‘Dignos de un rey’... los caballos que bailan
LA EXPECTACIÓN se intensifica a medida que todas las luces se apagan. De repente, se oye música animada. La luz de los reflectores brilla en la oscuridad y permite ver la entrada espectacular en fila de los magníficos caballos andaluces y sus descendientes mundialmente conocidos: los lipizanos. Los albugíneos y engalanados caballos, cuya silueta se recorta en la oscuridad, van montados por hombres y mujeres vestidos al estilo de la nobleza española... ¡un regalo para los ojos!
Y ahora, con el acompañamiento musical, comienzan sus elegantes movimientos llamados haute école (“alta escuela”). Uno de los caballos se levanta sobre sus patas traseras, con las delanteras en el aire, formando un ángulo de 45 grados con el suelo. Se mantiene en esta posición (lo cual requiere gran equilibrio y control muscular) hasta que se le da la señal para que se pose de nuevo. Este movimiento se llama empinamiento. Otro caballo hace corvetas. Se sostiene en alto con las patas traseras y entonces da una serie de saltos. Otro movimiento es el piafe, en el que el caballo simula estar trotando, como si fuera un soldado que está marcando el paso, y alza las patas delanteras lenta y elegantemente.
Pero el movimiento más espectacular de todos es la cabriola, reservado únicamente para los caballos con más talento. El caballo encuentra su paso y salta a una altura de varios metros, mientras encorva debajo del pecho las patas delanteras. Al oír el chasquido de la fusta, da un par de coces en el aire. Por un momento se parece al legendario caballo alado llamado Pegaso.
Por años, millares de personas se han maravillado de estos magníficos animales en diversos espectáculos. Sin embargo, pocos de los espectadores sabían que el propósito original de estos elegantes movimientos no era entretener a la gente, ¡sino más bien infundir temor! Sí, hubo un tiempo en que el caballo andaluz era una mortífera arma de guerra.
Digno de un rey
El caballo andaluz no es un corcel común, pues su ascendencia se remonta al siglo octavo. En aquel tiempo los príncipes árabes de África invadieron el sur de España y cruzaron sus caballos árabes del desierto con los ágiles caballos de la península ibérica. Por eso algunos los consideran la raza más antigua del mundo de la que hay registro. Este era un caballo que en tiempos antiguos valía un saco de oro. Y aun hoy en día, ¡algunos de estos caballos han sido valorados en unos $200.000 (E.U.A.) cada uno!
Pero, ¿a qué se debe el que este caballo sea tan valioso? En el siglo XVII William Cavendish, duque de Newcastle, dijo lo siguiente: “Es el caballo más noble del mundo. El más hermoso. El más digno de ser montado por un rey en su día de triunfo, y elogio su inteligencia, docilidad y valentía”. Por eso no debe sorprender que Ricardo Corazón de León venciera a los sarracenos de Chipre montado en un caballo blanco andaluz ni que el autor sir Walter Scott haya decidido montar a su personaje novelesco, Ivanhoe, en uno de ellos.
Desde el principio, los criadores de caballos andaluces vieron su idoneidad como caballos de guerra. Además, esos elegantes movimientos que ahora maravillan a los espectadores eran letales en el campo de batalla. El solamente ver a un rey montado en esta magnífica máquina de guerra asustaba a los soldados de a pie.
Valiente, pero al mismo tiempo manso
Los días en que se le usaba para la guerra han terminado para el caballo andaluz. Sin embargo, debido a la valentía de este corcel, desafortunada y lamentablemente se abusa de él en las reprochables corridas de toros españolas. El caballo andaluz, montado por un torero o rejoneador, se enfrenta valientemente a los peligrosos toros de las corridas, animales de rápida arrancada y gran movilidad. Cuando el toro embiste al caballo, el rejoneador espera el momento oportuno para ladearse y clavar dos banderillas en la cerviz del toro.
Sin embargo, esto no quiere decir que el caballo andaluz sea por naturaleza un animal agresivo. Es más bien lo suficientemente manso como para ser montado por una dama. Los sementales pueden ser más difíciles de dominar. Y durante el tiempo del apareamiento, puede que se peleen por una yegua. Pero, por lo general, los caballos andaluces se llevan bien unos con otros. En una ocasión encerraron en una cuadra a unos 30 sementales con una yegua. Sin embargo, se pudo ver su noble raza; se portaron como perfectos caballeros.
¡No es de extrañar que este caballo sea digno de un rey! El caballo andaluz hace recordar lo que Dios preguntó en Job 39:19-22: “¿Puedes vestirle el cuello de crin crujiente? ¿Puedes hacerlo saltar como langosta? La dignidad de su resoplido es aterradora. Escarba en la llanura baja y se alboroza en poder; sale al encuentro de armadura. Se ríe del pavor, y no se aterroriza”. De manera similar, el elegante, manso y valiente caballo andaluz es solo otra prueba del poder del sabio Creador, que ‘puede darle al caballo poderío’.
[Reconocimiento en la página 26]
Oficina Nacional de Turismo de Austria