar a los hombres como mensajeros de Dios, los ángeles por lo tanto tenían que usar lenguaje humano.—Gén. 22:15-18.
Cómo comenzaron a multiplicarse los lenguajes humanos
Hoy los doctos del lenguaje calculan que en la Tierra se usan aproximadamente tres mil lenguajes hablados. Algunos los hablan centenares de millones de personas, otros unos cuantos centenares. ¿Cómo se produjeron todos ésos? Solo la historia bíblica explica el origen de esta diversidad de los lenguajes humanos.
Hasta algún punto después del diluvio global del día de Noé, toda la humanidad “continuaba siendo de un solo lenguaje y de un solo conjunto de palabras.” (Gén. 11:1) La Biblia indica que el lenguaje que más tarde se llamó “hebreo” fue el “un solo lenguaje” original. Precedió a todos los otros lenguajes. Pero esto no significa que todos los otros lenguajes brotaron del hebreo y que están relacionados con él. Entonces, ¿dónde comenzaron los otros lenguajes?
El relato de Génesis indica que parte de la familia humana posdiluviana participó unida en un proyecto que se oponía a la voluntad de Dios. En vez de esparcirse y ‘llenar la tierra,’ querían centralizar la sociedad humana. Se concentraron en un sitio que llegó a conocerse como la llanura de Sinar en Mesopotamia. Evidentemente éste también habría de llegar a ser un centro religioso, con una torre religiosa. (Gén. 9:1; 11:2-4) Sin embargo, el Dios Todopoderoso desbarató su proyecto. Hizo esto al confundir su lenguaje común. Esto imposibilitó todo trabajo coordinado en su proyecto. Resultó en que fueran esparcidos a todas partes de la Tierra.—Gén. 11:6-9.
La evidencia no bíblica disponible está en armonía con este relato. Concerniente al foco principal del cual comenzó el esparcimiento de los lenguajes antiguos, sir Henry Rawlinson, docto en lenguajes orientales, declaró: “Si fuésemos a ser guiados por la mera intersección de senderos lingüísticos, e independientemente de toda referencia al registro bíblico, todavía se nos llevaría a escoger las llanuras de Sinar, como el foco del cual habían irradiado las diversas líneas.”
Modelos de pensamiento cambiados y nuevas gramáticas
Parece que Jehová Dios, cuando confundió milagrosamente el lenguaje humano, no produjo simplemente dialectos del hebreo. Produjo varios lenguajes completamente nuevos, cada uno capaz de expresar el alcance completo del sentimiento y pensamiento humanos.
En consecuencia, los edificadores de la Torre de Babel no continuaron teniendo “un solo conjunto de palabras,” un vocabulario común. Tampoco continuaron teniendo una gramática común o una manera común de expresar la relación entre las palabras. El profesor S. R. Driver dice: “Sin embargo, los lenguajes no solo difieren en gramática y raíces, sino también . . . en la manera en que las ideas se forman en una oración. Razas diferentes no piensan del mismo modo; y en consecuencia las formas que asume la oración en diferentes lenguajes no son las mismas.”
Por consiguiente, lenguajes diferentes requieren diferentes patrones de pensamiento, y por eso al que quiere aprender un nuevo idioma se le hace difícil ‘pensar en el lenguaje.’ Es por eso que también una traducción literal de algo que se ha dicho o escrito en un lenguaje desconocido quizás parezca ilógico, lo cual a menudo hace que algunas personas digan, en realidad: “Pero, ¡eso no tiene sentido!” De manera que parece que cuando el Dios Todopoderoso confundió el habla de los de Babel, primero borró toda memoria de su lenguaje común anterior. Entonces no solo introdujo en la mente de éstos nuevos vocabularios, sino que también cambió los patrones o arreglos de pensamiento, lo cual produjo gramáticas nuevas.
Descubrimos, por ejemplo, que ciertos lenguajes son monosilábicos; es decir, compuestos de palabras de solo una sílaba. El chino es un ejemplo. En contraste, los vocabularios de varios otros idiomas se forman en gran parte por aglutinación; es decir, uniendo palabras colocadas lado a lado. Por ejemplo, la palabra alemana Hausfriedensbruch literalmente significa “casa paz rompimiento.” Más entendiblemente para la mente de habla española, significa “translimitación.” En algunos lenguajes la sintaxis, el orden de las palabras en la oración, es muy importante; en otros importa poco. Por eso, también, algunos lenguajes tienen muchas conjugaciones (o formas verbales) Otros, como el chino, no tienen ninguna. Se podrían citar innumerables diferencias, cada una exigiendo un ajuste de los patrones mentales que a menudo requiere gran esfuerzo.
Familias de lenguajes
El capítulo diez de Génesis contiene lo que comúnmente se llama la “Tabla de las Naciones.” Indica que setenta familias, pueblos o naciones descendieron de los tres hijos de Noé: Jafet, Cam y Sem. En cada caso éstos están agrupados “según sus familias, según sus lenguas, en sus tierras, por sus naciones.”—Gén. 10:5, 20, 31, 32.
Hoy encontramos que la filología, el estudio comparativo de los idiomas, generalmente clasifica los lenguajes en “familias” distintas. Entre las “familias” principales alistadas por los filólogos modernos están: la indoeuropea, la semítica, la camítica, la negroafricana, la sinotibetana, la japonesa y la coreana, la uraloaltaica, la dravidiana y la malayopolinesia. Sin embargo, todavía hay muchos lenguajes que desafían el ser clasificados hoy en día.
Es interesante que el lenguaje “padre” de cada familia principal por lo general no ha sido identificado. Ciertamente no hay ninguna evidencia que señale a algún lenguaje “padre” como fuente de todos los millares de lenguas que se hablan ahora. En cambio la evidencia señala a los muchos lenguajes “padres” que comenzaron en Babel.
Evidentemente los lenguajes originales que resultaron de la acción divina en Babel con el transcurso del tiempo produjeron dialectos relacionados. A menudo estos dialectos se desarrollaron hasta formar lenguajes separados. Aun los descendientes de Sem, que evidentemente no figuraron entre la muchedumbre de Babel, llegaron a hablar, no solo hebreo, sino también arameo, acadio y árabe.
Históricamente, diversos factores han contribuido al cambio en los lenguajes: separación por distancia o barreras geográficas; guerras y conquistas; derrumbe en las comunicaciones; e inmigración por los de otro lenguaje. Debido a esos factores los lenguajes principales de la antigüedad se han fragmentado. Además, ciertas lenguas se han fusionado parcialmente con otras. Algunos lenguajes han desaparecido completamente para ser reemplazados por los lenguajes de los conquistadores que han invadido.
La familia indoeuropea
Dentro de cada una de las familias principales hay muchas subdivisiones o familias más pequeñas. Así, la familia indoeuropea incluye ramas como la germánica (o teutónica), la romance (o latín-romance), la baltoeslava, la indoirania, la griega, la céltica, la albanesa y la armenia.
La mayoría de estas familias más pequeñas, a su vez, tiene varios miembros. Entre los lenguajes romances están, por ejemplo, el francés, el español, el portugués, el italiano y el rumano. La rama germánica abarca el inglés, el alemán, el holandés-flamenco, el danés, el islandés, el noruego y el sueco.
La familia de lenguajes que más extensamente se usa, la de las lenguas indoeuropeas, se habla por aproximadamente el 50 por ciento de la población de la Tierra. Esta familia de lenguajes se llama “indoeuropea” debido a su ubicación, pues se halla en la India y Europa; y se les pone en un solo grupo porque parecen tener un antepasado común, que bien puede haber sido el sánscrito. Estos lenguajes tienen partes del habla claramente definidas, como sustantivos, pronombres, verbos, etc. Y sus palabras se declinan, es decir, se cambian levemente, por lo general en las terminaciones, para mostrar cambios de género, número y caso. También, el hecho de que estos lenguajes tengan ciertas palabras sencillas, como “madre” y “padre,” en común, sugiere un antepasado común. Así, “madre” es mat, en ruso; mater, en latín; mata, en sánscrito; mother, en inglés; meter, en griego; y mutter, en alemán.
De todos los lenguajes indoeuropeos, el griego es, después del sánscrito (que ya no se habla), el más antiguo, y muchos consideran que es el lenguaje más altamente desarrollado así como el más claramente definido.
¿Llegará el tiempo en que cese el uso de una multiplicidad de lenguajes? Bueno, después del diluvio global toda la Tierra era de un solo lenguaje antes de que muchísimos hombres en Babel se opusieran a la voluntad de Dios para la humanidad posdiluviana. Como resultado, su lenguaje fue confundido en Babel. Después del fin de este sistema de cosas, toda la humanidad estará en armonía con Dios. (2 Ped. 3:5-7, 13) Parece razonable que en el nuevo orden de Dios haya un retorno a un solo lenguaje para toda la humanidad. El que haya de ser ese lenguaje la lengua original del hombre, el hebreo, o una combinación del hebreo con los aspectos más deleitables de otros lenguajes o algo diferente, la Biblia no lo considera.
Verdaderamente el don del lenguaje fue uno de los grandes dones de Dios al hombre. Es un tesoro precioso. ¡Cuán bendecidos son los hombres que pueden comunicarse unos con otros por medio de la facultad del habla!
[Nota]
a Journal of Semitic Studies, tomo I, Núm. 1, enero de 1956, pág. 11.