La alfalfa, forraje maravilloso
EL AROMA dulce y cálido de la alfalfa acabada de segar se extiende sobre los campos. ¿Un aroma cálido? Pues, sí, cuando usted camina bajo la brillante luz del sol a través del rastrojo de heno, la tierra negra y blanda de Minnesota es caliente a los pies, la brisa es caliente, y así, uno asocia el calor aun con el olor del heno.
El tema del heno no me es de especial agrado. Lo asocio con “abejas laboriosas,” trabajo duro y vacas hambrientas que vociferaban a la vez que sacudían la cola. En relación con el heno, mi memoria se remonta hasta los días de mi niñez en el este de Tennessee donde se segaba el trébol con una segadora de ruidos extraños de la cual tiraban las mulas. El vagón del heno venía y, entre gruñidos y suspiros, levantábamos los montones de heno con la horquilla para echarlos en la armazón para el heno.
Siempre habían porfías sobre quién viajaría en el vagón porque allá arriba era más fácil amontonar el heno en montículos que levantarlo en el aire para echarlo dentro del vagón. La única ocasión en que satisfacíamos nuestra venganza era cuando, sin darnos cuenta, cogíamos una serpiente junto con el heno en la horquilla, y ésta se deslizaba sobre la pierna del conductor. Aun me vienen recuerdos de cómo el conductor con un aullido chirriante saltaba del vagón, sin importar que el salto fuera de unos tres metros.
Pero eso fue hace mucho tiempo y a gran distancia. Aquí en Minnesota mi cuñado, Quen, compra, vende y cultiva heno desde hace ya treinta años. Pero no hay mula ni vagones ni horquillas a la vista. Aquí la esponjosa alfalfa verde ondula como el mar sobre el horizonte que se extiende por 41 hectáreas. Allá a los lejos, de una gigantesca segadora roja sale una hilera de abundante heno verde.
Forraje completo
Mi cuñado me informa que “la alfalfa produce más proteína por hectárea que cualquiera de las otras 25 cosechas que por lo general se cultivan en los Estados Unidos para forraje y granos.” Debido a vivir tan apartados, es la primera vez en todos estos años que lo visito mientras él está trabajando en el heno. Caminábamos entre una hilera de heno y la siembra de alfalfa que aún no ha sido cortada. El sembrado alcanza la altura de nuestras rodillas, es exuberante, pero sensitiva a la brisa, con flores violáceas semejantes a estrellas dispersas aquí y allá.
“Preferimos cortarla antes de que ocurra el florecimiento,” explica él. Entonces, arranca un buen mazo de alfalfa con las manos. “Ahora mismo los tallos son pequeños y las hojas están tiernas. En esta etapa la alfalfa es alrededor de 40 por ciento más nutritiva, una tercera parte más digerible, y tiene menos de la mitad de la fibra cruda que tendrá algunos días después cuando esté en pleno florecimiento y los tallos se endurezcan.”
Continúa su conversación diciendo: “Mientras más tierno y verde está el heno, más comerán de él las vacas, y más leche producirán. O” —metiendo la punta del zapato bajo la hilera de heno y arrojando al aire un montón de alfalfa— “cuando un granjero alimenta el ganado vacuno con una ración de 40 por ciento de alfalfa junto con forraje de maíz el ganado crece mejor y más rápido; y ocho libras de alfalfa se convierten en una libra de carne.”
Es una revelación escucharlo exponer tan autoritativamente los méritos y gloria de la alfalfa. “En algunas zonas se le llama lucerne. En el árabe la palabra al-fac, facah significa ‘el mejor forraje.’”
He aprendido que la alfalfa es el alimento completo para casi cualquier animal de granja. Una vaca, a la que no se le alimenta con grano, puede comer hasta 3 por ciento del peso de su cuerpo en alfalfa de calidad (y producir cincuenta libras de leche). Eso es una vez y media lo que puede producir con forraje de maíz. Cuando los cerdos se alimentan por completo o parcialmente de alguna clase de alfalfa (pellas, harina, etc.) las marranas paren más cerdos y se disminuye el costo de la cría de cerdos y el precio de los cerdos listos para la venta. La alfalfa también disminuye los costos, pues reemplaza algunos granos en la alimentación de corderos y asegura un mejoramiento en la ración del corral. Los caballos medran con alfalfa mucho más que con cualquier otro forraje. La harina de alfalfa para las aves de corral provee una económica fuente de proteínas, vitaminas y minerales, así como algunos factores de crecimiento que aún no se comprenden. En la producción de huevos, ésta suple diez veces tanto pigmento como el maíz.
En la Universidad del Estado de Dakota del Sur se encontró que en cinco toneladas de alfalfa hay tanto valor alimenticio como en 3.665 libras de trigo, 3.982 de maíz u 8.210 de avena. Los profesores Rohweder y Smith, del Departamento de Agronomía de la Universidad de Wisconsin, determinaron que una buena hectárea de alfalfa provee más del doble de proteínas que una de soja y tres veces más que una de maíz.
Se intensifica el significado de tales hechos cuando consideramos que el Departamento de Cría de Animales Domésticos de la Universidad de Minnesota calcula que el costo del forraje anual para una vaca aumentó de 64 dólares en 1955 a 94 en 1965 y a 301 en 1977.
El tractor que tira de la segadora mecánica está a la vista de nuevo, delineando el paisaje con otra hilera serpenteante del delicadamente aromático heno. El conductor, sudoroso y entre sonrisas, detiene el tractor y lo apaga. Quen señala hacia las partes interiores amarillas de la segadora, a algo tan largo, ancho y oscuro como una traviesa de ferrocarril, pero lleno de muescas como un tornillo gigantesco con la alfalfa triturada en las ranuras. “Ese cilindro de goma tritura la fibra cruda y plancha las hojas para secarlas y condicionarlas. Es como prensar una rosa dentro de un libro para preservarla. Eso evita que las hojas se hagan añicos y se pierdan. Este método ahorra alrededor de 20 por ciento de la energía alimenticia.”
Cultivando y cosechando buena calidad
El cultivar y el cosechar alfalfa de primera calidad es tanto una ciencia como un negocio. ¿Dónde comienza todo esto? Comenzó con plantones de superior calidad. Hay una infinidad de variedades. Una puede producir hasta 40 por ciento más tonelaje que otra. Si escoge la correcta, la fertiliza apropiadamente y la corta antes del período de mayor florecimiento, esto puede aumentar la proteína que se produce por hectárea hasta en un 80 por ciento en comparación con una variedad inferior.
Así es que usted la siembra al debido tiempo, en terreno fértil, con buen drenaje. Entonces protege la alfalfa con insecticidas de más de sesenta enfermedades conocidas a las que la alfalfa es vulnerable. Y es preciso que en el terreno haya menos de 25 por ciento de pasto y casi ninguna mala hierba mezclada con la alfalfa.
Además de su valor nutritivo sin igual, la alfalfa demuestra su superioridad como constructor del terreno. Sus profundas raíces depositan hasta 173 kilos de nitrógeno por hectárea en el terreno. Y los granjeros no encuentran mejor manera de controlar la erosión que sembrar alfalfa y otros forrajes. La erosión se ha convertido en asunto de gran preocupación.
Cómo controla la erosión
Se calcula que en los Estados Unidos solo se siembra una quinta parte del forraje necesario como la alfalfa. Esto deja al país más vulnerable que nunca antes a los estragos de una sequía. Los agrónomos (especialistas en el arte y la ciencia de la producción de siembras) culpan las prácticas de producción en masa de la gran zona maicera por agotar muchas de las reservas de humedad del terreno. En un estudio que abarcó 3,6 millones de hectáreas de tierra que se convirtieron de la siembra del heno a otras siembras en 1973-1974, más de la mitad del área sufrió debido al pobre mantenimiento de la conservación y las reservas de agua.
En la mayor parte de los casos se dio poca o ninguna atención al control de la erosión. La capa de tierra vegetal se fue perdiendo a razón de unas 30 toneladas por hectárea. Los expertos creen que una pérdida de terreno vegetal de más de 12 toneladas por hectárea es seria. Según el Servicio de Conservación de Suelo de la zona maicera, en particular el viento y la lluvia están arrastrando el terreno a la desastrosa razón de 35 a 245 toneladas por hectárea.
Al alejarnos de los campos de forraje Quen echa una mirada penetrante al cielo. Confía en que el sol tendrá suficiente tiempo para secar el forraje hasta alcanzar el contenido de humedad de alrededor de 20 por ciento antes de que lo embalen nítidamente por medio de una máquina. Si la lluvia viene primero podría destruir hasta una quinta parte del valor proteínico del forraje.
Una vez almacenada, la alfalfa necesitará buena ventilación para evitar el acaloramiento y el enmohecimiento... que pueden destruir otra quinta parte de su contenido de proteína.
Concluí: “Eres un agrónomo, porque se requiere un experto en el arte y la ciencia de la producción de siembra para cultivar la alfalfa en su mejor condición.”
“Vale la pena no importa lo que yo sea,” contesta él. “En los círculos del forraje a la alfalfa se le conoce como el oro verde.”—Contribuido.