¿Por qué es tan letal el SIDA?
PARA entender mejor cómo podemos protegernos del SIDA, necesitamos saber por qué es tan letal. ¿Por qué presenta este virus más dificultades para su tratamiento que los demás?
De los organismos que producen enfermedades, los virus son los más pequeños, mucho más pequeños que las bacterias. La gripe, la poliomelitis y el resfriado común son enfermedades causadas por diferentes virus. Una vez dentro de una célula, el virus puede matarla o simplemente “dormir” allí hasta que con el tiempo se hace más activo. En el caso del virus del SIDA, pueden pasar cinco años o más antes de que se desarrollen los síntomas.
Por qué es tan letal
Lo que hace que el virus del SIDA sea tan letal es que ataca e incapacita células clave, incluyendo cierto tipo de glóbulos blancos de la sangre que el cuerpo produce para ayudar a detener las enfermedades. Estos glóbulos blancos (llamados linfocitos T4) son la principal defensa del cuerpo contra las enfermedades.
Cuando los linfocitos T4 son incapacitados por el virus del SIDA, no pueden desempeñar sus funciones. De ese modo se destruye el sistema inmunológico del organismo. Infecciones que anteriormente no hubiesen representado una amenaza para la vida, como otros virus, parásitos, bacterias, hongos y diversos tipos de cáncer, ahora son mortales.
Puesto que el organismo ya no puede luchar contra esas infecciones, estas van en aumento hasta que la víctima muere. Dichas infecciones reciben el nombre de oportunistas. Se aprovechan de la oportunidad que se les presenta como consecuencia del debilitamiento del sistema inmunológico del organismo. Una persona que padezca de SIDA puede tener varias de esas infecciones al mismo tiempo.
Entre los primeros síntomas del SIDA están: fatiga prolongada e inexplicable; hinchazón de glándulas que dura meses; fiebres continuas y sudores nocturnos; diarrea persistente; pérdida inexplicable de peso; lesiones decoloradas en la piel o en las membranas mucosas que no se curan; una tos persistente e inexplicable; una capa gruesa y blanquecina sobre la lengua o en la garganta; facilidad de que aparezcan hematomas y hemorragias sin una causa demostrada. Al conjunto de estos primeros síntomas se le suele llamar “complejo relacionado con el SIDA”.
Cuando el SIDA se hace totalmente manifiesto, se desarrollan enfermedades mortales. Entre las más comunes están las infecciones pulmonares causadas por unos gérmenes parásitos denominados Pneumocystis carinii y un cáncer de la piel llamado sarcoma de Kaposi, que también afecta a los órganos internos. Además, el virus del SIDA puede afectar al cerebro, causando parálisis, ceguera, demencia y, finalmente, la muerte. El doctor Richard T. Johnson, profesor de Neurología de la universidad Johns Hopkins, dijo: “El VIH [virus del SIDA] está en el cerebro de por lo menos un millón de personas de Estados Unidos”.
El cuadro completo del SIDA va acompañado de dolor y de pérdida incontrolable de peso, además de un debilitamiento gradual del organismo hasta que sobreviene la muerte. En África —dice la revista londinense The Lancet—, al SIDA “se le ha asociado con la ‘enfermedad slim (del adelgazamiento)’, expresión que describe la acentuada pérdida de peso que acompaña a la diarrea”. Desde el momento en que se presenta la enfermedad, pueden transcurrir varios años antes de que se produzca la muerte, o quizás solo uno, e incluso menos.
Un virus persistente
Existe otro factor que contribuye a que el virus del SIDA sea más letal que otros. Tiene mecanismos internos de supervivencia que otros virus no tienen.
Por ejemplo: en el hombre, el virus de la gripe solo puede durar unos días o unas semanas, y estimula la formación de anticuerpos que ayudan a proteger a la víctima de posteriores infecciones por ese virus en particular. Una vez que la epidemia ha seguido su curso, desaparece. La pandemia de gripe de 1918 solo duró aproximadamente un año. El virus de la fiebre amarilla depende de los mosquitos, pero la cantidad de estos se reduce con los cambios de las estaciones. El de la viruela también puede afectar rápidamente a una sección susceptible de la población y luego desaparecer.
Sin embargo, parece ser que el virus del SIDA es persistente. Probablemente permanece de por vida en el portador humano, y no desaparece por sí solo. La víctima no se recupera del SIDA manifiesto y, por lo tanto, no puede producir el tipo de inmunización que resistiría un ataque recurrente.
Además, el virus del SIDA ha variado de manera significativa en su composición genética, lo que ha dificultado aún más el desarrollo de una vacuna. Los virus también suelen experimentar pequeñas mutaciones, es decir, cambian alguno de sus rasgos. Por ejemplo: existen muchos tipos diferentes de virus de la gripe y del resfriado. Y en el caso del SIDA, ya se ha identificado un segundo tipo de virus en África y en otros lugares. Es posible que se necesite una vacuna diferente para cada tipo.
Pero, ¿por qué se ha propagado tanto el SIDA? ¿Qué prácticas estuvieron implicadas en facilitar su insidiosa infiltración en la familia humana?
[Ilustración en la página 7]
Los linfocitos T (cierto tipo de glóbulos blancos) del sistema inmunológico del cuerpo normalmente repelen a los invasores dañinos
[Recuadro en la página 7]
FACTORES QUE PREPARAN EL CAMINO AL SIDA
Según la revista médica británica The Lancet, anualmente son infectadas por enfermedades de transmisión sexual, como la gonorrea, la sífilis, el herpes y la clamidiasis, más de trescientos millones de personas adicionales en todo el mundo. Estas pueden debilitar el organismo, quizás haciéndolo más susceptible al virus del SIDA. El uso recreativo, o ilegal, de drogas también puede debilitar la resistencia del organismo al SIDA.
Además, en los países subdesarrollados, la falta de una buena alimentación por causa de la pobreza y la carencia de una adecuada asistencia sanitaria son factores que dificultan la resistencia del cuerpo al SIDA. La salud de cientos de millones de personas de esas zonas ya está por debajo de lo que se considera normal, y eso allana el camino para que el virus reclame nuevas víctimas.