La felicidad, tema descollante de la graduación
ENTRE los que se graduaban había un matrimonio que había venido desde Australia de las regiones muy alejadas de las poblaciones donde habían servido entre los aborígenes; dos matrimonios de Alemania; un matrimonio de Dinamarca y otro del Canadá; también un joven de Marruecos. Los demás eran de los Estados Unidos.
No solo eran de diferentes países, sino que eran diferentes las circunstancias rodeantes de las que habían venido y también sus antecedentes. Un estudiante había estado en el negocio de relaciones públicas. Otro había sido guitarrista de concierto conocido internacionalmente. Otro en un tiempo había sido artista cuya música de rock se grababa.
¿Qué tenían todos ellos en común? Bueno, se contaban entre los graduandos felices de la clase 61 de la Escuela Bíblica de Galaad de la Watchtower. Los ejercicios se celebraron el 5 de septiembre de 1976 en el Salón de Asambleas de los Testigos de Jehová en Queens, ciudad de Nueva York. ¡Y qué gozosa ocasión fue! En realidad, fue la culminación de casi una semana entera de actividades felices.
Los estudiantes pasaron el martes y miércoles tomando sus exámenes finales. ¡Qué gusto y descanso sintieron una vez que éstos terminaron! Felizmente, cada uno de los estudiantes mereció un diploma. El punto sobresaliente del miércoles fue una comida especial en reconocimiento de la graduación, y disfrutaron de ella junto con otros 1.800 individuos de la familia Betel, miembros del personal de la oficina central de los testigos de Jehová en Brooklyn. En esa ocasión cuatro de los estudiantes representaron a la clase al dirigir la palabra a los comensales. Uno contó que habían disfrutado y sacado gran provecho de la escuela y que les impresionó aprender que la felicidad proviene de ayudar a otros a conocer a Jehová Dios. Otro expresó aprecio por haber aprendido que la verdadera satisfacción resulta de hacer lo que uno sabe que debe hacer. Todavía otro mencionó cuánto disfrutaron de la bondad fraternal que les habían extendido los miembros de la familia Betel.
Durante todo el día del jueves se hallaron ocupados en los ensayos finales de su programa para la graduación, los cuales ensayos fueron presenciados por una cantidad considerable de personas a quienes no les sería posible asistir al programa mismo de la graduación, así como también por unos sesenta músicos que habían grabado la música para los dramas bíblicos que los estudiantes presentarían. El viernes todos los estudiantes fueron llevados en automóviles a las granjas de la Watchtower, donde se verificó un programa especial. Empezó a las 8:30 de la mañana, y los primeros participantes fueron tres miembros del Cuerpo Gobernante de los testigos de Jehová, cuyas palabras de exhortación fueron excelentes.
Se les recordó a los estudiantes cuánto tenían en común con Abrahán, Rut y Pablo, que dejaron a familias y amistades para servir a Dios en países del extranjero. También se les amonestó vigorosamente a continuar en sus asignaciones, a adherirse lealmente al sitio donde les tocara servir. También fue muy edificante el tema que se desarrolló acerca de que si se acercan a Dios, Dios se acercará a ellos.—Sant. 4:8.
Entonces los estudiantes presentaron un excelente programa musical en que se hizo resaltar la música de guitarra y el canto, después del cual pusieron en escena dos dramas bíblicos: El primero dio énfasis a la importancia de la oración personal según lo aclaran las experiencias del rey Ezequías. El segundo hizo entender claramente la importancia de que nuestro servicio a Jehová Dios sea de toda alma, tal como amonestaron el gobernador Nehemías y el profeta Malaquías. (Mal. 1:12-14; 3:10) Así los estudiantes disfrutaron de un programa que duró cuatro horas durante las cuales dieron y también recibieron.
Entonces ellos, junto con su auditorio, que incluía a más de 600 miembros de la familia de las granjas Watchtower y 400 convidados, disfrutaron de una excelente comida y asociación con muchos amigos. Después de esto los estudiantes tuvieron el placer de recorrer las granjas.
El domingo a las diez de la mañana en el Salón de Asambleas, después de una canción y oración de apertura, el presidente fijó la felicidad como tema de la graduación cuando hizo notar que este ciertamente era un día feliz para los misioneros a punto de graduarse y que todos los demás presentes se sentían felices con ellos. Se oyó hablar a varios oradores, ocho para ser exactos. Todos dieron consejo bíblico muy práctico, y la felicidad fue el tema que se oyó mencionar periódicamente. Así, se les dijo a los graduandos que, con la ayuda de la sabiduría obtenida de la Palabra de Dios, podrían sentirse felices aun cuando se enfrentaran a pruebas. El dejar que Dios dirija su vida en vez de querer hacer su propia voluntad resultará para ellos en satisfacción, contentamiento y felicidad.—Sant. 1:2-4.
También fue un pensamiento feliz el considerar que, de los dos millones de alabadores de Jehová Dios por todo el mundo, estos veintiséis graduandos tenían el privilegio especial en este tiempo de recibir entrenamiento misional con la perspectiva de servicio misional. Otro motivo para sentirse felices es el hecho de que nada puede separar a Dios de sus siervos verdaderos. (Rom. 8:35-39) La ocasión se hizo aún más gozosa cuando se leyeron mensajes de felicitación.
Se sonó una nota feliz de índole más ligera cuando otro orador sacó una lección de la carta que una niña de ocho años de edad le había enviado a la Sociedad Watch Tower en la cual adjuntó un dólar para ayudar a imprimir más revistas bíblicas. En su carta dijo: “Me gustan mucho los bonitos cuadros en La Atalaya . . . Sigan con el buen trabajo, hermanos . . . Tenemos que portarnos bien porque a Jehová y a papá no les gusta que pasemos el tiempo en tonterías. Amor. M. W.” También fueron de índole más ligera los comentarios de otro conferenciante que, basado en su propia experiencia, contó como un sentido de humor le ayuda a uno en su asignación misional cuando tiene que hacerle frente a condiciones primitivas de saneamiento y un abastecimiento de agua que abunde en larvas de mosquito.
Otro conferenciante recalcó la parte que desempeña la felicidad en la vida del misionero y les dijo: ‘El que ustedes permanezcan en su asignación dependerá en gran manera de si están felices o no. La felicidad es una de las mayores paradojas. Puede crecer en cualquier terreno, vivir en toda condición; proviene del interior. La felicidad es el ardor reflejado de un corazón que está en paz con sí mismo porque la persona sabe que la vida que lleva es de la clase correcta. Busquen la felicidad por medio de limitar sus deseos, por medio de aceptar de buen ánimo toda situación; no se empeñen tanto en hacer lo que les gusta, sino en gustarles lo que hacen. Para lograr la felicidad, cultiven una relación estrecha con Jehová Dios; asóciense con su pueblo feliz; den de ustedes mismos a otros.’—Hech. 20:35.
También dio motivo para sentirse felices lo que relató otro orador acerca de misioneros que habían continuado fieles en sus asignaciones hasta la muerte, a pesar de las condiciones circundantes o su salud. Entre éstos hubo uno en cuyo funeral los seis portadores del féretro eran jóvenes con quienes él había tenido estudios bíblicos y quienes no solo se pusieron de parte de Jehová y su reino, sino que emprendieron el servicio de tiempo cabal en la oficina principal de los Testigos en el Japón.
De todo esto constó el programa de la mañana. El domingo por la tarde más de dos mil concurrentes presenciaron con deleite el mismo programa que los estudiantes habían presentado en las granjas Watchtower. Entonces un cántico de alabanza y una oración de gracias a Jehová Dios terminaron el programa en una nota espiritual excelente y edificante. Había sido un día sumamente feliz para todos los que asistieron a la graduación.