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  • “El hombre dejará [...]”

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  • “El hombre dejará [...]”
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¡Despertad! 1983
g83 22/6 págs. 4-6

“El hombre dejará [...]”

“CIERTO día nuestro hijo llegó a casa —recordó Tom— y podíamos percibir que quería decirnos algo. Se sentó con mi esposa y conmigo, y dijo: ‘Pues, papá y mamá, he conocido a la muchacha con quien me voy a casar’.”

Dios previó escenas como ésta cuando dijo: “El hombre dejará a su padre y a su madre y tiene que adherirse a su esposa y tienen que llegar a ser una sola carne” (Génesis 2:24). Por lo tanto, es necesario comprender que es inevitable el que sus hijos dejen el hogar.

Por supuesto, esto no quiere decir que los hijos deban irse prematuramente del hogar, sino que como el salmista dijo: “Como flechas en la mano de un poderoso, así son los hijos de la juventud”. Tarde o temprano, la flecha sale de la aljaba y se lanza a la vida. (Salmo 127:4.)

Como flecha que ha sido lanzada, su hijo adulto básicamente sale de su jurisdicción después que se va. Cuando se casa, el hijo se convierte en cabeza de su propio hogar. Su hija llega a estar bajo la autoridad del esposo de ella. (Efesios 5:21-28, 33.)

Sin embargo, la Biblia muestra que pudiera ser duro para ustedes acostumbrarse a esa nueva independencia. Por ejemplo, parece que la madre de Jesús pensaba que todavía tenía alguna autoridad sobre él... ¡hasta después de haberse hecho adulto y haber sido ungido como el Mesías! En una fiesta de bodas María dijo a Jesús: “No tienen vino”. (Sugiriendo: ‘Haz algo sobre el asunto’.) No obstante, de manera firme, pero bondadosa, Jesús le recordó que él se había independizado... e hizo su primer milagro. (Juan 2:2-11.)

Al patriarca Jacob también se le hizo difícil dejar ir a su hijo. La querida esposa del patriarca, Raquel, había muerto al dar a luz al hijo que él llamó Benjamín. ¡Imagínense lo emocionalmente apegado que debe haber estado Jacob a aquel hijo! De modo que cuando se le pidió que dejara ir a Benjamín en un viaje a Egipto, Jacob objetó y dijo: “Puede que le acaezca un accidente fatal”, y lo retuvo en su casa. (Génesis 35:16-18; 42:4.)

Aunque es normal querer retener a los hijos, el derrotero sabio es aceptar que son adultos e independientes.

“¡Mira cómo me estás haciendo sufrir!”

‘¿Pero tienen que irse tan lejos?’, es la objeción de algunos padres. ‘¿Por qué no pueden ser independientes y todavía vivir cerca de nosotros?’

Los padres pudieran sentir mucho dolor cuando sus hijos se mudan lejos. Por ejemplo, la Biblia dice que a Rebeca se le pidió que viajara una distancia bastante larga para casarse. La mamá de ella y su hermano suplicaron: “Que la joven [Rebeca] se quede con nosotros por lo menos diez días. Después de eso puede ir”. ¡Qué duro se les hizo dejarla ir! Sin embargo, Rebeca dijo: “Estoy dispuesta a ir”, aunque pudiera haber significado que no volvería a ver a su familia nunca más. (Génesis 24:55, 58.)

Un hijo adulto de ustedes también pudiera tener una razón válida para mudarse lejos, como por la perspectiva de un empleo. El que ofrezcan resistencia indebida puede ser destructivo. Para ilustrarlo, una esposa recuerda: “Cuando estábamos recién casados, queríamos pasar mucho tiempo juntos. Pero mamá no entendía. En vez de dejarme ir poco a poco y esperar que nosotros fuéramos a ella, comenzó a importunarnos”. La situación empeoró cuando esta pareja planeó mudarse. Aquello condujo a completa hostilidad entre madre e hija. “¿Dónde dice que la obligación de honrar a tu padre y a tu madre termina cuando pronuncias tus votos a tu marido? ¿Cómo te he fallado como madre?”, insistía con amargura la madre. ¿Cuál fue el resultado de aquella batalla? Además de causar serias dificultades maritales a la joven pareja, se rompieron los lazos que unían a madre e hija. ¡Dejaron de hablarse por meses! Y solía haber intimidad entre ellas.

El libro No Strings Attached (Sin compromiso) dice: “Si, cuando su hijo se independiza, usted reacciona como mártir (¡Mira cómo me estás haciendo sufrir, mira cómo estás haciendo sufrir a tu padre/madre! ¿Cómo puedes hacernos esto?), probablemente lo que hará es alejar aún más a su hijo”. (Cursivas nuestras.)

El padre del hijo pródigo, de la parábola de Jesús, comprendió esto. Cuando su hijo adulto pidió la independencia, el padre no lo regañó ni lo bombardeó con amenazas de que fracasaría. Más bien, bondadosamente dejó ir a su hijo. Aquella actitud comprensiva probablemente fue un factor importante que contribuyó a que su hijo finalmente regresara a casa. Por consiguiente, el dejar que los hijos adultos de ustedes ‘estiren los músculos’ de la independencia pudiera ser la clave para conservar la amistad de ellos. (Lucas 15:11-24; vea también Filipenses 2:4.)

“¿Qué ve él en ella?”

“En realidad, deseamos lo mejor para nuestros hijos, y cuando vemos que se han casado bien, somos felices”, dice Norma. Su esposo, Tom, añade: “Francamente, no creía que íbamos a tomar todo este tiempo criando a nuestra hija solo para entregársela al primero que apareciera en el camino”. No obstante, a veces los hijos desilusionan amargamente a sus padres debido al cónyuge que escogen. ¿Cómo reaccionarían ustedes? (Compare con Génesis 26:34, 35.)

¿No sería mejor esforzarse al máximo por aceptar al nuevo miembro de la familia? Algunos estudios indican que el que los padres den su aprobación pudiera ser un factor importante en la supervivencia de un matrimonioa. Es cierto que el cónyuge que su hijo o hija escoja pudiera causarles sorpresa, hasta desconcertarles. Sin embargo, el matrimonio es honorable a la vista de Dios. (Hebreos 13:4.)

En vez de ‘colar el mosquito’ y estar obsesionados con las faltas del yerno o la nuera, traten de ver objetivamente los asuntos. Mírenlo o mírenla a través de los ojos de su hijo o hija. ¡De seguro la persona debe tener algunas cualidades buenas! Y recuerde: su propio hijo o hija está lejos de ser perfecto o perfecta. Cierto padre, quien dudaba que su hijo hubiera escogido la esposa apropiada, admitió: “Algo que ayuda es desplegar cierto grado de humildad. Recuerdo cuando mis padres me dijeron que en realidad no aprobaban mi matrimonio, y de lo equivocados que habían estado”.

Puede que el que los padres desaprueben el cónyuge de su hijo o hija se funde más bien en celos —temor a perder el cariño del hijo o de la hija— que en la realidad. Pero los celos pueden destruir una buena relación (Proverbios 14:30). De modo que no traten con frialdad al nuevo hijo o hija. Familiarícense entre sí. Eviten el atacar con crítica injusta, fabricar casos o decir cosas innecesarias que resulten en contiendas. Déjenlos ir poco a poco, y “en cuanto dependa de ustedes, sean pacíficos”. (Romanos 12:18.)

[Nota a pie de página]

a Cierta fuente de información dice que ‘la cantidad de parejas que rompen durante sus primeros años de matrimonio es dos veces mayor cuando la madre y el padre se oponen a la unión que cuando la aprueban’.

[Comentario en la página 4]

Pero ¿significa el que su hijo deje el hogar que usted ya no es padre o madre?

[Ilustración en la página 5]

‘Queríamos pasar mucho tiempo juntos. Pero en vez de dejarme ir poco a poco, mamá comenzó a importunarnos’

[Ilustración en la página 6]

Los padres no aprueban siempre el cónyuge que haya escogido su hijo o hija

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