El dilema ante los solteros
SE BUSCA ESPOSO—Busco un hombre interesado en casarse, amoroso, de buena disposición, buen proveedor, de 27 a 40 años de edad, sírvase enviar foto. Sincera y solitaria. Núm. 312456
Aunque son pocas las personas que han puesto un anuncio de “se busca” como el de arriba, son muchos los que pueden compadecerse de la situación penosa descrita aquí. De maneras más sutiles, ellos también han “anunciado,” y han hallado que el buscar un cónyuge en el mundo actual a menudo puede ser un proceso complejo que causa frustración.
Elena, una mujer solitaria, que tenía más de treinta años de edad, habla del punto de desesperación que ella alcanzó: “No había nadie con quien realmente podía hablar. Dejé de comer y me ponía a llorar sin motivo alguno. Y no podía desahogarme con nadie porque mis sentimientos eran tan intensos que me avergonzaba. . . . Creo que la gente ha renunciado a toda esperanza de que yo me case.”—Post de Nueva York.
Hay miles de hombres y mujeres en la misma situación que Elena y, aunque están preocupados, por lo general no han estudiado el porqué de sus circunstancias. Frecuentemente no se percatan de los estudios sociológicos que señalan al hecho de que se hace cada vez más difícil hallar un buen cónyuge. Ignoran el hecho de que esta investigación culpa a tales factores como la tremenda mudanza de la población de la vida rural a la vida urbana y la acompañante “revolución moral” que ha hecho asunto problemático casi todo aspecto de la relación entre hombres y mujeres.
No obstante, casi todos se percatan del rápido aumento en el número de matrimonios que fracasan a lo cual se refiere cortésmente como “divorcio.” Saben que hoy día muchas personas abandonan cruel y abruptamente a un amante en pro de otro. Se dan cuenta de que el diluvio de consejo que reciben es contradictorio y también se dan cuenta de que sus amigos solteros tienen maneras totalmente diferentes de abordar la búsqueda de un compañero. Perciben la confusión.
¿Hay alguna manera de arreglar las cosas, alguna solución a todo esto? La selección de un cónyuge es un asunto de naturaleza intensamente personal, pero, ¿hay pautas o principios por los cuales puedan guiarse tanto los jóvenes como los de más edad? ¿Hay peligros definitivos que deben evitarse?
Haciéndole frente a los ‘mitos matrimoniales’
Naturalmente, difieren mucho las circunstancias y necesidades de una viuda con hijos pequeños, un hombre divorciado de más edad y un adulto joven. Pero las personas solteras de toda edad se enfrentan a ciertos “mitos” populares acerca del matrimonio que les complican en gran manera el asunto. El investigar el valor de algunos de estos mitos debe ayudar a eliminar parte de la confusión.
Un mito común es que los ‘opuestos se atraen,’ que alguien que es muy diferente de usted agregará interés al emparejamiento matrimonial. Hay, por supuesto, mucha curiosidad acerca de alguien de un ambiente, religión o nacionalidad que está en contraste con la de uno. No obstante, el estudio científico realizado hasta la fecha indica abrumadoramente que estas uniones tienen una incidencia de divorcio mucho más alta. Por ejemplo, en su libro Marital Breakdown, el Dr. Dominian hace notar que ‘la conclusión de los estudios principales parece indicar que hay más peligro de que sufran desplome los matrimonios entre personas de diferentes religiones.’
¿Se le hace difícil creer esto? Bueno, ¿no le dice el sentido común que sus amigos son personas interesadas en las mismas cosas que le interesan a usted? ¿Cómo le irá si vive con alguien que constantemente tira en la dirección opuesta o que desdeña las cosas de que usted disfruta? La Biblia, en el capítulo dos de Génesis, dice que la creación de la mujer tenía como propósito el serle un “ayudante” al hombre. Ahora bien, si usted y su ayudante han de llevarse en felicidad y armonía, ¿no deben los dos tener intereses, metas y normas morales parecidas?
Realmente, mientras más convenga una pareja en lo que ambos comúnmente consideran ser los aspectos más importantes de la vida, más tranquila y agradable será su vida diaria. Lo que es diferente quizás cause excitación inicialmente pero después de un breve período puede convertirse en una fuente de tensión.
En cuanto a otros mitos relacionados con el matrimonio, sin duda el mayor número de éstos tiene que ver con el “enamorarse con ciega pasión.” Se ha referido a esta clase de atracción como “tonta admiración,” el idealizar a una persona a quien uno realmente no conoce. El mito del ‘primero y único amor,’ y el mito de ‘amor a primera vista,’ ambos son síntomas de esta clase de enamoramiento con ciega pasión.
Cuando se busca a un cónyuge en términos de un Sr. Correcto o una Srta. Perfecta, se abriga la esperanza de que de repente se presentará un consorte ‘a la medida.’ Por supuesto, es natural que una persona sea atraída inicialmente a algunas personas más que a otras... su apariencia y modo de ser así como la disposición de uno en ese momento, todo tiene que ver con ello. Lo que hace muy peligroso esto es el asignarle a este individuo las cualidades místicas del Príncipe Encantador o Princesa Encantadora, rápidamente formando un anhelo por esa persona, y luego esperando ‘vivir felizmente para siempre después.’
Pero, puede que alguien diga, aunque eso pudiera ser el caso al principio, seguramente con el tiempo, al progresar el cortejo, la persona perdida verá a la ‘persona verdadera.’ Tristemente, esto no siempre es cierto. Ese enamoramiento con ciega pasión puede continuar hasta el matrimonio. ¿Cómo? Cuando una relación está tan emocionalmente “cargada” desde el mismo principio, a menudo lleva a una relación muy física. Las personas enamoradas así a menudo allanan sus diferencias con pasión por medio de acariciarse. El resultado desastroso es que dos personas que apenas se conocen entran en el lazo más íntimo de la vida.
“La idea de que en alguna parte del universo a cada individuo le espera su ‘primero y único amor’ está profundamente arraigada en la ficción y tradición,” dice el libro Making the Most of Marriage. Sigue diciendo: “Un punto de vista más práctico es que la persona bien ajustada puede casarse con cualquiera de varias personas y ser feliz, mientras que no hay nadie con quien la persona mal ajustada e infeliz pueda tener éxito en el matrimonio.” Parece que esta declaración es apoyada por el hecho de que viudas y viudos que con el tiempo han vuelto a casarse han hallado felicidad.
¿“Anormal” la soltería?
Infortunadamente, algunos mitos relacionados con el matrimonio les imponen mucha presión a los solteros. Dos de estos mitos, apoyados a menudo por parientes y amigos, son que ‘algo no marcha bien con la persona que no se casa’ y que ‘mejor es tener alguno que ninguno.’ Así dichos como éstos proclaman que la soltería es inherentemente mala. Al individuo se le hace sentir “anormal” o, tal vez, hasta latentemente homosexual.
El que una persona necesite casarse y no lo haga porque teme el matrimonio, es una cosa. El que un soltero o una soltera simplemente reconozca que no necesita casarse es un asunto enteramente diferente. El educador Dr. Henry Bowman dice: “Si [un individuo] cree que el permanecer soltero es la manera de lograr mayor felicidad en la vida, él [o ella] sin falta debe permanecer soltero. . . . Hay solteras y solteros bien ajustados; hay ‘solteronas’ y ‘solterones’ casados.”
Sí, en vez de dejar que el temor de ser soltero impela a uno a contraer un matrimonio no deseado, cuánto mejor es reconocer lo que el sabio maestro Jesucristo sabía acerca de la gente. Él dijo que algunos tienen el “don” o la habilidad de ser felices al permanecer solteros, y animó a los cristianos que tienen este “don” a retenerlo firmemente y usarlo al servir a Dios.—Mat. 19:10-12.
Un mito es una fantasía, una mentira popular. Y ciertamente podemos ver que el seguir cualquiera de los mitos que hemos considerado aumentaría la confusión de la persona que esté considerando la cuestión de matrimonio y soltería. Sin embargo, muchos jóvenes modernos nos dirían que no hay nada que temer de ninguna fantasía. Ellos dicen: Den rienda suelta a sus emociones. No se preocupen por cualquier error que cometan. Más bien, cohabiten por un tiempo y entonces si ‘se quedan enamorados,’ cásense. Bueno, pues, ¿es el “matrimonio de prueba” un modo de salir del dilema o solo es otro mito?
“Matrimonio de prueba”... ¿una solución satisfaciente?
Por supuesto, no hay nada nuevo en la idea de que dos personas vivan juntamente sin primero casarse. Lo nuevo es la cantidad de personas que lo hacen abiertamente. En los Estados Unidos, un informe gubernamental indicó que entre 1960 y 1970 las parejas no casadas aumentaron por 700 por ciento. Los informes más recientes muestran un aumento aún mayor.
Además del conflicto obvio que esto presenta a la conciencia cristiana, se hace la pregunta: ¿Están disfrutando de “matrimonio” estas parejas? ¿Los saca de la confusión esta cohabitación, y los introduce en una relación significativa y permanente?
La verdad es que, aunque algunas parejas no casadas viven juntamente durante toda su vida, por lo general estas relaciones ilícitas son de corta duración. Los frutos son tan amargos y a menudo tan emocionalmente desastrosos como el divorcio. ¿Por qué?
Refleje sinceramente por un momento. ¿Qué clase de relación es una relación en la que se considera de más valor ‘la libertad de partir’ que el realmente comprometerse el uno al otro? Aunque una es emocional y trascendental; ha llevado ‘tomando’ egoístamente, sino que están ‘compartiendo’ el placer, ¿es razonable dar algo tan precioso e íntimo sin haberse comprometido?
Una definición de “prueba” es “experimento.” ¿Le conviene a alguien un matrimonio experimental? Después de todo, no estamos hablando de compartir una prenda de vestir. Si se rompe en dos o se descarta, uno simplemente va y compra otra prenda. Pero el ‘tejido cicatrizado’ producido por una relación íntima que se rompe es emocional y trascendental; ha llevado a algunos individuos al punto de suicidio.
Aun las parejas que realmente se quieren se enfrentan a un problema que sacude las emociones: inseguridad. Como le contestó una pareja no casada al pariente que les preguntó por qué habían optado por casarse en ese entonces: “Porque queremos hacerlo... queremos estar comprometidos.”
Pero, ¿qué hay acerca del argumento de que ‘uno realmente no sabe de seguro lo que será el matrimonio con aquella persona hasta que lo haya probado’? Un autor hizo notar prudentemente lo siguiente acerca de parejas no casadas: “No se puede hacer la prueba del ajuste matrimonial en el estado de soltero. Los que tratan de hacer esa prueba, aun cuando parece tener éxito, no han probado que pueden vivir juntos felizmente en el matrimonio.” Y los que han vivido en una relación sexual sin casarse con varias otras personas no entran en una nueva relación con acrecentado discernimiento. Por lo poco que han aprendido, el precio emocional los ha dejado menos capacitados para enfrentarse a problemas, menos dispuestos a dar de sí mismos y menos dispuestos a confiar.
Por supuesto, la virtud anticuada de “dominio de sí mismo” no es popular hoy día. Se le considera represivo, inhibitorio, perjudicial a la personalidad. No obstante, en respuesta a la pregunta: “¿Es peligrosa la restricción sexual?” el libro Marriage for Moderns declara: “El dominio sexual antes del matrimonio está preñado de menos riesgos fisiológicos, sicológicos y sociales que la gratificación sexual.”
Se ve pues que el “matrimonio de prueba,” lo mismo que los otros mitos relacionados con el matrimonio, es un fundamento peligroso e inestable sobre el cual tratar de edificar. “Bueno,” alguien pudiera razonar, “eso me ayuda a conocer algunos puntos de vista que debo evitar, pero, ¿no quedan algunos principios ‘positivos’? ¿Cómo puedo saber si estoy preparado para el matrimonio? ¿Cómo puedo escoger a un cónyuge prudentemente?”
Estas preguntas difíciles no tienen respuestas sencillas que puedan repetirse cual lemas. Sin embargo, sí existen pautas fidedignas para el bien de los que tienen la perspicacia de apegarse al refrán que dice: “Antes que te cases mira lo que haces.” Examinemos estas pautas en el artículo siguiente.