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¡Despertad! 1974
g74 8/3 págs. 16-20

La religión en la política... ¿a qué conduce?

PROBABLEMENTE el lector ha notado en años recientes que las iglesias le han estado dando mucho más énfasis a las cuestiones sociales y políticas. Muchos clérigos alrededor del mundo se están uniendo al movimiento impetuoso de “implicarse.”

Las personas sinceras se preguntan si este es el papel apropiado de la religión. Quizás noten que, superficialmente, la participación en asuntos de la comunidad y en las actividades políticas parece tener buenos motivos. Los titulares noticiosos relatan de clérigos que van a la cárcel y hasta pierden sus vidas en la lucha por una causa social.

Pero, ¿cuál es la verdadera razón de esta creciente actividad política? ¿Es impulsada por la devoción a los ideales cristianos, la fe en Dios y un deseo de ver que se haga Su voluntad en la Tierra? ¿A qué conducirá finalmente? Una reseña de las recientes tendencias políticas en la religión nos será útil para concentrarnos en las respuestas.

El folleto Church and Powers que publicó la Federación Protestante Francesa hace este comentario acerca de la relación histórica de la religión y la política:

“El hecho innegable es que en el campo político, la iglesia organizada con la mayor frecuencia ha sido dirigida, voluntaria o involuntariamente, hacia dos extremos: o ha declarado, algunas veces a la fuerza, su autoridad sobre los poderes políticos, . . . [o] ha aceptado ser el principal agente, cómplice o testigo silencioso de un orden social injusto.”

Sin embargo, el arzobispo católico Marcos G. McGrath de Panamá dice que eso ya no es universalmente cierto: “El viejo concepto de una iglesia como una estructura paralela al poder seglar, y algunas veces identificada con él, está cambiando rápidamente.”

Actualmente, bajo el estandarte de “ayudar a los pobres,” “pertinencia” y “justicia social,” una cantidad cada vez mayor del clero está tomando una nueva dirección. Una crítica política radical y social está reemplazando su tradicional posición progubernamental. Están instando a las masas populares a tomar una parte activa en la política, aun animándolas a hacerlo con los elementos socialistas “izquierdistas.”

Líderes eclesiásticos promueven política

En mayo de 1971, el papa Paulo VI hizo pública una “carta apostólica” de setenta páginas dirigida al cardenal Roy arzobispo de Quebec. Con respecto a la opinión católica de la política, dice:

“Depende de las comunidades cristianas el analizar objetivamente . . . qué selecciones y compromisos serían apropiados para lograr los cambios sociales, políticos y económicos que resulten ser necesarios y frecuentemente urgentes. . . . Es el deber del cristiano el tomar parte en esta investigación y en la organización y vida de la sociedad política.”

¿Qué les está diciendo el papa a sus súbditos? En un artículo de fondo en la primera plana intitulado: “Paulo VI, los cristianos y la política,” el periódico parisiense Le Monde llega a la siguiente conclusión: “No puede haber equivocación; este es un verdadero documento pontificio, cuidadosamente preparado, al que pudiera darse el título de: ‘Los cristianos conducidos a la vida social y política.’”

¿Hasta dónde puede ir un católico sincero para lograr ‘urgentes cambios políticos’? ¿Puede él participar en los movimientos anteriormente condenados, de “izquierda,” los socialistas o comunistas? Frecuentemente éstos son los que más activamente promueven “los cambios sociales, políticos y económicos.” En respuesta la carta continúa diciendo:

“Hoy día, algunos cristianos se sienten atraídos por las tendencias socialistas. . . . [el discernimiento agudo] permitirá a los cristianos ver hasta qué punto se pueden comprometer a seguir ese camino. . . . Uno está obligado a reconocer la posibilidad de una variedad de legítimas selecciones [políticas].”—Le Monde, 15 de mayo de 1971.

Los periódicos italianos izquierdistas, Stampa y Avanti, notaron en esto que el papa Paulo ahora permitía a los católicos cooperar con ciertas formas de socialismo. Gabriel Matagrin, obispo de Grenoble, Francia, fue todavía más allá, declarando: “En ninguna parte declara la carta que es imposible que un cristiano sea comunista o que un comunista sea cristiano.”—Annecy Catholique, octubre de 1971.

Los 136 obispos franceses reunidos en Lourdes en octubre de 1972 prestaron sus voces al creciente coro. De esto salió un largo informe que se tituló “Para una práctica cristiana de la política.” Citando de esto, el periódico católico America muestra la extensión de la participación política que estos obispos recomiendan a los fieles:

“Ciertos imperativos emergen claramente para el que toma seriamente la Palabra de Dios: ‘respeto a los pobres, defensa de los débiles, . . . derrocamiento de los poderes totalitarios.’ El Evangelio no es neutral acerca de esos asuntos, y los que son testigos del Evangelio ‘pueden ser conducidos a intervenciones en asuntos políticos que asombrarán a algunos.’”—18 de noviembre de 1972.

Los clérigos en muchas partes del mundo están adoptando esta opinión del “Evangelio” con fervor. ¿Le “asombra” este informe de la Prensa Unida Internacional?

“En la América Latina la Iglesia Católica Romana sigue sus propias leyes. Y en gran parte de ella, el catolicismo radical y el comunismo del estilo castrista van de la mano bajo el lema: ‘Viva Cristo. Viva Marx.’ . . . Los suyos no son los tradicionales santos de yeso de la devoción católica, sino coléricas figuras de carne y sangre del pasado reciente... Ernesto ‘Che’ Guevara y el Rev. Camilo Torres, un sacerdote guerrillero de Colombia.”—The Jersey Journal, 20 de abril de 1973.

Un informe en la revista Latin America también da muestras de actividad política en puestos encumbrados. Dice que tres arzobispos y diez obispos del nordeste del Brasil con “una reputación de ser ‘izquierdistas’” recientemente dieron a conocer “un ataque mordaz acerca del gobierno y de todas sus obras.” El informe continúa diciendo:

“Tal desenvolvimiento difícilmente podría haber ocurrido, en la opinión de muchos observadores, sin la luz verde del Vaticano . . . Lo que es más, la declaración del 6 de mayo parece mostrar que, en contraste con su política previa, la Iglesia ya no teme pisar la arena política.”—25 de mayo de 1973.

¿Halla difícil relacionar esa actividad con el “Evangelio”? Muchos lo hallan difícil. Sin embargo muchos líderes protestantes también han adoptado una posición parecida para con la política.

Poco después que los obispos católicos se reunieron en Lourdes, la Federación Protestante Francesa celebró su asamblea trienal. Le Monde tituló su largo informe acerca de la reunión: “La política es el quid de las discusiones.” El susodicho folleto, Church and Powers, se usó como base. Con respecto a la perspectiva política de un cristiano el folleto dice:

“Varias tendencias teológicas de conocimiento general entre el público protestante francés, en particular entre los jóvenes, señalan que en vista de la injusticia social reconocida, el amor al prójimo requiere implicarse definitivamente con el mundo, . . . y personal ‘envolvimiento en la política.’”

Este “personal ‘envolvimiento en la política’” puede llegar hasta el punto de una “rebelión revolucionaria,” dicen los líderes protestantes.

De igual parecer, el secretario general del Concilio Mundial de Iglesias, Philip Potter, dijo a los seminaristas y al cuerpo docente de Berkeley, California:

“El papel de la teología es ser un agente de cambio... ¡con un rechazo a ser atrapado por lo que existe! . . . La revolución y la violencia son reconocidamente peligrosas. Pero, ¿no trajo la Pascua la promesa de revolución?”—Examiner de San Francisco, 11 de junio de 1973.

El Concilio Mundial y otras organizaciones protestantes recientemente han sido fuertemente criticados por hacer grandes contribuciones financieras a revolucionarios y “estar obsesionados con asuntos políticos y sociales.”—Times de Nueva York, 29 de agosto de 1973.

Por supuesto, no todos los clérigos y los legos están de acuerdo con las actividades precedentes. Pero el hecho es que la religión tiene una creciente tendencia a la política radical, y los hechos son dignos de notarse.

¿Por qué el cambio?

Como hemos notado, a través de la historia los líderes políticos por lo general podían contar con el total apoyo de los clérigos. Ahora, después de todos estos cientos de años, ¿por qué está cambiando su posición?

Observe lo que la publicación católica America sugiere como una razón. Un artículo reciente se refiere a que “‘se forma una tormenta’ en las iglesias protestantes a medida que los ministros que tienen serias dudas acerca de doctrinas teológicas fundamentales tratan de ocupar a sus feligreses en programas de acción social.” (1 de septiembre de 1973; las letras cursivas son nuestras.) Se da una razón parecida para la actividad política de los católicos: “Muchos sacerdotes y monjas han abandonado su papel como predicadores de un sistema significativo (que se llama ‘el evangelio’), y están buscando ‘pertinencia’ . . . en la actividad política radical, la cual puede (o no puede) ser una consecuencia de la fe, pero ciertamente no es un sustituto de ella.”—28 de octubre de 1972.

Ese es el quid del asunto, ¿no es cierto? “Serias dudas” y falta de fe en la “pertinencia” del evangelio están conduciendo a muchos clérigos a acudir por “significado” a otra parte. Sin fe en el “evangelio” o “buenas nuevas” del reino de Dios para la bendición de la humanidad, creen que la reforma tiene que venir por medios políticos humanos. Escribió Richard J. Mouw, para la revista The Christian Century:

“Dios ha escogido apartar a un pueblo como su instrumento para traer su Reino . . . la redención del mundo es, entre otras cosas, una redención política. . . . La esfera política no es meramente una zona en la que un cristiano puede ser un testigo; es una en la que se nos llama para proclamar el poder liberador del evangelio.”—27 de diciembre de 1972.

Sin embargo el “evangelio” al que se refiere la Biblia es que la Tierra será gobernada por el reino celestial de Dios, no uno terrenal, político establecido por los hombres. (Mat. 9:35; 10:7) Es por eso que Jesús dijo: “Mi Reino no es de este mundo,” y de los que verdaderamente le servían: “Al elegiros os he sacado del mundo.” (Juan 18:36; 15:19, Biblia de Jerusalén, católica) Las palabras de Jesús concuerdan con lo que el profeta Daniel había dicho mucho antes. No hombres, sino “el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas.” En cuanto a si serán los humanos los que estarán a cargo, la profecía inspirada de Daniel dice que “no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos.”—Dan. 2:44.

¿Creen los guías religiosos en la separación del reino celestial de Dios? ¡No! El folleto Church and Powers contradice la clara posición de la Biblia en este asunto diciendo que “estas relaciones [entre la Iglesia y el Estado] se han basado en una interpretación intolerante de las Escrituras que separa a los dos dominios.” ¿Qué ofrecen a las personas sinceras para reemplazar esta llamada “interpretación intolerante de las Escrituras”?

¿No es sencillamente otra clase de política y revolución proyectada por los hombres? Aunque reconocen la futilidad de su anterior derrotero sin fe como el “agente principal, cómplice o testigo silencioso de un orden social injusto,” ¿están acudiendo con fe a Dios? Lo que es aun más importante, ¿están infundiendo en los feligreses sinceros fe en el evangelio acerca del reino de Dios, lo cual es su mayor responsabilidad? El registro contesta llanamente, No.

¿A qué conduce el entremetimiento?

¿Cómo cree usted que los líderes políticos consideran las aventuras militantes de la religión en sus dominios? ¿Pueden los guías religiosos esperar inmunidad del daño meramente porque afirman representar a Dios? Más y más hallan que se les considera como entremetidos políticos y se les trata como tales. El periódico católico Maryknoll se queja:

“Los cristianos comprometidos se están enfrentando a persecución en aumento en la América Latina . . . se les engloba con guerrilleros y comunistas como amenazas subversivas para el poder de gobiernos derechistas. La persecución es por razones políticas más bien que por razones espirituales.”—Febrero de 1973, pág. 47 (las letras cursivas son nuestras).

Varios hasta han perdido sus vidas y las de sus seguidores. Uno de ellos, Nestor Paz, “por último se fue a las colinas con una banda armada de 70 estudiantes” en Bolivia. Fueron “perseguidos y muertos por la milicia del gobierno.”—Examinar de San Francisco, 11 de enero de 1973.

¿Cree usted que esta clase de sufrimiento trae la aprobación de Dios? Observe el principio que declaró el apóstol Pedro: “Si a ustedes los están vituperando por el nombre de Cristo, son felices . . . Sin embargo, que ninguno de ustedes sufra como . . . entremetido en asuntos ajenos.”—1 Ped. 4:14, 15.

Con esto en mente, note el siguiente informe dado por el Times de Nueva York acerca de la reciente controversia por la prueba de la bomba atómica francesa:

“Los militares le dicen a los clérigos que no se metan en los asuntos de Estado, que rindan a César lo que es de César y que continúen dispensando caridad y predicando la fe. . . . Los soldados reprochan a los eclesiásticos por no seguir el recordatorio de Jesús de que ‘Mi reino no es de este mundo.’ Los eclesiásticos castigan a los soldados porque no han reconocido el papel cambiante del clero.”—18 de julio de 1973.

¿A qué conducirá finalmente el derrotero del clero de entremeterse en la política?

¿Qué futuro para la religión en la política?

La Biblia ilustra gráficamente cómo considera Dios las relaciones entre la religión y la política. Se les asemeja a relaciones sexuales ilícitas y se les llama “adúlteras.” (Sant. 4:4) Así es que, apropiadamente, el papel de la religión mundial en la historia se representa en Revelación o Apocalipsis como semejante al de una “célebre Ramera . . . con [quien] fornicaron los reyes de la tierra.”—Apo. Rev. 17:1, 2, BJ.

Pero la Biblia muestra que las cosas van a cambiar para esta ramera. A todos los gobernantes políticos que han puesto sus poderes a disposición de la organización política mundial, la O.N.U. (representada por una “bestia”), se les describe como “diez cuernos” que “son diez reyes . . . Están todos de acuerdo en entregar a la Bestia el poder y la potestad que ellos tienen.” Ya pronto, continúa diciendo la Revelación o Apocalipsis: “Van a aborrecer a la Ramera; la dejarán sola y desnuda, comerán sus carnes y la consumirán por el fuego.” Los que anteriormente disfrutaron de esta ramera verán razones para “aborrecer[la],” desnudándola para que todos vean lo que ella realmente es, y entonces la destruirán.—Apo. Rev. 17:12, 13, 16, BJ.

Ahora la religión mundial se siente segura detrás de su manto de religiosidad. Como señala la Biblia, ella dice: “Estoy sentada como reina, y no soy viuda y no he de conocer el llanto.” No obstante la Biblia también predice: “Por eso, en un solo día llegarán sus plagas . . . Porque poderoso es el Señor Dios que la ha condenado.”—Apo. Rev. 18:7, 8, BJ.

Así es que la intromisión religiosa en la política conduce a la condenación por Dios y a la destrucción repentina por los mismos gobernantes políticos. Y la destrucción predicha vendrá con asombrosa rapidez.

¿Qué pueden hacer los cristianos sinceros para evitar el mismo fin? El Apocalipsis o Revelación no nos deja en duda: “Salid de ella, pueblo mío, no sea que os hagáis cómplices de sus pecados y os alcancen sus plagas.”—Apo. Rev. 18:4, BJ.

Si usted desea sinceramente complacer a Dios en su adoración, entonces ciertamente tendrá que ‘salir’ de la religión que se ha contaminado con la política del mundo. En vez de eso, usted se asociará con “la religión pura e intachable ante Dios Padre,” en la que los cristianos verdaderos ‘se conservan incontaminados del mundo.’ Los testigos de Jehová se complacerán en ayudarlo a hacer esto.—Sant. 1:27, BJ.

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