Enfrentándose a la amenaza del abuso del alcohol
EN LO que respecta al abuso del alcohol, “más vale precaver que tener que lamentar.” Es muchísimo mejor no llegar a depender del alcohol que hacerlo y entonces tener que enfrentarse a las consecuencias.
Ese “precaver” debe empezar en la niñez. Los jóvenes deben aprender de sus padres el modo correcto de ver el alcohol. Los padres ejercen tremenda influencia en su prole por lo que dicen y hacen. Cuando mantienen su propio beber bien dentro de los límites de la moderación, sus hijos no crecen pensando que el beber habitual y excesivo es cosa normal para los adultos.
Cuando —y si— los padres deciden que un hijo o hija es de edad suficiente para tomar una bebida alcohólica de vez en cuando (teniendo en cuenta las leyes locales), entonces se les debe explicar detenidamente por qué es necesario ejercer cuidado. La persona joven es muy inexperta, su cuerpo es más pequeño y no está acostumbrado al alcohol, de modo que no le es tan fácil beber sin malos efectos.
La prevención para los adultos
La prevención es el proceder más sagaz para los adultos, también. Deben reconocer el alcohol por lo que es: una bebida que puede añadir cierta cantidad de gozo, pero cuando se abusa de ella, puede convertirse en una amenaza mortífera.
Si usted es anfitrión en una reunión social, no hay por qué pensar que las bebidas alcohólicas tienen que ofrecerse sin límite. Deben ofrecerse con moderación, si es que opta por ofrecerlas. Ofrezca también algunas bebidas no alcohólicas, y no haga que un invitado se sienta incómodo si escoge una de estas bebidas. Y si un convidado toma una bebida o dos, el anfitrión prudente tendrá cuidado de no seguir ofreciendo bebidas indefinidamente. No trate de obligar a los convidados a beber, como, por ejemplo, llenando sus vasos sea que quieran otra bebida o no.
Cuando usted es el convidado, no piense que tiene que seguir bebiendo simplemente porque sigan sirviendo bebidas alcohólicas. Si el anfitrión insiste en ofrecerle bebidas, usted puede rehusarlas cortésmente y decir algo como: “He llegado a mi límite,” o: “Nada más esta vez.” Si, a pesar de haber dicho eso, el anfitrión le sirve la bebida de todos modos, usted no está obligado a beberla. Deje que su “No” signifique “No.” El buen anfitrión debe reconocer esto.
Especialmente debe ejercer cuidado el anfitrión más tarde por la noche cuando los invitados tienen que ir a casa en automóvil. El seguir ofreciendo bebidas muy de noche, o el dar a un invitado “un trago más antes que te vayas,” no es un acto de bondad. Puede costarle la vida... y la vida de víctimas inocentes.
La cantidad de personas que conducen automóviles bajo la influencia de alcohol aumenta muy de noche. Por eso, si usted conduce durante esas horas, proceda con gran cuidado. Esto es especialmente cierto durante los fines de semana o días de fiesta, cuando la gente tiende a beber más de lo debido.
Además, cuando conduzca, no insista en que usted técnicamente “tiene el derecho de paso.” A menudo la gente que está bajo la influencia del alcohol pasa por alto las reglas de los caminos. Tenga presente que aproximadamente la mitad de las personas que han muerto en accidentes automovilísticos tenían “el derecho.” No eran la persona culpable del accidente. Pero de todos modos murieron.
En cuanto a la prevención, el año pasado el general comandante de las tropas estadounidenses en Europa adoptó un ejemplo de ella en grande escala. Notificó a sus oficiales: “Están bien enterados de que en el ejército de los EE. UU. aquí en Europa el abuso del alcohol ha alcanzado tales proporciones que hay que unir fuerzas y atacar este problema directamente.” A fin de ‘despojar el uso del alcohol del énfasis y glorificación que se le da,’ el general ordenó la abolición de la “Hora feliz” que se observaba en los clubes militares por toda Europa. Este era un período de aproximadamente dos horas temprano por la noche, un día a la semana, cuando se vendían las bebidas a mitad de precio. Hizo la cancelación con la mira de desanimar el abuso del alcohol.
Cómo ayudar al cuerpo
También es útil saber lo que el cuerpo hace con el alcohol. Así la persona que bebe podrá entender mejor cómo evitar el abusar de su cuerpo.
En el cuerpo las bebidas alcohólicas no son sometidas a precisamente la misma elaboración que la mayoría de los alimentos. Casi todos los alimentos son oxidados en diferentes etapas, primero en el estómago y en el intestino delgado. Esto permite que la corriente sanguínea absorba las sustancias nutrientes del alimento y las distribuya a todas partes del cuerpo. Pero el estómago y el intestino delgado absorben el alcohol sin hacerle casi ningún cambio a su forma. Entonces la sangre lo transporta al hígado.
El hígado oxida el alcohol a un paso fijo. Cuando recibe más del que puede atender, envía el sobrante a la corriente sanguínea sin haber sido oxidado. La sangre lo transporta al corazón que lo impulsa a través del sistema circulatorio y así llega a otras partes del cuerpo. Con el tiempo vuelve al hígado, que acepta otra porción y la oxida, despachando el resto. Sigue este procedimiento hasta que todo queda completamente oxidado.
Cuando en vez de “tragarse” las bebidas, se sorben lentamente, sean éstas de alto contenido alcohólico, cerveza o vino, entonces se le hace más fácil al hígado tratar con el alcohol. Lo está recibiendo en cantidades de las que se puede encargar. Solo devolverá una cantidad relativamente pequeña a la corriente sanguínea sin ser oxidada.
No hay manera en que el bebedor de término medio pueda acelerar el proceso de oxidación del hígado. El beber café negro, tomar duchas frías, o respirar profundamente aire fresco no aceleran el proceso. La mejor manera de ayudar al cuerpo es tomar solo unas cuantas bebidas, tomarlas lentamente y espaciarlas a través de un período. Esto es cierto no solo del whisky, sino de otras bebidas, ya que una lata de cerveza o un vaso de vino contienen más o menos la misma cantidad de alcohol que un trago de whisky.
Los que tienen problema con el beber
Pero, ¿qué hay si el beber ya se ha convertido en un problema grave? ¿Qué puede hacer una persona para ayudarse? ¿Qué pueden hacer otros?
La persona que tiene un problema con el beber debe encararse con la realidad de que ha dejado que el alcohol lo meta en dificultad. No debe engañarse pensando que puede dejar de beber en cualquier momento que opte por hacerlo. En el caso de demasiados alcohólicos esta ilusión persiste a la vez que continúan bebiendo hasta que dañan su salud, sufren alteración mental, o mueren de su beber.
El primer paso que debe dar el que tiene un problema con el beber es confesar que tiene dicho problema para que se le pueda ayudar. Si no hace eso, hay poca probabilidad de que trate con el problema a tiempo. Pero en la mayoría de los casos, los alcohólicos rehúsan reconocer o confesar su alcoholismo. El proceso mental que los llevó a hacerse alcohólicos impide que hagan algo acerca de ello. Por eso las familias y amigos del que se halla en esta situación deben tratar de ayudarlo.
¿Se puede contar con las agencias oficiales para que se encarguen del problema? Por supuesto, hay una variedad de organismos en diferentes países que pueden prestar ayuda. Pero note lo que dice World Health: “Hasta la fecha han sido pocos los países que han dado pasos para responder adecuadamente a los problemas relacionados con el abuso del alcohol. Se consideraría tristemente censurable el que hubiese semejante inacción en el caso de una enfermedad infecciosa que causara tan tremendos estragos, y cualquier problema de ‘drogas’ de dimensiones parecidas ciertamente causaría alarma.”
¿A qué se debe esto? El World Health contesta: “Para muchísimos países [el alcohol] es la droga acepta, acariciada, y literalmente reverenciada, la predilecta de la sociedad. . . . El alcohol es diversión, hospitalidad, amistad, fiesta, un tónico instantáneo para los nervios, virilidad, aventura, celebración, la bebida que cierra el trato favorable, risa, esnobismo y sacramento. ¿Qué haríamos sin él? ¿Cómo puede realmente amenazar nuestra salud? A cualquiera que exprese un punto de vista contrario se le considera como un aguafiestas.”
No obstante, como esta publicación explica, el abuso del alcohol amenaza en gran manera la salud, felicidad y la vida misma. Pero no se debe dar por sentado que alguna agencia va a encargarse del problema.
Tampoco debe pensar uno que se puede permitir que el alcoholismo se desarrolle y luego sanarlo por algún tratamiento médico. No hay “cura” médica para el alcoholismo. Aunque varias cosas pueden ser provechosas, como el mejorar la dieta y la nutrición, el corregir la poca cantidad de azúcar en la sangre, medicación y hospitalización, se necesita más. El problema básico todavía está en la mente y corazón del individuo.
El alcohólico que solo ha tenido tratamiento “clínico” y en cuyo caso la motivación y otros factores similares no han recibido la debida atención, casi siempre vuelve al alcoholismo. Los principales factores en el recobro son: tratamiento temprano, el sincero deseo y determinación del paciente de mejorar, y la ayuda de sus allegados.
Aunque algunos siquíatras creen que el considerar los problemas del alcohólico con él o ella y explicarle lo que el alcohol está haciendo a su cuerpo ayudará a convencer a la persona de que debe dejar de beber, el Dr. Benjamin Kissin de Nueva York declara: “No lo he hallado muy satisfactorio aquí en la clínica. No es suficiente.” Añade: “Tratamos de cambiar el patrón de la vida.”
No hay duda de que es esencial cambiar el patrón de la vida. También lo es el descontinuar las asociaciones insalubres, abandonando a los que realmente no son amigos sino que contribuyen a su alcoholismo. Pero, ¿de dónde puede venir motivación tan poderosa para ayudar a uno a cambiar por completo el patrón de su vida?
La ayuda más poderosa
Se ha demostrado que hay una fuente de ayuda que es más poderosa que todas las otras. Ha ayudado a muchos a conseguir la motivación correcta, la correcta actitud de mente y corazón. Es la fuente más poderosa de todo el universo, el Dios Todopoderoso mismo.
Jehová Dios creó al hombre. Él sabe la mejor manera en que el hombre puede resolver sus problemas, y cómo puede habérselas mejor con sus presiones y emociones. Por eso, cuando uno acude a esa fuente en busca de ayuda, se pone en vías de recibir absolutamente la mejor ayuda posible.
Una manera en que esta ayuda viene es por medio del excelente consejo que se halla en el libro del cual Dios es el autor y que él dio como guía para la humanidad, es decir, su Palabra, la Santa Biblia. La Biblia nos explica por qué la vida está tan llena de problemas y también nos informa acerca de la maravillosa solución que Dios nos ha prometido. Nos dice que Dios se propone poner fin al actual mundo insatisfactorio y lleno de dificultades. Lo reemplazará con un justo nuevo orden, un paraíso en la Tierra, libre de todas las cosas malas que hoy son tan comunes. (Luc. 23:43; Rev. 21:4, 5) De modo que el aprender acerca del propósito de la vida y lo que el futuro encierra sirve de incentivo verdaderamente poderoso para ‘cambiar el patrón de la vida.’
La Biblia muestra que individuos que habían sido borrachos abandonaron la práctica cuando adquirieron un conocimiento exacto de los propósitos de Dios. Menciona a borrachos junto con fornicadores, idólatras, ladrones y otros, y entonces dice: “Sin embargo eso es lo que algunos de ustedes eran. Mas ustedes han sido lavados, mas ustedes han sido santificados, mas ustedes han sido declarados justos.”—1 Cor. 6:9-11.
Puesto que es definitivamente posible vencer el alcoholismo, la Biblia aconseja: “Desnúdense de la vieja personalidad con sus prácticas, y vístanse de la nueva personalidad, que va haciéndose nueva en conocimiento exacto según la imagen de Aquel que la creó.” (Col. 3:9, 10) Ese conocimiento exacto contenido en la Palabra de Dios puede proveer la motivación necesaria para cambiar el patrón de la vida.
Hay otra cosa. Cuando es sincero el deseo de vencer el abuso del alcohol, se puede acudir a Dios y pedir como ayuda una medida de Su poder. La poderosa fuerza activa de Dios, su espíritu santo, se le facilitará sin más que pedirla. Jesucristo dijo: “Sigan pidiendo, y se les dará; sigan buscando, y hallarán; sigan tocando, y se les abrirá. . . . ¡[así] dará el Padre en el cielo espíritu santo a los que le piden!”—Luc. 11:1-13.
De los muchos ejemplos que hay se presenta solamente éste acerca de un hombre de un país sudamericano que estaba arruinando su vida con el alcoholismo. Se emborrachaba con frecuencia, perdía buenos empleos, despilfarraba su dinero y había empobrecido a su familia. A menudo se emborrachaba y pasaba varios días “de jarana” y venía a parar en la cárcel. Vez tras vez amenazaba a su esposa con violencia. Y ella se desquitaba de varias maneras, entre ellas el amenazar con abandonarlo y llevarse a sus tres hijos.
Pero entonces la esposa empezó a estudiar la Biblia con un testigo de Jehová. En la Palabra de Dios aprendió la mejor manera en que una esposa puede comportarse con su marido, aunque éste sea alcohólico. Empezó a tratarlo mejor. Con el tiempo, él notó esto y quiso saber qué pudo efectuar tan excelentes mejoras en ella. De modo que él también empezó a estudiar la Biblia. A medida que aprendía más, dependía cada vez menos de su beber.
Entonces convino en someterse a tratamiento médico por su alcoholismo. Pero no terminó el tratamiento. ¿Por qué? Dijo que debido a lo que había aprendido, ya tenía suficiente fuerza de voluntad para dejar de beber. Y es verdad que la tenía, pues abandonó el hábito por completo. También cambió su asociación al dejar de participar en las tertulias de beber que sus anteriores amigos todavía celebraban.
Como resultado, toda su vida mejoró. Su vida de familia se hizo mucho más feliz, disfrutó de mejores relaciones con otros, pudo mantener su empleo y tuvo con qué conseguir mejor alojamiento. Lo que es de verdadero interés en este caso es que él no atribuyó su recobro al tratamiento médico, sino a la determinación que pudo conseguir con la ayuda de la Biblia, la oración, y el apoyo de su esposa y asociados edificantes.
Y éste no es un caso aislado. Muchos han tenido experiencias parecidas en diferentes partes del mundo que muestran que sí se puede vencer el alcoholismo.
Sin embargo, una vez que el individuo haya vencido su hábito y ya no dependa del alcohol, tiene que ejercer mucho cuidado. Para la mayoría de los que han sido alcohólicos, el mejor consejo respecto a las bebidas alcohólicas es: ¡No tome! Casi todas las autoridades convienen en que el mejor proceder para los ex alcohólicos es el abstenerse por completo del alcohol. Es relativamente pequeño el porcentaje que puede recobrar dominio de sí mismo a tal grado que pueda beber moderadamente y no volver al abuso del alcohol. Pero la mayoría de los demás no pueden hacerlo.
Se ve, pues, que aunque las bebidas alcohólicas pueden añadir cierto placer a la vida, deberían manejarse como se maneja un explosivo: con tremendo cuidado. De otro modo, la “explosión” creará problemas tan severos que hasta la vida puede ser destruida.
[Ilustración de la página 15]
Conozca su límite; si el anfitrión insiste en ofrecerle bebidas, rehúse cortésmente