Los jóvenes preguntan...
¿Es el amor tal como se pinta en las canciones de amor?
UNA y otra vez las emisoras de radio saturan el aire con canciones de amor, canciones que hablan de un amor auténtico o que añoran un amor perdido. Cualquiera que sea el estilo —blues, soul, pop o rock—, todas gozan de gran popularidad entre los jóvenes. ¿A qué se debe?
El atractivo de muchas de estas canciones reside en sus melodías armoniosas, sus letras conmovedoras y sus ritmos bailables. Las canciones de amor afectan las emociones y crean una disposición romántica casi hipnótica. “Cuando hablo por teléfono con mi chica sobre alguna situación difícil y no me salen las palabras —dice un joven llamado Rusty—, me enternece oír como música de fondo una bonita canción de amor, y entonces las palabras me salen con más facilidad.”
Sin embargo, el éxito de las canciones de amor no se debe tan solo a que quizás las melodías sean de calidad. Durante la adolescencia se aprende a reaccionar ante los impulsos sexuales, y como se siente curiosidad por los misterios del amor y las relaciones románticas, es fácil que el joven se identifique con las canciones que hablan del placer que se siente al salir con alguien del otro sexo y del sufrimiento que viene con la ruptura. Una escritora dice que mediante las canciones de amor, los adolescentes “saborean un poco de lo que se siente cuando se está enamorado y así experimentan algunos de los placeres y desengaños del amor”.
Puesto que los jóvenes no tienen experiencia en el amor romántico y quizás se sienten incapaces de expresar sus sentimientos, hay quienes buscan en las canciones de amor las palabras apropiadas que decir a ese alguien especial. Algunos jóvenes admiten haber tratado de atraer a alguien del sexo opuesto con frases sacadas directamente de estas canciones. Ahora bien, ¿hasta qué grado enseñan a los jóvenes lo que realmente es el amor este tipo de canciones?
Lo que enseñan las canciones de amor
En primer lugar consideremos una de las canciones de amor más hermosas que jamás se han compuesto: el Cantar de los Cantares, el relato bíblico sobre una hermosa muchacha sulamita y su amor a un joven pastor. Una amenaza se cierne sobre el amor de esta pareja, pues el rey Salomón, con su deslumbrante gloria, sabiduría y riqueza, trata de robar el corazón de la joven, pero todo es en vano. Ella demostró que su amor no era voluble, y dijo: “La insistencia en la devoción exclusiva es tan inexorable como el Seol. Sus llamaradas son las llamaradas de un fuego, la llama de Jah”. (Cantar de los Cantares 8:6.)
¿Promueven las canciones de amor de hoy día un punto de vista tan elevado, pero tan realista, del amor romántico? Más bien, es justo lo contrario. La escritora Sally Helgesen comenta que las canciones de amor “exaltan un mundo de melodrama y pasión atormentada, en el que el amor” suele encontrar la “solución perfecta”. Es lamentable, pero en la vida real son pocas las ‘soluciones perfectas’ y se encuentran muy de vez en cuando, así que quien las busca, se expone al desengaño. ¡Ni siquiera las sublimes expresiones poéticas del rey Salomón pudieron granjearle el amor de la sulamita! Helgesen añade: “Las canciones evocan un sueño amorfo de la vida adulta, en el que la pasión romántica consume toda otra emoción y la responsabilidad no abruma a nadie”. De nuevo media un gran abismo entre esto y la vida real.
Sheila Davis, profesora de Composición Lírica de la universidad de Nueva York, dice que las canciones de amor inculcan en la gente el punto de vista de que los lazos permanentes están “pasados de moda”. Además, repiten la idea de que el amor surge en un instante —una canción popular decía que el amor había surgido “de repente” después “del primer hola” y “la primera sonrisa”— y también enseñan que es ciego, que reconoce las virtudes y rehúsa ver hasta las debilidades más manifiestas.
¿Tienen alguna base estos puntos de vista? Piensa por un momento: ¿puede basarse una relación duradera en tan solo la primera impresión que te cause una persona? Difícilmente. Observa qué dice la Biblia sobre el amor: “El amor es paciente, es servicial; [...] no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita [...]. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasará jamás”. (1 Corintios 13:4-8, Levoratti y Trusso.)
Por consiguiente, el amor verdadero no brota de repente ni es solo una cuestión de sentimientos y pasiones. El amor maduro tiene ojos, y por eso ve las virtudes, aunque no pasa por alto las debilidades. El amor verdadero crece con el tiempo, a medida que conoce “la persona secreta del corazón” del ser amado, es decir, su personalidad y cualidades. (1 Pedro 3:4.) El amor auténtico no rehúye un compromiso permanente, sino que es fiel a la relación y se esfuerza por mejorarla hasta cuando las cosas no son de color de rosa. ¡Qué diferente es este amor del que se suele pintar en las canciones!
Letras explícitas
Estas canciones también tienden a confundir amor y sexualidad, algo que en estos días se enseña con vergonzoso descaro. Es cierto que las canciones de amor a cuyo compás bailaban en su día tus padres o hasta tus abuelos de vez en cuando incluían uno o dos versos sutilmente insinuantes. Pero muchas de las canciones de hoy día distan mucho de ser sutiles. Sheila Davis, a la que ya citamos antes, dice: “No se trata solo de que lo explícito haya desplazado a lo sutil, y de que el territorio erótico se extienda hasta incluir la masturbación y la sexualidad [pervertida], sino que las letras de las canciones han llegado a invadir el terreno, antes tabú, del incesto”. Recientemente varias compañías discográficas de Estados Unidos concordaron en poner etiquetas de advertencia en los discos que contuvieran canciones con letras explícitas sobre la sexualidad o la violencia.
Leslie, de dieciséis años, objeta lo siguiente: “La letra no es tan importante si la música es bailable. No creo que vaya a corromper a nadie. Solo es música”. Los entendidos disienten. Un investigador comenta que “oír repetidas veces durante el día la misma música de moda facilita la memorización de los mensajes sexuales”. ¿Te has encontrado en alguna ocasión, como les ha sucedido a algunos, pronunciando letras ofensivas o inmorales debido a que las has oído una y otra vez? (Efesios 4:29.) El doctor Joseph Stuessy, profesor de Música de la universidad de Texas de San Antonio, advierte que “todos los tipos de música afectan nuestro estado de ánimo, nuestras emociones, nuestra actitud y nuestro comportamiento resultante”. (Las cursivas son nuestras.)
¿Puede ser bueno escuchar o cantar canciones que describen de manera gráfica la inmoralidad sexual o la promueven? ¿No corrompería esto tu punto de vista sobre el papel apropiado de las relaciones sexuales dentro del matrimonio? (1 Corintios 7:3-5.)
“Tiempo de amar”
Otra enseñanza peligrosamente errónea de la música moderna es que los adolescentes ya están preparados para tener relaciones íntimas con el sexo opuesto. Cierto es que hay un “tiempo de amar”, pero con estas palabras la Biblia no se refiere al amor erótico. En cuanto al amor conyugal, ¿es este el tiempo para que tú lo manifiestes? ¿No sería más apropiado que esperases unos años, hasta que tengas suficiente edad? (Eclesiastés 3:8.) Si comprendes que debes esperar unos años, ¿tiene sentido que despiertes en ti fuertes deseos por algo que todavía no puedes satisfacer?
Como no pueden dar vía libre a sus sentimientos románticos, hay jóvenes que se encierran en un mundo de sueños de amor. Algunos se “enamoran” de su cantante favorito, y se imaginan que toda palabra tierna que canta se la está susurrando al oído. Coleccionan todo disco, fotografía y póster del artista que cae en sus manos y sueñan con casarse con esa persona. Pero lo único que se puede sacar de semejante relación fantasiosa es desengaño y dolor.
Volvamos al Cantar de los Cantares, pues aún nos enseña otra importante lección. Deseosa de permanecer fiel a su pastor, la sulamita instó a sus compañeras a que ‘no despertasen ni excitasen amor en ella’ hacia el rey Salomón, quien trataba de ganarse su afecto. (Cantar de los Cantares 2:7.) Como sabía la influencia que eso podría ejercer en ella, simplemente rehusó escuchar expresiones que posiblemente afectasen de manera adversa sus emociones. A la hora de escoger música, sería sensato que siguieses un proceder similar. ¿Por que no evitas la que despierta en ti sentimientos románticos o hace que te sientas triste y solo?
Recuerda: la música es una dádiva de Dios, y puedes estar seguro de que Él no se complace en la música que degrada y desmoraliza, que desvirtúa los valores cristianos o fomenta la moralidad relajada. Por consiguiente, los jóvenes cristianos deben ser selectivos al escoger la música. Scott, de diecinueve años, dice: “Antes de comprar un disco o una casete, examino la cubierta y me hago una idea de la letra de las canciones, y si son insinuantes, no lo compro”.
Como te enseñarán las experiencias de la vida, a veces dolorosas, el amor no es como se pinta en las canciones de amor. Recuerda también que las canciones hermosas no sustituyen a los verdaderos amigos. En lugar de aislarte en un mundo de sueños y música, pasa tiempo con otras personas: tus padres, jóvenes temerosos de Dios y cristianos maduros. (Proverbios 18:1.) Tal asociación resultará en que te sientas amado de una manera piadosa, un sentimiento muy superior a las fantasías de las canciones de amor.
[Comentario en la página 14]
“Todos los tipos de música afectan nuestro estado de ánimo, nuestras emociones, nuestra actitud y nuestro comportamiento resultante”
[Fotografía en la página 12]
¿Pintan la vida tal como es todas las canciones de amor?
[Fotografía en la página 13]
Sé selectivo con la música que escuchas