Seriedad y no liviandad
Por lo menos en algunas escuelas, y los resultados son gratos
A TERRENCE Swilley se le despidió de las escuelas públicas de Chicago porque se le consideraba no educable, incapaz de aprender. En el primer año de escuela secundaria sacó cero en todas sus asignaturas. La junta escolar lo colocó en una escuela privada en una sección en el centro de la ciudad donde se enseñan las asignaturas de escuela primaria y secundaria. El Sr. Swilley no solo se graduó de esa escuela con calificaciones sobresalientes en todas las asignaturas, sino que llegó a ser miembro de la Sociedad Nacional de Honor, y actualmente está estudiando ingeniería en el Instituto de Tecnología de Illinois.
Esa escuela privada está situada en la comunidad South Shore de Chicago, todos los estudiantes son de la raza negra, y es solo una de las varias escuelas que se han establecido en comunidades pobres para demostrar que no hay por qué la pobreza impida el aprendizaje. Se ha cambiado el plan de estudios en esta escuela de los acostumbrados programas experimentales de mejoramiento, con una gran variedad de asignaturas electivas, a los conocimientos básicos: la lectura, la escritura y la solución de problemas matemáticos. En esta escuela se enfatiza la disciplina y el respeto de sí mismo. Su fundador, después de haber enseñado por varios años en escuelas de vecindarios pobres, concluyó que no se estaba satisfaciendo una necesidad importante de los niños, a saber, el adquirir respeto de sí mismos y amor propio.
El Centro Académico Beasley es otra escuela que se interesa en la seriedad, y no en la liviandad. Ha reemplazado asignaturas superfluas con conocimientos básicos. Esta es una escuela pública de nivel primario en un distrito escolar que comprende la comunidad más pobre de la ciudad de Chicago. La Dra. Alice Blair, quien organizó el Centro Académico Beasley en 1978, dijo: “Quería demostrar que niños que vienen de comunidades como los Hogares Robert Taylor [un proyecto de viviendas] podían triunfar si las personas realmente se preocuparan por ellos. Quería quitar la idea de que, por ser pobres o venir de hogares empobrecidos los jóvenes no pueden tener buen éxito.” Ella ha alcanzado su objetivo. En dos años los 1.200 estudiantes de esta escuela han sobresalido en la lectura y en las matemáticas.
La filosofía de la escuela es: “Los estudiantes deben hacer buen trabajo.” Se espera eso de ellos, y ellos cumplen con esas expectativas. Los padres tienen parte en ello. Se exige que firmen un documento donde se comprometen a ver que sus hijos hagan en el hogar las tareas escolares asignadas, y que ellos, los padres, serán responsables de la disciplina. Los estudiantes tienen que aprender de memoria un poema cada semana. Ellos oyen el poema pronunciado en inglés correcto, lo practican en inglés correcto en presencia de sus padres en el hogar, y lo recitan delante de la clase en inglés correcto.
En la ciudad de Nueva York, esas escuelas privadas que han tomado medidas enérgicas en contra de la enseñanza de temas frívolos están enfatizando la enseñanza de los conocimientos básicos... se está desanimando a matricularse en clases electivas fáciles. Hay un retorno a la disciplina más estricta y hacia reglas de vestir más rigurosas. Se han cerrado los salones de fumar especiales para estudiantes, se castigan a los que llegan a las clases tarde o que faltan a ellas sin permiso, se han hecho arreglos ahora para que los períodos libres se pasen en salas de estudio, y ya no se permite que los estudiantes abandonen la escuela a su discreción durante las horas escolares.
El Dr. Ronald Edmonds, el oficial principal de educación de las escuelas públicas de la ciudad de Nueva York, dijo que “hay prueba arrolladora de que los distritos escolares alrededor de la nación” están moviéndose en esta dirección.