El mayor puerto interno de Europa
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Alemania Occidental
CUANDO mi esposa y yo nos despedimos de nuestros amigos en una hermosa sección en el sur de Alemania, nos preguntaron: “¿A dónde van?” Les explicamos que íbamos a un lugar a orillas del Rin, en la vecindad de Duisburgo. “¡Oh,” exclamaron nuestros amigos, “van a donde chispea y humea!”
Todo el que haya visitado a Duisburgo entiende lo que ellos querían decir. Durante el día, nubes de humo salen de las inmensas chimeneas y oscurecen el cielo. De noche, los altos hornos hacen que los cielos tengan una apariencia de rojo ardiente.
Pero en vez de dejar que esto nos desanimara, nos decidimos a ir y explorar. Nos enteramos de que Duisburgo tiene el mayor puerto interno de Europa. Sus muelles se extienden por una distancia de 43 kilómetros y hay 22 lugares para cargar y descargar. Este es un puerto importante. Durante 1974, 68 millones de toneladas métricas de mercancías fueron cargadas y descargadas aquí. En contraste, durante el mismo período el mayor puerto de mar de Hamburgo se encargó de solo 57 millones de toneladas métricas.
Una ubicación idónea
Una cosa que contribuye a la importancia de este puerto interno es su ubicación idónea. Los altos hornos de algunos de los mayores productores de hierro y acero del mundo están situados en Duisburgo. Las inmediaciones contienen ricos depósitos de carbón bituminoso. Y dentro de los límites de la ciudad hay un taller de cobre grande y varias fábricas de productos químicos. La concentración de industrias a lo largo de esta parte del río Rin y su ramal cercano, el Ruhr, hizo necesario un puerto eficaz.
El hecho de que Duisburgo está vinculada con un canal navegable internacional y con Alemania Oriental por medio de canales hace más valiosa su ubicación como puerto. De hecho, con la ayuda del canal Rin-Main-Danubio es posible llegar hasta al mar Negro. Los buques llegan a Duisburgo desde Francia, España, Inglaterra, Escandinavia, Polonia, Rusia y otros países.
Echando una ojeada
Habiéndonos preparado con alguna información básica, nos decidimos a salir en un viaje de turismo y ver este puerto interno tan extenso. Escogimos un asiento en la cubierta superior del barco de paseo para poder ver todo sin impedimento.
Justamente después de partir de la orilla, la silueta del tremendo complejo industrial de esta zona captó nuestra atención. Dentro de poco apareció un taller grande de cobre en el cual se industrializa anualmente más de un millón de toneladas métricas de materia prima. Enseguida nuestra atención fue dirigida a una fábrica de productos químicos que ha estado funcionando por más de un siglo. Aquí la contaminación se hizo verdaderamente molesta. Suspendidas en el aire había nubes de escape amarillas parduscas. Un polvo rojo caía de continuo como lluvia de la atmósfera contaminada, cubriendo toda la vecindad. Aunque se han gastado grandes cantidades de dinero en filtros de aire y otros medios para reducir la contaminación, se ve que estos esfuerzos ciertamente no han resultado adecuados.
Por fin llegamos a Schwanentor, la parte más antigua del puerto de Duisburgo. Allí vimos los tremendos silos de un puerto de granos que fue construido en 1840. Entonces nos volvimos y nos dirigimos de nuevo al Rin. Había mucho más que ver.
Dentro de poco, nuestro barco pasó por un puerto petrolero que tiene 600 tanques inmensos. Había unos buques de Rotterdam anclados cerca de la estación donde están las bombas, esperando para descargar su abastecimiento de petróleo en bruto. Al otro lado hay un puerto de chatarra. Aquí se halla la mayor prensa hidráulica para chatarra de Europa. Este aparato, con la fuerza de unos 360 kilos por centímetro cuadrado, maja y une los fragmentos de chatarra y hace de ellos bultos que entonces son usados para producir acero. En esas montañas de chatarra había muchas carrocerías. Nos preguntamos: “¿Cuándo vendrá a parar nuestro automóvil aquí?”
El aire se hizo cada vez más pesado y oscuro, y pronto descubrimos por qué. Nuestro barco de paseo iba pasando grúas y bandas transportadoras que se usan para el carbón. Es interesante que esta atmósfera no parece tener muy mal efecto en las gaviotas blancas que se ven aleteando de continuo de un lugar a otro. No solo hallan su alimento en las aguas verdes grisáceas del puerto, sino que también se mantienen asombrosamente limpias a pesar de la atmósfera ennegrecida.
Remolcadores viejos y nuevos
El puerto se hizo más ancho y pudimos ver grupos de remolcadores. En el pasado, los remolcadores tiraban los lanchones detrás de ellos, pero hoy día los empujan. De este modo un remolcador puede mover seis lanchones grandes unidos unos a otros. La escena nos recuerda una estación de clasificación de los ferrocarriles. Estos “remolcadores empujadores” emplean dos equipos de obreros para poder trabajar de día y de noche.
Sin embargo, de vez en cuando veíamos remolcadores más viejos. Las cajas de flores que adornaban los antepechos de las ventanas de sus cabinas, la ropa lavada agitada en las cuerdas por la brisa y los rincones de recreo cercados de alambrado nos recordaron que todavía hay vida de familia en las aguas del puerto de Duisburgo.
Hasta tuvimos la oportunidad de subir a bordo de un antiguo remolcador de ruedas de paleta. Este barco impelido por vapor actualmente sirve como museo flotante de navegación. Tiene 75 metros de longitud y dos chimeneas negras que se elevan casi 9 metros hacia el cielo. Más o menos en medio del barco el tambor de buen tamaño en su exterior hizo patente el hecho de que estábamos a bordo de una antigualla. Dentro del buque había una exhibición de muchas piezas históricas, entre ellas modelos de barcos antiguos, leyes que antes regulaban el tráfico fluvial y hasta un facsímile de una antigua ancla romana hecha de madera.
¿Piensa usted visitar a Alemania? Si va a las cercanías de Duisburgo, hallará que valdrá la pena hacer lo que nosotros hicimos... hacer un viaje de placer por el mayor puerto interno de Europa.