El canal de Corinto y su historia
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Grecia
EL PAÍS mediterráneo de Grecia tiene un canal poco común. Éste no pretende rivalizar con los grandes canales de la Europa septentrional ni con el famoso canal de Suez, de Egipto. Aún así, este canal de Grecia es singular. Comunica el golfo de Egina, en el mar Mediterráneo, con el de Corinto, desemboca en el mar Adriático y conduce a puertos en otros países europeos. Por consiguiente es de enorme importancia para la economía de Grecia.
En 1982 se cumplieron cien años del comienzo de las obras de construcción del día moderno del canal de Corinto. En esta ocasión los noticieros de Grecia recalcaron de manera sumamente impresionante los beneficios que se derivan de este canal. Sin embargo, queríamos aprender más acerca del canal que lo que podíamos conocer mediante simples artículos periodísticos. De modo que una mañana bañada de sol partimos de Atenas rumbo al istmo de Corinto con el propósito de visitar la oficina central de la Administración del Canal.
Al llegar a nuestro destino, el director del canal contestó atentamente nuestras preguntas. Hizo destacar en particular varias de las mejoras hechas al canal que pudieran hacer de éste, según lo expresó él, “un impresionante logro humano de aun más importancia, no solo para Grecia, sino para Europa en general”. También, tuvo la amabilidad de repasar con nosotros la historia de la construcción de este importante canal.
La riqueza de Corinto y el istmo
Corinto era célebre en el mundo antiguo. Debía su magnificencia y riqueza a la estrecha franja de tierra que separaba el mar Jónico del mar Egeo. ¿Por qué? Bueno, en aquellos tiempos se acarreaba los barcos a través de la estrecha franja de tierra del istmo. Se los trasladaba sobre una pista enlosada, la cual estaba cubierta de pedazos de madera untados con grasa, llamada diolcos (pista de acarreo). Así los barcos evitaban los peligros de circunnavegar el Peloponeso. El extremo sur del Peloponeso era particularmente peligroso, ya que en el cabo de Malea los navegantes hallan con frecuencia mal tiempo y mares embravecidos.
Sin embargo, como puede imaginarse, a pesar de todas sus ventajas, el acarrear barcos por tierra a través de la estrecha franja del istmo no era barato. Los mercaderes tenían que pagar altos costos de peaje en el puerto, que eran la principal fuente de ingresos de Corinto.
Se recibían ingresos adicionales de los mercaderes, quienes, hasta que pudieran conseguir que se trasladara su barco a través del istmo, permanecían en Corinto. En la ciudad muchos de ellos se entregaban a una vida fastuosa y licenciosa, y gastaban considerables sumas de dinero. También hacían regalos a los templos, y sacrificios a los dioses paganos. Por todo ello Corinto se convirtió en una de las ciudades más ricas del mundo antiguo, una ciudad renombrada y voluptuosa, donde se daban cita y se mezclaban los vicios de Oriente y Occidente.
Las primeras propuestas para un canal
En el siglo VII a. de la E.C., el tirano de Corinto, Periandro, uno de los Siete Sabios de la antigua Grecia, concibió un plan para construir un canal en esta estrecha franja de tierra entre el Peloponeso y la Grecia continental. Si ello contribuía a un aumento en el tráfico de barcos, también contribuiría a que hubiera mayores entradas por concepto de peaje. Sin embargo, abandonó su proyecto. ¿Por qué?
Por temor a provocar la ira de los dioses, pues, de boca de la pitia o pitonisa del Delfos, un oráculo había dicho: “No hagan una torre en el istmo, ni caven a través de él (hagan un canal a través de él)”. Se informa que los promotores de este oráculo lo habían sido los sacerdotes de los templos corintios. Ellos temían que dejarían de recibir las ricas donaciones y regalos que se les hacían si se abría un canal que permitiera a los barcos pasar rápidamente, pues ya no habría razón alguna para que los mercaderes permanecieran en Corinto.
En 307 a. de la E.C., Demetrio el tomador de ciudades revivió la posibilidad de construir el canal. Pero él, también, abandonó la idea cuando los ingenieros egipcios que había traído para la obra le aseguraron que existía un gran problema. Dijeron que había una diferencia entre el nivel del agua del golfo de Corinto y el del golfo de Egina. Así que advirtieron que, de abrir un canal que cortara la franja de tierra, las aguas del golfo de Corinto se desbordarían en el golfo de Egina, lo cual inundaría la zona y haría desaparecer las islas cercanas.
Fallan los primeros intentos de construirlo
Después que Corintia se convirtió en una provincia romana, Julio César y, más tarde, Calígula trazaron planes para cortar transversalmente el istmo. Basándose en esos planes, Nerón comenzó la construcción de un canal en 67 E.C., para lo cual utilizó 6.000 esclavos y convictos.
Sin embargo, dicho intento se detuvo cuando Nerón tuvo que regresar a Roma, donde se había levantado una insurrección contra él. Poco después murió Nerón, y se abandonó la obra del canal. En años posteriores Herodes Ático y, más tarde, los bizantinos hicieron esfuerzos para abrir un canal a través del istmo. Estos esfuerzos tampoco tuvieron éxito. Lo mismo sucedió con los venecianos, quienes comenzaron a cavar pero pronto se dieron por vencidos.
Se completa finalmente el canal
Sin embargo, como puede ver en la fotografía de la página 25, actualmente existe el canal de Corinto. ¿Cómo se completó finalmente la construcción de éste? Después de la revolución griega de 1821, Juan Capodistria, el primer presidente de Grecia, discernió lo importante que era para el desarrollo de Grecia un canal en Corinto. Le asignó el proyecto a un ingeniero francés, pero nuevamente —esta vez por razones económicas— se tuvo que desistir del proyecto.
Por fin, después de la apertura del canal de Suez, el gobierno griego (en noviembre de 1869) promulgó una ley para “abrir el istmo de Corinto”. Se hicieron varias modificaciones y añadiduras a esta ley y, después de negociaciones prolongadas, se comenzó la obra de construcción del canal el 5 de mayo de 1882. Es interesante notar que, a pesar de que se propusieron tres lugares diferentes para abrirlo, el que se escogió al final fue el mismo que habían escogido los ingenieros de Nerón. Sin embargo, dé otro vistazo a la fotografía de la página 25, que muestra el canal después de haber sido terminado. ¿Puede imaginarse la enorme tarea que representaba completar un proyecto de esa índole allá para fines del siglo pasado?
La Administración del Canal bondadosamente nos dio detalles con relación a la obra misma de cortar el istmo. Por ejemplo, nos enteramos de lo siguiente: Unos 2.500 obreros participaron en este proyecto por unos diez años, y se utilizó la mejor maquinaria que había disponible entonces. Extrajeron unos 930.000 metros cúbicos (33.000.000 de pies cúbicos) de piedras y tierra. El canal mide 6 kilómetros (unas 4 millas) de largo. En ciertos puntos sus pendientes alcanzan una altura de 76 metros (248 pies) sobre el nivel del mar. La anchura del canal es de 25 metros (81 pies) en la superficie del mar y 21 metros (70 pies) en el fondo del mar. La colosal obra de hacer el canal en el istmo de Corinto se completó, y las ceremonias de apertura se celebraron el 7 de agosto de 1893.
En los últimos años, unos 10.000 barcos han cruzado el canal cada año. En general, es preferible cruzar el canal, pues resulta más económico en lo que se refiere al consumo de combustible y economiza tiempo valioso. Además, evita el tener que circunnavegar el Peloponeso.
Así que ésta es la historia del canal de Corinto. Si alguna vez visita a Grecia, le recomendamos que no deje de visitarlo. Quizás cuando vaya a ver las ruinas de la antigua Corinto, que son de gran interés para los estudiantes de la Biblia, pudiera detenerse a ver el canal. Especialmente cuando hay barcos surcando el canal, verá algo que es sumamente impresionante.
[Comentario en la página 26]
El plan para construir un canal a través de esta estrecha franja de tierra se concibió en el siglo VII a. de la E.C.