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  • Preparando a la familia para hacer frente a la muerte

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  • Preparando a la familia para hacer frente a la muerte
  • ¡Despertad! 1981
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¡Despertad! 1981
g81 8/11 págs. 11-12

Parte 3

Preparando a la familia para hacer frente a la muerte

A VECES, una persona sabe con anticipación que pronto va a morir. ¿Qué se puede hacer a fin de preparar a otros miembros de la familia para este suceso?

Muchos han hallado provechoso no ver el tema de la muerte como uno del cual no se debería hablar en el hogar, aun si todos los miembros de la familia están gozando de buena salud. Esto es así especialmente si se tiene el entendimiento correcto de lo que es la muerte y cómo ésta será vencida.

Por lo tanto, de acuerdo con la ocasión, se puede hablar de la muerte si en las noticias se hace mención de acontecimientos trágicos, o cuando mueren amigos o parientes. De esta manera se ayuda a miembros de la familia, particularmente a los más jóvenes, a estar mejor preparados para la posible muerte de aquellos a quienes aman.

Jory Graham, periodista de Chicago, quien ha tenido que enfrentarse al cáncer, declaró: “Cuando una familia puede considerar el tema de la muerte francamente, algo maravilloso sucede con la familia, y he visto que esto ha pasado vez tras vez. Cuando los miembros de la familia son sinceramente francos, se interesan los unos en los otros y se prestan apoyo, eso crea una intimidad que no se podría lograr de ninguna otra manera.”

Experiencia de una familia

Lo antedicho es parecido a la experiencia que tuvo una familia australiana de cinco miembros. A la madre, una víctima del cáncer, se le dijo que le quedaban tan solo unos cuantos meses de vida. En ese corto espacio de tiempo antes de morir, ella tomó medidas para preparar a su familia para cuando ya ella no estuviera. En particular quería preparar a su hija mayor, de 13 años de edad, para que ella pudiera ayudar en la crianza de sus dos hermanitas menores. Y la preparó de una manera muy práctica. Más tarde la hija mayor relató esta experiencia y dijo:

“Recuerdo con aprecio que fue mamá misma la que nos dijo que pronto moriría, y no trató de ocultarlo. Bondadosamente nos explicó la situación en la que íbamos a quedar, y luego dio pasos para ayudar a mejorar la situación.

“Aunque ella estaba postrada en cama, me decía qué hacer y yo preparaba todas las comidas bajo su dirección. Juntas, escribimos en forma completa las recetas de cocina básicas. También me enseñó a usar la máquina de coser con más eficacia, puesto que sabía que yo me encargaría de la mayoría de los trabajos de costura de la familia. Hicimos una lista de lo que necesitaba limpieza en la casa; repartimos tareas y consideramos asuntos básicos de primeros auxilios y factores primordiales de seguridad de los cuales había que estar pendiente en la casa. El hecho de que mi padre confiaba en que yo podía hacerle frente a la situación me fue de gran estímulo para tratar de hacer lo mejor.

“Dieciséis años después de la muerte de mi madre, recibí la siguiente carta de una de mis hermanas menores, quien está casada y tiene ella misma tres hijos. Ella dice: ‘Es tan bueno tener dos hermanas maravillosas como lo son tú y Bev. Nada puede reemplazar a hermanas que aman y comprenden a uno y que son leales. Agradezco muchísimo el que seas como eres. Creo que nunca antes te había dicho esto, y lamento no haberlo hecho, pero gracias por haber hecho lo mejor posible en criarnos a Bev y a mí y por haber tomado el lugar de mamá. Ahora me doy cuenta de que requirió mucho amor y esfuerzo y abnegación de tu parte. A menudo he recordado esos años y he pedido en oración que seas bendecida. Sé que lo has sido.’”

Confianza en la promesa de Dios

La hija mayor sigue relatando: “Mi madre nunca cedió a la emoción, sino que por su ejemplo nos mostró que tenía plena confianza y fe en la promesa bíblica de la resurrección.

“Después de su muerte, mi padre nos entregó a cada una una carta de mamá. Parte de la mía dice: ‘Lynette, querida, quería dejarte una cartita para agradecerte el que hayas sido una hija tan dulce y amorosa conmigo. Te hará mucha falta tu madre, querida, pero otros te ayudarán, y tu papá te cuidará muy bien. Ayuda a tus hermanitas —sé que lo harás— pues acudirán cada vez más a ti. Quiero agradecerte, amor, todo lo que has hecho por mí y por ser una niñita tan amorosa y obediente, que nunca me dio problemas. Pido en oración a Jehová que se acuerde de mí para que podamos volver a vernos en el Nuevo Mundo. Con mucho amor de tu querida mamá.’”

Como en el caso de Anita Brown, al tiempo de morir esta madre no estaba llena de incertidumbres, preguntándose acerca de su futuro. Tenía la confianza de que tendría vida de nuevo en el nuevo orden de Dios. Y por medio de tomar medidas prácticas, ayudó a sus amados a enfrentarse mejor a la muerte de ella.

[Comentario en la página 11]

“Mi madre nunca cedió a la emoción, sino que por su ejemplo nos mostró que tenía plena confianza y fe en la promesa bíblica de la resurrección”

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