Los jóvenes preguntan...
¿Qué carrera debería escoger?
“¿A QUÉ debería dedicarme el resto de mi vida?” Tarde o temprano te enfrentas a esta difícil pregunta. Se te presentan una gama de posibilidades y no sabes por cuál decidirte: la medicina, los negocios, el arte, la enseñanza, la informática, la ingeniería, el comercio... Puede que pienses como el joven que dijo: “Para mí, el tener éxito [...] significa mantener el nivel de vida cómoda en el que uno se ha criado”, o quizás sueñes con mejorar tu situación económica.
Ahora bien, ¿hay otra forma de medir el éxito de una persona que no sea la ganancia material? ¿Hay alguna carrera seglar que pueda hacer que te sientas plenamente realizado?
“Me pareció tan inútil”
Fascinantes, emocionantes, lucrativas: así es como las películas, la televisión y los libros suelen pintar las carreras seglares. No obstante, a fin de alcanzar lo que algunos llaman éxito, los que desean triunfar en cierta carrera a menudo tienen que competir entre sí en una lucha a vida o muerte por conseguir reconocimiento. El doctor Douglas LaBier comenta que los adultos jóvenes, muchos de ellos “con carreras en campos de la alta tecnología que ofrecen posibilidades de promoción rápida, dicen sentir insatisfacción, ansiedad, depresión, una sensación de vacío, paranoia y toda una serie de males físicos”.
Hace mucho tiempo, el rey Salomón expuso la futilidad que resulta de tener éxito únicamente en campos mundanos. Respaldado por unos recursos prácticamente ilimitados, Salomón llevó a cabo una asombrosa lista de logros profesionales. (Lee Eclesiastés 2:4-10.) Sin embargo, llegó a la siguiente conclusión: “Y yo, yo mismo, me volví hacia todas las obras mías que mis manos habían hecho, y hacia el duro trabajo que yo había trabajado duro para lograr, y, ¡mira!, todo era vanidad [“me pareció tan inútil”, La Biblia al día] y un esforzarse tras viento”. (Eclesiastés 2:11.)
Es cierto que un empleo puede dar riquezas y reconocimiento, pero no puede satisfacer las ‘necesidades espirituales’ de una persona. (Mateo 5:3.) Por eso, los que hacen que su vida gire simplemente en torno a los logros seglares no encuentran satisfacción.
Una carrera que satisface
El rey Salomón aconsejó lo siguiente: “La conclusión del asunto, habiéndose oído todo, es: Teme al Dios verdadero y guarda sus mandamientos. Porque este es todo el deber del hombre”. (Eclesiastés 12:13.) El principal deber que tienen hoy día los cristianos es el de predicar el mensaje del Reino (Mateo 24:14), y los jóvenes que toman en serio este deber se sienten obligados a participar en esta obra lo más plenamente posible, aunque por naturaleza no se sientan inclinados a predicar. (Compárese con 2 Corintios 5:14.) En lugar de buscar un empleo seglar de jornada completa, miles de jóvenes han decidido servir de evangelizadores de tiempo completo (precursores). Otros sirven de misioneros en el extranjero o trabajan en alguna oficina sucursal de la Sociedad Watch Tower.
Emily, quien renunció a una carrera de secretaria ejecutiva para ser precursora, dice: “He llegado a amar de verdad esta obra”. En efecto: el ministerio de tiempo completo es la carrera más satisfaciente y emocionante que te puedas imaginar. ¿Y qué mayor privilegio puede tener alguien que el de ser uno de los “colaboradores de Dios”? (1 Corintios 3:9.)
¿Reporta alguna ventaja la educación universitaria?
La mayoría de los ministros precursores se ganan el sustento con un trabajo de media jornada. Pero ¿y si con el tiempo tienes que mantener una familia? Por supuesto, nadie lamentará jamás haber dedicado los años de su juventud al servicio de Dios. Pero aun así, hay quienes preguntan: “¿No tendría sentido que un joven obtuviese primero un título universitario y tal vez emprendiese el ministerio después?”.
Por supuesto, la Biblia no especifica cuántos estudios debe cursar un cristiano joven, y tampoco condena la educación escolar. Jehová, el “Magnífico Instructor”, anima a los miembros de Su pueblo a que aprendan a leer bien y a expresarse con claridad. (Isaías 30:20; Salmo 1:2; Hebreos 5:12.) Además, la educación escolar puede ayudarnos a conocer mejor a la gente y el mundo en que vivimos.
No obstante, ¿merece siempre la pena dedicar la enorme cantidad de tiempo y dinero que exige el obtener un título universitario?a Aunque los datos estadísticos indican que los graduados de universidad ganan sueldos más elevados que los que solo han cursado estudios de segunda enseñanza y no se enfrentan tanto al problema del desempleo, el libro Planning Your College Education (Cómo planear tu educación universitaria) nos recuerda que estos datos no son más que promedios. Tan solo una minoría de los graduados de universidad recibe salarios sumamente elevados; el resto cobra sueldos mucho más bajos. Además, los elevados ingresos que se dice que perciben los graduados de universidad también pueden ser el resultado de otros factores, como “aptitudes poco comunes, motivación, oportunidades de empleo en la zona, [...] talentos especiales”, y no simplemente la consecuencia de la cantidad de estudios que han cursado.
“Un título [universitario] ya no garantiza el éxito en el mercado laboral —dice el Ministerio de Trabajo de Estados Unidos—. La proporción de [graduados de universidad] empleados en ocupaciones profesionales, técnicas y administrativas [...] menguó debido a que estas ocupaciones no se desarrollaron con la suficiente rapidez como para absorber el creciente número de graduados. Como resultado, aproximadamente uno de cada cinco graduados [de universidad] que entraron en el mercado laboral entre 1970 y 1984 ocupó un puesto de trabajo para el que normalmente no se requiere un título universitario. Este excedente de graduados probablemente continuará hasta mediados de la década de los noventa.”
Otros hechos que sopesar
Puede que un título universitario mejore tus perspectivas de empleo o puede que no, pero hay un hecho que es indiscutible: ¡“El tiempo que queda está reducido”! (1 Corintios 7:29.) A pesar de todos los supuestos beneficios, ¿sería la mejor manera de usar el tiempo que queda pasar varios años en una universidad? (Efesios 5:16.)
¿Te ayudará una educación universitaria a cumplir con tus metas espirituales, o te desviará de ellas? Recuerda que un salario elevado no es una prioridad para el cristiano. (1 Timoteo 6:7, 8.) Sin embargo, una encuesta llevada a cabo por administradores de universidades estadounidenses describió a los estudiantes de hoy como personas ‘orientadas hacia una carrera, interesadas en éxitos materiales, interesadas en sí mismas’. Un grupo de estudiantes dijo: “Parece que de lo único que hablamos es de dinero”. ¿Cómo podría afectarte el verte inmerso en un ambiente de intensa competencia y materialismo egoísta?
Es posible que en las universidades ya no se vean las escenas de motines de los años sesenta, pero el que hayan disminuido los alborotos universitarios no significa que el ambiente en los campus (recintos universitarios) sea saludable. Un estudio sobre la vida en dichos recintos concluyó con las siguientes palabras: “Los estudiantes todavía tienen libertad casi ilimitada en cuestiones personales y sociales”. Las drogas y el alcohol se consumen libremente, y la promiscuidad es la regla, no la excepción. Si esto es cierto de las universidades de tu país, ¿podría obstaculizar tus esfuerzos por mantenerte moralmente limpio el que fueras a vivir a un recinto universitario? (1 Corintios 6:18.)
Otro motivo de preocupación, el cual está bien documentado, es la relación que guarda el cursar estudios superiores con una menor “adherencia a los principios religiosos básicos”. (The Sacred in a Secular Age [Lo sagrado en una época de secularización].) La presión por conseguir unas buenas calificaciones ha hecho que algunos cristianos jóvenes descuiden las actividades espirituales, y de ese modo se han hecho vulnerables al pensamiento mundano promovido por las universidades. Algunos han visto naufragar su fe. (Colosenses 2:8.)
Otras opciones aparte de la educación universitaria
En vista de estos hechos, un elevado número de cristianos jóvenes han decidido no cursar estudios universitarios. Muchos han podido comprobar que el entrenamiento que se ofrece en las congregaciones de los testigos de Jehová —en particular la Escuela del Ministerio Teocrático, que se celebra todas las semanas— les confiere cierta ventaja a la hora de encontrar empleo. Aunque no poseen un título universitario, tales jóvenes aprenden a tener aplomo, a saber expresarse y a estar bastante capacitados para llevar responsabilidad. Además, durante los años de enseñanza secundaria, algunos jóvenes hacen cursos de mecanografía, informática, mecánica del automóvil, otras ramas de la mecánica, etc. Dichos oficios, para los que muchas veces hay una gran demanda de trabajadores, pueden encajar con empleos de media jornada. Y aunque gran cantidad de jóvenes ven con desprecio el ‘trabajar con las manos’, la Biblia dignifica el “trabajo duro”. (Efesios 4:28.) El propio Jesucristo llegó a dominar tan bien su oficio que se le llamaba “el carpintero”. (Marcos 6:3.)
Es cierto que en algunos países los graduados de universidad han invadido de tal manera el mercado laboral, que es difícil conseguir incluso un empleo cualquiera sin haber recibido una preparación adicional. Pero muchas veces existen programas de aprendizaje, escuelas de formación profesional o escuelas técnicas y cursillos universitarios breves que enseñan, por una mínima inversión de tiempo y dinero, oficios que pueden tener salida. También existe un factor que las estadísticas sobre empleo no toman en consideración: la promesa de Dios de proveer para aquellos que dan prioridad a los intereses espirituales. (Mateo 6:33.)
Las perspectivas de empleo y los sistemas educativos varían según el lugar. Los jóvenes tienen diferentes habilidades e inclinaciones. Y aunque se recomienda como algo beneficioso el que los jóvenes hagan del ministerio cristiano su carrera, sigue siendo un asunto de decisión personal. A la hora de decidir cuántos estudios va a cursar, el joven, junto con sus padres, debe pesar cuidadosamente todos los factores envueltos. ‘Cada uno tiene que llevar su propia carga de responsabilidad’ al tomar tales decisiones. (Gálatas 6:5.)
Si, por ejemplo, tus padres insisten en que vayas a la universidad, no tienes más remedio que obedecerlos mientras vivas bajo su supervisión.b (Efesios 6:1-3.) Quizás no sea necesario que te traslades a vivir al recinto universitario, y de ese modo puedas evitar verte mezclado en el ambiente que allí reina. Sé selectivo a la hora de escoger los cursos, centrándote, por ejemplo, en conseguir conocimiento práctico en lugar de estudiar filosofías mundanas. Vigila tus compañías. (1 Corintios 15:33.) Manténte espiritualmente fuerte mediante la asistencia a las reuniones, la participación en el servicio del campo y el estudio personal. Algunos jóvenes que se han visto obligados a asistir a la universidad hasta se las han arreglado para servir de precursores gracias a que han escogido un horario de clases que se lo permitía.
Escoge tu carrera con mucho cuidado y bajo oración, para que no solo te proporcione felicidad personal, sino que también te permita ‘acumular tesoros en el cielo’. (Mateo 6:20.)
[Notas a pie de página]
a En Estados Unidos, los estudios universitarios cuestan, como promedio, bastante más de 10.000 dólares al año. Los estudiantes muchas veces tardan años en terminar de pagárselos.
b Puede que no sea necesario que hagas una carrera universitaria para satisfacer a tus padres. En Estados Unidos, por ejemplo, en muchos campos profesionales y del sector servicios los patronos consideran aceptable un associate degree, título que puede conseguirse en solo dos años.
[Comentario en la página 13]
‘Un título universitario ya no garantiza el éxito en el mercado laboral’ (Ministerio de Trabajo de Estados Unidos)