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  • Las mujeres y la mediana edad
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¡Despertad! 1983
g83 8/7 págs. 4-5

Las mujeres y la mediana edad

‘¿ADIVINE quién superó a las demás en los diagramas acerca de la felicidad?’, dijo la revista Redbook. La encuesta que se llevó a cabo para esta revista, en la que se entrevistó a 52.000 mujeres, reveló que las mujeres más felices son las de mediana edad.

Esto no debería sorprenderle. Las expectativas de una joven en la vida son a menudo tan cándidas que ella no está preparada para los estragos de la vida. No obstante, la mujer mayor ya sabe lo que es sufrir una desilusión... y cómo recuperarse de ésta. De un caudal de experiencia, ella emplea estrategias que la ayudan a evitar los peligros característicos de la juventud.

Sin embargo, “puede ser espantoso pasar de los 40 años”, admite una mujer. “Todavía una es joven, pero sabe que va entrando en la mediana edad.” La cultura occidental da tanto énfasis a la juventud que es natural que muchas mujeres teman envejecer.

Por ejemplo, a muchas mujeres les preocupa el comienzo de la menopausia. Pues ésta no solo anuncia un período en que se sentirá un poco de malestar físico, sino que también pone fin a los años de fertilidad de una mujer. ¿Se debería temer a esto?

La maternidad puede ser verdaderamente remuneradora (Salmo 127:3). Así que es solo natural que algunas mujeres se sientan un poco tristes cuando termina esta parte de la vida. Pero muchas mujeres de mediana edad francamente no quieren la obligación que implicaría en términos de tiempo, energías y afecto el volver a tener otro bebé. Como dice el libro After Forty: “La pausa que deprime a algunas mujeres, a menudo refresca a otras”.

¿Qué hay, sin embargo, de las que se lamentan de que hayan terminado los años relacionados con la maternidad... que se sienten vacías y solas? Si la vida de una mujer se ha concentrado exclusivamente en la crianza de los hijos, la mediana edad puede ser agonizante. No obstante, Jesucristo mostró que hay un propósito más noble en la vida que el simplemente criar hijos. En cierta ocasión una mujer exclamó: “¡Feliz es la matriz que te llevó y los pechos que mamaste!”. Mas Jesús respondió: “No, más bien: ¡Felices son los que oyen la palabra de Dios y la guardan!”. (Lucas 11:27, 28.)

A las mujeres cuya vida gira en torno al servicio a Dios y que han “sembrado” aprecio por los valores y principios piadosos, la vida no les parece tan vacía cuando pasan los años relacionados con la maternidad. Las testigos de Jehová, por ejemplo, ven los años de su vida, incluso la mediana edad, como una oportunidad de seguir expandiendo su servicio sagrado a Dios. Saben que hay “algo mejor que hijos e hijas”... una buena relación con Dios y la promesa de recibir su bendición. (Isaías 56:3-5.)

“¡Estoy perdiendo la lozanía!”

Cierta mujer confesó: “Cuando comienzan a aparecer las primeras arrugas, una las tiene sumamente presente. Una comienza a pensar: ‘¡Estoy perdiendo la lozanía!’”.

Sí, “la belleza no dura” (Proverbios 31:30, La Biblia al Día). Pero el amor propio no debería basarse exclusivamente en el fugaz atractivo físico. El verdadero atractivo de una mujer no consiste en la apariencia. Más bien, consiste en “la persona secreta del corazón en la vestidura incorruptible del espíritu tranquilo y apacible, que es de gran valor a los ojos de Dios” (1 Pedro 3:3, 4). Si una ha cultivado esa belleza interior —apacibilidad, compasión, hospitalidad, generosidad— seguirá siendo hermosa, ¡prescindiendo de la edad!

Es cierto que no se debería descuidar la apariencia. Por ejemplo, si se lleva un régimen alimentario adecuado y se hacen ejercicios, a menudo se puede evitar —o al menos controlar— lo que se conoce como la curva del cincuentón o la cincuentona. Y la mujer madura puede vestir con buen gusto, “con modestia y buen juicio” (1 Timoteo 2:9). El libro Prime Time advierte francamente: “Un vestido y un peinado característicos de una jovencita sólo hacen que el rostro y la figura de una mujer de mediana edad se vean más viejos, pero un vestido y un peinado más propios de una adulta complementan su atractivo matizado por la edad”.

Sin embargo, cierta mujer que ya pasa de los cincuenta años nos recuerda: “Un vestido, un sombrero o una blusa no contribuirán a que una mujer se sienta mejor, si ella no tiene un buen concepto de sí misma. ¡Una tiene que sentirse hermosa por dentro!”. Por eso, no se inquiete si le aparecen más líneas o arrugas en el rostro. Pues un hombre lo describe así: “El rostro que muestra señales de lucha, experiencia, madurez y cambio, además del potencial para aún más cambio y desarrollo, es un rostro hermoso, un rostro verdaderamente juvenil”.

Mujeres que están solas

¿Qué hay, sin embargo, de las mujeres que tienen que enfrentarse solas a la mediana edad? Si una mujer no ha cultivado amistades genuinas ni tiene un modo significativo de pasar el tiempo, la soledad la puede consumir. Por otro lado, Rose es una soltera que ha aprendido uno de los secretos para combatir la soledad. “Dé de sí misma”, dice ella. “Si quiere recibir, entonces comience a dar. Trate de conocer mejor a otras personas. Usted se sorprenderá; con el tiempo las personas responden.” De igual manera, otra mujer sugiere: “Invite a otras personas a su casa. Reúna informalmente a un grupito, aunque solo sea para tomarse una taza de café, acompañada de un pedazo de bizcocho”. ¡”El alma generosa” a menudo es bendecida con amistades duraderas! (Proverbios 11:25.)

Aunque pudiera decirse mucho más, está claro que sus primeros años en la vida determinan sustancialmente cómo le irá en la mediana edad. No obstante, la menopausia, la soledad y hasta la pérdida de belleza física se pueden vencer con éxito. Y aunque ahora una se dé cuenta de que necesita un cambio de valores, nunca es demasiado tarde para cambiar, nunca es demasiado tarde para empezar a “sembrar” apropiadamente.

[Ilustraciones en la página 5]

La belleza física se desvanece...

... pero la belleza interior resulta en atractivo perdurable

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