La visita del papa a Canadá
Por el corresponsal de “¡Despertad!” en Canadá
EN SEPTIEMBRE de 1984, Canadá se sumó a la creciente lista de países que ha visitado Juan Pablo II como cabeza de la Iglesia Católicaa. En una gira de 12 días, durante la cual se había programado que pronunciaría unos 33 discursos, el papa visitó 16 ciudades y pueblos, además de algunos santuarios... un viaje de 13.500 kilómetros (8.500 millas). Su visita se ha llamado “la más larga que el papa Juan Pablo II ha hecho a cualquier país en las 24 peregrinaciones al extranjero desde que se convirtió en papa hace seis años”.
Por qué Canadá?
“Comenzó su gira en una provincia donde el poder y la influencia espiritual de la Iglesia Católica han menguado dramáticamente en las pasadas dos décadas y desde donde se informa que una gran cantidad de personas ha desafiado las enseñanzas de la iglesia en una serie de asuntos”, informa Michael McAteer, redactor de asuntos religiosos para The Toronto Star. Esta declaración acerca de Quebec ayuda a explicar una de las razones de la visita papal. La edad promedio de los sacerdotes allí es de alrededor de 60 años, y se han nombrado pocos suplentes. Montreal tiene 15 parroquias que no tienen sus propios sacerdotes. “En la diócesis vasta y eminentemente católica de Trois-Rivières —dice The Gazette, de Montreal— hubo una sola ordenación [en 1984]. El año pasado [1983] y el año anterior no hubo ordenación alguna.” Esa parroquia ha sufrido una mengua de 90 por 100 en la cantidad de ordenaciones en los pasados 20 años.
Pero esto no es todo. The Gazette informa: “La asistencia promedio a misa es de entre 10 por 100 y 16 por 100 en las zonas urbanas, y aproximadamente 30 por 100 en las iglesias de las zonas rurales”. Se dice que cierto representante de la Conferencia Canadiense de Obispos Católicos dijo: “Admitámoslo, muchos católicos de este país no han visto el interior de una iglesia en muchos años”. Una revista de noticias canadiense, Maclean’s, dice que dos periódicos de Montreal efectuaron una encuesta que muestra que “68 por 100 de los entrevistados rechazan la posición de la iglesia en contra del control de la natalidad, 72 por 100 dicen que se debe permitir que los sacerdotes se casen, 66 por 100 no están de acuerdo con la prohibición oficial del divorcio y 42 por 100 se oponen a la prohibición del aborto”. Estos porcentajes altos indican que se está debilitando la influencia que la iglesia de Quebec ejerce en la vida de familia y de comunidad.
El hecho de que hay problemas en otros lugares se puede ver por el discurso que el papa pronunció en Halifax, Nueva Escocia, en el que habló sobre el “respeto a la vida” (refiriéndose al aborto), la “fidelidad conyugal y la disolubilidad del matrimonio”. Reconoció que había una terrible escasez de clérigos, según dijo el Globe and Mail, de Toronto, y añadió que los oficiales de la iglesia admiten francamente que en diócesis grandes “como las de St. John’s y Halifax” ha habido “un éxodo en grandes cantidades de sacerdotes y monjas”.
Por consiguiente, la gira canadiense de Juan Pablo II era la de un pastor atendiendo a un rebaño enfermizo. Pero ¿cuál fue el efecto de la visita? ¿Cómo reaccionaron los canadienses? ¿Experimentará la Iglesia Católica un reavivamiento entre sus miembros de modo que pueda recuperar la posición que ocupaba anteriormente en Canadá? ¿Cómo evaluaron los feligreses y otras personas la obra pastoral del papa?
Efectos y críticas
No hay duda de que el “peregrinaje” del papa tuvo gran efecto en muchas personas de Canadá. Los medios publicitarios hablaban a menudo acerca de su “encanto carismático” y de su “increíble talento para conmover e inspirar a la gente”. Lamentablemente, algunas personas dejaron que sus reacciones fueran demasiado lejos, pues una mujer que estaba en la reunión de Toronto exclamó que “es lo más cerca que llegaremos a estar de Dios por mucho tiempo”. Un joven de 14 años de edad dijo: “Todavía estoy temblando, fue como si pudiera tocar a Dios o algo por el estilo”.
Otras personas más equilibradas quedaron impresionadas con su franca llamada para mejorar la vida familiar y para que se mostrara respeto a los no nacidos, y estuvieron de acuerdo cuando el papa exhortó a los jóvenes a resistir el engaño de las drogas, las bebidas alcohólicas y las relaciones sexuales premaritales.
La exhortación que el papa dio en Edmonton para que hubiera una distribución más equitativa de las riquezas del mundo, dijo un periodista, “hizo recordar claramente a uno a los mismísimos Teólogos de Liberación de la América Latina, a quienes él había reprendido tan vigorosamente por las supuestas tendencias ‘marxistas’ de ellos”.
El mismo escritor no vaciló en hacer algunos comentarios desfavorables acerca de las inversiones, especulaciones y propiedades del Banco del Vaticano y de la pompa del estilo de vida del mismísimo papa. Otros tenían dudas respecto al costo de la gira papal, que ascendió a más de $50.000.000, la cual en su mayor parte la pagarían los contribuyentes canadienses. Ese dinero ya no estaría disponible para ayudar a los pobres del mundo. El arzobispo de Ottawa comentó: “Por lo que a mí se refiere, lamento que el cabeza de la Iglesia no viaje de manera más sencilla”.
En sus viajes por países católicos, el papa Juan Pablo II es conocido por su veneración a la Virgen María y sus frecuentes visitas a los santuarios dedicados a ella. ¿Cómo atendió él este asunto en Canadá, país que es principalmente protestante? La revista Maclean’s informó que en los lugares donde se venera a la Virgen, él la alababa. “Pero en ciudades donde la adoración de María se considera mayormente una práctica pasada de moda, o hasta una afrenta para algunas feministas y como un impedimento a la comunión católica-protestante, él mantuvo silencio al respecto.”
Sucedió lo mismo con otros temas que consideró en su gira, fuera que trataran sobre la soltería de los sacerdotes, la unidad de las religiones, el papel que la mujer desempeña en la iglesia o la situación con los pueblos nativos. Hubo desacuerdos. Por ejemplo, en cuanto al asunto de unir las iglesias, un escritor del Toronto Star dijo: “En los seis años que lleva en el cargo, el papa ni siquiera ha dado un paso firme para hacer más real dicha unidad”. La revista Maclean’s dijo que los discursos del papa eran ajustados para que se amoldaran a sus auditorios, y entonces añadió: “La ambigüedad intencional de Juan Pablo es precisamente la posición que los obispos canadienses querían que él adoptara, por lo menos en las delicadas cuestiones relacionadas con las mujeres y la moralidad sexual. Conscientes del hecho de que sus congregaciones habitualmente pasan por alto la prohibición de Roma en cuanto al divorcio y al control de la natalidad, los obispos no quieren arriesgarse a que haya mayores desavenencias”.
Está claro que la primera visita papal a Canadá provocó reacciones diversas. Hay quienes opinan que contribuirá a dar un nuevo comienzo a la iglesia aquí. El presidente de la Conferencia Canadiense de Obispos Católicos opinaba que la gira había constituido un “nuevo momento de evangelización en la historia canadiense”. Pero ¿responderá el pueblo católico? No toda persona comparte dicho optimismo. Un titular declaró: “El papa dejó muchas preguntas perturbadoras”. Es cierto que un escritor católico afirmó que la iglesia estaba sencillamente “en medio de una crisis moral”, pero que la iglesia misma no estaba “pasando por una crisis católica”. No obstante, la autora católica Anne Roche dijo: “Muchas iglesias han dejado de pertenecer al dominio de lo que solía llamarse la Iglesia Católica”. Entonces hizo el siguiente comentario: “Opino que en Canadá existe un cisma franco, pero no declarado”. El tiempo dirá cuál es el punto de vista correcto.
[Nota a pie de página]
[Mapa/Ilustración en la página 23]
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