La enuresis nocturna... Cómo ayudar a su hijo a que no moje la cama
Si usted o un ser querido sufre de este trastorno, le animará saber que no es el único y que es algo que se puede curar
“¡ECHÓ a perder mi adolescencia!” “¡Nunca terminaba de lavar sábanas y pijamas!” “¡Para mí era un ‘estigma’, una ‘vergüenza’!”
Con estas angustiosas palabras se han expresado tanto padres como hijos que han vivido el penoso problema de la enuresis nocturna. Esta es una afección desconcertante para los implicados, de la que no les resulta fácil hablar abiertamente.
No obstante, es un problema muy extendido. Se ha calculado que, tan solo en Estados Unidos, afecta a cinco millones de niños, por lo que es un tema al que se dedica mucha atención e investigación. ¿Qué lo causa?
Se trata de una emisión involuntaria y habitual de orina durante el sueño a una edad en la que normalmente no debería producirse. ¿A qué edad son capaces de controlar la orina la mayoría de los niños? Aunque puede variar según las culturas, a la edad de tres años, uno de cada cinco niños moja la cama más de una vez a la semana; a los cinco años, uno de cada diez; sin embargo, a los catorce, únicamente lo hace uno de cada treinta y cinco.
Estas cifras ilustran que después de un período de tiempo, la enuresis finalmente se supera. Un investigador descubrió que durante un período de cinco años, el 75% de los casos abarcados en un estudio se había curado. Afecta con más frecuencia a los niños que a las niñas, y parece que es un trastorno que viene de familia, es decir, que ya ha afectado anteriormente a alguno de los padres o a algún hermano.
Posibles causas
Algunas veces, aunque no muchas, la causa es una enfermedad, como pudiera ser una infección urinaria, diabetes, alergia a ciertos alimentos o incluso una anormalidad física de la vejiga, los riñones o el sistema nervioso. Cuando la incontinencia urinaria también se experimenta durante el día, es probable que se deba a alguna enfermedad. Si la enuresis persiste después de los cinco o seis años, sería prudente consultar al médico para asegurarse de que no la produce alguna enfermedad, en el caso de que la incontinencia también se dé durante el día o se vuelva a presentar después de un período de normalidad.
Aunque en el pasado había quienes consideraban la enuresis como una manifestación de un trastorno neurótico, actualmente los profesionales en el campo de la medicina concuerdan en que no es algo intencional ni tampoco un síntoma de trastorno psicológico. Se han propuesto muchas teorías, como: una vejiga pequeña, maduración lenta en el control de la vejiga, predisposición familiar y trastornos del sueño; pero la verdadera causa de la enuresis todavía se desconoce. Es posible que en un mismo niño se presenten más de una de estas anomalías.
Si un niño ha podido controlar su emisión de orina durante la noche por seis meses o más y entonces vuelve a mojar la cama, es probable que la causa sea una enfermedad física o un trastorno emocional. Cosas como el nacimiento de un hermanito, el que uno de los padres vuelva a casarse, el trasladarse de casa u otra alteración de la vida familiar pueden iniciar de nuevo la enuresis nocturna. No obstante, lo más frecuente es que, como consecuencia de la enuresis nocturna, surjan algunos trastornos emocionales, como sentimientos de culpabilidad o de ineptitud, pérdida del amor propio y sensación de ansiedad.
Cómo tratarla
“Lo peor que se puede hacer es amenazar. Cuando se amenaza, el problema empeora, no mejora”, dice Lorraine, una muchacha que padeció de enuresis hasta los diecinueve años. “Enfadarse con el niño no sirve de nada”, explica una madre cuyo hijo, Julien, de ocho años de edad, padece de enuresis nocturna.
El castigo, la vergüenza y la humillación son ineficaces, pues la enuresis es algo que el niño no puede controlar. Estos métodos solo sirven para aumentar su sentimiento de culpabilidad y vergüenza, pero no mejoran el problema. Lo que los padres deberían hacer es tratar de paliar el impacto emocional que ese problema produce en el niño. “Traten de minimizar la vergüenza, sean comprensivos —advierte Lorraine—. No lo conviertan en un estigma... el niño ya se siente culpable.”
Existen muchos métodos terapéuticos para abordar la enuresis, pero ninguno tiene garantizado el éxito en cada niño. Por consiguiente, es posible que la familia no tenga más remedio que intentar un método tras otro. La edad del niño también puede determinar el tratamiento que debe seguirse. En vista de que la enuresis tiende a desaparecer espontáneamente, algunos padres prefieren esperar. Si el niño no padece ningún trastorno físico ni emocional, quizás lo mejor sea dejar pasar el tiempo, pues es posible que el someterlo a pruebas y tratamientos solo consiga hacerle sufrir.
Es cierto que la enuresis provoca más trabajo y causa estrés y vergüenza a todos los implicados. Posiblemente limite las salidas que requieran pasar la noche en casa de amigos y parientes. “Uno experimenta tantos problemas sociales —observa Lorraine—, que la personalidad queda marcada.”
Se desprende, por lo tanto, que no es sensato postergar indefinidamente el someterse a un tratamiento. Lorraine exhorta: “No lo deje pasar. Con el tiempo puede traumatizarle. Es posible que llegue a ser algo habitual”. La madre de Julien dice: “Se convierte en un hábito”.
Qué puede ayudar
Antes de empezar cualquier tratamiento, hay que asegurarse de que no sea peor el remedio que la enfermedad. Algunas autoridades en la materia opinan que no debería empezarse ningún tratamiento hasta que el niño tenga entre seis y ocho años. Antes de esa edad, la enuresis no suele perturbarle. Además, al ser mayores, los niños suelen responder mejor al tratamiento.
Algo que puede facilitar la situación a los padres es proteger el colchón con un plástico y luego colocar encima un tejido absorbente. También es práctico hacer que el niño ayude a lavar y a recogerlo todo. El ponerle algún tipo de pañal debajo del pijama evitará, en una buena medida, que la orina traspase hasta las sábanas. Los niños de más edad pueden poner un despertador para levantarse e ir al servicio durante la noche. Tan solo ofrecer algún consejo y dar confianza puede ser útil. Ayudar al niño a comprender el problema e interesarlo en el tratamiento aumentará las probabilidades de éxito.
Medidas sencillas como reducir la cantidad de líquidos que se beben después de la cena (especialmente bebidas que contengan cafeína o extracto de cola), hacer que el niño vaya al servicio antes de acostarse y despertarlo durante la noche para que orine, así como encomiarlo cuando no moje la cama, pueden paliar o hasta eliminar el problema. El que el niño guarde un registro de las noches que no moja la cama puede ser en sí mismo un estímulo y puede ayudarlo a que supere el problema. También ha ayudado el que se le enseñe a retener progresivamente mayor cantidad de orina durante el día.
Un sistema más elaborado es el de una alarma de orina. Tan solo unas gotas de orina sobre una esterilla sensibilizada contra esta y colocada debajo del niño por la noche activarán la alarma para despertarlo. Entre un 60 y un 90% de los casos de enuresis tratados con este sistema han logrado eliminar el problema, aunque entre un 10 y un 45% han vuelto a recaer. Sin embargo, el repetir el tratamiento puede resultar en la curación definitiva.
Cuando se han aplicado al mismo tiempo varias de estas medidas, método denominado en inglés “Dry Bed Training” (Entrenamiento para no mojar la cama), casi todos los niños han superado el problema. Lamentablemente, entre el 20 y el 30% de los niños vuelven a recaer cuando termina el tratamiento, pero si este se repite, la curación puede ser permanente.
Se ha demostrado que una droga llamada imipramina reduce el problema, pero produce bastantes efectos secundarios y existe un alto índice de recaídas. Se han informado casos de sobredosis accidental y muerte, por lo que se aconseja que se ejerza mucha precaución si se utiliza este método. Se recomienda que mientras el niño tome el fármaco, esté bajo continua supervisión médica.
Hay quienes han usado otros tipos de tratamiento. “Yo recomendaría llevar al niño al quiropráctico. Tan solo en cuestión de dos meses y medio pude ver mejoría en mi hijo”, afirma la madre de Julien. Los estudios que se han efectuado sobre los resultados de la acupuntura aplicada a este problema han demostrado una proporción de éxito de un 40%. Y los herbolarios ofrecen diversas plantas y hierbas que, según ellos, alivian la enuresis. En algunos lugares hasta hay clínicas especializadas.
Para la mayoría, la enuresis desaparece por sí sola un cierto día, o se soluciona con un tratamiento. Y, como indica Lorraine, “las personas se sienten inmensamente aliviadas al saber que alguien más ha experimentado lo mismo”. Esta circunstancia tranquilizadora, aunada a alguno de los tratamientos que haya disponibles, puede ser la clave para ayudar a su hijo a vencer el problema de la enuresis.—Contribuido por un médico.