No sucede por casualidad
“Extraordinaria lección en modestia”
Un director de un departamento de investigaciones del Instituto Pasteur relaciona la creencia en Dios con la modestia, al decir: “En los primeros días de la biología molecular pensábamos que sería relativamente sencillo averiguar por qué las células de un organismo se diferenciaban durante su evolución; por qué una se transformaba en neurona, otra en una célula, etc. Veinticinco años después, todavía no sabemos eso, y en verdad no vemos manera de saberlo. Casi inevitablemente nos sentimos impelidos a repetir las palabras de Hamlet: ‘Hay más cosas en el cielo y en la Tierra. . . .’ Sí, el asunto es más complicado, más complejo, que todo cuanto hayamos concebido hasta ahora. Y en este punto se presenta la extraordinaria lección en modestia. Si yo personalmente estimo que algo a lo cual pudiéramos llamar Dios es lo que ha dado origen a la realidad, es porque considero que inevitablemente tiene que haber una inteligencia que esté dominando todo. Como dice el famoso científico húngaro Szent-Gyorgyi (ganador del premio Nobel): ‘Sin embargo, tiene que haber algo que esté conduciendo todo esto.’ En mi opinión ‘conduciendo’ es precisamente el término apropiado. Yo no sé quién pudiera estar ‘conduciendo’ en este caso. No obstante, para ponerlo en una palabra es una Inteligencia, prescindiendo de la forma que tome.”—“Dieu existe? Oui” (¿Existe Dios? Sí), 1979, Ediciones Stock.
La superioridad del árbol
Con todos sus adelantos, la arquitectura moderna jamás ha podido rivalizar con la construcción de un árbol. ¿De qué tablero de dibujo pudiera proceder el diseño de una estructura suspendida de un mástil central que no solo funciona para suministrar abrigo, sino que también puede poner humedad en la atmósfera y refrescarla? A diferencia de las estructuras hechas por el hombre que tienden a atrapar el aire y el calor solar, el árbol permite que el aire fluya libremente en toda dirección, y sin embargo sirve de protección contra los vientos fuertes. Como una fuente de gran tamaño aparentemente paralizada, saca hasta 1.000 litros de agua por día y los pasa a la atmósfera por evaporación a través de las hojas. Esto, en realidad, es un acondicionador natural de aire, y cuando sopla una brisa leve el ambiente cercano se refresca considerablemente. Arriba, las cascadas de ramas superpuestas en gradas no solo obran como filtros para gran parte del calor solar, sino que permiten que una cantidad suficiente de luz penetre a través del dosel que se extiende debajo. Una cualidad sobresaliente es que el árbol puede absorber el sonido y de ese modo atenuar la molestia causada por éste. Se calcula que cada anchura arbórea de 30 metros puede absorber de seis a ocho decibelios de intensidad sonora. En realidad, todo cuanto tiene que ver con el árbol es bueno, y aunque el hombre puede lograr obras excelentes con argamasa y ladrillos, solo Dios puede hacer un árbol.
Complejidades de diseño
Como el precio de otras cosas, el precio de los esqueletos ha subido, y ahora las escuelas de medicina tienen que pagar más por ellos. “El precio de los esqueletos está por las nubes,” dijo recientemente el Dr. Harry Monsen, profesor de anatomía del Colegio de Medicina de Illinois, E.U.A. Para no pagar tanto, pidió un esqueleto plástico. ¿Qué comparación existe entre el esqueleto plástico y el esqueleto real? El Dr. Monsen declaró: “Brazos, piernas, manos, costillas, caderas y espinazo están bien copiados. Pero un cráneo plástico no se presta mucho para estudios. Sencillamente no se puede reproducir muy bien la complejidad del cráneo humano. Nada es mejor que huesos verdaderos, prescindiendo de lo que cuesten.”