¿Cristo, o E.T.?
E.T.... el Extraterrestre, apareció en la escena estadounidense el verano pasado y atrajo a grandes cantidades de personas a los auditorios teatrales. En solo seis semanas recaudó en bruto casi 150.000.000 de dólares. Junto con los productos relacionados con E.T., como los muñecos, juguetes y otra mercancía —y el estreno de la película en otras partes del mundo— se estima que el público podría gastar la enorme cantidad de mil millones de dólares en E.T. ¿A qué se debe esta fiebre de E.T.?
La película presenta a una desgarbada criatura del espacio que mide unos 90 centímetros de alto, la cual anda perdida en la Tierra y traba amistad con un niño de diez años de edad llamado Elliott. La amistad de E.T. y sus facultades benignas, como las que demuestra al curar al niño cuando éste se corta el dedo y al hacer revivir las flores, le ganan el cariño de Elliott y de su familia. Lamentablemente, parece que una enfermedad degenerativa le quita la vida a la criatura. Pero cuando “resucita” de manera inexplicable ante los ojos de Elliott, el público vitorea. La conmovedora despedida de E.T., cuando los amigos extraterrestres de éste vienen a buscarlo, difícilmente deja ojos que no estén lagrimosos en el teatro.
Es interesante que muchas personas han notado que se pueden establecer ciertos paralelos entre este cuento y la vida de Jesucristo. El profesor Albert E. Millar, hijo, expresó lo siguiente: “Creo que lo que me impresionó más fue la idea de que la criatura podía curar, y, entonces, cuando E.T. murió y fue resucitado”. Tenemos, pues, en E.T. una encantadora figura parecida a un Mesías que nos proporciona provisionalmente un medio de satisfacer nuestra necesidad emocional de tener un amigo dotado de poderes mayores que los nuestros. Éste es el atractivo de la película.
Sin embargo, a pesar del mensaje aparentemente cristiano, la película excusa sutilmente la mala conducta juvenil. En una de las primeras escenas se ve a los jóvenes jugando “Dungeons and Dragons” en una habitación llena de humo, con un cigarrillo encendido sobre la mesa. Después, E.T. se emborracha como resultado de probar cerveza, y Elliott llega a sentir los efectos mediante la telepatía; todo esto se presenta como una situación graciosa. Además, dichos niños usan en ciertas ocasiones lenguaje obsceno. Esto, junto con los aspectos sobrenaturales de la película, ha perturbado a muchos cristianos.
El que los padres o sus hijos vean esta película es, por supuesto, asunto de decisión personal. Pero debido a la gran popularidad de la película, no olvidemos que ésta se convierte en un medio eficaz de hacer parecer inofensiva cierta conducta juvenil que definitivamente es incorrecta.
Tal vez E.T. sea una película hábilmente hecha y muy entretenida. Pero de ningún modo suplanta a nuestro Verdadero Amigo, Jesucristo, quien nos rescata de este mundo inicuo y moribundo. Después de todo, E.T. es un personaje ficticio. Cristo es una realidad.