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  • ¿Cómo puedo ganarme el respeto de mis padres?

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  • ¿Cómo puedo ganarme el respeto de mis padres?
  • ¡Despertad! 1984
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¡Despertad! 1984
g84 22/10 págs. 21-23

Los jóvenes preguntan...

¿Cómo puedo ganarme el respeto de mis padres?

Esperas que papá y mamá estén enfadados contigo. Después de todo, les prometiste que estarías de vuelta a las diez, y ya hace rato que dieron las diez. Pero ¿cómo ibas tú a saber que habría un accidente que obstruiría el tráfico en ambas direcciones? Y tú hubieras llamado... si hubieras podido llegar hasta un teléfono.

Por fin llegas a casa, nervioso pero confiado en que tus padres escucharán comprensivamente tu bien ensayada explicación. En lugar de eso, te bombardean con tantas preguntas que apenas te dejan recobrar el aliento. ¡Mamá dice entre sollozos que ‘por poco llama a la policía’, mientras que papá decreta que están prohibidas las salidas por un mes! ‘¿Por qué no confían en mí? —te preguntas—. ¿Por qué siempre me tratan como a un chiquillo?’

MUCHOS adolescentes se quejan de que sencillamente no reciben de sus padres el respeto al que ellos consideran que tienen derecho. En lugar de que se confíe en ellos, se les declara culpables sin que se les celebre juicio. En lugar de permitírseles tener libertad, se sienten restringidos por un sinnúmero de reglas. Una adolescente dijo: ‘Mi padre ha establecido tantas normas y restricciones, que me siento como si estuviera en prisión. Estoy creciendo, y estoy cansada de que se me trate así. Hay ciertas cosas que quiero y que espero de mis padres en esta etapa de mi vida. Quiero que se me comprenda, que se me trate como a una persona’.

Tal vez a ti, también, te gustaría que la relación con tus padres se basara un poco más en el entendimiento, la tolerancia y el respeto mutuos. Pero ¿cómo se puede lograr esto?

Cambio de conceptos, cambio de patrones de conducta

La escritora Andrea Eagan declara: “Para cuando llegas a la adolescencia, ya existe entre ti y tus padres una vieja y compleja relación, y en los tratos entre ustedes han desarrollado patrones de conducta que tal vez sean difíciles de romper”. Por eso, si en ocasiones tus padres te tratan como a un chiquillo, recuerda que en realidad lo eras no hace mucho tiempo. Así que, el concepto que tienen de ti como un infante encantador e indefenso está bastante fresco en su mente y esa idea no es tan fácil de borrar. Tampoco se les hace fácil cambiar los métodos de tratar contigo, establecidos ya por largo tiempo. Puede que aún estén frescos en su memoria los errores pueriles que solías cometer.

Si tus padres están enfadados porque llegaste muy tarde a casa, pregúntate: ‘¿He llegado tarde antes sin tener una excusa válida? ¿Cuán a menudo lo he hecho?’ ‘¿Ha habido ocasiones en que no he sido nada honrado con mis padres?’. Algunos jóvenes están ‘segando lo que han sembrado’ (Gálatas 6:7). Cuando surgen problemas, puede que los padres, casi por la fuerza de la costumbre, se vean obligados a sacar conclusiones precipitadas.

Afortunadamente, puedes cambiar el concepto que tus padres tienen de ti. A un joven llamado Timoteo se le dijo una vez: “Que nadie jamás menosprecie tu juventud. Por lo contrario, hazte ejemplo para los fieles en el hablar, en conducta, en amor, en fe, en castidad” (1 Timoteo 4:12). De estas palabras aprendemos que los jóvenes pueden ganarse el respeto de otras personas. ¿Cuáles son algunas de las maneras de hacerlo?

Serios defectos

Al declarar la famosa regla áurea, Jesucristo dijo: “Por lo tanto, todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos” (Mateo 7:12). ¡De modo que si quieres que tus padres te traten a ti con respeto, trátalos a ellos con respeto!

No siempre será fácil hacerlo. Cuando eras un pequeñuelo, tendías a considerar que tus padres eran omniscientes, que lo sabían y lo conocían todo. “Entonces, con vertiginosa rapidez —dice el escritor Mike Edelhart—, al ir entrando en la edad adulta, cambia el enfoque de nuestro punto de vista y nuestros padres llegan a ser meramente personas, un hombre y una mujer con serios defectos de personalidad, con frustraciones, fracasos e incertidumbres enormes”. Por lo menos, así es como ve el asunto el escritor. Pero lo cierto es que, cuando llegas a darte cuenta de las faltas de tus padres, puede que haya la tendencia a magnificarlas en tu mente.

Hay jóvenes que ven a sus padres como “villanos” (‘¡No se interesan en nadie, solo en ellos mismos!’). Otros llegan a la conclusión de que de alguna manera han llegado a saber más que sus padres (‘¡Mis padres no saben ni lo que está pasando!’). Otros hasta les replican con falta de respeto. Sin embargo, un joven que reaccione así no solo aleja de sí a los padres, sino que pone de relieve su propia falta de madurez. Por actuar como un chiquillo, con toda seguridad se le tratará como tal.

No obstante, una vez el apóstol Pablo hizo el siguiente recordatorio: “Además, teníamos padres que eran de nuestra carne que nos disciplinaban, y les mostrábamos respeto” (Hebreos 12:9). Los padres de estos cristianos primitivos no eran más infalibles ni más omnisapientes que tus padres. Pablo continuó diciendo (en el Heb 12 versículo 10): “Y aquéllos [nuestros padres naturales], ciertamente, nos educaban [...] según les parecía a ellos bien”. (Franquesa Solé.)

A veces estos hombres cometían errores de juicio. Con todo, merecían que sus hijos los respetaran. También tus padres merecen que los respetes. Por supuesto, tienen faltas, pero recuerda, tú también tienes tus serios defectos de personalidad. Procura ser objetivo con relación a sus imperfecciones y trátalos con el mismo respeto que quisieras que te mostraran.

Malentendidos

Otra oportunidad de ganarte el respeto de ellos surge cuando ocurren malentendidos. Supón que tengas que hacer frente a dos padres airados. El que tú también te encolerices sólo empeorará la situación. Sin embargo, recuerda cómo se comportó Jesús cuando sus padres se enfadaron con él. Tras haber partido accidentalmente de Jerusalén sin él, los angustiados padres lo buscaron por todas partes durante tres días. Cuando lo hallaron en el templo, considerando la Palabra de Dios inocentemente con algunos maestros, sus padres, con todo, se enfadaron bastante. Pero ¿prorrumpió Jesús en una perorata emotiva, llanto o lloriqueo por lo injusto que habían sido con él al poner en tela de juicio sus motivos? Note su respuesta calmada: “¿Por qué tuvieron que andar buscándome? ¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre?” (Lucas 2:41-49). Sin duda, los padres de Jesús quedaron impresionados por la madurez que desplegó. Y no hay constancia de que volvieran a interrogarlo con relación a su paradero.

“Una respuesta, cuando es apacible”, no solo “aparta la furia”, sino que también te ayuda a ganar el respeto de tus padres. (Proverbios 15:1.)

Normas y reglamentos

Hasta que ganes la confianza plena de tus padres, con toda probabilidad te impondrán algunas restricciones. No obstante, el que con el tiempo haya un relajamiento en dichas restricciones o el que se apliquen aún más estrictamente dependerá muchísimo de cómo respondas a lo que ellos pidan de ti. Por ejemplo, algunos jóvenes desafían abiertamente a sus padres o les desobedecen en secreto. Pero los autores del libro Options advierten: “No tiene sentido que les mientas cuando quieres que confíen en ti, tal como no tendría sentido robar para probar lo honrado que eres. Cuando te sorprendan, con toda probabilidad tomarán medidas aun más estrictas contra ti, por obrar furtivamente”.

Procura abordar el asunto de modo parecido a como lo haría una persona adulta. Si quieres que te den permiso para quedarte fuera de casa hasta tarde, no vayas con “exigencias” pueriles ni te quejes llorosamente de que “todos los demás muchachos se quedan fuera de casa hasta tarde”. La escritora Andrea Eagan dice: “El ser razonable con tus padres incluye varias cosas. Una de ellas es que les digas lo más que puedas en cuanto a lo que quieres hacer, de modo que ellos realmente entiendan la situación. [...] Si les das todos los detalles acerca de dónde vas a estar, con quién estarás y por qué es importante para ti quedarte hasta tarde [...] es probable que te den permiso”.

Si tus padres quieren investigar quiénes son tus amigos —como tienen la obligación de hacerlo— no gimotees como un chiquillo. La revista Seventeen recomendó: “Trae a tus amigos a casa de vez en cuando, para que cuando digas que vas al cine con Guillermo, tu padre no tenga que vociferar desde la otra habitación: ‘¿Con Guillermo? ¿Qué Guillermo?’”. Y aun si piensas que lo que tus padres piden es irrazonable, no te rebeles. Habla con ellos sobre el asunto.

Esto quizás no sea fácil. De modo que mantén bien controladas tus emociones. Proverbios 29:11 dice: “Todo su espíritu es lo que el estúpido deja salir, pero el que es sabio lo mantiene calmado hasta lo último”. Asegúrales a tus padres que los amas y que agradeces el que ellos se preocupen por ti. Explícales que quieres llegar a ser un adulto responsable, y considera francamente las cosas que crees que contribuirán a tu desarrollo.

Después que escuchen lo que tengas que decirles, puede que tus padres hagan —como puede que no hagan— ajustes en lo que exigen de ti. Pero de todas maneras, habrán notado la madurez con que manejaste los asuntos. Y después de pasado algún tiempo, a medida que observen tu comportamiento responsable, el concepto que tienen de ti como niño indefenso desaparecerá, y descubrirán que ahora te ven de una manera totalmente nueva... con un respeto recién adquirido.

[Comentario en la página 22]

“No tiene sentido que mientas [a tus padres] cuando quieres que confíen en ti, tal como no tendría sentido robar para probar lo honrado que eres”

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