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¡Despertad! 1976
g76 22/9 págs. 13-20

Sobreviviendo en medio de guerra civil en el Líbano

Según lo relató el corresponsal de “¡Despertad!” en el Líbano

POR meses el Líbano se ha estado tambaleando al borde del derrumbe. El país se parece a un campo de batalla marcado de cicatrices, particularmente su ciudad capital, Beirut. El daño a la propiedad y la pérdida de las rentas públicas ascienden a miles de millones de dólares.

Pero es aún peor la horrible cantidad de víctimas humanas... a principios de la primavera, entre 15.000 y 20.000 individuos habían muerto y miles más fueron heridos en esta guerra que había durado más de un año. Puesto que el Líbano tiene una población de solo un poco más de tres millones de habitantes, ¡esto es comparable a que los Estados Unidos perdieran mucho más de un millón de personas en una guerra civil! ¡Eso sería más del triple de las muertes que los Estados Unidos sufrieron en batallas durante toda la II Guerra Mundial!

Por lo que he observado, muchas personas aquí piensan que esta guerra realmente comenzó el domingo 13 de abril de 1975. En ese día un comando palestino entró al suburbio maronita cristiano de Ain-el-Rummaneh en un autobús. El autobús fue acribillado con fuego de ametralladora, matando a sus aproximadamente treinta ocupantes. Este incidente inició una batalla de casi una semana de duración en Beirut.

Desde entonces la guerra ha sido una serie de batallas, o “asaltos,” como se les ha llegado a llamar, intercalados de treguas... más de treinta de ellas hasta ahora. Esta primavera murieron 2.000 personas, y 4.000 fueron heridas en un período de dos semanas, a medida que la lucha siguió haciéndose más severa. A fines de cada mes ha habido momentos de calma, evidentemente para que se pueda restablecer el orden por suficiente tiempo para que los bancos vuelvan a abrir sus puertas y los guerrilleros puedan recoger su paga.

La religión un factor

Como en Irlanda, ésta es una guerra en que un grupo religioso se enfrenta a otro. En el caso libanés, son los cristianos nominales contra los musulmanes. Allá en 1943, cuando yo solo tenía 13 años de edad, el Líbano obtuvo su independencia de Francia. En ese entonces se decía que los cristianos nominales eran una leve mayoría de la población, y convinieron en que éstos prevalecieran sobre los musulmanes en las ramas legislativas y ejecutivas del gobierno en una proporción de 6 a 5. También convinieron en que el Líbano tuviera un presidente maronita cristiano, un primer ministro sunnita musulmán y un representante del parlamento shiite musulmán.

Pero las circunstancias han cambiado. Ahora hay más musulmanes que cristianos nominales, y ellos creen que en conformidad con eso se deben hacer ajustes en el gobierno. Además, unos 400.000 refugiados palestinos ahora viven en el Líbano, y muchos de éstos están fuertemente armados. Es una situación compleja, en la que varias facciones compiten. Y los repetidos estallidos de violencia han hecho que miles de personas huyan del país.

Mi esposa y yo hemos optado por permanecer para poder participar en llevar el consolador mensaje del reino de Dios al angustiado pueblo libanés. Además de nosotros, hay otros 1.800 testigos de Jehová que están haciendo lo mismo. Nuestra posición completamente neutral ha sido una protección, aunque hay incidentes aislados de Testigos heridos, y hasta muertos.

Una Testigo murió del balazo de un tirador apostado mientras atendía la ropa. Y a otro, que pasó por alto las advertencias de no salir de la casa donde los Testigos se habían reunido, lo mataron al regresar a su hogar. Otros Testigos han sido heridos por balas y granada de metralla, uno por una bayoneta. Pero estamos agradecidos de que esos incidentes hayan sido notablemente raros.

El aspecto religioso de la guerra se ha percibido muy fuertemente, y es quizás el rasgo más atemorizador de todo el conflicto. En zonas donde predominaban los musulmanes, los cristianos nominales fueron sacados de sus hogares a mediados de la noche y muchos de ellos jamás volvieron a ser vistos. Los cristianos nominales hicieron lo mismo con los musulmanes. Pero se sabe que los testigos de Jehová son diferentes.

Pacíficos para con todos

Siempre hemos tratado de comportarnos igual con todos, sean cristianos nominales o musulmanes, aplicando el consejo de la Biblia: “Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, sean pacíficos con todos los hombres.” (Rom. 12:18) En una ocasión miembros de la Liga Maronita visitaron a un Testigo en un esfuerzo por persuadirlo a él y a sus hijos a unirse a los vigilantes y contribuir 300 libras libanesas para municiones.

El Testigo les dijo: “No puedo participar en nada que tenga que ver con guerras. Y además la guerra de ustedes no es la de Dios. De hecho, Dios pronto pondrá fin a todos los hombres con sus armas e introducirá un sistema pacífico bajo el gobierno de Cristo.” Más tarde, cuando las condiciones en la zona mejoraron, el Testigo notó que su posición firme y neutral le había ganado el respeto de sus vecinos.

Esta posición neutral ha obrado repetidamente a favor nuestro. Por ejemplo, cierto atardecer un Testigo se ofreció para llevar a casa a un compañero de trabajo musulmán. Fueron detenidos por hombres armados que iban a matar al Testigo debido a que era cristiano. Pero su compañero musulmán suplicó que le perdonaran la vida, explicando: “Este hombre es diferente de los otros que se hacen llamar cristianos. Es neutral. No se mete en la política.”

Cuando el guerrillero rehusó escuchar, el musulmán dijo: “Si no nos deja en paz, tendrá que matarnos a los dos.” Debido a su súplica sincera, ambos fueron puestos en libertad.

Otro Testigo relata que no tenía alimentos en la casa, y debido a que los hombres armados estaban por todas partes no era seguro aventurarse afuera. Pero entonces un niño musulmán de una aldea cercana se apareció en su casa. “Mis padres,” dijo él, “le envían este pan. Y si necesita cualquier otra cosa, díganoslo por favor. Estamos listos para conseguírselo.”

Se extiende la reputación de los Testigos

En el norte del país hay una aldea “cristiana” que está rodeada de aldeas musulmanas. En esta aldea hay dos congregaciones de testigos de Jehová. Cuando los musulmanes atacaron la aldea y llegaron a la casa donde se habían reunido los Testigos, se les dijo a los guerrilleros: “Somos testigos de Jehová. No tenemos armas y somos totalmente neutrales. Aquí están nuestras casas, hagan con ellas lo que les parezca.” Los guerrilleros quedaron muy sorprendidos y prometieron no hacerles daño.

En una aldea que visité más tarde, hasta el sacerdote católico se había armado con una ametralladora. Se ejerció mucha presión sobre los Testigos para que abandonaran su posición neutral y también para que se armaran contra un posible ataque. Debido a que no lo hicieron, un dirigente derechista dijo: “¡Cuando esta guerra termine dirigiremos nuestra atención contra ustedes!” Sin embargo, ¿qué sucedió cuando comenzó el ataque el 20 de enero de 1976?

Los defensores regulares de la aldea huyeron. El sacerdote se deshizo de su arma y se escondió. Otros aldeanos que se habían armado trataron de ocultar sus armas; aun otros arrojaron las suyas. Un dirigente derechista trató de dar su arma a un Testigo, diciendo: “Se sabe que los testigos de Jehová no tienen armas.”

Además, muchas personas buscaron refugio en los hogares de los Testigos. ¡En uno de sus hogares se reunieron más de sesenta personas! Después que un Testigo hizo una oración pidiendo la protección de Jehová, la hija de un dirigente político dijo: “Ahora me siento tranquila, porque Jehová es el Dios que puede proteger.” Aunque hombres armados entraron en la casa y se robaron algunas cosas de valor, nadie sufrió daño.

En el hogar de otro Testigo se reunieron unas cincuenta personas. El superintendente presidente de los testigos de Jehová en ese lugar informa: “Oí a un vecino musulmán decirles a los hombres armados, ‘No toquen esta casa. Son estudiantes de la Biblia, diferentes de los otros.’ Más tarde, sin embargo, aparecieron los guerrilleros. Pero yo había abierto todas las puertas a propósito. Así es que cuando llamaron contesté rápidamente, invitándolos a entrar. Hablé bondadosamente y sin vacilar, explicando que éramos testigos de Jehová. Al no hallar armas, se fueron.” Todos los hogares en el vecindario fueron saqueados excepto éste.

En la ciudad norteña de Trípoli los choques entre las facciones en pugna fueron extremadamente violentos. Cientos de tiendas y casas fueron saqueadas y quemadas, incluso las de mis hermanos carnales. Era particularmente peligroso para los cristianos, así es que un vecino musulmán le dijo a un Testigo: “Esta gente no sabe que ustedes son testigos de Jehová. Así es que díganos lo que necesitan y nosotros se lo conseguiremos.”

Escapando

De vez en cuando la lucha se hizo tan intensa que el huir parecía ser el único derrotero prudente. Una Testigo de Trípoli informó que de treinta a cuarenta guerrilleros detuvieron en las afueras de la ciudad los cuatro autos en los que estaban huyendo ella y otros Testigos. Ella reconoció a algunos de los guerrilleros, conociéndolos por nombre. Así es que estos hombres hablaron a favor de los Testigos. Más tarde, uno de ellos le dijo: “Dios estuvo con ustedes. Los hubiéramos hecho trizas.”

Algunos se vieron obligados a huir de sus hogares en varias ocasiones puesto que la lucha se hizo muy intensa. Un Testigo que vive en un suburbio de Beirut nos relata acerca de una de sus escapadas durante las primeras horas de la mañana del 27 de octubre:

“Descubrimos que estábamos rodeados. Por la ventana del frente vi a guerrilleros, y por la ventana de atrás vi a una facción rival. Ninguno de los dos grupos se había percatado del otro, pero yo sabía que pronto lo harían. Así es que inmediatamente mi esposa y yo nos echamos al suelo, escapando a las balas que pronto empezaron a disparar.

“Afortunadamente ninguno de los guerrilleros entró en nuestra casa. No sabemos por qué, pero le damos gracias a Jehová Dios de que no lo hayan hecho. Aproximadamente a las 9:30 de la mañana, cuando los disparos no eran tan intensos, un vecino, evidentemente sin saber lo que estaba ocurriendo, llegó en su auto. Precisamente entonces comenzó de nuevo un fuerte tiroteo. Abrí la puerta rápidamente y él se unió a nosotros en el suelo.

“Cuando hubo otro momento de calma en la lucha, decidimos escapar. Corrimos hacia su auto, y aunque hubo algunos disparos mientras huíamos, no fuimos heridos. Yo había vendido mi auto unos pocos días antes, así es que me pareció que este hombre, quien nos proveyó un medio de escape, había sido enviado por el cielo.”

A menudo ocurren cosas extrañas en medio de esta guerra extraña. Un Testigo informa acerca del siguiente episodio durante un feroz intercambio de tiros en un suburbio de Beirut el 10 de diciembre: “Para nuestra sorpresa oímos a alguien gritar por medio de un altavoz pidiendo que ambos bandos dejaran de disparar. El orador estaba diciendo: ‘Somos hermanos, dejen de luchar.’

“Miramos y vimos a un oficial del ejército desarmado acompañado de un sacerdote. A medida que caminaban calle abajo, muchos de los luchadores bajaron de sus fortalezas y se unieron a la marcha a favor de una tregua. Hubo un alto al fuego. La gente salió a sus balcones a acoger la paz. Pero después de solo tres horas la lucha comenzó de nuevo.”

La batalla reanudada duró muchos días, y había familias de Testigos en el mismo centro de la zona. Finalmente pudieron huir. Sus hogares quedaron acribillados pero ninguno de ellos fue herido.

Siempre tenemos nuestro equipaje preparado para estar listos en caso de tener que huir rápidamente. Pero solo en una ocasión hemos huido personalmente a un lugar más seguro. Nos quedamos allí cuatro días, y entonces regresamos cuando las condiciones parecían haber mejorado. Regresamos principalmente porque queríamos estar con nuestra congregación cristiana.

Más tarde, el lugar al que habíamos ido por ser más seguro se convirtió en un campo de batalla. Una amiga nuestra que vive allí cuenta lo que sucedió en la mañana de un lunes de diciembre. “A las 11 de la mañana una enorme explosión sacudió la casa. Mi esposo llamó a nuestros hijos y a mí y nos dijo: ‘Nos salvamos milagrosamente. Agradezcamos a Jehová que todavía estamos vivos.’ Y todos nos unimos a él en oración.

“Después que se aquietó la lucha, abrimos nuestra puerta principal y vimos nuestro pórtico cubierto de vidrios rotos y granada de metralla. ¡El proyectil de mortero había caído cerca del dormitorio donde, durante la noche, habíamos estado durmiendo todos! Nuestras camas estaban cubiertas de yeso, vidrio y granada de metralla. Si el proyectil hubiera caído cuando estábamos durmiendo, seguramente hubiéramos sido gravemente heridos, o muertos.”

La familia de la central en peligro

Estábamos interesados en nuestros compañeros cristianos que vivían en la sucursal de los testigos de Jehová en un sector musulmán de Beirut. Antes de mudarse de allí a un lugar más seguro fuera de la ciudad, la familia de la central tuvo algunas experiencias atemorizadoras. Un miembro de la familia describe de este modo las condiciones del 6 de febrero:

“Por alrededor de un mes ni siquiera nos molestábamos en ir a la cama en nuestras habitaciones. Cuando era hora de dormir poníamos los colchones en la pequeña entrada, ya que ésta era la habitación más segura de la casa. Todos nos acurrucábamos allí y dormíamos con la ropa puesta, puesto que nunca sabíamos lo que podía suceder de noche. Cuando pasó esa fase de la lucha, los derechistas trataron de apoderarse de los edificios estratégicos en nuestro lado de la ciudad.

“Entonces vino la verdadera lucha en las calles, de calle en calle y de casa en casa. Parecía que los derechistas venían por la calle frente a nosotros y los izquierdistas por la trasera, así es que decidimos evacuar. Sin embargo, no había modo de salir completamente fuera de la zona, pero había casas más seguras, así es que fuimos al hogar de un Testigo a poco más de un kilómetro y medio calle arriba de donde estábamos. Permanecimos allí por dos semanas y entonces pudimos volver a casa.”

Una noche fue especialmente horripilante para la familia de la central. Fue la noche en que el centro comercial principal de Beirut fue incendiado, y el sector alrededor de la casa de la sucursal también fue señalado para la destrucción. Los Testigos en la sucursal dan algunos de los detalles:

“Alrededor de las 10:30 de la noche nos hizo sobresaltar el estallido del fuego de ametralladoras en frente mismo de nuestra casa. Al mirar dos miembros de nuestra familia desde el pórtico, vieron a cinco o seis guerrilleros salir del hotel que está directamente frente a nosotros... entonces, repentinamente, una fuerte explosión. ¡Qué estruendo cuando siete pisos de ventanas de vidrio y puertas descendieron en añicos ante nosotros!

“Entonces incendiaron tienda tras tienda, y los guerrilleros en sus vehículos iban y venían enfrente de las tiendas añadiendo combustible a las llamas, asegurándose de que se quemaran. Disparaban a cualquiera que trataba de apagar los fuegos. El cielo nocturno estaba rojo por todas las llamaradas.

“Mientras observábamos los incendios desde uno de los dormitorios traseros nos sacudió otra explosión. Corrimos hacia el frente de la casa y vimos que una bomba había estallado en una tienda de comestibles en nuestro edificio. ¡Se había incendiado nuestro propio edificio! Lo que más nos preocupaba era una habitación en la que se almacenaba gasolina en el edificio. Si el fuego la alcanzaba, probablemente derrumbaría nuestro edificio y también al que lindaba con el nuestro. Todos los vecinos de la calle cooperaron y pudimos apagar el fuego antes que hiciera mucho daño.”

Bloqueo de calles y secuestros

Cuando se producía un alto en la lucha, la ciudad todavía seguía paralizada por los bloqueos móviles de calles, secuestros y tiradores apostados. Varios autos cargados de guerrilleros aparecían súbitamente en las calles, bloqueando el tráfico, y sacaban a la gente de sus autos. Los peatones, también, eran secuestrados en las mismas aceras de la ciudad. Un miembro de la familia de la central de los testigos de Jehová informa:

“Observamos muchos de los secuestros desde la ventana de nuestra casa. Levantaban barricadas volantes enfrente de nuestra esquina y los guerrilleros comenzaban a secuestrar a gente inocente. Lo terrible de esto es que muchos de los que fueron secuestrados no regresaron jamás. Unos cuantos Testigos fueron secuestrados y algunos fueron golpeados, pero a ninguno le sucedió ningún daño serio.”

Otro miembro de la familia de la central relata la experiencia que tuvo: “Después de una de las muchas treguas, la radio del gobierno anunció que los caminos eran seguros. Así es que ese sábado por la mañana fui a la oficina de correos en el centro, puesto que parte de mi trabajo en la oficina de la sucursal era verificar el buzón de correos. Llegué a salvo a la oficina de correos, pero allí oí hablar acerca de que estaban secuestrando a la gente en las mismísimas calles que tendría que usar para mi viaje de regreso.

“Le pregunté a un policía acerca del camino más seguro para regresar a casa. Me contestó: ‘No lo sé. Pudiera decirle de un camino que ahora es seguro, pero quizás no lo sea dentro de cinco minutos.’ Esos bloqueos móviles de calles se armaban rápidamente y se cambiaban de un lugar a otro.

“Así es que decidí seguir el tráfico. En el camino eludí dos bloqueos dando vuelta y bajando por calles de una sola dirección en el sentido contrario. ¡Al día siguiente leí que muchos de los secuestrados y asesinados estuvieron en las mismas calles que yo había tomado! Aquel día se llegó a llamar ‘Sábado Negro,’ porque en él cientos de personas fueron secuestradas o muertas en el acto.”

En circunstancias como ésas cada viaje encierra un peligro... y el sobrevivir es un asunto inmediato. Una misionera de los testigos de Jehová relata lo que sucedió al acompañar a una mujer que había huido de su casa y regresaba para recoger algunas de sus pertenencias. “Al bajar del auto alquilado, el portero del edificio vecino se nos acercó furtivamente y murmuró en un tono bajo: ‘No se queden en la zona; va a haber dificultad.’

“Así es que rápidamente terminamos nuestro quehacer, y regresamos al auto con las rodillas temblando. Al llegar a la esquina, vi a un joven, con su rostro de un raro color rojo. Pasó el pensamiento por mi mente: ‘Pobrecito, se debe haber quemado gravemente.’ Entonces volví a mirar, y comprendí que tenía puesta sobre la cara una media de mujer de color. ¡Y no estaba solo!

“Había otros con las mismas horribles coberturas de cabeza. ¿Era un bloqueo de calle? ¡Quedé paralizada! Nadie en el auto habló. El conductor guió tan velozmente como le fue posible pero sus manos estaban temblando. Pasamos entre los guerrilleros y fue tal como si no nos vieran. Exhalamos un suspiro de alivio cuando llegamos a nuestro alojamiento.”

Reuniones cristianas y predicación

Durante la guerra hemos podido celebrar nuestras reuniones cristianas en grupos pequeños, y hasta hemos tenido el programa de nuestra asamblea de circuito. A menudo las reuniones se abren y cierran, por decirlo así, con fuego de ametralladoras. De hecho, a veces podemos oír el ruido de las armas de fuego, mortero y otras explosiones durante toda la reunión, a veces bastante cerca. ¡Una vez al regresar de una reunión doblamos en una calle a oscuras y nos topamos frente a frente con dos ametralladoras! Seguimos caminando, pero casi muertos del miedo.

Además, hemos estado participando con regularidad en nuestra obra de predicar, mostrando a otros las consoladoras nuevas bíblicas de que el reino de Dios pronto no solo solucionará los problemas libaneses, sino también los del resto de la humanidad. Al principio vacilábamos en salir fuera de la casa, pero pronto lo hicimos como algo corriente, tomando las precauciones que podíamos y confiando en la protección de Jehová Dios. Y hemos tenido muchas evidencias de esa protección.

Otros Testigos viven conmigo en mi casa en un suburbio de Beirut. Una vez, mientras yo estaba afuera, la esposa de un ministro viajante que vive con nosotros estaba en el balcón tendiendo la ropa. De casualidad miró hacia abajo, y precisamente debajo había dos jóvenes agazapados con ametralladoras. Se echó para atrás y salió corriendo hacia el frente de la casa, alcanzando a mi esposa precisamente antes que ella saliera de la casa para ir a la obra de predicar. Si hubiera salido en ese momento, hubiera quedado atrapada en medio de un fuego cruzado.

Como otro ejemplo: Mi esposa y yo teníamos un estudio bíblico con una familia de once no lejos de nuestra casa. ¡Al día siguiente después de uno de nuestros estudios un cohete entró por el techo y estalló en la mismísima habitación en la que nos habíamos reunido la noche anterior! Sin embargo, triste es decirlo, dos niños estaban jugando en el techo; uno murió y el otro sufrió una lesión.

Siempre hemos podido conseguir nuestra literatura bíblica. ¿Cómo? Bueno, en esos momentos de calma en la lucha a fin de mes, los cuales permiten a los guerrilleros recoger su paga, nos han permitido transportar nuestra literatura.

Por supuesto, hay peligro en hacer esto, pero en esta actividad, también, hemos sentido la protección de Jehová Dios. En una ocasión se detuvo un embarque en un punto de verificación musulmán. Los guerrilleros preguntaron: “¿Qué son esos libros?”

El superintendente viajante, que estaba transportando ese embarque, explicó “Estos libros tratan del Evangelio.” Los hombres armados dijeron: “Imshi, Maa Salami,” es decir: “Vaya en paz.”

Visitas de ministros viajantes

También hemos estado recibiendo con regularidad las edificantes visitas de nuestros ministros viajantes, o superintendentes de circuito, como se les llama. Uno de ellos me explicó:

“Debido a lo continuo e intenso de la lucha, ha sido muy difícil tener toda una semana de actividad regular con cada congregación. A menudo voy a una congregación, y tan pronto como la lucha se atenúa un poco, los ancianos rápidamente congregan a los hermanos y celebramos todas nuestras reuniones de una vez.

“Recuerdo una vez que estaba sirviendo a un grupo de Testigos en las montañas. Mi visita siguiente iba a ser a una congregación en Beirut que estaba situada en una zona de intensa lucha. Así es que se decidió que los Testigos de Beirut vinieran a las montañas para la visita de su superintendente de circuito. Esto se tenía que planear con sumo cuidado, porque solo había un camino abierto desde Beirut hasta las montañas; los otros estaban cerrados debido a la presencia de los guerrilleros.

“Los ancianos de la congregación asignaron una hora fija para que cada familia llegara a nuestro lugar de reunión. Ese domingo por la mañana, de un modo muy ordenado, los Testigos de la ciudad comenzaron a llegar. ¡Qué espectáculo maravilloso fue ver a más de sesenta concurrentes! La reunión comenzó a las 9 de la mañana y duró hasta las 2 de la tarde, y los hermanos y las hermanas querían más. Algunos no se habían visto unos a otros desde hacía mucho, así es que fue muy conmovedor verlos saludarse unos a otros. Nos causó pena separarlos, sin embargo tuvimos que animarlos a partir y regresar a sus hogares antes que se hiciera oscuro y se cerrara el camino.

“A menudo tuvimos escapes milagrosos. Una vez al visitar a otra congregación en una comunidad musulmana, pudimos percibir el peligro en el ambiente. Así es que acortamos la reunión para dar a todos la oportunidad de volver a casa antes que se pusiera demasiado oscuro. La familia con la que estaba alojado y yo mismo fuimos los últimos en irnos. Incidentalmente, la semana anterior, se habían llevado a cabo muchas atrocidades en esa misma zona.

“Cuando llegó nuestro turno de irnos, ya había oscurecido. Así es que, al dirigirnos a casa, nos sentíamos intranquilos. Éramos los únicos en el camino, y podíamos oír el eco de cada paso que dábamos. Nos sentíamos como si nos estuvieran mirando desde toda dirección. Cuanto más nos acercábamos a casa, más apresurábamos nuestro paso. Al dar la última vuelta, súbitamente oímos voces que nos gritaban que nos detuviéramos.

“Temiendo que nos pudieran disparar, obedecimos inmediatamente, preguntando: ‘¿Se refieren a nosotros?’ ‘Sí,’ dijeron, y nos ordenaron que los siguiéramos. Eran tres jóvenes con ametralladoras y con sus caras cubiertas.

“En realidad ni nos miraron de cerca, sino sencillamente nos dijeron que fuéramos con ellos. Lo hicimos, con las rodillas temblorosas, y con oraciones a Jehová Dios en nuestro corazón. Mientras seguíamos caminando detrás de ellos, la madre de la familia a la que acompañaba le dijo unas cuantas palabras a su hijo. En eso, de súbito, uno de los hombres armados se dio vuelta. Había reconocido su voz y se dio cuenta de que ella era una vecina. Prontamente se disculpó, y le dijo que habían pensado que nosotros éramos extraños que habíamos venido a espiar el vecindario. Pero puesto que ella era de la zona, ellos le aconsejaron ir rápidamente a casa, lo que, por supuesto, hicimos.”

Confianza en el futuro

Al escribir esto, continúa la lucha a pesar de las treguas. Los secuestros, los asesinatos, los saqueos y otros crímenes se cometen con desenfreno. Un informe noticioso declaró: “Los musulmanes a la izquierda y los cristianos a la derecha viven y mueren por las armas. . . . El aborrecimiento entre cristianos y musulmanes es profundo. La sed de venganza es fuerte. Un retorno presto a cualquier cosa que se parezca a la normalidad es improbable.”

El derrumbe de la ley y el orden ha contribuido a debilitar las normas morales. Por ejemplo, los guerrilleros le pusieron sitio a un campamento militar y lo tomaron. El campamento tenía un economato con alimentos, ropa y otros artículos. Cuando los que estaban en la zona vieron lo que había sucedido, se unieron al saqueo.

Una familia de testigos de Jehová fue animada a participar, pero rehusaron. Esto asombró a los vecinos. De hecho, no lo podían creer, así es que les trajeron cosas a los Testigos desde el campamento militar. Sin embargo, rechazaron la oferta, explicando que el tomar esas cosas significaría violar sus conciencias entrenadas por la Biblia.—Heb. 13:18.

Sí, una cosa es segura, los testigos de Jehová en el Líbano se adhieren firmemente a un derrotero de verdadera integridad cristiana y completa neutralidad. Y seguiremos compartiendo con todo el pueblo libanés el mensaje consolador de que el reino de Dios pronto eliminará toda razón para entristecerse al introducir un nuevo sistema justo. El servir como embajadores de ese reino nos ha ayudado a sobrevivir en medio de guerra civil en el Líbano.—2 Cor. 5:20.

[Comentario de la página 14]

“El aspecto religioso de la guerra se ha percibido muy fuertemente.”

[Comentario de la página 15]

“El sacerdote se deshizo de su arma y se escondió.”

[Comentario de la página 16]

“La gente salió a sus balcones a acoger la paz.”

[Comentario de la página 18]

“Observamos muchos de los secuestros desde la ventana de nuestra casa.”

[Comentario de la página 19]

‘Al día siguiente después de un estudio un cohete estalló en la mismísima habitación en la que nos habíamos reunido.’

[Comentarios de la página 17]

“Entonces vino la verdadera lucha en las calles.”

“¡Siete pisos de ventanas de vidrio y puertas descendieron en añicos ante nosotros!”

[Comentarios de la página 20]

“Pudimos percibir el peligro en el ambiente.”

“El aborrecimiento entre cristianos y musulmanes es profundo.”

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